Desarrollo infantil. Formación y asesoramiento.

Autismo (TEA), trastorno generalizado del desarrollo, déficit de atención con o sin hiperactividad (TDA-H), trastornos del lenguaje (TEL), dislexia, síndromes… son, entre otros, diagnósticos que hacen referencia a dificultades en el desarrollo y el aprendizaje de los niños.

El desarrollo de un niño equivale a su desarrollo y maduración cerebrales.

Al fin y al cabo, es el cerebro el que lo hace todo: es el cerebro el que camina, está sentado, presta atención, lee, escribe, se relaciona con los demás… El cerebro utiliza el cuerpo como un instrumento para hacerlo todo en la vida. Y es por esto que hemos de ocuparnos del cerebro de nuestros niños, de asegurarnos de que recibe la estimulación adecuada para su plena maduración y, cuando esto no ha sido posible, ofrecer una estimulación extra que lo ayude a alcanzar esa maduración óptima.

El neurodesarrollo se ocupa del desarrollo natural del cerebro

De esto se ocupa el neurodesarrollo. Una ciencia que se basa en el desarrollo natural del ser humano y en cómo apoyarlo de forma también natural para que sea lo más pleno posible. Todo esto se traduce en un trabajo con el cuerpo, las sensaciones y el movimiento. Un trabajo del cual disfrutan los niños mientras se dirigen directamente a las causas de sus dificultades en lugar de quedarse a trabajar exclusivamente en los síntomas.

Si te interesa el neurodesarrollo, conoce las opciones de formación y asesoramiento que te puedo ofrecer: formación para profesionales que trabajan con niños y asesoramiento individual o grupal para familias de niños con dificultades en su desarrollo.

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¿Qué pasa con los NIÑOS que NO PUEDEN PARAR?

En mi anterior artículo y vídeo hablaba de lo importante que es moverse adecuadamente para luego poder parar. Para adquirir la maduración necesaria para poder controlar el movimiento.

Y moverse suficiente y de forma adecuada pasa especialmente por atravesar plenamente por las etapas motrices durante el primer año de vida, siendo un bebé y antes de ponerse de pie y caminar.

Pero no todos los niños pasan por estas etapas o, incluso habiéndolo hecho, no tienen un buen control del movimiento, de la postura, de su cuerpo…

Y esto puede incidir en su conducta y también en su aprendizaje.

La buena noticia es que siempre se puede trabajar, dando a los niños la oportunidad que necesitan. Una segunda oportunidad de madurar y lograr un desarrollo más pleno.

El neurodesarrollo nos ofrece así técnicas, ejercicios, que podemos realizar utilizando el movimiento. Pero no cualquier movimiento, que ya vimos en el anterior vídeo que no es suficiente, sino movimientos determinados que utiliza la naturaleza para que los niños alcancen esa maduración que les permita controlar el movimiento, sus impulsos, la postura, su atención en clase, entre otras muchas cosas.

Esto es lo que cuento en este nuevo vídeo:

Si te apetece conocer más sobre neurodesarrollo infantil, ya sabes que puedes informarte de mis programas de formación:

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Si alguno de ellos te interesa, hablamos.

¡NO PUEDE PARAR! Poder estar quieto pasa por haberse movido mucho y bien

Muchos niños no saben parar, no dejan de moverse y les cuesta mucho estar sentados en clase. Pero el poder estar quieto pasa por haberse movido mucho y bien. El neurodesarrollo nos explica por qué…

Como bien sabemos, los niños tienen una gran necesidad de moverse. Es natural pues el movimiento “alimenta” su cerebro, lo hace crecer y madurar.

Pero no todo el movimiento tiene el mismo efecto. Moverse por el simple hecho de hacerlo, sin control, no ayuda en el desarrollo. De hecho, los niños que no tienen control sobre su movimiento, que no saben parar, son niños que no han llegado al grado de maduración deseado.

Puede haber muchas causas, pero una de ellas es la falta de experiencias motrices adecuadas en el momento preciso del desarrollo. Esto es: experiencias con el cuerpo y el movimiento de éste en el espacio anteriores a ponerse a caminar.

Como dice la experta en neurodesarrollo Melodie de Jagger:

La naturaleza utiliza la urgencia de moverse para ayudar a los niños a desarrollarse y una vez que se han desarrollado los niños pueden controlar la urgencia de moverse.

Esa urgencia de moverse es la que siente el bebé cuando tiene necesidad de desplazarse para explorar el mundo. Y el tener la oportunidad de moverse libremente le permitirá no sólo conocer lo que le rodea, sino su propio cuerpo, le brindará importantes experiencias y aprendizajes relacionadas con el movimiento, el equilibrio, el espacio… Y también sobre cómo controlar y aprender con el tiempo a parar.

Por mucho que cueste ver la relación, ésta existe y es muy estrecha entre el bebé que se movió adecuadamente en su primer año de vida y el niño que es capaz de estar quieto y sentado, prestando atención en clase.

En este vídeo te cuento más:

El que un niño pueda estar quieto no es una habilidad que surge de la nada… Como ocurre con todas las habilidades humanas, requiere de experiencias y aprendizajes previos.

Los niños tienen una gran necesidad de moverse, algo que les llevará a tener experiencias con su cuerpo y el movimiento de éste en el espacio. Estas experiencias les permitirán madurar y avanzar hacia el control de su cuerpo y del movimiento.

Para los niños es mucho más fácil activarse, moverse, que parar. Sin embargo, el mayor control del movimiento es precisamente el poder estar quieto. Pero no basta con moverse mucho y de cualquier manera para lograr la maduración necesaria para la inhibición y control del movimiento.

Lo deseado es que un bebé se ponga de pie y comience a caminar habiendo tenido las experiencias previas que le lleven a conocer suficientemente su cuerpo para utilizarlo de forma eficaz al caminar, que hayan creado las conexiones neuronales necesarias para que le resulte más fácil lidiar con el equilibrio, integrar nociones espaciales y sobre todo… iniciar un proceso de maduración en áreas cerebrales encargadas de la inhibición del movimiento y del control de la postura. Todo lo necesario para comenzar a caminar con el mejor equilibrio y poder luego correr, saltar, trepar y todo lo demás, pero también llegar con el tiempo a poder estar quieto sentado en clase. Y así poder a la vez prestar atención y aprender.

Por lo tanto, para que un niño controle el movimiento y la inhibición del mismo, necesita tener experiencias motrices adecuadas desde muy tempranamente. Debe permitirse al bebé moverse libremente desde los primeros meses de vida. La oportunidad para ello la da el colocarle sobre el suelo, y muy especialmente, en la posición de boca abajo. Esta posición sobre el suelo le permitirán fortalecer su cuello y sostener la cabeza, girar sobre sí mismo, arrastrarse, sentarse solito, gatear para finalmente ponerse de pie y caminar. Después llega el poder estar sentado en clase prestando atención.

Y por escasa que pueda parecer la relación entre uno de los primeros hitos motrices del bebé con el poder atender en clase y aprender en la escuela, todas estas etapas o logros forman parte de una única cadena. Son diferentes eslabones dentro de la cadena del desarrollo y unos logros llevan y permiten que se produzcan los otros.

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DÉFICIT DE ATENCIÓN. ¿Por qué tantos niños lo padecen?

¿Cuántos niños hay con déficit de atención? Pues cada día son más… Cada día son más los niños con ese diagnóstico: TDA (trastorno por déficit de atención) o TDAH (cuando existe hiperactividad).

Y no son solamente estos niños los que tienen problemas para prestar y mantener su atención, sino que prácticamente todos los niños con algún diagnóstico tienen también déficit de atención.

Al fin y al cabo, los diagnósticos son “nombres” que hacen referencia a síntomas que observamos en los niños. Hacen referencia normalmente al que se considera el síntoma principal. Pero no a todos los síntomas que coexisten junto al que resulta más llamativo.

La realidad detrás de todos estos nombres es que casi siempre incluyen las dificultades de prestar atención. Y esto es así porque la atención requiere de que TODO esté en orden. Todo esté en orden en el desarrollo del niño, en la maduración alcanzada, en cómo se siente a nivel físico y emocional…

Detrás del diagnóstico hay una causa que está provocando los síntomas. En el caso del déficit de atención, también.

Cualquier cosa que le ocurra a un niño puede afectar su atención. Hay niños que no han completado su desarrollo, o bien su desarrollo se ha visto frenado por cualquier motivo, han tenido una gestación o nacimiento complicados, no han pasado por las etapas del desarrollo motriz del primer año de vida o han vivido dificultades de salud importantes…

Otros niños tienen una alta sensibilidad que puede hacer que el modo en el cual perciben los estímulos sensoriales dificulten su capacidad de prestar o de mantener la atención. Muchos no solamente perciben la información que entra por sus sentidos de forma magnificada, aumentada, como es el caso de los niños que se tapan los oídos porque les molestan los sonidos cotidianos. Hay otros niños que no manifiestan sus hipersensibilidades de esta manera, pero también lidian con ellas a diario, y no solamente a nivel auditivo pues esto puede ocurrir en cualquiera los sentidos. La atención también falla cuando los sentidos no envían al cerebro información clara y precisa, sino distorsionada. O cuando el niño no es capaz de inhibir unos estímulos, los más importantes para realizar la tarea que se haya propuesto, sino que recibe un bombardeo de información que no puede gestionar eficazmente.

Todo lo que preocupe a un niño, lo que le esté afectando a nivel emocional (por problemas en el hogar, en la escuela…), o incluso a nivel físico (si tiene un dolor de tripas, por ejemplo) es susceptible de afectar su atención.

Los niños con dificultades de aprendizaje sufren en el colegio. Demasiadas veces se les presiona para que aprendan al ritmo de sus compañeros. Se les hace leer delante de ellos o se les pide que respondan a preguntas que ellos pueden no conocer, o creer que no conocen…

Esta presión es muy dañina porque el estrés, literalmente, apaga nuestro córtex cerebral. El cerebro ahorra energía y la utiliza en lo que considera prioritario en cada situación de la vida. En situaciones de estrés o miedo (por un potencial peligro) el cerebro no se ocupa de aprender, ni de funcionar a nivel cognitivo. Si no que está ocupado de cuestiones más básicas, como luchar, huir o sobrevivir…

A los adultos nos ocurre también. Cuando estamos preocupados por algo, nuestra atención se ve claramente afectada (nuestro córtex no está funcionando a pleno rendimiento, digamos…). Todos hemos experimentado momentos de estrés en los que se nos olvidan las cosas, no recordamos lo que sabemos o no somos capaces de seguir una película o una conversación…

Si somos capaces de experimentar esto en nosotros mismos y reconocerlo, ¿por qué nos cuesta tanto reconocerlo en los niños que lo experimentan también?

No nos quedemos enfocados en el diagnóstico, en el síntoma. Busquemos la causa que lo está provocando. Busquemos la causa del déficit de atención en cada uno de los niños que lo padece.

Si logramos descubrir esta causa, podremos trabajarla directamente. Y cuando se trabaja una causa y se consigue hacer que desparezca, es cuando desaparecerán a su vez los síntomas que estaba creando.

Busquemos las causas del por qué tantos de nuestros niños tienen dificultades de atención, solo así podremos solucionar esas dificultades de raíz y para siempre.

*Si quieres conocer más sobre las dificultades en el desarrollo de los niños, sobre cómo buscar las causas de los síntomas y cómo trabajarlas, infórmate del programa de formación online en neurodesarrollo MIMANDO LAS ESTRELLAS

SUPERHÉROES EN CASA

Nuestros superhéroes, los que han superado dificultades dentro de la dislexia, el déficit de atención, la hiperactividad, el autismo…


Laztana somos una asociación de familias que tenemos hijos e hijas con súper poderes. Y no, no hablamos de fenómenos paranormales sino de niños que han sufrido algún tipo de alteración en su desarrollo neuro-senso-psico-motriz y para quiénes la medicina convencional no ha sabido ofrecer soluciones válidas. Pese a ello, muchos de estos niños y niñas han superado, o al menos, mejorado ostensiblemente sus problemas sin recurrir a fármacos.

Hablamos de niñas con dislexia que aman los libros y disfrutan leyendo; de niños que fueron diagnosticados de déficit de atención y logran superarlo alcanzando un nivel de atención igual al de cualquier otro niño y culminan con éxito sus estudios. Hablamos de niñas etiquetadas como hiperactivas que consiguen detener el motor que llevaban dentro y vivir tranquilas disfrutando cada momento. Hablamos de niños con autismo que han mejorado notablemente su capacidad de relación con su entorno y su tolerancia a los estímulos externos permitiéndoles una mejor integración social y calidad de vida.

Y todo esto no es fruto de la suerte ni la casualidad. Es fruto de la capacidad de nuestro cerebro para reprogramarse, para madurar y desarrollar áreas inactivas y reconectarse adecuadamente. Lo que se conoce como plasticidad cerebral. Es fruto de la experiencia de otras familias que antes de ellos buscaron, encontraron y recorrieron este mismo camino. Es fruto de asociaciones como Laztana que aúnan familias, experiencias, conocimiento y esperanza y se dedican a difundir las terapias no farmacológicas que saben por experiencia que funcionan para que más y más niños se beneficien de ellas. Es fruto del esfuerzo y la constancia de todas estas niñas y niños y de sus familias para aplicar las terapias de reorganización neurológica y seguir las pautas de la medicina biológica indicadas en cada caso para mejorar o incluso corregir la causa de sus problemas.

Así es como se logran los súper poderes y no queremos que sea un secreto sino algo que esté al alcance de cada vez más y más personas y contribuya a poder disfrutar de vidas más felices, plenas e ilusionadas.

Fátima Amezkua

asociacionlaztana.org
[email protected]

ALTERACIONES DEL DESARROLLO INFANTIL: UN ENFOQUE DIFERENTE, UNA NUEVA ESPERANZA

 
Alteraciones del desarrollo infantil: un enfoque diferente, una nueva esperanza: el neurodesarrollo.
 
Fatima Amezkua, responsable de comunicación de la Asociación Laztana, enero 2016
 
Los seres humanos nacemos muy inmaduros y altamente dependientes de los cuidados de nuestros progenitores no solo para crecer sino para seguir desarrollándonos. Los tres primeros años de vida, pero sobretodo el periodo gestacional y el primer año de vida, son fundamentales para el correcto desarrollo motor, sensorial y neuronal que sentará las bases para el posterior desarrollo emocional y cognitivo de la persona. Es por esta razón que las niñas y niños pequeños y las mujeres embarazadas son los más sensibles y vulnerables al impacto de distintos factores externos que pueden perturbar el normal desarrollo infantil.
 
Las sociedades modernas conllevan unos modos de vida y consumo que implican altos niveles de estrés en la vida cotidiana así como una constante exposición a miles de sustancias químicas combinadas, metales pesados, contaminación atmosférica, ondas electromagnéticas, etc. Nunca antes los seres humanos habíamos estado expuestos a tantas sustancias químicas, presentes incluso en los alimentos que ingerimos, y a tantas radiaciones de las que desconocemos sus efectos a largo plazo. Somos cobayas de una experimentación a escala mundial en la que, obviando el principio de precaución, se espera a que los efectos negativos de una sustancia se demuestren claramente dañinos para proceder a limitar su uso. Y, lo que es peor, nadie regula la influencia sobre las personas de la combinación de dos o más de estas sustancias potencialmente tóxicas cuando diariamente convivimos con cientos de ellas. La doctora en Medicina Ambiental, Pilar Muñoz Calero, ha estudiado ampliamente la influencia de estas sustancias en el ser humano y las patologías en las que incide entre las que se incluyen alergias, intolerancias y muchas alteraciones del desarrollo infantil.
Algunos de los factores que pueden perturbar el correcto desarrollo infantil incluyen: factores ambientales como exposición a sustancias tóxicas -vía placenta o por contacto directo- o a radiaciones electromagnéticas; problemas durante el periodo gestacional y/o el parto como altos niveles de estrés durante el embarazo, nacimientos prematuros o partos por cesárea; carencias afectivas y falta de estimulación sensorial como las sufridas en su primera etapa de vida por muchos niños y niñas adoptados; hospitalizaciones prolongadas; largas jornadas en guarderías desde muy bebes; uso abusivo de sillitas y andadores que limitan el libre movimiento del bebe tan necesario para su desarrollo motor, etc.  Diversos estudios como los dirigidos por la investigadora Marieta Fernández Cabrera[1] de la Universidad de Granada, así como otros muchos centros de investigación a nivel internacional, han demostrado que los niños y niñas que han vivido alguna de estas circunstancias tienen mayores probabilidades que el resto de la población de sufrir algún tipo de alteración del desarrollo infantil y/o del sistema inmunológico.
Por todo ello, no es extraño encontrar en nuestro entorno cada vez más niños y niñas que sufren alergias, intolerancias alimentarias, déficit de atención con o sin hiperactividad (TDA/H), trastornos del lenguaje, problemas de integración sensorial, autismo o trastornos del espectro autista (TEA), etc. Si bien es cierto que dificultades del aprendizaje de diverso tipo, alergias o enfermedades como el autismo siempre han existido, llama la atención el incremento que algunos diagnósticos asociados a estos problemas han experimentado en las dos últimas décadas. Por ejemplo, según la revista Neurología[2]estudios epidemiológicos recientes informan que en 1985 se registraban 5 casos de autismo por 10.000, mientras que nuevas estimaciones reportan  1 caso por cada 100 niños y adolescentes en 2008 –algo evolutivamente imposible si su origen es solo genético y que tampoco se explica solo por una mejor detección de casos- y en el caso del TDA/H ha pasado de diagnosticarse al 2% de la población infantil a alcanzar niveles del 15% en algunos países como EEUU.
 
Este tipo de trastornos inciden de forma significativa en la vida familiar, escolar y social de muchos niños y, cuando afectan a capacidades atencionales, cognitivas o relacionales, son a veces difíciles de detectar hasta que los pequeños cursan Educación Primaria. Muchos escolares con TDA/H, lateralidad cruzada, trastornos del lenguaje, TEA u otras alteraciones del desarrollo son incomprendidos y el sistema educativo no siempre está preparado para ofrecerles la ayuda que necesitan.
 
Muchas veces la única respuesta que reciben del sistema sanitario y educativo es medicación farmacológica tal vez complementada con asistencia psicológica mediante terapia conductual y cognitiva  que -aunque puede resultar positiva- no logra cambios suficientemente profundos y duraderos pues no corrige la causa del trastorno sino que más bien ayudan a controlar algunos de los síntomas que produce.
 
Sin embargo, hoy día existe una diversidad de métodos terapéuticos que trabajan estos problemas desde su origen dando una segunda oportunidad al cerebro para que logre su correcto desarrollo. Están basados en ejercicios de estimulación cerebral para la reorganización neurofuncional junto a la mejora del estado del sistema inmunológico acompañada de una alimentación sana, preferiblemente ecológica. Estos métodos están avalados por profesionales de todo el mundo y por miles de familias que los han utilizado obteniendo mayores garantías de éxito sin efectos secundarios para la salud. No se trata de terapias milagrosas diseñadas por el gurú de turno, sino que están basadas en principios científicos, estudios contrastados y años de trabajo. En la práctica la reorganización neurofuncional se logra a través de en una serie de ejercicios de estimulación cerebral personalizados que padres y madres deben realizar diariamente en casa con sus hijos y que se complementan con sesiones de terapia presencial y revisiones por parte de las y los profesionales correspondientes: neurólogo, optometrista comportamental, especialista en reeducación auditiva, especialista en integración de reflejos primitivos, etc.
 
Dos son las claves que hacen que estos métodos terapéuticos funcionen. Por un lado, la plasticidad cerebral que, si bien se ha demostrado que es una capacidad que mantenemos a lo largo de toda la vida, ésta es mucho mayor durante la infancia. La segunda clave es constancia y repetición pues es así como nuestro cerebro aprende y se desarrolla. Repitiendo de forma sistemática y durante el tiempo necesario el tipo de estímulo que cada niño o niña necesite se logra que el cerebro desarrolle esa área que había quedado bloqueada o que mejore la conexión neuronal entre áreas del cerebro que deberían comunicarse con fluidez.
 
Ante la falta de información sobre las causas y posibilidades de tratamiento de estas alteraciones del desarrollo, nace en julio de 2013 Laztana –Asociación para el desarrollo y la estimulación infantil- con el objetivo de difundir y facilitar a las familias el acceso a métodos terapéuticos libres de medicación que trabajan por lograr una maduración neurológica adecuada y un estado biológico en las mejores condiciones por medios naturales y efectivos. Cualquier persona interesada puede informarse y contactarnos a través de nuestra página Web:http://www.asociacionlaztana.org/, en facebook:https://www.facebook.com/asociacionlaztana  o en el email:[email protected].


[1]             Marieta Fernández Cabrera es Doctora en Ciencias Químicas de la Universidad de Granada y coordinadora en Granada del Proyecto INMA, INfancia y Medioambiente. http://www.proyectoinma.org
[2]             Revista Neurología, Vol. 27, Num. 7, sep 2012, editorial Elsevier. Publicación científica de la Sociedad Española de Neurología.

¿POR QUÉ TANTO MIEDO A LOS TÓXICOS EN LOS NIÑOS?

Tóxicos y niños

¿Por qué tenemos tanto miedo a los tóxicos en nuestros niños? ¿Están nuestros niños expuestos a tóxicos? ¿En qué medida?

Muchos se preguntarán por qué algunas personas y agrupaciones damos tanta importancia a “lo natural” y por qué tenemos tanto miedo a los productos químicos o a los tóxicos, cuando son algo con lo que convivimos a diario.

Empecemos por considerar algunos datos…

Las alergias afectan a un 30 o 40% de la población mundial según la WAO (World Allergy Organization). En un informe de esta organización se cita lo siguiente: “Es especialmente importante en los niños, en quienes se observa la mayor tendencia de aumento en las últimas décadas.” (http://www.worldallergy.org/UserFiles/file/WWBOA_Executive-Summary_Spanish.pdf)

 La WAO reconoce que la contaminación atmosférica y el aumento de la temperatura, la alimentación y los hábitos de vida influirán en el aumento de las alergias. ¿Pero qué ocurre con el resto de los trastornos?

Intolerancias a alimentos, hipersensibilidades digestivas, cutáneas o respiratorias (intestino irritable, piel atópica, asma, etc.) son otros desórdenes de la salud que están aumentando rápidamente entre la población infantil.

También lo están haciendo los problemas relacionados con el aprendizaje y el comportamiento. Los expertos nos dicen, en el caso del TDA-H (Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad), que el TDAH es un trastorno en el que intervienen tanto factores genéticos como ambientales. “La importancia de considerar en los estudios de TDAH la contribución relativa de factores genéticos y ambientales en la etiología, curso y
pronóstico del trastorno” (citado por la fundación CADAH http://trastornohiperactividad.com/que-es-tdah).

Muchos sabemos, también por propia experiencia, que en el TDA-H hay una muy probable predisposición genética. En otros trastornos, incluido el autismo, también parece haber causas relacionadas con factores genéticos, aunque esto no está tan claro como en el caso del TDA-H.

El aumento experimentado por estas disfunciones en el desarrollo infantil ha sido tal en los últimos años, que ya se habla abiertamente de “epidemia” en el caso del autismo y el TDA-H. Otras voces pronuncian la palabra “pandemia” por sus abrumadoras dimensiones.

Pero, ¿no estarán exagerando quienes utilizan estos términos?

Veamos las gráficas que representan la evolución del TDA-H y el autismo para hacernos una idea de la tendencia al alza en ambos trastornos.

El aumento del TDA-H, según el C.D.C. (Centro de Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos) y basado en información proveniente del NSHC (National Health Interview Survey), se refleja en el siguiente cuadro:

Gráfica del TDAH

En la gráfica se observa la curva ascendente correspondiente a la incidencia del TDA-H en niños (línea azul), niñas (línea rosa) y ambos grupos (en morado) a lo largo de los años desde 1997 hasta 2012 en Estados Unidos.
Más escalofriantes son las gráficas que nos revelan el dramático aumento de los trastornos del espectro autista. La primera de ellas pertenece a los datos aportados por Autism Speaks, una organización que se dedica a investigar sobre el tema en Estados Unidos (los datos hacen referencia a niños estadounidenses):
 
Gráfica del aumento del autismo
 
 
Esta curva nos muestra los casos diagnosticados desde 1975 (1 caso entre cada 5.000) hasta el año 2009 (1 caso por cada 110 niños). Tal y como se indica en la gráfica, los cambios en las prácticas de diagnóstico podrían explicar hasta un 25% del aumento observado, pero todavía no se han encontrado las causas del resto, que podría estar influido por los factores ambientales. 

He elegido el gráfico anterior por su claridad, a pesar de que los datos son de hace ya 6 años.
La siguiente estadística es algo más actual, aunque no demasiado (del 2010) y más dura en los resultados. Su fuente es de nuevo el CDC (Centro de Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos):

Gráfica de l incidencia del autismo
Vemos el rápido aumento de un año para otro en el número de niños afectados por trastornos del espectro autista: ¡en 2010 ya suponían en Estados Unidos 1 de cada 68 niños!

No contamos con este tipo de información estadística en nuestro país, al menos yo no la he encontrado. Normalmente se traducen y utilizan los datos obtenidos de Estados Unidos. 

Algunos expertos, considerados autores polémicos dentro de la ciencia estadounidense, nos advierten que si las tasas anteriores de crecimiento se mantienen estables, para el año 2025 la mitad de los niños podría sufrir autismo (http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2014-09-15/en-2025-la-mitad-de-los-ninos-seran-autistas-por-el-glifosato_191835/).

Y observando los datos, podríamos pensar que, polémicos o no, bien podrían tener razón en sus predicciones si no se toman medidas urgentes al respecto.

Pero es difícil, por no decir imposible, actuar cuando no se conoce la causa de un problema. 

Reflexionando sobre todo esto, uno no logra comprender que la causa de tan vertiginoso aumento de casos pueda deberse a factores puramente genéticos (normalmente se necesitan miles de años para observar este tipo de cambios). Por lo que, a la fuerza hemos de darle un protagonismo a los factores ambientales. Es a lo que nos lleva la lógica y el sentido común. 

El CREAL (Centro de investigación en epidemiología ambiental) lideró en octubre de 2014 unas jornadas en las que neurocientíficos, neurólogos, neuropsicólogos, psiquiatras y neuroepidemiólogos de todo el mundo debatieron sobre los efectos que los tóxicos ejercen sobre la salud humana y concretamente en el desarrollo del cerebro, desde la gestación hasta la adolescencia. 

La noticia fue publicada por Europa Press y decía textualmente: “Los elementos medioambientales afectan al coeficiente intelectual del niño… afectando a grupos extremos: el número de niños con problemas de aprendizaje puede aumentar hasta un 50% y los superdotados descender un 57%.” 
(http://www.infosalus.com/actualidad/noticia-identifican-214-toxicos-perjudiciales-desarrollo-cerebral-ninos-adolescentes-20141017131046.html)

En febrero de 2014 se publicó en The Lancet un artículo del cual se hizo eco El Mundo (http://www.elmundo.es/salud/2014/02/15/52fe73baca4741ef018b4575.html). En él se decía que “estamos rodeados de químicos industriales que ponen en peligro el desarrollo neurológico de los niños, desde que estos se están gestando en el útero… Se trata de sustancias que no son difíciles de encontrar, que pueden estar presentes en el agua e incluso, advierten, en los juguetes de los niños.”. 

No podemos escapar del entorno envenenado en el que vivimos. Los tóxicos nos invaden desde el mismo momento de la concepción. La doctora Rosella Mazzuka,  médico cirujano y miembro de la ACAM (Sociedad Americana para el Avance de la Medicina) nos ofrece los siguientes datos en uno de sus webinars:
 
Tóxicos en los fetos
Los niños nacen hoy con una importante carga tóxica. Debido al alto índice de cesáreas practicadas en nuestro país (hasta un 25%, siendo la recomendación de la OMS reducirlas a un 15 o 10%) una cuarta parte de los niños se ven privados de las defensas que suponen los microorganismos maternos que invaden al bebé al pasar por el canal del parto (vaginal). Los bebés de cesárea entran en contacto directamente con los microorganismos que habitan el quirófano y comienzan la vida con un sistema inmunológico que podría no estar en las condiciones más deseadas. 

Luego será la lactancia materna otro medio que reforzará el sistema inmune. 

Muy tempranamente (gracias al parto y a la lactancia materna), se forma la inmunidad principal con la que conviviremos a lo largo de toda nuestra vida. Y es precisamente en estos primeros momentos, desde el mismo día del nacimiento, cuando al niño se le expone a una gran variedad de organismos patógenos y metales pesados altamente tóxicos contenidos en las vacunas. Esto se añade en muchos casos a antibióticos y otros medicamentos que dañarán la flora intestinal, dejando al niño más expuesto a estos elementos y haciendo que en lugar de poder eliminarlos, los absorba y acumule en su organismo.

Lo esperado es que los metales pesados y productos químicos sean excretados y no afecten al niño a largo plazo. Pero al parecer, mientras algunos sistemas son más fuertes y pueden con todo esto, otros simplemente no lo son. “Hay que recalcar que la tolerancia del organismo hacia un compuesto tóxico varía entre diferentes grupos de individuos e incluso entre distintos individuos entre sí, pertenecientes a una misma identidad grupal.”(http://www4.ujaen.es/~ajmoya/material_docente/Tema1.pdf)

La doctora Lenny González es gastroenteróloga y experta en autismo, y nos dice que “El autismo no es solamente un trastorno mental o psiquiátrico, sino una enfermedad multifactorial con cierta predisposición genética y con múltiples órganos afectados. Es una enfermedad biológica. Afecta primero al sistema digestivo, el sistema inmune, y el sistema metabólico principalmente. Hay una inflamación del sistema nervioso central y lleva al daño cerebral con consecuencias como los síntomas del autismo.” 

González encontró, en dos estudios realizados, que del 70 al 80% de los niños con autismo tenían problemas gastrointestinales. (https://realagenda.wordpress.com/2011/03/28/gastrointestinal-pathology-in-autism-spectrum-disorders/)

No se ha podido demostrar científicamente la relación de ninguno de los trastornos mencionados con la exposición a los tóxicos. 

Uno de los grandes escollos a salvar para poder demostrar que existe una relación entre la exposición a los tóxicos y los trastornos en el desarrollo, es que contamos con evidencias científicas de los efectos a corto plazo de cada producto químico y metal pesado por separado. Para poder establecer la correlación, sería necesario investigar los efectos combinados de múltiples tóxicos actuando en conjunto y acumulándose en el organismo a lo largo del tiempo. Un gran reto para la ciencia, que se hace cada día más necesario.

“Muy pocos productos químicos han sido regulados como consecuencia de su neurotoxicidad en el desarrollo”, declara el estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard (HSPH) y la Escuela de Medicina de Icahn en Monte Sinaí, ambas instituciones en Estados Unidos. (http://www.abc.es/salud/noticias/20140215/abci-productos-quimicos-trastornos-ninos-201402142010.html)

Toda la toxicología reguladora del mundo occidental está basada en el análisis del riesgo individual para cada compuesto”, asegura Nicolás Olea, profesor de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Granada y experto en el impacto de los productos tóxicos en la salud. “El hecho de que las dosis sean bajas le dan una enorme tranquilidad a la administración. Dicen que todo está bajo control porque los niveles son bajos, pero ¿cuántos niveles bajos hacen un nivel alto?”, se pregunta. (http://www.efeverde.com/noticias/el-coctel-toxico-de-cada-dia-sigue-sin-ser-regulado/).Y lo mismo nos preguntamos todos.

No se trata de ir ahora en contra de todos los avances de la técnica, la ciencia y la salud. No existe una sola causa a la cual culpar, sino un conjunto de muchas posibles causas. No hemos mencionado los tóxicos en nuestros alimentos, la manipulación genética de los mismos, el aire que respiramos, el agua que bebemos, los materiales con los que convivimos en el hogar y los que vestimos…, la exposición a contaminación electromagnética, pesticidas, fertilizantes… y un largo etcétera que se han convertido en algo cotidiano.

Tampoco se trata de rasgarnos las vestiduras y llenarnos de malos augurios. Existen vías de ayuda para los niños afectados por esta situación. Es posible actuar en cada caso y lograr importantes avances. Sin embargo, ¡cuánto mejor sería poder prevenir!

Necesitaba escribir este artículo para que el mundo pueda entender por qué le damos tanta importancia a la exposición de nuestros niños a los productos químicos y a los metales pesados. No se trata de una simple moda sin sentido, sino de una enorme preocupación por lo que estamos observando que ocurre cada día con más fuerza. Y esto es fácil de ver para quienes trabajamos con niños y llevamos años haciéndolo, pues vemos cómo con el tiempo van surgiendo más y más casos que necesitan ayuda.

El hecho de ser más consciente de todo esto, nos pone a todos en una situación difícil. Especialmente a los padres que se plantean tomar decisiones y elegir las mejores opciones para sus hijos (las que ellos consideran que son las mejores, claro), aun sabiendo los riesgos que conlleva el tomar una decisión u otra.

Pero lo verdaderamente necesario es que quienes tienen el poder y la capacidad de poder actuar ante esta situación, tomen conciencia de la misma primero.

El Dr. Philippe Grandjean es uno de los autores del estudio anterior de la HSPH y uno de los más reconocidos científicos que investigan el efecto de los contaminantes químicos en la salud. Hizo las siguientes declaraciones al periódico El Mundo:

 “Sé que suena escalofriante, pero tenemos maneras de hacer algo al respecto. En primer lugar, debemos estar de acuerdo en que el cerebro de las siguientes generaciones debe ser protegido lo mejor que podamos. Ya tenemos métodos para determinar si una sustancia química puede dañar el cerebro y lo que tenemos que hacer es usarlos y actuar según la información que obtengamos. Si no lo hacemos, creo que esta generación venidera tendrá un buen motivo para no perdonarnos”. (https://www.elmundo.es/salud/2014/02/15/52fe73baca4741ef018b4575.html)

“TRATAMIENTO NATURAL DEL TDAH CON MEDICINA NATURAL Y BIOLÓGICA” POR KATIA DOLLE Y VICENTE SAAVEDRA.

Tratamiento natural del TDAH

“TRATAMIENTO NATURAL DEL TDAH CON MEDICINA NATURAL Y BIOLÓGICA” POR KATIA DOLLE Y VICENTE SAAVEDRA.

Cada día mayor cantidad de niños y también de adultos, nos vemos afectados por intoxicaciones de metales pesados, productos químicos, bacterias, hongos, parásitos… por intolerancias a alimentos o alergias… por falta de bioelementos necesarios para nuestra salud…

Demasiadas veces no somos consciente de ello porque los médicos nos dan diagnósticos que parecen no tener relación alguna con todo esto. Y por ello somos tratados de depresión, de fibriomialgia, fatiga crónica, intestino irritable, alergias y una gran variedad de diagnósticos, entre ellos también el TDA-H.

Todo esto podría parecer poco importante si pensáramos que al fin y al cabo, se llame como se llame lo que nos pasa, recibimos tratamiento médico para ello y nos curamos. El problema reside en que muchos de estos trastornos son considerados crónicos y la ayuda que recibimos cuando recurrimos a la medicina convencional sirve solamente para tratar los síntomas de lo que nos ocurre, no la causa.

A esto habría que añadir que, no solamente se trabajan los síntomas sin curar por no llegar a lo que los crea, sino que los medicamentos químicos pueden producir nuevos síntomas ynuevos diagnósticos que vamos acumulando a lo largo de los años y que seguimos sin relacionar con lo que realmente nos pasa.

“Tratamiento natural del TDAH. Con medicina natural y biológica” de Katia Dolle y Vicente Saavedra (editado por Mandala Ediciones) es un libro que además de hacernos comprender muchas de las causas del TDAH y cómo pueden trabajarse con métodos naturales, nos enseña sobre la importancia del equilibrio entre neurotransmisores , sobre el papel vital del intestino y la flora intestinal en todo lo relacionado con nuestra salud, sobre cómo nos afectan los metales pesados que nos rodean, o las consecuencias que provocan las candidiasis y otros hongos, bacterias y parásitos, sobre los efectos que tienen alimentos cotidianos en el comportamiento y la salud de tantos de nosotros…
Con la lectura de este libro queda bien clara una cuestión que es necesario comprender para plantearnos el TDAH y otros trastornos de una forma eficaz: la unidad y la globalidad del ser humano. “Todo el organismo es uno y cada célula, tejido, órgano o sistema del mismo está comunicado y es interdependiente del resto.”
Rosina Uriarte
Para más sobre el déficit de atención (TDAH) , puedes ver este artículo con vídeo:

“EL DÉFICIT DE ATENCIÓN SIN FÁRMACOS. Una guía para padres y docentes” de GLADYS VERACOECHEA TROCONIS

El déficit de atención sin fármacos
El déficit de atención sin fármacos

“EL DÉFICIT DE ATENCIÓN SIN FÁRMACOS. Una guía para padres y docentes” de GLADYS VERACOECHEA TROCONIS
Editado por Psimática
Si ya era buena la primera versión del libro “El déficit de atención sin fármacos”, mucho mejor es esta nueva edición revisada y ampliada. Gladys Veracoechea nos ofrece una visión actualizada y “humana” de cómo entender y trabajar este trastorno, que cada día es más común entre nuestros hijos y alumnos.
Este libro nos hace reflexionar sobre muchos aspectos de lo cotidiano en el TDA-H. Situaciones con las que convivimos a diario en casa y en el aula, a veces cuestiones que no nos hemos siquiera planteado. El hecho de ser conscientes de las mismas puede suponer una importante diferencia para que estos niños salgan adelante en las mejores condiciones posibles.
Es un documento imprescindible para los padres, pues necesitamos conocer bien el problema con el que nos enfrentamos y cómo manejarlo. Pero a muchos nos preocupa especialmente el desconocimiento que existe sobre el TDA-H entre los profesionales docentes que trabajan con nuestros hijos. Demasiado frecuentemente, este desconocimiento y la incomprensión por parte de los profesores suponen una barrera adicional a las muchas que impiden que estos chicos tengan las oportunidades que se merecen para llegar a conocer lo que es un mínimo de éxito en su vida escolar.
La situación es realmente grave si tenemos en cuenta que en cada aula hay un niño hiperactivo de media y otros tres o cuatro niños con problemas de atención. Esto hace que sea imperante la necesidad de formación e información por parte del profesorado. Y ya que, lamentablemente no se nos prepara en las universidades para enfrentarnos a estas dificultades en nuestra labor docente, nos queda la opción de informarnos sobre el TDA-H como única vía para poder afrontarlo dentro de nuestras posibilidades.
El libro “El déficit de atención sin fármacos” es una gran herramienta para obtener esta información. Se dirige al lector en un lenguaje claro, sencillo y directo. Está muy documentado con gran cantidad de estudios que avalan la opinión de la autora y que muchas otras personas compartimos.
Incluye consejos prácticos útiles enfocados a ser aplicados en el hogar y en el aula para ayudar a los niños con TDA-H a aprender a organizarse, a controlar su conducta, a planificar sus tareas, a relacionarse mejor con sus compañeros…
Frente a la medicación se nos plantean otras opciones no encaminadas a enmascarar los síntomas durante unas horas, sino a mejorar la vida del niño de una forma definitiva y natural, sin ningún tipo de efectos secundarios negativos.
Me gustaría resaltar una idea que refleja Gladys en su obra y con la cual estoy totalmente de acuerdo: todos los niños son diferentes, dejemos de poner unas mismas siglas a un porcentaje tan grande de ellos y a darles una misma medicación como única solución paliativa. Los diagnósticos acompañan a los niños a lo largo de toda su vida escolar, negándoles la oportunidad de que los demás les vean con otras lentes que no lean constantemente las siglas “TDA-H”. Si en lugar de centrarnos en el diagnóstico, lo hacemos en los niños y sus características propias, si trabajamos éstas y buscamos cómo solucionar sus dificultades concretas, los diagnósticos dejarán de tener validez y los niños serán sólo eso: niños. Cada uno con su nombre, sin siglas que los marquen y los clasifiquen “para siempre”.
Hay muchas formas de trabajar con los niños con dificultades en su atención, la sociedad debe conocerlas para poder permitir a estos niños avanzar y crecer.
La autora lo explica así: “A medida que estudio más el TDA, le resto más importancia a los diagnósticos tipo etiquetaje. Lo valioso de un diagnóstico es que sea realmente descriptivo del funcionamiento de la personalidad y además que sea útil para establecer los tratamientos adecuados. Cada vez creo más en la necesidad de trabajar con los niños estudiando muy bien su sintomatología (aquellas conductas que pudieran ser indicadores de que algo no está funcionando bien en sus procesos de desarrollo, tanto atencional como emocional), buscar el origen de la misma y trabajar conjuntamente con padres y docentes para lograr que ese niño se integre mejor, se desarrolle adecuadamente y sea más feliz.”