El pasado día 1 de diciembre, fui invitada a las primeras jornadas Snoezelen en La Casa de Lola, en Urduliz, Bizkaia. Acudí con gran curiosidad por conocer una sala de estimulación multisensorial Snoezelen y realmente me sorprendió y me gustó mucho lo que vi y experimenté en la misma. También me sorprendió muy gratamente el centro, que cuenta además con una sala de Integración Sensorial y otras en las que trabajan profesionales de diferentes disciplinas.
La Casa de Lola ha sido creada con la intención de hacer realidad este trabajo multidisciplinar imprescindible para sacar adelante a los niños con dificultades en su desarrollo. Y para ello no se ha escatimado ningún detalle con el fin de convertir el centro en un lugar muy acogedor y “a la última” en todo lo necesario para lograrlo.
En cuanto a la sala Snoezelen, reconozco que yo había tenido mis reticencias sobre un lugar en el que en principio pueda parecer destinado a “estimular por estimular”. Sin embargo, esta impresión provenía del desconocimiento de las características y el funcionamiento de una sala de estimulación multisensorial.
El término “Snoezelen” deriva de dos palabras holandesas: “snuffelen” y “doezelen”que significan “explorar” y “relajarse”. El propósito es ofrecer un espacio destinado a “despertar” los sentidos de aquellos que los tienen “dormidos”, y relajar a las personas que sufren ansiedad, estrés o dolor.
Después de mi inicial miedo a que una sala llena de estímulos pudiera generar excitación y llevara a una sobreestimulación en algunos niños, he podido comprobar que este ambiente está rigurosamente controlado por profesionales formados en estimulación sensorial que hacen que ésta sea gradual y adaptada a las necesidades de cada persona.
Y mi experiencia personal fue desde el primer momento, de una maravillosa sensación de calma y de bienestar.
Lo primero que se percibe es un suave olor a canela en un ambiente acogedor de tenues luces cambiantes. A todo esto lo acompaña una música intimista y relajante.
Tras esta primera y agradable impresión, nos dieron la oportunidad de ir examinando la sala probando los diferentes estímulos, fue realmente una experiencia única y divertida además de seguir resultando de lo más relajante.
La columna de burbujas cambia de color a demanda o puede parar las burbujas si lo deseamos. Supone un estímulo visual casi hipnótico y el tacto con la columna ofrece una sensación sorprendente.
La piscina de bolas es parecida a las que podemos encontrar en los parques infantiles. Pero las bolas no son de colores, sino transparentes, de modo que absorben la luz de color que invade toda la piscina y que fácilmente puede elegir el niño que está dentro.
Estas instalaciones no se contemplan como simple estimulación pasiva por parte del niño o el adulto en tratamiento, sino que se les invita a ser un agente activo y participativo en el proceso. Esto supone un elemento motivador que potencia su recuperación.
Por ello, muchos de estos objetos están enfocados al trabajo manipulativo y creativo por parte del usuario a la vez que suponen un estímulo importante para su sistema nervioso.
Éste es el caso de la gran “cola de caballo” de fibras luminosas o la escalera de colores que cambia de tonalidades en función de los sonidos producidos por el propio niño.
Y por último, he de hablar de la “atracción estrella” de la sala: la cama de agua. Ésta se mantiene a una temperatura muy agradable para mecerte suavemente en cuanto te tumbas sobre ella. Pero esto no es todo… Lo inesperado es que la música que suena en la sala sale de dentro de la templada y acogedora cama. Es difícil describir la sensación que produce la vibración de la música atravesando el agua y vibrando a través de tu sistema óseo y de todos tus órganos. ¡Es realmente fantástico! Quisiera una quedarse tumbada allí un buen rato. La cama de agua musical es una de las experiencias más sorprendentes y cautivantes que he vivido. Estoy convencida de que sólo puede ser beneficiosa para la mayoría de las personas porque el placer y el bienestar son sin duda reparadores.
Estas salas Snoezelen reciben a niños con todo tipo de lesiones y dificultades en su desarrollo, pero también a personas que sufren estrés postraumático o dolor crónico, sin olvidar enfermedades degenerativas comunes en la tercera edad.