El nuevo concepto de Estimulación Temprana que la convierte en un sistema integrador de metodologías aplicable en cualquier centro educativo.
El pasado 15 de noviembre de 2014, nos reunimos profesionales internacionales del mundo de la enseñanza en el VII Foro Europeo de Educación y Libertad en Madrid, organizado por ACADE.
Acompañándonos en este encuentro había cientos de asistentes procedentes de gran parte de los colegios privados de todo el país.
Las ponencias a las que tuve la suerte de asistir, fueron todas interesantísimas. Se expusieron métodos e ideas novedosas para la Educación Infantil.
Sin embargo, lamentablemente fui la única que mencionó el “desarrollo infantil” y el “cerebro”. Me gustaría que tuviésemos la formación necesaria para poder considerar el desarrollo infantil en nuestras metodologías. Que perdiésemos el miedo a hablar del cerebro, y que tuviésemos bien presente que los niños necesitan alcanzar un óptimo desarrollo cerebral para enfrentarse a su escolaridad.
Por este motivo, el período de la Educación Infantil es tan importante. En este período es cuando podemos ver si un niño ha madurado neurológicamente como sería de esperar (perdamos también el miedo a la palabra “neurológico”, que hace referencia al sistema nervioso, al cerebro, ya que es éste el que aprende en el colegio, el que se mueve, el que habla, se relaciona, lee, escribe, realiza cálculos matemáticos… el cuerpo del niño es tan sólo el vehículo que utiliza el cerebro para hacerlo todo). Y es el período en el que podemos actuar para corregir aspectos que no evolucionan como quisiéramos, o para prevenir que puedan surgir.
A continuación dejo un resumen de mi ponencia “Un nuevo concepto de Estimulación temprana: sistema integrador de metodologías”.
La Estimulación Temprana se basa en los conocimientos de la neurociencia sobre cómo se desarrolla el cerebro, cómo funciona y cómo su grado de maduración afecta el aprendizaje y el comportamiento del niño.
Resulta, sin embargo, habitual que se critique y se desestime la Estimulación Temprana cuando se discuten métodos utilizados en la Educación Infantil. Normalmente estas críticas se deben al desconocimiento sobre la Estimulación Temprana, sus objetivos y las técnicas utilizadas. Sobre el por qué utilizamos estas técnicas y cómo lo hacemos.
Lo más curioso es que en ocasiones, son los propios educadores quienes más oposición muestran. Pienso que la única razón posible es, de nuevo, el desconocimiento.
Mi intención es demostrar cómo no debe existir una contradicción entre diferentes métodos que puedan utilizarse en la Educación Infantil, sino todo lo contrario: que no sólo es posible combinarlos, sino que resulta de lo más conveniente hacerlo.
Cuando hablamos de “desarrollo infantil” nos referimos muy especialmente al desarrollo cerebral del niño. El cerebro no madura por sí solo, porque esté programado para hacerlo, sino que necesita de la estimulación del entorno para crecer, desarrollarse y funcionar adecuadamente.
El objetivo primero y último de la Estimulación Temprana es apoyar este desarrollo para que sea lo más pleno posible.
Este objetivo se traduce en fomentar la constitución del mayor número posible de conexiones neuronales, y que éstas, tras la repetición, se conviertan en circuitos neurológicos que no sólo desarrollen física y estructuralmente el cerebro del niño, sino que le doten de funciones y habilidades que puedan servirle a lo largo de toda su vida. Esto se pretende lograr ofreciendo al niño gran variedad de estímulos de calidad.
Otro de los objetivos de la estimulación temprana es crear un amplio abanico de intereses en el niño. Intereses en diferentes áreas por las que pueda sentir curiosidad en su futuro aprendizaje escolar y en la vida en general. Por este motivo le brindamos estímulos relacionados con muchas áreas y trabajamos el desarrollo motor, el lenguaje, la lectura, un segundo idioma, el arte, las ciencias (los llamados “conocimientos enciclopédicos”), las matemáticas, la música, etc. La edad de la Educación Infantil es un momento excelente para esto pues al niño pequeño le interesa absolutamente todo lo que le planteemos de una forma atractiva. Y es el momento de hacer que las cosas que ahora le atraen, le interesen más adelante.
Para conseguir nuestro gran objetivo de crear nuevos circuitos neuronales, debemos tener en cuenta unas premisas que marcarán la realización de cualquier actividad dentro de la estimulación temprana.
Éstos son los requisitos que debe cumplir una actividad de Estimulación Temprana:
– Adecuación al desarrollo del niño. Esto quiere decir que la actividad debe ser acorde a las capacidades y necesidades del niño en el momento del desarrollo en el que se encuentra. No debemos pedir al niño que realice acciones para las cuales aún no esté preparado.
– Atracción. La actividad debe atraer al niño y éste debe disfrutar con ella. Para lograrlo debemos utilizar estímulos con la suficiente intensidad y calidad de forma que llamen la atención del niño.
– Brevedad. La actividad debe ser corta para que el niño mantenga su atención el tiempo suficiente y no llegue a aburrirle haciendo que pierda el interés.
– Rapidez. Los adultos tendemos a ir demasiado despacio, perdiendo con ello la atención del niño. La rapidez con la cual se ofrecen los estímulos (especialmente visuales y auditivos) influye en el aprendizaje y en el logro de los objetivos perseguidos por la Estimulación Temprana (el aprendizaje no es uno de sus objetivos, sino una “feliz consecuencia” de hacer bien el trabajo).
– Repetición. Repetir los estímulos es vital para que las conexiones neuronales creen circuitos. Es así como madura el niño y aprende: a base de repetir y repetir… lo que no se repite un número suficiente de veces no llega a automatizarse y convertirse en una herramienta cerebral que pueda utilizarse toda la vida en distintas situaciones.
– Continuidad. Junto a la repetición es muy importante la continuidad. Esto quiere decir que no es suficiente con repetir un número de veces si estas repeticiones están demasiado espaciadas en el tiempo. La estimulación debe ser diaria siempre que esto sea posible (de lunes a viernes en el colegio).
Las actividades que cumplen estos requisitos están estructuradas y ordenadas para cumplir los objetivos buscados. Pero es importante dejar claro que la estimulación temprana no quita a los niños de jugar, de experimentar o de crear su propio aprendizaje, sino que les ofrece una nueva forma de hacerlo. Los niños lo disfrutan porque ellos viven el aprendizaje y la realización de cosas nuevas como el mejor de los juegos. Y por supuesto, que junto a estas actividades estructuradas, el niño deberá jugar y experimentar de forma libre también. La estimulación temprana no debe quitarle a un niño jamás de hacerlo.
La Estimulación Temprana no contradice ni debe oponerse o sustituir ningún otro método pedagógico aplicado en el aula.
La Estimulación Temprana debe considerarse como Doman la denomina: “un regalo”. Por lo tanto, es algo que añadimos al currículo escolar con la intención de enriquecerlo y completarlo.
El aprendizaje se realiza tal y como nos explica el Constructivismo: pasando de lo conocido a lo nuevo, de lo concreto a lo abstracto. El aprendizaje va “construyéndose” paso a paso gracias a nuevas experiencias que motivan al niño a pasar de un estadio más precario a otro más elaborado. El aprendizaje debe ser siempre activo y las emociones (la motivación y el interés del niño) determinarán el grado de implicación del alumno en su propio aprendizaje.
Sólo cuando existe experimentación, manipulación, descubrimiento… es cuando se produce el verdadero aprendizaje.
La Estimulación Temprana cuenta con muchas actividades estructuradas, que requieren que el niño sea un mero “espectador” como en el caso de los bits de inteligencia, por ejemplo (esto no es así en las actividades de movimiento o manipulación). Estas actividades se componen muchas veces de áreas de interés muy alejadas del niño, sobre las que éste no posee ningún conocimiento previo.
En esta propuesta, el niño no experimenta, no dirige su aprendizaje de lo conocido a lo novedoso… Todo es novedoso.
Es lógico que parezca que estamos hablando de dos enfoques totalmente contradictorios.
La principal diferencia que marca ambos enfoques metodológicos, es el objetivo. Estamos hablando de dos objetivos diferentes, que de ninguna manera han de contradecirse el uno al otro, sino que deben complementarse si queremos apoyar al niño en su desarrollo de la forma más completa posible en estas tempranas edades.
– El objetivo de otros métodos: el aprendizaje
– El objetivo de la Estimulación Temprana: crear circuitos neuronales
Ambos enfoques inciden en el objetivo del otro. En el aprendizaje que surge de aplicar cualquier otro método pedagógico se crean circuitos neuronales y se ayuda al niño a desarrollarse de forma global.
Y en la Estimulación Temprana también se produce el aprendizaje pues éste no debe ser solamente significativo y partir siempre de lo conocido ya por el alumno, también es importante que se le ofrezca al niño cosas nuevas. Lo novedoso le atrae especialmente, mantiene su atención y le motiva a aprender. Y lo que hacemos con la Estimulación Temprana es acercar al niño a cosas que no tiene en su entorno, como el Coliseo Romano, o los planetas, por ejemplo. Cosas que normalmente no puede manipular ni experimentar con los sentidos (salvo el visual y el auditivo), pero siempre que sea posible, el trabajo de la Estimulación Temprana debe ir también acompañado de objetos manipulables, o que puedan experimentarse con otros sentidos. Una fotografía no debe sustituir a un objeto real que podemos poner al alcance del niño.
En la Estimulación Temprana ofrecemos al niño información sobre la que no dispone de conocimientos previos, le damos estímulos novedosos y le introducimos en áreas desconocidas para él, pero no creamos ningún tipo de desequilibrio pues no pedimos al niño nada de su parte (no se le presiona para que aprenda).
Combinemos ambos objetivos y enfoques metodológicos: demos al niño estímulos para desarrollar su cerebro mientras también le guiamos en el descubrimiento de su propio aprendizaje. Enriquezcamos su medio con estímulos que no le son familiares, mientras le dejamos que explore su entorno familiar y siga aprendiendo de ambas situaciones.
Demos al niño todas las oportunidades que necesita: los programas de repaso de patrones básicos del desarrollo neuromotor (actividades de movimiento dirigidas y repetidas que repasan las principales etapas del desarrollo físico a través del movimiento) y también juego libre y simbólico.
No podemos dirigir y estructurar todo el aprendizaje del niño, pero tampoco debemos perder el precioso tiempo en estos primeros años.
“El objetivo básico de cualquier programa educativo….: acercar al niño al máximo nivel de desarrollo global de todo su potencial.”, nos dice el doctor Jorge Ferré. ¿Y qué es mejor para acercar al niño a su máximo potencial? ¿Dejarle a la merced de los estímulos de su ambiente y permitir que construya su propio aprendizaje? ¿U ofrecerle un ambiente estimulante en el que pueda hacerlo?
Si deseas formarte en estimulación temprana, infórmate del curso CÓMO ACOMPAÑAR EL DESARROLLO DE LOS NIÑOS DE 0 A 6 AÑOS.