No siempre “oír bien” 👂 significa lo que crees

¿Realmente oye bien?
“Oye bien”. “¿Estás segura?”

Muchas veces, “oír bien” significa solamente “no ser sordo”

Seguro que conoces a niños con problemas en el desarrollo de su lenguaje, en su aprendizaje, su control emocional o su conducta. Seguro que sí y por eso estás aquí leyendo esto ahora mismo🙂  (gracias, por cierto, por hacerlo)…

Bueno, pues seguro también que los padres de muchos de estos niños están convencidos de que “oyen bien”.

Es natural, esto es lo que les han dicho tras hacerles pruebas de audición.

Lo que nadie les dice es que esas pruebas miden si el estímulo sonoro llega al cerebro dentro de un rango de decibelios (volumen) considerado normal, miden la cantidad de la audición. Así determinan que no existe una hipoacusia, con estas pruebas sabemos que los niños “no son sordos”.

Y esto es, evidentemente, un alivio…

Pero, ¿qué ocurre con la calidad de la audición?

Porque entre “no ser sordo” y “oír bien” hay un abismo😮

Con respecto a la visión, todos sabemos que los niños pueden tener miopía, hipermetropía, astigmatismo, etc… pero casi no nos planteamos que a nivel auditivo ocurre lo mismo: que en realidad existen muchas manera de “oír mal”.

Y como te podrás imaginar, “oír mal” afectará sin duda al lenguaje, el aprendizaje, las emociones y la conducta.

Te cuento más en este vídeo que te dejo a continuación por si te apetece verlo:

Afortunadamente, existen profesionales expertos en audición y desarrollo infantil, y tratamientos para la reeducación del oído. Si quieres información, sólo tienes que preguntarme.

Y si quieres conocer mucho más sobre la audición, la visión y el desarrollo de los niños, infórmate de los programas y cursos de formación en neurodesarrollo en mi web:

rosinauriarte.com

si te apetece que nos veamos en directo online y te cuente más sobre cómo puedes formarte en neurodesarrollo, sólo haz clic aquí debajo y nos vemos😍

La PRONUNCIACIÓN en el lenguaje infantil

Para la pronunciación en el lenguaje infantil, igual que para cualquier otra capacidad humana, es necesario que el cerebro reciba la información adecuadamente para luego poder procesarla y emitir una respuesta también adecuada.

¿Sabías que, a pesar de contar con áreas cerebrales especializadas en el lenguaje, éste no se desarrolla si no se producen las condiciones adecuadas para ello?

Pues, así es. Y esto nos lo demuestran los “niños ferales”, los niños que no fueron educados por personas y no recibieron la suficiente estimulación del lenguaje hablado.

Esto me parece muy curioso y me llama la atención, pero no tenemos que irnos a casos tan extremos, mejor nos quedamos con los casos de nuestros niños que no desarrollan bien el lenguaje hablado. Y éste, es un tema muy complejo, así que vamos a concretar un poco más y centrarnos en lo que a la pronunciación se refiere.

Para empezar, pensemos en cómo nuestro cerebro funciona en tres grandes fases:
– 1º recibe información
– 2º procesa la información
– 3º emite una respuesta

Cerebro: entrada y salida de información.

La respuesta es lo que podemos observar en el niño: cómo se mueve, cómo se relaciona, cómo controla sus impulsos, cómo aprende… cómo habla…

Y pocas veces nos damos cuenta de que lo que observamos y nos preocupa, esa respuesta que da el cerebro, depende de cómo procesa la información que recibe. Así que, todo empieza por ahí: por cómo recibe la información el cerebro de nuestros niños.

Si la información entra a través de los sentidos y sale a través de los músculos (el cuerpo), hemos de prestar una especial atención a esas vías de entrada y salida para así intentar comprender dónde pueden hallarse los fallos en los niños que no ofrecen las respuestas que esperamos o deseamos.

Si te apetece reflexionar conmigo sobre la pronunciación en el lenguaje infantil, acompáñame en los dos siguientes vídeos.

Si te gustan mis vídeos, suscríbete a mi canal de YouTube si aún no lo has hecho. Gracias 

😊

Y si te apetece conocer más sobre el neurodesarrollo infantil, te animo a que te informes de las opciones de formación que te podría ofrecer:

Los SECRETOS de nuestra ESCUCHA con Mari Cruz Domínguez

Dentro del programa de formación en Neurodesarrollo MIMANDO LAS ESTRELLAS✨ tenemos el privilegio de escuchar y compartir con expertos en desarrollo infantil.

Este mes acude la experta en neurodesarrollo y audición, Mari Cruz Domínguez.

Mari Cruz nos da una interesante sesión titulada “Los secretos de nuestra escucha.”

Pero antes tenemos una pequeña charla con ella en la que nos cuenta sobre su trabajo en su centro en Madrid, Centro El Ángel.

BASES NEUROLÓGICAS para un APRENDIZAJE EXITOSO. Lo que necesita un niño …

 
Ana Madrigal es maestra, pedagoga especializada en terapias integrativas para las dificultades de aprendizaje. Tiene una amplia experiencia trabajando en colegios y actualmente combina su trabajo en el gabinete con dar clases en la UNIR a profesores además de coordinar el Experto Universitario de Psicomotricidad.

En esta entrevista, Ana nos cuenta cuáles son los pilares sobre los que se sostiene el aprendizaje. Y cómo, desde diferentes enfoques, pueden trabajarse estas bases.

Compara el aprendizaje con un coche en el que el cociente intelectual es el motor, el cual da la potencia. Pero este motor depende de otras cosas como las 4 ruedas para que todo funcione como sería de esperar. Estas cuatro ruedas representarían los 4 elementos fundamentales para que un aprendizaje sea exitoso: un sistema visual maduro, un sistema auditivo en condiciones óptimas, un buen desarrollo motriz y una correcta alimentación.

Si existen fallos en cualquiera de estas cuatro áreas, habrá dificultades para prestar atención y para alcanzar un buen aprendizaje a nivel académico.

Un sistema visual maduro va mucho más allá de tener una buena agudeza visual pues existen muchas funciones visuales necesarias para el aprendizaje en la escuela que muchos niños no han desarrollado plenamente.

Un sistema auditivo óptimo no significa no ser sordo, sino percibir sonidos de una manera cómoda y limpia. La audición tiene un gran peso en el aprendizaje y el estado emocional de la persona.

Un buen desarrollo motriz no es algo que se logre por que sí, sino que depende de las experiencias vividas a muy tempranas edades. Y determinará las habilidades y capacidades a lo largo de toda la vida, viéndose el aprendizaje escolar muy directamente afectado por el desarrollo motriz alcanzado.

Una correcta alimentación y el cuidado del estado biológico del niño o niña evitará que ciertos alimentos o tóxicos incidan en el funcionamiento a nivel cerebral y, por tanto, en la capacidad de prestar atención y aprender.

Todas estas áreas deben ser consideradas además de utilizar la emoción y la motivación de la niña o el niño de modo que alcance el éxito utilizando todo su potencial en el aprendizaje.

Ana Madrigal trabaja desde varios enfoques terapéuticos (Mind Moves, Berard, Shec, Mindfulness…) para tratar a la persona (sea niño o adulto) de una forma integral, en todo su conjunto.

Las terapias integrativas pueden y deben combinarse con otros métodos convencionales para lograr todos los beneficios para la persona con la que se trabaja. Por ello, Ana hace un llamamiento a la unión y colaboración de todos los profesionales.

Y aboga por la formación de padres y profesores. En especial los maestros de Educación Infantil, porque ellos “tienen el futuro en sus manos”. Una formación que nos ayude a todos a conocer y comprender mejor cómo funciona y cómo se desarrolla el cerebro, de modo que podamos darle “un empujón” o “una segunda oportunidad” cuando sea necesario.

 

Datos de contacto: Ana Madrigal
Gabinete Pedagógico ASO. Bilbao
https://www.gabineteaso.com/
Tfnos: 944213073 / 600652978

Una infancia para toda la vida

LA LECTURA. Motivación y terapia para niños que no leen.

La lectura. Motivación y terapia para niños que no leen.
 
Mari Cruz Domínguez nos habla de cómo ayudar a los niños a leer bien.
“En un niño/a de más de 8 años que no consigue leer, el mayor problema no es que no lea bien, es el dolor intenso que ha desarrollado.”
Mari Cruz Domínguez es maestra de audición y lenguaje, musicoterapeuta, experta en audición y desarrollo infantil. Dirige el Centro El Ángel en Madrid y está en esta ocasión en “una infancia para toda la vida” para hablarnos de la lectura.
Gracias a su larga experiencia trabajando con niños con dificultades para aprender a leer, entre otras muchas, Mari Cruz nos ayuda a ponernos en la piel del niño o niña para hacernos comprender cómo se siente y qué necesita para poder empezar a avanzar hacia una lectura fluida y comprensiva.
Partiendo siempre de la motivación de la niña o niño, describe diferentes enfoques terapéuticos que aúna en su metodología de trabajo. Incluye una preciosa relajación motivadora que podríamos todos utilizar con nuestros niños a los que les cuesta leer.

Mari Cruz Domínguez Rodríguez
Telf: 667405039
https://www.tomatismadrid.com/
https://www.facebook.com/centroelangel/

ALTERACIONES DEL DESARROLLO INFANTIL: UN ENFOQUE DIFERENTE, UNA NUEVA ESPERANZA

 
Alteraciones del desarrollo infantil: un enfoque diferente, una nueva esperanza: el neurodesarrollo.
 
Fatima Amezkua, responsable de comunicación de la Asociación Laztana, enero 2016
 
Los seres humanos nacemos muy inmaduros y altamente dependientes de los cuidados de nuestros progenitores no solo para crecer sino para seguir desarrollándonos. Los tres primeros años de vida, pero sobretodo el periodo gestacional y el primer año de vida, son fundamentales para el correcto desarrollo motor, sensorial y neuronal que sentará las bases para el posterior desarrollo emocional y cognitivo de la persona. Es por esta razón que las niñas y niños pequeños y las mujeres embarazadas son los más sensibles y vulnerables al impacto de distintos factores externos que pueden perturbar el normal desarrollo infantil.
 
Las sociedades modernas conllevan unos modos de vida y consumo que implican altos niveles de estrés en la vida cotidiana así como una constante exposición a miles de sustancias químicas combinadas, metales pesados, contaminación atmosférica, ondas electromagnéticas, etc. Nunca antes los seres humanos habíamos estado expuestos a tantas sustancias químicas, presentes incluso en los alimentos que ingerimos, y a tantas radiaciones de las que desconocemos sus efectos a largo plazo. Somos cobayas de una experimentación a escala mundial en la que, obviando el principio de precaución, se espera a que los efectos negativos de una sustancia se demuestren claramente dañinos para proceder a limitar su uso. Y, lo que es peor, nadie regula la influencia sobre las personas de la combinación de dos o más de estas sustancias potencialmente tóxicas cuando diariamente convivimos con cientos de ellas. La doctora en Medicina Ambiental, Pilar Muñoz Calero, ha estudiado ampliamente la influencia de estas sustancias en el ser humano y las patologías en las que incide entre las que se incluyen alergias, intolerancias y muchas alteraciones del desarrollo infantil.
Algunos de los factores que pueden perturbar el correcto desarrollo infantil incluyen: factores ambientales como exposición a sustancias tóxicas -vía placenta o por contacto directo- o a radiaciones electromagnéticas; problemas durante el periodo gestacional y/o el parto como altos niveles de estrés durante el embarazo, nacimientos prematuros o partos por cesárea; carencias afectivas y falta de estimulación sensorial como las sufridas en su primera etapa de vida por muchos niños y niñas adoptados; hospitalizaciones prolongadas; largas jornadas en guarderías desde muy bebes; uso abusivo de sillitas y andadores que limitan el libre movimiento del bebe tan necesario para su desarrollo motor, etc.  Diversos estudios como los dirigidos por la investigadora Marieta Fernández Cabrera[1] de la Universidad de Granada, así como otros muchos centros de investigación a nivel internacional, han demostrado que los niños y niñas que han vivido alguna de estas circunstancias tienen mayores probabilidades que el resto de la población de sufrir algún tipo de alteración del desarrollo infantil y/o del sistema inmunológico.
Por todo ello, no es extraño encontrar en nuestro entorno cada vez más niños y niñas que sufren alergias, intolerancias alimentarias, déficit de atención con o sin hiperactividad (TDA/H), trastornos del lenguaje, problemas de integración sensorial, autismo o trastornos del espectro autista (TEA), etc. Si bien es cierto que dificultades del aprendizaje de diverso tipo, alergias o enfermedades como el autismo siempre han existido, llama la atención el incremento que algunos diagnósticos asociados a estos problemas han experimentado en las dos últimas décadas. Por ejemplo, según la revista Neurología[2]estudios epidemiológicos recientes informan que en 1985 se registraban 5 casos de autismo por 10.000, mientras que nuevas estimaciones reportan  1 caso por cada 100 niños y adolescentes en 2008 –algo evolutivamente imposible si su origen es solo genético y que tampoco se explica solo por una mejor detección de casos- y en el caso del TDA/H ha pasado de diagnosticarse al 2% de la población infantil a alcanzar niveles del 15% en algunos países como EEUU.
 
Este tipo de trastornos inciden de forma significativa en la vida familiar, escolar y social de muchos niños y, cuando afectan a capacidades atencionales, cognitivas o relacionales, son a veces difíciles de detectar hasta que los pequeños cursan Educación Primaria. Muchos escolares con TDA/H, lateralidad cruzada, trastornos del lenguaje, TEA u otras alteraciones del desarrollo son incomprendidos y el sistema educativo no siempre está preparado para ofrecerles la ayuda que necesitan.
 
Muchas veces la única respuesta que reciben del sistema sanitario y educativo es medicación farmacológica tal vez complementada con asistencia psicológica mediante terapia conductual y cognitiva  que -aunque puede resultar positiva- no logra cambios suficientemente profundos y duraderos pues no corrige la causa del trastorno sino que más bien ayudan a controlar algunos de los síntomas que produce.
 
Sin embargo, hoy día existe una diversidad de métodos terapéuticos que trabajan estos problemas desde su origen dando una segunda oportunidad al cerebro para que logre su correcto desarrollo. Están basados en ejercicios de estimulación cerebral para la reorganización neurofuncional junto a la mejora del estado del sistema inmunológico acompañada de una alimentación sana, preferiblemente ecológica. Estos métodos están avalados por profesionales de todo el mundo y por miles de familias que los han utilizado obteniendo mayores garantías de éxito sin efectos secundarios para la salud. No se trata de terapias milagrosas diseñadas por el gurú de turno, sino que están basadas en principios científicos, estudios contrastados y años de trabajo. En la práctica la reorganización neurofuncional se logra a través de en una serie de ejercicios de estimulación cerebral personalizados que padres y madres deben realizar diariamente en casa con sus hijos y que se complementan con sesiones de terapia presencial y revisiones por parte de las y los profesionales correspondientes: neurólogo, optometrista comportamental, especialista en reeducación auditiva, especialista en integración de reflejos primitivos, etc.
 
Dos son las claves que hacen que estos métodos terapéuticos funcionen. Por un lado, la plasticidad cerebral que, si bien se ha demostrado que es una capacidad que mantenemos a lo largo de toda la vida, ésta es mucho mayor durante la infancia. La segunda clave es constancia y repetición pues es así como nuestro cerebro aprende y se desarrolla. Repitiendo de forma sistemática y durante el tiempo necesario el tipo de estímulo que cada niño o niña necesite se logra que el cerebro desarrolle esa área que había quedado bloqueada o que mejore la conexión neuronal entre áreas del cerebro que deberían comunicarse con fluidez.
 
Ante la falta de información sobre las causas y posibilidades de tratamiento de estas alteraciones del desarrollo, nace en julio de 2013 Laztana –Asociación para el desarrollo y la estimulación infantil- con el objetivo de difundir y facilitar a las familias el acceso a métodos terapéuticos libres de medicación que trabajan por lograr una maduración neurológica adecuada y un estado biológico en las mejores condiciones por medios naturales y efectivos. Cualquier persona interesada puede informarse y contactarnos a través de nuestra página Web:http://www.asociacionlaztana.org/, en facebook:https://www.facebook.com/asociacionlaztana  o en el email:[email protected].


[1]             Marieta Fernández Cabrera es Doctora en Ciencias Químicas de la Universidad de Granada y coordinadora en Granada del Proyecto INMA, INfancia y Medioambiente. http://www.proyectoinma.org
[2]             Revista Neurología, Vol. 27, Num. 7, sep 2012, editorial Elsevier. Publicación científica de la Sociedad Española de Neurología.

LOS TRES PILARES DEL APRENDIZAJE

Al considerar los problemas de aprendizaje debemos tener presentes tres áreas fundamentales: la visión, la audición y el desarrollo motor.
Éstos son los tres pilares sobre los que se basa la atención en el aula y las habilidades necesarias para poder leer, escribir, y realizar todas las tareas escolares.
Por esta razón, para una terapia completa, debemos revisar estas tres áreas en el niño y descartar problemas en las mismas o solucionarlos cuando están ahí.
– Para la visión necesitamos un buen optometrista comportamental (también llamado “optometrista del desarrollo”).
Todos los niños pasan por pruebas de agudeza visual por parte del pediatra o un oftalmólogo, quienes se ocupan de mirar que el ojo está sano y la agudeza visual es buena. Pero tras esta evaluación, es necesario ver cómo utiliza el niño los dos ojos de forma conjunta, si es capaz de realizar los movimientos oculares necesarios para leer y escribir y si su cerebro interpreta bien la información y consigue que las dos imágenes de los dos ojos se fundan en una sola y los ojos puedan converger cómodamente en un punto para poder leer y escribir… entre otras muchas cosas más… Todo esto lo evalúa y lo trata el optometrista comportamental.
– En el caso de la audición pasa algo parecido.
El otorrinolaringólogo o el pediatra miden si el niño “oye” o no… les preocupa que pueda haber una sordera. Pero no suelen considerar distorsiones a la hora de escuchar, si el niño percibe bien todas las frecuencias para poder hablar, leer y escribir con comodidad (el oído tiene mucho que hacer aquí también aunque nos sorprenda). Esto es esencial para poder prestar atención en el colegio, y unas distorsiones en la audición (sobre todo si hay hiperaudición en alguna de las frecuencias) pueden afectar seriamente no sólo la atención sino también el comportamiento dada su importante incidencia en nuestro estado de ánimo.
Para examinar y tratar estos problemas, es necesario acudir a un reeducador auditivo de los métodos Berard o Tomatis.
– En cuanto al desarrollo motriz… éste marca el nivel de desarrollo y madurez general del cerebro del niño. Y determinará directamente sus habilidades en todos los campos.
Por esto hay que evaluar si es correcto o si han quedado lagunas en el mismo que debamos trabajar. Hay varios métodos que llevan a cabo la necesaria “organización neurológica” a través de actividades de movimiento. Algunos de estos métodos son Doman, Padovan, Integración Sensorial y TMR (terapia de movimiento rítmico y reflejos primitivos).
Otras opciones interesantes para determinar el estado de desarrollo del niño pueden ser evaluar los reflejos primitivos que hayan podido quedar sin madurar (esto también lo hace la TMR) y el nivel de lateralización del niño. Pues si éste no está bien lateralizado (no es totalmente diestro o totalmente zurdo) cuando llega a primaria, puede tener serios problemas en la lectoescritura. Una deficiente lateralización, al igual que la presencia de reflejos primitivos, son signos de una desorganización e inmadurez cerebrales.
No debemos olvidar ninguna de las “tres patas de la banqueta” del aprendizaje (tal como nos ilustra María Jesús López), si nos dejamos alguna de estas patas, la banqueta se tambaleará siempre.

PREVENCIÓN DEL FRACASO ESCOLAR DESDE LA EDUCACIÓN INFANTIL con la organización neurológica.

Prevenir el fracaso escolar no solamente es posible en muchos casos, sino un deber y una responsabilidad de los adultos que trabajamos y cuidamos de los niños en sus primeros años de vida. La organización neurológica o neurodesarrollo se ocupa de ello.

Rosina Uriarte

El fracaso escolar preocupa seriamente tanto a padres como a educadores. Es algo que concierne a toda la sociedad dado el elevado porcentaje de estudiantes que lo sufren. Un fracaso que no debemos atribuir exclusivamente a estos chicos y chicas, pues en la mayoría de los casos no son “culpables” de la situación, sino sus víctimas.

Cuando se habla de fracaso escolar, casi siempre evocamos la imagen de alumnos de la ESO o de los cursos superiores de Primaria. Según las estadísticas, el fracaso escolar comienza en muchos casos a vislumbrarse hacia los ocho años, en tercero de primaria. Sin embargo, es en la educación secundaria cuando se hace más evidente. Entonces los requisitos académicos se endurecen y el esfuerzo ha de ser mayor. Y todo esto unido a la difícil y delicada etapa de la adolescencia.

Pero pocas veces se hace referencia a los niños de Educación Infantil con respecto al fracaso escolar. ¿Es acaso porque no existe tal fracaso a esta edad? Esto es lo que mayoritariamente se asume, pero no hay nada más lejos de la realidad… Los objetivos mínimos establecidos en Educación Infantil no son ambiciosos, cualquier niño puede alcanzarlos, y superarlos, con toda facilidad… pero no siempre es así… Y el número de niños que no alcanzan estos objetivos, o lo hacen con dificultad, se asemeja bastante al tanto por ciento de fracaso escolar que reflejan las estadísticas.

Si los educadores que trabajamos con niños menores de seis años vemos que casi una cuarta parte de los alumnos no sigue el ritmo del resto… lo lógico es actuar para atajar por todos los medios esta situación y que estos niños no crezcan para engrosar las filas de los “fracasados escolares”. Pero a pesar de que se trabaja en Infantil con niños con retrasos madurativos, problemas de lenguaje, etc., sigue habiendo un tanto por ciento de niños a los cuales se les deja “que maduren” con la triste y callada convicción de que “ya se ocuparán” sus tutores de primaria de trabajar con ellos en sus dificultades. La pena es el precioso tiempo que se desperdicia mientras se espera a que madure un niño… un niño con dificultades…

Todos hemos oído o leído que los seis primeros años son vitales para formar las bases de la inteligencia y las habilidades del niño. Son los años principales del desarrollo infantil, en los que el cerebro es más plástico y en los que se crean la mayor cantidad de conexiones y circuitos neuronales, las “herramientas” con las que habremos de arreglárnoslas durante toda nuestra vida futura. Por esto, invertir en una buena Educación Infantil y en el desarrollo del niño en estas edades, es como invertir en buenos materiales de construcción y la edificación de los pilares y vigas maestras de un gran y hermoso edificio.

La etapa de la Educación Infantil es una etapa difícil para hablar de diagnósticos y tratamientos. Muchos problemas no son diagnosticados a esta edad, como son los asociados al déficit de atención con hiperactividad, por ejemplo. Y no es porque los síntomas no sean evidentes, como ya se ha expuesto. Pero es lógico que se tienda a “esperar” a ver qué ocurre y cómo evoluciona el niño. Y en casos afortunados, estos síntomas en el niño no se transforman en un problema académico o de comportamiento. Es muy natural que los padres y profesores prefieran “esperar” a que estos problemas se desarrollen de forma evidente, para empezar a actuar sobre ellos. Sin embargo, cuando un niño muestra una dificultad, existe un motivo para ésta, y que este motivo desaparezca no es lo común pues normalmente se debe a fallos en la base del desarrollo del niño.

Por esto, “esperar” en estas edades tempranas supone perder el momento adecuado para actuar. Supone una mayor dificultad en la solución de estos fallos en el desarrollo, un trabajo más costoso y unos resultados más pobres…

Pero si bien el concepto de “tratamiento” nos puede parecer excesivo en niños pequeños cuando aún el problema académico no es claro, no debemos temer el término “prevención”.

La prevención a edades tempranas podría ser una de las claves para solventar el problema del fracaso escolar a edades más tardías.

Lo dice el refrán: “mejor prevenir que curar”. Una lección que están aplicando ya varios colegios en nuestro país con todos sus alumnos de Educación Infantil. Aún faltan datos estadísticos sobre los resultados objetivos de la aplicación de técnicas de prevención del fracaso escolar a través de ejercicios que desarrollan el sistema nervioso y ayudan al niño a madurar en todas sus áreas (física, cognitiva, sensorial, emocional, social). Pero confiamos en que pronto los habrá y un mayor número de centros se unan en esta iniciativa.

Queda patente que la mayoría de las dificultades académicas están causadas directamente por una inmadurez neurológica o, lo que es lo mismo, los fallos en el desarrollo que mencionábamos con anterioridad. Éstos fallos pueden manifestarse en la forma de una lateralidad mal establecida (cuando el niño no es totalmente diestro o zurdo, con lo cual su cerebro no está bien organizado y sus hemisferios cerebrales compiten en lugar de colaborar); en un sistema ocular que no funciona adecuada o cómodamente para las tareas que requieren de la lectura y la escritura; un sistema auditivo que no consigue procesar los sonidos claramente para poder reproducirlos en un correcto lenguaje hablado o prestar la adecuada atención en clase; reflejos primitivos que se han quedado retenidos y no han madurado de la forma deseada; una integración sensorial deficiente que hace que el niño interprete los estímulos que le rodean de una forma equivocada, mostrando unas reacciones y un rendimiento que no son los adecuados para su edad y la situación dada.

El desarrollo en el niño se produce de manera natural gracias a todos los estímulos que recibe de su entorno y con cada movimiento y acción que realiza. El movimiento es la principal fuente de información y desarrollo, junto con el tacto, el oído y la vista. Es primordial tener esto en cuenta para dar al niño las oportunidades que necesita de moverse a estas edades, y de experimentar con todo lo que le rodea.

Además, pueden aplicarse métodos de desarrollo neuromotor o de organización neurológica, que consisten en ejercicios motores principalmente, realizados de forma lúdica, pero continuada, constante y repetida, para su mayor efectividad. La repetición y la constancia son esenciales para la creación de nuevos circuitos neuronales, por lo que estos programas deben ser diarios. Unos veinte minutos podrían bastar para la realización de estos ejercicios en un aula de Educación Infantil. No deben suponer un sustituto a la psicomotricidad tradicional, pero serían desde luego un complemento ideal.

Cualquiera de los métodos de organización neurológica que se utilizan para tratar a niños con problemas del desarrollo, podrían utilizarse en su forma más básica y lúdica, para prevenir estos problemas en un grupo de alumnos en el aula. Y no solamente en Educación Infantil. Pues, aunque es éste el momento ideal para la prevención, estos programas también pueden realizarse, y de hecho se están aplicando, con niños de cursos superiores. En ambos casos, con el mismo objetivo: evitar el fracaso escolar.

Más información:

PSICOMOTRICIDAD Y DESARROLLO NEUROMOTOR

EL SISTEMA NERVIOSO EN LA BASE DEL COMPORTAMIENTO Y RENDIMIENTO DEL NIÑO.

LA LATERALIDAD: ¿DIESTRO O ZURDO?

REFLEJOS, APRENDIZAJE Y COMPORTAMIENTO

FUNCIONAMIENTO OCULAR: LA VISIÓN EN EL APRENDIZAJE

INCIDENCIA DE LA AUDICIÓN EN LA ESCUELA Y EN LA CONDUCTA

ESTIMULACIÓN TEMPRANA Y ESTIMULACIÓN TERAPÉUTICA

Estimulación temprana

Existe confusión entre la “estimulación temprana” y la “estimulación terapéutica“. En ocasiones se utilizan como sinónimos, pero veamos cómo realmente son dos términos que pueden implicar importantes diferencias.

El término “estimulación” es un término muy amplio que hace referencia a cualquier actividad que realicemos con el fin de brindar nuevas experiencias y así incidir en el desarrollo cerebral.
 

Cuando se habla de “estimulación”, normalmente se hace refiriéndose a la “estimulación temprana”. Ésta se denomina “temprana” por el momento en el que se aplica, nunca porque se pretenda que un niño logre llegar a donde no le corresponde por su edad o su estado de madurez.

Cada día somos más conscientes de que el desarrollo del cerebro del niño no depende solamente de su genética y que este desarrollo no viene dado con el nacimiento. Sino que se produce gracias a cada experiencia brindada al bebé por su entorno. Para que las neuronas con las que nace el bebé se activen y funcionen son necesarios gran cantidad y calidad de estímulos de todo tipo (sonoros, visuales, táctiles, olfativos, gustativos y de movimiento). La mayoría de las nuevas conexiones y circuitos neuronales se forman en los tres primeros años de vida. De aquí que la estimulación sea “temprana”, su período de aplicación se extiende hasta los seis años.

Ésta es una de las razones por las que se realiza la estimulación temprana, para aprovechar el momento adecuado en el que es posible incidir en el desarrollo cerebral de nuestros hijos. Pretendemos enriquecer el entorno y las experiencias para lograr un mayor y mejor desarrollo del potencial innato del niño.

La estimulación temprana puede utilizarse también como prevención. Es vital realizarla en casos de riesgo como son los bebés prematuros o niños que hayan sufrido alguna lesión durante el embarazo o el parto. En estos casos se pretende incidir en el desarrollo de forma que se eviten posibles problemas futuros.

Pero la estimulación también puede ser terapéutica, y no necesariamente ha de ser siempre “temprana”. Esto quiere decir que podemos estimular el sistema nervioso (cerebro) buscando solucionar problemas muy diversos, y que es posible hacerlo en niños más mayores o en adultos.

Para que una estimulación sea efectiva debe ser siempre repetitiva. Ha de realizarse un número determinado de veces, a diario preferiblemente, y a lo largo de un tiempo recomendado para lograr los efectos buscados. Por supuesto que los ejercicios que se realicen estarán enfocados y diseñados para solucionar los problemas concretos de cada persona.

Existen diferentes métodos con sus propias técnicas para la estimulación cerebral. Pero todos ellos comparten una base común que consiste en buscar la estimulación del sistema nervioso a través de las únicas vías posibles: los sentidos.

Al igual que la naturaleza impone que sean los estímulos sensoriales el medio por el cual se desarrolla y crece el cerebro, así podremos también incidir en el desarrollo del cerebro por medio de estímulos adecuados e intensivos que logren una madurez que por sí sola no se ha dado. En los métodos de reorganización neurológica los estímulos son principalmente de movimiento, pero también son importantes los estímulos táctiles, auditivos y visuales.

Se habla mucho de la plasticidad cerebral de los niños pequeños, así ocurre que la estimulación es mucho más efectiva y requiere menos esfuerzo en tiempo e intensidad cuanto menor es la edad. Sin embargo, es posible seguir estimulando nuestro sistema nervioso toda la vida, y muchas de las técnicas de estimulación cerebral se practican con adultos.

Nuestro comportamiento, nuestra capacidad de atención, cómo nos movemos y cómo nos relacionamos con nuestro entorno dependen directamente de nuestro sistema nervioso y de su estado de equilibrio y madurez. Cuando este estado no es el adecuado pueden surgir numerosos síntomas que lo reflejan.

Los métodos tradicionales tratan y trabajan estos síntomas. Si un niño tiene problemas de comportamiento trabajan su conducta entrenando al niño en nuevas habilidades para el control de la misma. Si los problemas son atencionales, el niño recibirá un entrenamiento para mejorar su atención. Si surgen dificultades en la relación con los demás, la psicoterapia se ocupará de ayudarle… Y si tiene una motricidad fina o gruesa pobre, se trabajará la misma por medio de ejercicios motrices. Estos métodos son importantes y suponen avances en las habilidades del niño, pero trabajan solamente los síntomas, que pueden ser muy numerosos, y el trabajo lento y costoso. Trabajan y observan al paciente “desde fuera”, enfocándose en las manifestaciones del problema, sin buscar ni tratar las raíces del mismo.

Aunque las manifestaciones sean muchas y variadas, el problema puede ser único: una inmadurez o lesión en el sistema nervioso (salvo en los casos en los que los síntomas se deban a trastornos psicológicos o creados por tensiones provenientes del entorno del niño). Ocurre muy a menudo que da la sensación de que todos los problemas se juntan en un solo niño… y nos preguntamos cómo es posible… no nos damos cuenta de que no se trata de diferentes problemas, sino de uno sólo con diferentes síntomas.

La novedad que aportan los métodos de reorganización neurológica o neurofuncional, lo que podemos más cómodamente denominar como “estimulación cerebral”, es el trabajar el problema causante de los síntomas. Trabajar “desde dentro” para que las manifestaciones exteriores cambien y se acerquen lo más posible a las deseadas.

De esta forma, si un niño sufre problemas de atención, en lugar de trabajar con ejercicios que entrenen su capacidad de atender por medio de fichas por ejemplo, lo que se hace son ejercicios (principalmente motrices), que estimulan directamente las zonas cerebrales encargadas de regular el estado de alerta en la persona, y por lo tanto su capacidad de atención. Realizando estos ejercicios de forma intensiva y diaria, se logra una activación y maduración de estas zonas cerebrales y por lo tanto, una mejora externa que se manifiesta en una atención adecuada por parte del niño. Los síntomas cambian sin trabajar sobre ellos directamente puesto que se ha solucionado el problema en su raíz.

Otro ejemplo serían los problemas de tono muscular, que normalmente se reflejan en una mala psicomotricidad que afecta a los movimientos y habilidades del niño, incluida la escritura. Desde el concepto tradicional se trabajarían las manos para darles fuerza y se harían ejercicios de psicomotricidad para incrementar las habilidades motoras del niño en general. Sin embargo, si consideramos que es el cerebro quien regula el tono muscular, podemos intentar estimularlo de forma adecuada para que los síntomas de torpeza motriz desaparezcan. Así dejaríamos de trabajar dedos, brazos, piernas… para realizar unos ejercicios muy concretos que hiciesen madurar las zonas del sistema nervioso central que controlan el tono muscular.

Tratando el problema desaparecen o se alivian los síntomas, por ello es un trabajo en conjunto que puede suponer la solución o paliación de varios síntomas a la vez.

Todos estos métodos pueden combinarse con técnicas de trabajo cognitivo-conductual desde la psicopedagogía, con complementos y regímenes alimenticios, homeopatía, osteopatía, etc. para un tratamiento combinado, multidisciplinar y efectivo en todas las áreas. Considerando al paciente como una unidad y buscando una mejoría integral y completa.

Centros que realizan terapias de estimulación cerebral

Si te interesa la Estimulación Temprana, puedes leer mi libro o inscribirte en mi curso. Seguro que te gustarán, esto espero❤️

“Manual de Estimulación Temprana”

 Curso online de Estimulación Temprana

EL MÉTODO BERARD DE REEDUCACIÓN AUDITIVA

Reeducación auditiva Publicado en Vivir para Crecer

Rosina Uriarte
 
Guy Berard, médico cirujano y otorrinolaringólogo francés, inventó hace ya más de cuarenta años la terapia de reeducación auditiva que lleva su nombre.
 
Se trata de de un método que, mediante la escucha de música adaptada, tiene el objetivo de mejorar la calidad de nuestra audición.
 
Pero va mucho más allá de lo que pueda parecer en esta simple explicación, pues está demostrado que la forma en la que oímos determina nuestro estado de ánimo, nuestro comportamiento y otros factores de importancia como la capacidad de atención…
 
A pesar de ser una terapia aún no contrastada por la medicina y, por lo general, desconocida por parte de la mayoría de los profesionales de la otorrinolaringología, existen numerosos estudios y publicaciones que avalan los beneficios de esta técnica. Son cientos los reeducadores auditivos que la aplican en el mundo entero y muchas las asociaciones de pacientes tratados por este método que dan fe de sus resultados positivos.
 
En base a su experiencia con pacientes a lo largo de los años, Berard llegó a varias conclusiones: que muchos de los estudiantes con pobre rendimiento escolar tienen deficiencias en su calidad auditiva; que la mayoría de los niños autistas sufren de una hiperaudición que en muchos casos puede llegar a ser dolorosa; que la casi totalidad de los niños y adultos depresivos muestran un patrón común en su audiograma… Estas conclusiones dan una idea de la importancia del efecto de la audición en nuestro comportamiento y en cómo nos sentimos, nos relacionamos y funcionamos en nuestras tareas diarias.
 
El doctor Berard hizo muchos más descubrimientos e ideó la terapia de reeducación auditiva, que al igual que si de una gimnasia para el oído se tratara, soluciona o mejora muchos de los problemas mencionados.
 
Estas mejoras las han experimentado a lo largo de varias décadas, miles de niños hiperactivos, con déficit de atención, problemas de lenguaje, autistas, personas depresivas, mayores con pérdida gradual de agudeza auditiva… incluso estudiantes de idiomas, músicos y cantantes…
 
El tratamiento es sencillo y se realiza en diez días, con dos sesiones diarias de media hora cada una. Durante estas sesiones el paciente escucha una música cuyas frecuencias han sido filtradas para adaptarse a sus necesidades concretas.
 
Para determinar los objetivos a conseguir con el tratamiento se ha de llevar a cabo una audiometría que refleje cuáles son las condiciones exactas de la audición del paciente y cuáles las posibilidades de mejora con la reeducación. Al quinto día de terapia se volverá a realizar una audiometría para observar los cambios y la conveniencia de readaptar la modulación de la música para una mayor eficacia del tratamiento. Una tercera audiometría se hará al final del décimo día para comprobar los resultados. Pero éstos no serán definitivos, puesto que el efecto de la reeducación seguirá produciendo cambios a lo largo de los siguientes sies meses, después de los cuales se realizará la última de las pruebas auditivas.
 
La edad mínima en la que puede aplicarse la reeducación auditiva son los tres años, aunque Berard aconseja que se espere hasta los cuatro o cinco. En cuanto a la edad máxima, no hay límite, y es un tratamiento del que podríamos beneficiarnos todos

 

Dr. Guy Berard

 

“NO SIEMPRE OÍR BIEN 👂 SIGNIFICA LO QUE CREES”