Mi hijo no aprende a leer

Muchos niños muestran dificultades para aprender a leer. No les gusta leer. Y lo peor es que están convencidos de que no tienen capacidad para aprender como los demás.

Aquí sigo con el tema del aprendizaje. Hoy en concreto: el aprendizaje de la lectura.
Son muchos los niños que muestran dificultades y a los que les cuesta aprender a leer. También son muchos los adultos que fueron niños como ellos, y a los que no les gusta leer… es lógico que no les guste. A los niños tampoco les gusta cuando les supone un gran esfuerzo.
Y no es que no se esfuercen para aprender. No. ¡Todo lo contrario! Demasiadas veces lo que ocurre es que se esfuerzan mucho, pero no obtienen resultados… por ello acaban “tirando la toalla” y aceptando que “leer no es para mí“, “yo no sirvo para leer“, “leer es difícil“, “leer no me gusta“…
Es muy triste ver a tu hijo frustrado y peor, verle resignado, convencido de que no tiene capacidad para aprender como los demás. En sus palabras suena así: “mamá, yo no puedo“, “mamá, es que yo soy tonto“… Se me rompe el corazón al recordarlo.

No depende de su capacidad o de su inteligencia. Tampoco del esfuerzo que hagan cada día para aprender

¿Y si pudiéramos convencer a estos niños de que no depende de su capacidad o de su inteligencia? ¿Y si pudiéramos hacerles ver que ellos están trabajando con una dificultad añadida que no tienen los demás (o la mayoría, porque a muchos otros niños también les pasa)? ¿Y si supieran que esta dificultad se puede tratar y solucionar?
Y mejor aún: ¿y si los adultos, sus padres y profesores, también fuéramos conscientes de que este niño está funcionando en unas condiciones que hacen que aprender a leer sea realmente un infierno? ¿Y si supiéramos que no depende de su inteligencia o del esfuerzo que haga cada día para aprender?

La situación sería mucho más justa y podríamos así plantearnos qué está ocurriendo para que el niño tenga estas dificultades. Si no está en su capacidad, su inteligencia o el sobreesfuerzo que hace, podremos plantearnos buscar dónde está la causa para así solucionar el problema.

Gran cantidad de funciones visuales son necesarias para poder leer con comodidad y eficacia

Afortunadamente, contamos con profesionales expertos en estas causas que afectan al aprendizaje. Expertos en desarrollo infantil y en su relación e incidencia en el rendimiento escolar.
Los profesionales de la optometría comportamental no solamente se ocupan de la vista, sino que evalúan y trabajan la visión, atendiendo a la relación entre lo que el niño ve y lo que interpreta su cerebro, a la gran cantidad de funciones visuales que son necesarias para poder leer con comodidad y eficacia.

Estas funciones visuales no se limitan a la agudeza visual (ver nítido) que es lo que se evalúa en los niños (y se les evalúa esta claridad visual normalmente de lejos, no a la distancia de lectura), sino que van mucho más allá pues el sistema visual precisa de una maduración para que el niño pueda estar preparado para leer.Un 80% de las funciones visuales que el niño necesita para la lectura no se miran en las evaluaciones convencionales, por lo que no se detectan las dificultades y el niño sigue “abandonado” a su suerte ante la batalla de aprender a leer.

Cuando damos con el profesional adecuado que es capaz de observar los fallos en el sistema visual y corregirlos con una sencilla terapia, el niño comienza a tener la oportunidad que merece para aprender a leer como lo hacen los demás.

Hace muchos años escribí un artículo sobre Jorge: “Jorge no lee como los demás”. En este artículo conté con la colaboración de Rosa García, optometrista comportamental que comenta el caso (¡gracias Rosa!).
Y hoy, en este vídeo te lo cuento de nuevo, cómo Jorge luchaba cada día para poder leer sin lograr avances y sin saber que no dependía de él, de su esfuerzo. Un día descubrió la verdad, también lo hizo su madre, y esto cambió sus vidas para siempre

En nuestra formación online en neurodesarrollo infantil tratamos este tema y conocemos métodos, disciplinas y profesionales como los de la optometría comportamental que aportan al desarrollo de los niños y a su aprendizaje.

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“Requisitos para iniciar el aprendizaje de la lectura con Jordi Catalán”

¡Ha mejorado la escritura y mucho más!

Mejorar la escritura, la comprensión lectora, la capacidad de prestar atención, diversificar los intereses… todo esto no tiene precio… Gracias Marga por contarnos cómo va avanzando tu niño 💜

Mejorar la escritura es uno de los objetivos de muchos padres que se acercan al neurodesarrollo buscando ayuda.

La escritura, como todas las habilidades y funciones del aprendizaje, requiere de una maduración previa que permita al niño escribir con comodidad y eficacia.

La capacidad de escribir con facilidad comienza en el mismo nacimiento (o incluso antes, cuando el niño agarra el cordón umbilical en el útero). Arrastrarse y gatear son fases en las cuales el bebé utiliza sus manos bien abiertas, permitiendo que el reflejo de agarre deje de actuar y aparezca la pinza entre el pulgar y el índice. Las manos adquieren así fuerza y se preparan para luego poder atar botones, cordones de los zapatos y escribir.

Los ojos también se van entrenando durante estas etapas para la visión de cerca (a la distancia de lectura y escritura), además de aprender a funcionar juntos de forma cómoda para utilizarlos eficazmente más adelante en la escuela.

Y todas las experiencias motrices, desde colocarse boca abajo para nacer y pasar por el canal vaginal, hasta ponerse de pie para caminar determinarán que el niño tenga un tono muscular y postura adecuados para poder prestar una buena atención y aprender sin dificultades.

Las habilidades para la escritura forman parte del desarrollo infantil y por ello no pueden separarse de todas las demás. En el testimonio de Marga vemos cómo mejora la escritura gracias al neurodesarrollo, trabajando la motricidad y la visión de forma conjunta. Un trabajo que merece la pena y que por ser lo natural en el desarrollo infantil, da sus frutos.

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UN DIAMANTE EN BRUTO. Una historia de éxito gracias al NEURODESARROLLO.

Historia de éxito gracias al neurodesarrollo

Existen muchas historias de éxito gracias al trabajo del neurodesarrollo con los niños. Ésta es una de ellas.

Un diamante en bruto

Fatima Amezkua, responsable de comunicación de la Asociación Laztana, julio 2016

Un diamante en bruto no parece gran cosa a simple vista. Solo quienes los conocen bien saben reconocerlos, valorarlos y transformarlos en algo hermoso y muy valioso. El caso que voy a relatar es precisamente la historia de uno de esos diamantes, una historia de lucha y superación, de valor y constancia con final feliz.

Lucía (nombre ficticio) fue un bebe aparentemente normal. Hacia el año de edad pasó de arrastrarse sentada a empezar a caminar, nunca gateó. Pronto empezó a mostrar reacciones exageradas frente a la frustración o frente a cualquier cambio en su entorno que escapara de su control.  Entre los 2 y los 5 años cualquier hecho inesperado que la contrariase desataba una rabieta extrema que podía durar hasta 2 horas. Nunca era por un capricho sino algo externo que la desconcertaba y perdía el control hasta el punto de volverse agresiva con sus propios padres. Cuando el berrinche terminaba se sentía mal y no comprendía porque se había comportado así con quien más quería.

Otras cosas que llamaron la atención de sus padres es que no parecía sentir dolor ni tampoco frío o calor, o al menos no en el grado que sería de esperar. No se le daban bien los juegos de pelota, pero patinaba muy bien y andaba en bici. Tenía problemas de pronunciación por lo que estuvo yendo al logopeda de los 5 a los 7 años sin lograr avances significativos. En infantil no conseguía aprender el nombre de los niños y niñas de su clase, le costó mucho asociar cada color con el nombre que lo designa (azul, rojo, verde…), escribía letras y números en espejo, pero…  cada niño tiene su ritmo decía su profesora.

Todo el que la conocía decía que era una niña muy lista y resuelta, sin embargo, al empezar la Primaria llegaron los problemas en el cole. Ya en primer y segundo curso parecía no rendir lo suficiente, le costaba muchísimo la lecto-escritura aunque tenía buena comprensión lectora, no conseguía identificar fonema y grafema, cometía omisiones, sustituciones, inversiones, escritura en espejo incluso copiando un texto…

Le costó mucho aprender el nombre de los números (no así su manejo conceptual), no conseguía aprender series como los días de la semana o los meses, ni tampoco su fecha de cumpleaños, teléfono de casa, etc.  Se distraía frecuentemente y parecía estar atenta a todo a la vez, pero sin concentrarse en nada. Con 8 años aún no se ubicaba en el tiempo, no sabía en qué momento del día estaba, palabras como “mañana, el próximo martes, o ayer” no eran significativas para ella. La profesora consideraba que era vaga y no se esforzaba.

Sus padres, sin embargo, la conocían bien. Sabían de su curiosidad constante acerca del mundo que le rodeaba, sus libros favoritos -que leían para ella- trataban sobre el porqué de las cosas, sobre las ciencias de la naturaleza, le encantaba aprender cosas, observar, desmontar mecanismos, comprender cómo funcionaban y volverlos a montar, creaba pequeños artilugios que inventaba con materiales de reciclaje, dibujaba muy bien para su edad y tenía una enorme creatividad. No es el perfil de una niña “vaga”, es más, no creo que a esa edad haya niños o niñas vagos porque en su naturaleza está aprender y disfrutar haciéndolo. Y no me refiero solo a los aprendizajes escolares sino también a aprender a controlar sus emociones, su comportamiento, su forma de relacionarse con los demás, etc. Pero para eso deben disponer de un cerebro y sistema nervioso suficientemente maduro y desarrollado como para poder responder a los retos que la escuela y la vida les presentan.

Por otra parte, Lucía era cada vez más consciente de su lentitud para hacer cualquier ejercicio en clase, su torpeza al leer (saltaba de línea, leía palabras de atrás a adelante, inventaba el final de las palabras…), los deberes eran una tortura, no conseguía memorizar las tablas de multiplicar… y algunos de sus compañeros empezaron a tildarla de “tonta” cosa que llegó a creerse. Su autoestima se vino abajo y sus padres luchaban día a día por sacarle una sonrisa e intentar que al menos en casa se sintiese segura y valorada.

A los 8 años llevaron a Lucía a un centro para que le hiciesen un reconocimiento lo más integral posible para detectar qué problemas tenía y cómo podían ayudarla. Cuando llegó el primer diagnóstico se sintieron desbordados: gran déficit de atención con alta impulsividad, dislexia fonético-fonológica, problemas con la memoria de trabajo, muy baja velocidad de procesamiento mental, lateralidad cruzada ojo-mano, problemas de discriminación auditiva con hiperacusia en unas frecuencias e hipoacusia en otras (resultó que no pronunciaba bien no por problemas de articulación sino porque no distinguía auditivamente algunos fonemas), agudeza visual normal pero con  muchos problemas de visión (de convergencia, acomodación, visión binocular ineficaz, problemas con los movimientos sacádicos y de re-seguimiento, …), también tenía problemas de coordinación motora y de integración sensorial, así como un alto grado de ansiedad y baja autoestima.

Complementando el estudio con otra especialista se detectó también que tenía todos los reflejos primitivos sin integrar y muy activos[1] lo que impedía la correcta maduración de muchas áreas de su cerebro y la adecuada conexión entre las mismas (cerebelo, ganglios basales, sistema límbico, córtex prefrontal). Por otro lado, otra doctora especializada en déficit de atención y trastornos de la lateralidad, diagnosticó que su cerebro se encontraba aun en una etapa pre-lateral del desarrollo funcionado como homolateral alternante, no tenía desarrollado del patrón contralateral y la actividad de su cuerpo calloso era escasa, sus hemisferios cerebrales no se comunicaban adecuadamente. Había mucho sobre lo que trabajar. La buena noticia es que todo era consecuencia de un solo problema: un desarrollo incorrecto del sistema neuro-senso-psico-motriz y, afortunadamente, existen terapias de estimulación neurológica que, junto con algunos tratamientos biológicos, corrigen o minimizan estos problemas sin hacer uso de fármacos. Se requiere constancia y disciplina, pero los resultados merecen la pena.

Muchos niños y niñas afrontan diariamente sus vidas con este tipo de “mochila” a cuestas y la mayoría ni si quiera están diagnosticados. Hay múltiples causas que pueden provocar alteraciones en el desarrollo neurológico infantil. Se sabe, por ejemplo, que los niños adoptados tienen una mayor probabilidad de sufrirlas -aunque no siempre sea así- como consecuencia de las carencias físicas y emocionales, falta de estímulos sensoriales y motrices o por intoxicaciones de sustancias que pasan al bebe desde la madre biológica vía placenta (metales pesados, alcohol, drogas, radiaciones…).

En el caso de otros niños, los problemas pueden deberse a que no haya hecho el suficiente ejercicio de suelo para lograr una buena maduración cerebral, o que su cuerpo no sea capaz de eliminar correctamente los cientos de tóxicos a los que estamos expuestos, o consecuencia de alguna infección vírica durante el embarazo. Otras veces la causa es desconocida. En cualquier caso, los problemas que se originan son muy semejantes y sólo tratando su causa (y no solo los síntomas que provoca) podremos ayudar a estas criaturas y sus familias a superar sus problemas y brindarles las oportunidades que merecen.

En esta situación, contar con la ayuda de alguna asociación especializada que sirva de guía en el proceso es fundamental para sentirse acompañado y respaldado por la experiencia de otras familias. En palabras de la familia de Lucía, “el apoyo y orientación que nos ha brindado la asociación Laztana[2] durante estos años ha sido fundamental para recorrer este camino, para comprender a nuestra hija y saber ayudarla. Siempre le estaremos agradecidos y por eso prestamos este testimonio para poner un poco de luz y esperanza en tantas familias que seguro están pasando por situaciones similares. Queremos compartir nuestra alegría y contribuir a dar a conocer estas terapias tan eficaces para superar este tipo de problemas y ofrecer a nuestros hijos e hijas una vida mejor y más feliz”.

Volviendo al caso de Lucía, la mayor parte de las terapias que realizó fueron en paralelo con los cursos de 3º y 4º de Primaria que resultaron duros y con unos resultados escolares muy ajustados. Como relata la familia, fueron años agotadores con casi una hora de trabajo diario en casa para aplicar las distintas terapias, más el colegio y los deberes que seguían ocupando mucho tiempo y esfuerzo.

A lo largo de poco más de dos años realizó las siguientes terapias: ejercicios diarios de reorganización neurológica para integrar el patrón contra-lateral, lograr la sincronización de sus hemisferios cerebrales incrementando la actividad de su cuerpo calloso y mejorar su lateralidad (diario, 2 años); terapia BRMT o TMR[3] de integración de reflejos primitivos (diario, 2 años); terapia visual[4] (diario, 8 meses); terapia reeducación auditiva Berard[5] (2 sesiones de 15 días cada una, una al inicio y otra año y medio después); terapia psicológica (1 sesión semanal durante año y medio). Aproximadamente a los 8 meses de iniciar las terapias se le aconsejó empezar una dieta libre de gluten y caseína lo que mejoró sustancialmente el rendimiento de las otras terapias.

Tras unos 6 u 8 meses de trabajo empezaron a notarse los resultados. La niña estaba mucho más relajada y con mayor capacidad de atención, su nivel lector también mejoró mucho. Al año de iniciar las terapias se le diagnosticó también una intoxicación severa por metales pesados (mercurio, plomo, cadmio, aluminio y plata) que su cuerpo no era capaz de eliminar y que afectaban a su funcionamiento neurológico. Inició un tratamiento con quelantes para ir eliminando progresivamente esos metales de su cuerpo junto con suplementos de vitaminas y minerales de los que tenía carencias.

Después de dos años de terapias era otra niña en todos los sentidos, o más bien, era la niña que siempre estuvo ahí pero que no podía florecer. Las terapias acabaron en el primer trimestre de quinto curso de Primaria y, después de haber terminado, la niña continuó mejorando pues el proceso de maduración cerebral ya estaba desencadenado y sin trabas, caminaba por sí solo. Terminó el curso con todo notables y algún sobresaliente, siendo una de las niñas más atentas, trabajadoras e incluso rápidas de la clase para sorpresa del profesorado que dos años atrás no hubiera creído posible esta evolución.

Sigue siendo disléxica pero incluso muchos síntomas que Lucía tenía, que se asocian a la dislexia y que hacen de ésta una condición aún más compleja, desaparecieron. La dislexia es también un don y, posiblemente gracias a ella, Lucía tiene una creatividad impresionante, alta capacidad de visión espacial, gran habilidad para resolver problemas analizando la situación desde diferentes ángulos de una forma integral, es capaz de ver lo que a otros se nos pasa por alto, tiene grandes dotes artísticas y un futuro prometedor.

Lucia es una niña responsable y trabajadora y ha aprendido una lección más valiosa para la vida que cualquiera de las que aparecen en los libros de texto. Lucía sabe lo que significa el esfuerzo y sabe valorar lo que ha logrado. Es una niña feliz que a menudo grita “¡Soy la mejor!” y tiene razón.  Llegará donde se proponga porque alguien creyó en ella y supo descubrir ese diamante en bruto y encontrar a quienes podían enseñarles las herramientas para pulirlo y dejarla, por fin, brillar.


[1] Qué son los Reflejos Primitivos: http://www.blombergrmt.es/reflejos-primitivos/
[2] Asociación LAZTANA: http://www.asociacionlaztana.org 
[3] BRMT o TMR (Terapia de Movimiento Rítmico del Dr. Bloomberg):http://www.blombergrmt.es/brmt/
[5] En qué consiste el método Berard de reeducación auditiva:http://www.es.berardaitwebsite.com/metodo-berard/por-que-hacer-ait-de-berard/

“ESTRABISMO Y OJO VAGO”, POR PILAR VERGARA

Estrabismo Y Ojo Vago - Mitos, Leyendas Y Verdades: Amazon.es ...

“Estrabismo y ojo vago. Mitos, leyendas y verdades” es la nueva obra escrita por la optometrista comportamental y experta en visión, Pilar Vergara.

Estoy leyendo el libro y sorprende porque lo coges casi con tantas ganas como una novela apasionante.

Aún siendo un libro sobre un tema con el que no estoy directamente involucrada, me está interesando muchísimo. Es sencillo de leer, gráfico, con imágenes y anécdotas… Y Pilo te ayuda a ponerte en el lugar de los niños con estrabismo, que llevan parche y tienen tantas dificultades de una manera que marca un antes y un después en la forma que tenemos de concebir estos problemas.

Absolutamente recomendable para “todos los públicos” y absolutamente necesario para los padres de niños con ambliopía o estrabismo (¡si es tu caso, por favor no des un paso hasta haber leído este libro!).

La autora dice que sueña con un día en el que trabajarán en colaboración todos los profesionales de la visión, ojalá este sueño se cumpla… Pero mientras tanto, tenemos un fantástico documento lleno de información contrastada y avalada por estudios científicos presentada de la forma más amena. Asoma la pasión y el amor por la profesión (la optometría comportamental) en cada una de sus líneas.

Rosina Uriarte

Para que conozcáis a Pilar Vergara y la labor que realiza, os dejo esta entrevista.

“OJOS SOBRE LA PISTA. EL ESLABÓN QUE FALTA PARA UN BUEN APRENDIZAJE. GUÍA PARA EDUCADORES”

ojos sobre la pista

“Ojos sobre la pista” es una guía para educadores que explica de una forma clara y muy concisa, por medio de sencillos ejemplos y dibujos, los posibles problemas visuales que pueden afectar a los alumnos.
Explica la diferencia entre “vista” (agudeza visual de lejos, lo que normalmente se evalúa exclusivamente) y “visión” (todas las funciones visuales necesarias para el buen funcionamiento del sistema visual y en concreto, lo que más nos interesa: las funciones visuales necesarias para poder leer, escribir y realizar cualquier otra tarea de cerca en el aula).
Enumera síntomas de un mal funcionamiento visual, explica qué es y cómo se realiza la terapia visual… Y lo mejor de todo: contiene ejercicios y actividades para poder llevarlas a cabo en el aula y así favorecer las habilidades visuales en los alumnos.
El formato es atractivo pues es un libro grande con una letra e imágenes también grandes y muy visuales. El material que propone está en formato fotocopiable.
Para que podáis informaros mejor, os dejo este enlace:

“JORGE NO LEE COMO LOS DEMÁS”. Problemas visuales en el aprendizaje de la lectura.

Rosa M. García, experta en optometría comportamental y terapia visual, amplía y enriquece una de las antiguas entradas de este blog. Se lo agradezco muchísimo y lo publico a continuación…

Publicado por Rosa M. García Hdez en VISIÓN Y APRENDIZAJE

En esta entrada Rosina Uriarte en su blog ESTIMULACIÓN TEMPRANA Y DESARROLLO INFANTIL, explica con palabras sencillas el problema que muchos niños tienen en el colegio en la etapa de aprendizaje de la lectura. Como no lo habría conseguido explicar mejor, os dejo aquí el testimonio íntegro de una madre:

Una tarde cualquiera en la consulta de Carlos…
– Madre de Jorge: “Buenas tardes.”

– Carlos: “Hola, buenas tardes. ¿Así que este chavalote es Jorge? Estás muy alto, ¿no estabas tú en segundo de primaria?”
– Jorge: “Sí.”
– C: “Pues seguro que eres el más alto de tu clase.”
– J: “Casi, Andrés me gana.”
– C: “¿Te gusta el cole?”
– J: “No mucho… Me cuesta leer, es muy difícil y la profe me riñe porque lo hago muy despacio y me equivoco siempre.”
– M: “Leo con él todas las tardes, pero acabamos los dos agotados después de leer tan sólo unas pocas líneas. Conoce bien las letras, pero no acaba de soltarse a leer y cada vez va más atrasado en clase. La profesora está preocupada y nosotros también. Hace poco le llevé a un oftalmólogo y nos dijo que el niño ve estupendamente. Pero una amiga me aconsejó que viniéramos para que le echaras un vistazo.”
– C: “Habéis hecho bien, vamos a echar ese vistazo. Siéntate aquí Jorge, y dime qué letras ves allí iluminadas en la pared…”
– J: “M”
– J: “B”
– J: “S”
– …
– C: “Muy bien, ésta ha sido fácil. Las letras han aparecido una por una. Vamos a ver qué pasa cuando salen todas juntas…”
– J: “M, B, …(silencio)”
– M: “No lo entiendo, él las conoce perfectamente, ¿por qué no las dice?”
– C: “Jorge no tiene problemas de agudeza visual, ve perfectamente y conoce las letras por eso las dijo todas cuando aparecieron por separado. Lo que pasa es que sus ojos no trabajan bien realizando los movimientos sacádicos, que son las fijaciones a saltos de izquierda a derecha que son necesarias para la lectura. Le cuesta hacer estos saltos de una letra a otra, a la segunda letra se ha cansado ya del esfuerzo y no ha podido seguir. Vamos a seguir haciendo más cosas a ver qué tal…”
– C: “Jorge, mira la punta de este bolígrafo mientras yo lo muevo delante de tu cara. No dejes nunca de mirarlo, ¿vale?”
– J: “Vale.”
– C: “Lo estás haciendo muy bien, este boli se mueve mucho. No dejes de mirarlo y dime, ¿cómo te llamas?”
– J: “Jorge”
– C: “Bien, ¿y cuántos años tienes?”
– J: “Ahhh… (deja de mirar el bolígrafo para contestar)… Siete”
– M: “Jorge, ¡has dejado de mirar el bolígrafo!”
– C: “Sí, es capaz de realizar movimientos horizontales, verticales, diagonales y circulares con los ojos siguiendo un punto móvil, pero esto le supone tal esfuerzo y concentración que no puede contestar a preguntas sencillas a la vez. Por esto no podrá entender lo que está leyendo. Aunque adquiera la mecánica de la lectura, no podrá comprender el texto.”
– M: “¡Es increíble! Ahora queda claro porque le cuesta tanto leer…! Una cosa más, antes de que se me olvide… él a veces dice que las letras se mueven cuando lee.”
– C: “Sí, por lo que veo, Jorge tiene una pequeña foria. Es algo así como un estrabismo, pero no se nota exteriormente. El cerebro debe ser capaz de fundir con comodidad las dos imágenes de los dos ojos y crear una sola. Jorge lo hace, pero con mucho esfuerzo, por lo que se cansa, y cuando esto ocurre deja de ver una sola imagen y las letras se mueven.”
– M: “¿Y qué podemos hacer?”
– C: “No te preocupes, os voy a dar unos sencillos ejercicios. Es como una gimnasia ocular. En unos pocos meses Jorge estará como nuevo y listo para leer. Os daré cita para dentro de dos meses y entonces decidiremos si hay que seguir o lo dejamos ya ahí.”
– M: “Muchísimas gracias, hasta entonces.”
– C: “Adiós. Y no te olvides de hacer los ejercicios todos los días.. ¿eh, campeón?”
– J: “No me olvidaré, lo prometo.”
Esta conversación es real, aunque los diálogos no han sido reproducidos de forma exacta. Jorge tiene otro nombre, pero es un niño real, que después de dos meses sólo necesitó otro mes más de reeducación ocular para ponerse a la altura de sus compañeros de clase en cuanto a lectura se refiere. Al cabo de dos años volvieron a ver a Carlos pues las letras de nuevo se movían cuando él se sentía cansado o algo débil. Volvieron al programa de ejercicios durante otros dos meses y fue dado de alta definitivamente.

Carlos también es un personaje real, y ése es su verdadero nombre. Es optometrista y muy bueno, por cierto.

El oftalmólogo es un médico que se ocupa de la salud ocular y del órgano del ojo en sí. Nos dirá si los ojos de nuestros hijos son sanos, o si sufren de miopía, etc. El optometrista, en cambio, es el profesional que se dedica al estudio del funcionamiento del ojo. Es esencial que los ojos funcionen de forma adecuada y cómoda para que los niños puedan leer sin realizar un esfuerzo añadido y con resultados considerados óptimos. Esto no es lo habitual en los niños que muestran problemas de inmadurez en su sistema nervioso, por lo que se hace necesaria la visita al optometrista en todos los casos de niños con dificultades, sobre todo los que las acusan en las tareas escolares.

Éste es mi pequeño homenaje a Carlos Pereda y a todos los optometristas infantiles, cuya labor es aún desconocida para la mayoría y tan necesaria para tantos niños.
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‘Jorge’ por aquel entonces, con 6 años, tenía verdaderos problemas en su lectura. Su tutora en aquel momento llegó a decirle a su madre que “no se hiciera ilusiones de que su hijo pudiera estudiar algún día”. Sus problemas de lectura no eran los únicos, Jorge además tenía déficit de atención, lo cual complicaba el aprendizaje un poco más. “Leer dos líneas era tan agotador como correr dos kilómetros, yo acababa igual”- me decía la madre.

Toda esta andadura comenzó a los 4 años de Jorge, realizando terapia de organización neurológica combinada con Doman, Integración Sensorial y reeducación auditiva de Berard. En aquella exploración neurológica le comentaron a la madre que el niño “tenía muy pobre respuesta ocular”, algo que no comprendió en ese momento pero que luego lo vio muy claro. A los 6 años acabaron en la consulta del optometrista funcional Carlos Pereda.

“Este profesional nos ‘abrió los ojos’ nunca mejor dicho… Vimos todos los problemas que tenía el niño para leer y todo tuvo por fin una explicación”.

Después de los 3 primeros meses de terapia visual “Mi hijo se lanzó a leer como si lo hubiese hecho toda la vida. No es que le gustase ni empezase a sacar buenas notas en el colegio, pero su rendimiento mejoró muchísimo y la tutora nos dijo que nunca había presenciado un cambio tan grande en un niño durante un curso (esto fue en 2º de primaria tras la terapia visual y auditiva).”

Después de ponerme en contacto con la madre de ‘Jorge’, 9 años más tarde, tras aquellos problemas de lectura, y tras seguir trabajando sus problemas generales de lateralidad y desarrollo neurológico (reflejos primitivos) con Terapia de movimientos rítmicos (TMR), la madre me decía : “Hoy mi hijo saca buenas notas (media de notables) en 4º de ESO. Hasta 2º de ESO (hasta acabar con la TMR) teníamos que estudiar con él y pelear el tema de los deberes durante horas. Ahora es autónomo y estudia solo. Es verdad que para hacerlo suele estudiar en la bici estática (te recuerdo que mi hijo ha sido hiperactivo) o copiando las lecciones escribiéndolas. Muchas veces estudia con música (no tranquila, sino de la “cañera” que le gusta a él)”.

La terapia visual que hizo Jorge en su momento era funcional no comportamental, trabajó muchas áreas, no sólo la visual, pero a día de hoy la madre me dice: “Sé que el sistema visual no está del todo bien. Pero él saca buenas notas, funciona autónomamente y es de los mejores alumnos de su clase. A pesar de esto, sé que sigue haciendo un sobreesfuerzo y esto me da mucha rabia.”

Esto nos indica que Jorge trabajó de manera aislada cada área: visual, motora, neurológica, auditiva, etc. pero no se comprobó que todos los sistemas estuvieran bien equilibrados unos con otros; es decir, que la información visual estuviera equilibrada con la de los demás sentidos. De esta manera se consigue automatizar los nuevos esquemas para poderlos llevar a cabo en la vida diaria sin ningún gasto de esfuerzo adicional.

Seguramente Jorge, antes de la terapia visual, tenía que esforzarse mucho y no veía los resultados en el colegio; aprendió qué es lo que debían hacer sus ojos para rendir mejor de una manera óptima, pero aún así, no integró esos esquemas; dicho de otra manera, el cerebro no automatizó lo aprendido, y él sigue haciendo sus actividades del día a día, con menos esfuerzo que hace años, pero no fácilmente.

Casos como el de Jorge requieren mucho esfuerzo durante la terapia, por parte del niño y por parte de los padres. Porque las terapias son largas y a veces las fuerzas y ganas flaquean. Pero merece la pena cuando ves que tu hijo mejora en el cole, cuando ves que ya no necesita tanto tiempo para estudiar y puede jugar, cuando él mismo disfruta yendo al colegio, cuando coge los estudios por él mismo y no porque se lo manden…

Esta entrada puede tomarse como una ‘petición’ hacia tantos profesores que no reconocen el esfuerzo que muchos niños hacen diariamente en el colegio. Para que no infravaloren su trabajo, su tesón y su capacidad para un futuro. Para que no minen su autoestima diciéndoles que no sirven para estudiar. Muchos de esos niños con más esfuerzo que los demás, consiguen labrarse un futuro, pero todos aquellos que no lo consiguieron posiblemente fue porque “se creyeron lo que les dijeron” y no demostraron que no era verdad.

Respetemos el primer DERECHO VISUAL DEL NIÑO:

“El derecho a que no se burlen de él, le cataloguen de ‘vago’, ni menosprecien su esfuerzo, simplemente porque no consiga llegar al nivel de sus compañeros, y sin que los mayores lleguen a valorar que pueda tener un problema visual causante de su comportamiento.

El derecho a que nadie le haga sentir inferior por el simple hecho de padecer un problema visual tratado no tratado. Por tanto, el derecho a que si tiene un problema visual que afecta a su rendimiento escolar, sea detectado lo antes posible y reciba el tratamiento visual más adecuado a él.”

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LOS TRES PILARES DEL APRENDIZAJE

Al considerar los problemas de aprendizaje debemos tener presentes tres áreas fundamentales: la visión, la audición y el desarrollo motor.
Éstos son los tres pilares sobre los que se basa la atención en el aula y las habilidades necesarias para poder leer, escribir, y realizar todas las tareas escolares.
Por esta razón, para una terapia completa, debemos revisar estas tres áreas en el niño y descartar problemas en las mismas o solucionarlos cuando están ahí.
– Para la visión necesitamos un buen optometrista comportamental (también llamado “optometrista del desarrollo”).
Todos los niños pasan por pruebas de agudeza visual por parte del pediatra o un oftalmólogo, quienes se ocupan de mirar que el ojo está sano y la agudeza visual es buena. Pero tras esta evaluación, es necesario ver cómo utiliza el niño los dos ojos de forma conjunta, si es capaz de realizar los movimientos oculares necesarios para leer y escribir y si su cerebro interpreta bien la información y consigue que las dos imágenes de los dos ojos se fundan en una sola y los ojos puedan converger cómodamente en un punto para poder leer y escribir… entre otras muchas cosas más… Todo esto lo evalúa y lo trata el optometrista comportamental.
– En el caso de la audición pasa algo parecido.
El otorrinolaringólogo o el pediatra miden si el niño “oye” o no… les preocupa que pueda haber una sordera. Pero no suelen considerar distorsiones a la hora de escuchar, si el niño percibe bien todas las frecuencias para poder hablar, leer y escribir con comodidad (el oído tiene mucho que hacer aquí también aunque nos sorprenda). Esto es esencial para poder prestar atención en el colegio, y unas distorsiones en la audición (sobre todo si hay hiperaudición en alguna de las frecuencias) pueden afectar seriamente no sólo la atención sino también el comportamiento dada su importante incidencia en nuestro estado de ánimo.
Para examinar y tratar estos problemas, es necesario acudir a un reeducador auditivo de los métodos Berard o Tomatis.
– En cuanto al desarrollo motriz… éste marca el nivel de desarrollo y madurez general del cerebro del niño. Y determinará directamente sus habilidades en todos los campos.
Por esto hay que evaluar si es correcto o si han quedado lagunas en el mismo que debamos trabajar. Hay varios métodos que llevan a cabo la necesaria “organización neurológica” a través de actividades de movimiento. Algunos de estos métodos son Doman, Padovan, Integración Sensorial y TMR (terapia de movimiento rítmico y reflejos primitivos).
Otras opciones interesantes para determinar el estado de desarrollo del niño pueden ser evaluar los reflejos primitivos que hayan podido quedar sin madurar (esto también lo hace la TMR) y el nivel de lateralización del niño. Pues si éste no está bien lateralizado (no es totalmente diestro o totalmente zurdo) cuando llega a primaria, puede tener serios problemas en la lectoescritura. Una deficiente lateralización, al igual que la presencia de reflejos primitivos, son signos de una desorganización e inmadurez cerebrales.
No debemos olvidar ninguna de las “tres patas de la banqueta” del aprendizaje (tal como nos ilustra María Jesús López), si nos dejamos alguna de estas patas, la banqueta se tambaleará siempre.

“TANTA INTELIGENCIA, TAN POCO RENDIMIENTO” ¿Podría ser la visión la clave para desbloquear su aprendizaje?

Tanta inteligencia, tan poco rendimiento

El título de este libro dice mucho de su contenido.

Son muchos los niños cuyo rendimiento escolar no corresponde con su evidente inteligencia. Y es que la mayoría de los niños que fracasan en la escuela son inteligentes. La visión podría ser la clave para desbloquear su aprendizaje.

Gracias a la optometrista comportamental Pilar Vergara, por fin contamos con una guía que nos explica todos los problemas que pueden surgir por un sistema visual inmaduro.
Nos enseña a diferenciar entre vista (agudeza visual, esto es: ver con claridad) y visión (la capacidad para comprender lo que vemos, lo cual implica captar la información visual, procesarla y obtener un significado de la misma).
Y aporta datos impactantes como que “La visión es un complejo proceso que involucra más de 20 habilidades y más del 65% de las conexiones cerebrales. Cerca del 80% de lo que el niño percibe, comprende, y recuerda depende de la eficacia del sistema visual.”
O los siguientes:

“El 73% de los niños con problemas de aprendizaje tienen problemas visuales.”

“Los exámenes visuales del colegio sólo detectan el 5% de los problemas visuales.”
“La vía visual consume 1/3 parte del gasto energético total de nuestro cerebro (en un sistema que funcione adecuadamente, cuando esto no es así consume más).”
“De los 3 millones de los nervios del cerebro, 2 millones son de los ojos.”
“Cada ojo manda al cerebro 1 billón de mensajes durante cada segundo.”
“SOMOS SERES VISUALES. Así lo ha demostrado al neurociencia: el 80% de nuestro cerebro funciona de una u otra forma relacionado con la visión.”
Con esta obra queda bien clara la influencia de la visión en el aprendizaje escolar y en sus problemas. Describe los síntomas de éstos y los fundamentos de la terapia visual enfocada a su solución. También incluye casos reales y juegos y actividades que pueden realizarse como prevención.
Libro esencial donde los haya en las bibliotecas de profesores y maestros, pedagogos, logopedas, psicólogos y todos aquellos que trabajen en el ámbito del rendimiento escolar infantil, incluidos también los padres de niños con dificultades académicas.

* Puedes adquirir este libro a través de la página web Pilar Vergara

“JORGE NO LEE COMO LOS DEMÁS. PROBLEMAS VISUALES EN EL APRENDIZAJE DE LA LECTURA.”

PREVENCIÓN DEL FRACASO ESCOLAR DESDE LA EDUCACIÓN INFANTIL con la organización neurológica.

Prevenir el fracaso escolar no solamente es posible en muchos casos, sino un deber y una responsabilidad de los adultos que trabajamos y cuidamos de los niños en sus primeros años de vida. La organización neurológica o neurodesarrollo se ocupa de ello.

Rosina Uriarte

El fracaso escolar preocupa seriamente tanto a padres como a educadores. Es algo que concierne a toda la sociedad dado el elevado porcentaje de estudiantes que lo sufren. Un fracaso que no debemos atribuir exclusivamente a estos chicos y chicas, pues en la mayoría de los casos no son “culpables” de la situación, sino sus víctimas.

Cuando se habla de fracaso escolar, casi siempre evocamos la imagen de alumnos de la ESO o de los cursos superiores de Primaria. Según las estadísticas, el fracaso escolar comienza en muchos casos a vislumbrarse hacia los ocho años, en tercero de primaria. Sin embargo, es en la educación secundaria cuando se hace más evidente. Entonces los requisitos académicos se endurecen y el esfuerzo ha de ser mayor. Y todo esto unido a la difícil y delicada etapa de la adolescencia.

Pero pocas veces se hace referencia a los niños de Educación Infantil con respecto al fracaso escolar. ¿Es acaso porque no existe tal fracaso a esta edad? Esto es lo que mayoritariamente se asume, pero no hay nada más lejos de la realidad… Los objetivos mínimos establecidos en Educación Infantil no son ambiciosos, cualquier niño puede alcanzarlos, y superarlos, con toda facilidad… pero no siempre es así… Y el número de niños que no alcanzan estos objetivos, o lo hacen con dificultad, se asemeja bastante al tanto por ciento de fracaso escolar que reflejan las estadísticas.

Si los educadores que trabajamos con niños menores de seis años vemos que casi una cuarta parte de los alumnos no sigue el ritmo del resto… lo lógico es actuar para atajar por todos los medios esta situación y que estos niños no crezcan para engrosar las filas de los “fracasados escolares”. Pero a pesar de que se trabaja en Infantil con niños con retrasos madurativos, problemas de lenguaje, etc., sigue habiendo un tanto por ciento de niños a los cuales se les deja “que maduren” con la triste y callada convicción de que “ya se ocuparán” sus tutores de primaria de trabajar con ellos en sus dificultades. La pena es el precioso tiempo que se desperdicia mientras se espera a que madure un niño… un niño con dificultades…

Todos hemos oído o leído que los seis primeros años son vitales para formar las bases de la inteligencia y las habilidades del niño. Son los años principales del desarrollo infantil, en los que el cerebro es más plástico y en los que se crean la mayor cantidad de conexiones y circuitos neuronales, las “herramientas” con las que habremos de arreglárnoslas durante toda nuestra vida futura. Por esto, invertir en una buena Educación Infantil y en el desarrollo del niño en estas edades, es como invertir en buenos materiales de construcción y la edificación de los pilares y vigas maestras de un gran y hermoso edificio.

La etapa de la Educación Infantil es una etapa difícil para hablar de diagnósticos y tratamientos. Muchos problemas no son diagnosticados a esta edad, como son los asociados al déficit de atención con hiperactividad, por ejemplo. Y no es porque los síntomas no sean evidentes, como ya se ha expuesto. Pero es lógico que se tienda a “esperar” a ver qué ocurre y cómo evoluciona el niño. Y en casos afortunados, estos síntomas en el niño no se transforman en un problema académico o de comportamiento. Es muy natural que los padres y profesores prefieran “esperar” a que estos problemas se desarrollen de forma evidente, para empezar a actuar sobre ellos. Sin embargo, cuando un niño muestra una dificultad, existe un motivo para ésta, y que este motivo desaparezca no es lo común pues normalmente se debe a fallos en la base del desarrollo del niño.

Por esto, “esperar” en estas edades tempranas supone perder el momento adecuado para actuar. Supone una mayor dificultad en la solución de estos fallos en el desarrollo, un trabajo más costoso y unos resultados más pobres…

Pero si bien el concepto de “tratamiento” nos puede parecer excesivo en niños pequeños cuando aún el problema académico no es claro, no debemos temer el término “prevención”.

La prevención a edades tempranas podría ser una de las claves para solventar el problema del fracaso escolar a edades más tardías.

Lo dice el refrán: “mejor prevenir que curar”. Una lección que están aplicando ya varios colegios en nuestro país con todos sus alumnos de Educación Infantil. Aún faltan datos estadísticos sobre los resultados objetivos de la aplicación de técnicas de prevención del fracaso escolar a través de ejercicios que desarrollan el sistema nervioso y ayudan al niño a madurar en todas sus áreas (física, cognitiva, sensorial, emocional, social). Pero confiamos en que pronto los habrá y un mayor número de centros se unan en esta iniciativa.

Queda patente que la mayoría de las dificultades académicas están causadas directamente por una inmadurez neurológica o, lo que es lo mismo, los fallos en el desarrollo que mencionábamos con anterioridad. Éstos fallos pueden manifestarse en la forma de una lateralidad mal establecida (cuando el niño no es totalmente diestro o zurdo, con lo cual su cerebro no está bien organizado y sus hemisferios cerebrales compiten en lugar de colaborar); en un sistema ocular que no funciona adecuada o cómodamente para las tareas que requieren de la lectura y la escritura; un sistema auditivo que no consigue procesar los sonidos claramente para poder reproducirlos en un correcto lenguaje hablado o prestar la adecuada atención en clase; reflejos primitivos que se han quedado retenidos y no han madurado de la forma deseada; una integración sensorial deficiente que hace que el niño interprete los estímulos que le rodean de una forma equivocada, mostrando unas reacciones y un rendimiento que no son los adecuados para su edad y la situación dada.

El desarrollo en el niño se produce de manera natural gracias a todos los estímulos que recibe de su entorno y con cada movimiento y acción que realiza. El movimiento es la principal fuente de información y desarrollo, junto con el tacto, el oído y la vista. Es primordial tener esto en cuenta para dar al niño las oportunidades que necesita de moverse a estas edades, y de experimentar con todo lo que le rodea.

Además, pueden aplicarse métodos de desarrollo neuromotor o de organización neurológica, que consisten en ejercicios motores principalmente, realizados de forma lúdica, pero continuada, constante y repetida, para su mayor efectividad. La repetición y la constancia son esenciales para la creación de nuevos circuitos neuronales, por lo que estos programas deben ser diarios. Unos veinte minutos podrían bastar para la realización de estos ejercicios en un aula de Educación Infantil. No deben suponer un sustituto a la psicomotricidad tradicional, pero serían desde luego un complemento ideal.

Cualquiera de los métodos de organización neurológica que se utilizan para tratar a niños con problemas del desarrollo, podrían utilizarse en su forma más básica y lúdica, para prevenir estos problemas en un grupo de alumnos en el aula. Y no solamente en Educación Infantil. Pues, aunque es éste el momento ideal para la prevención, estos programas también pueden realizarse, y de hecho se están aplicando, con niños de cursos superiores. En ambos casos, con el mismo objetivo: evitar el fracaso escolar.

Más información:

PSICOMOTRICIDAD Y DESARROLLO NEUROMOTOR

EL SISTEMA NERVIOSO EN LA BASE DEL COMPORTAMIENTO Y RENDIMIENTO DEL NIÑO.

LA LATERALIDAD: ¿DIESTRO O ZURDO?

REFLEJOS, APRENDIZAJE Y COMPORTAMIENTO

FUNCIONAMIENTO OCULAR: LA VISIÓN EN EL APRENDIZAJE

INCIDENCIA DE LA AUDICIÓN EN LA ESCUELA Y EN LA CONDUCTA

PROBLEMAS VISUALES EN EL DÉFICIT DE ATENCIÓN

Problemas visuales en el déficit de atención

En su libro “Los trastornos de la atención y la hiperactividad. Diagnóstico y tratamiento neurofuncional y causal”, el doctor Jorge Ferré Veciana, del Instituto Médico del Desarrollo Infantil explica cómo una disfunción en el sistema ocular puede derivar en problemas de atención e hiperactividad. También ocurre que el desorden neurológico que provoca el trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDA-H) suele ser así mismo causa de un mal funcionamiento ocular que incide muy directamente en el rendimiento escolar. Para más información podéis entrar AQUÍ.

Ferré nos dice que todos los problemas de funcionamiento visual siempre interfieren en el desarrollo de la atención…

“Cuando observamos que un niño no adapta bien el movimiento al espacio que le rodea, sufre con frecuencia pequeños accidentes, golpes, caídas que hacen pensar que no calcula las distancias, le lloran los ojos, le molesta la luz, cierra un poco los párpados cuando mira lejos o cuando, simplemente, se trata de un niño que ni se arrastró ni gateó, no es necesario que haya organizado un cuadro de T.D.A. para que acuda a un especialista en optometría funcional (o comportamental) para que realice una valoración de cómo está desarrollando las capacidades y las habilidades visuales.”

Cuenta cómo un elevado porcentaje de niños con T.D.A. que han tratado en veinte años, han resuelto sus dificultades tratando el problema sensorial que las provocaba.

Aclara cómo, en general, el oculista es el médico del sistema visual, mientras que el optómetra es el especialista en función visual.

Cuando se habla de problemas visuales en la infancia que inciden en un déficit de atención y dificultades escolares, se hace referencia a problemas funcionales de la visión.

Muchos niños con el diagnóstico de T.D.A. tienen problemas de función visual, aunque el oculista o el oftalmólogo haya descartado patología importante. Es por esta razón que Ferré recomienda a los padres una visita a un profesional de la optometría comportamental.

*LISTADO DE OPTOMETRISTAS COMPORTAMENTALES

“TANTA INTELIGENCIA, TAN POCO RENDIMIENTO. ¿PODRÍA SER LA VISIÓN LA CLAVE PARA DESBLOQUEAR SU APRENDIZAJE?”