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HABLAR CON LAS MADRES DE NIÑOS CON DIFICULTADES

Como maestras, tutoras o cuidadoras nos toca muchas veces hablar con los padres (especialmente las madres, que son con quienes más a menudo nos vemos). A veces sus niños muestran dificultades de aprendizaje o de conducta que nos preocupan. La mayoría de las veces, estas cuestiones también las preocupan a ellas y es la razón por la cual nos entrevistamos. Pero en ocasiones, ocurre que no son muy conscientes de que pueda haber realmente un problema en sus niños o están simplemente “perdidas” sin saber qué hacer.

Las madres, en general, nos hallamos así: “perdidas” en la crianza y educación de nuestros hijos. Y no solamente cuando precisamos orientación para ayudar a un hijo con dificultades, sino que necesitamos una guía para manejar las situaciones cotidianas del día a día en todos los casos.

Esta guía sería muy amplia… Y cuando existen dificultades en los niños, ha de incluir un programa de trabajo conjunto con la familia para intentar dar al niño todo aquello que pueda necesitar.

Pero, de momento, veamos solamente en algunas reflexiones que podrían resultar útiles.

Útiles para las madres con quienes hablemos, pero también para nosotras como profesionales. Todo lo que sigue a continuación es viable y podremos transmitirlo a las madres solamente si lo aplicamos primero nosotras mismas y estamos convencidas de ello.

Pero antes de compartir con ellas estas cuestiones, detengámonos primero unos instantes para recrearnos en el pensamiento que nos recuerda que: para esa madre, su hijo es lo más importante del mundo. No existe para ella nada que quiera o le duela más.

Tener esto presente nos ayudará a tener el cuidado preciso al hablar con ella de las dificultades que podamos observar en su pequeño.

Y después de esta primera reflexión, pongámonos en la piel de esa madre con quien estemos hablando. Así, juntas, podremos ponernos en el lugar del niño para comprender lo que sigue.

Mamá…

🤍Los niños no se comportan o aprenden como lo hacen porque quieren o “por fastidiar”. Casi todos los niños quieren ser como los demás, aprender como los demás y recibir aprobación, agradar. Es una necesidad del ser humano. Por favor ten esto presente…

🤍Los padres hemos de analizar cómo vemos a nuestros hijos. Qué esperamos de ellos, puesto que lo que esperamos será muy probablemente lo que obtengamos. Si esperamos poco no lucharemos para obtener más. Quién espera poco, no puede obtener mucho.

Las expectativas que tenemos con respecto a nuestros hijos normalmente se cumplen. Es por esto que es tan importante tener buenas expectativas con respecto a ellos, creer que no solamente tienen cosas muy buenas, sino que pueden llegar a tener muchas más. Que pueden llegar a cambiar.

🤍Para comprender mejor cómo ves a tu hijo, pregúntate dónde está tu foco. Cuando observas a tu hijo, ¿qué es lo que ves? O más bien: ¿qué es lo que miras? ¿Lo estás mirando todo o estás enfocándote solamente en determinadas cosas, normalmente las que te preocupan, las que no te gustan de tu hijo?

Al igual que nos pasa cuando nos quedamos embarazadas que parece que de repente hay muchísimas mujeres embarazadas por la calle. O cuando te compras un coche nuevo que no habías visto apenas circulando por la carretera y ahora parece que muchos otros han comprado el mismo modelo…  Así funciona nuestra atención, nuestro enfoque: allí donde miramos vemos aquello en lo que estamos enfocados y si nos enfocamos solamente en los problemas del niño, será eso lo que veamos en él. Es difícil ver otra cosa que la que esperamos puesto que no miramos más allá. Y el niño lo percibe lo que vemos de él y lo asume como la verdad.

Un niño no “es” un problema, “tiene” un problema. No podemos reducir a nuestros hijos a un problema, a un fracaso escolar, por ejemplo, porque son muchísimo más que eso.

Por ello debes dejar de ver solamente lo negativo y tener una mirada más amplia para observar todo lo positivo que tiene tu niño. Haciéndole saber que eres conscientes de todo lo que hace bien, de todo lo que vale.

🤍Fíjate en las emociones que sientes cuando piensas en tu hijo o cuando lo observas. ¿Qué emociones tienes durante el día con respecto a tu hijo? ¿Son emociones positivas o negativas?

Los niños perciben las emociones que sentimos con respecto a ellos, al igual que ocurre con las expectativas que tenemos de ellos. Por favor cuida de tus emociones con respecto a tu hijo.

🤍Cuida también de tus pensamientos, de tu lenguaje interior. Estate muy atenta para darte cuenta de cuándo estás pensando de una manera negativa con respecto al niño o con respecto a ti misma. Sé consciente de tus pensamientos y cuídalos para que sean positivos, no irreales, pero sí positivos.

No nos lleva a ningún lado tener pensamientos negativos recurrentes. Pensar en los problemas es necesario cuando lo que pretendemos es buscar una solución, pero resulta muy perjudicial cuando lo que hacemos es alimentar nuestros miedos, nuestras frustraciones y preocupaciones.

Los pensamientos positivos, sin embargo, harán que nos sintamos más felices con lo que tenemos, y podamos transmitir esa felicidad a nuestros hijos. Transmitirles positividad y esa amorosa manera de mirarlos cuando miramos su lado bueno.

🤍Cuida además tus palabras. Las palabras pueden programar el cerebro de nuestros hijos a muy tempranas edades. Tus palabras son un reflejo de tu pensamiento y marcarán a tu hijo, por ello es vital tener palabras de ánimo y de aceptación, destacando lo bueno que tiene y las posibilidades que tiene de mejorar cada día.

Presta mucha atención a las palabras que dices por dentro y a las palabras que salen afuera porque determinarán la realidad para ti y para tu hijo.

🤍Y por supuesto, desecha todo tipo de los calificativos negativos (tonto, vago, perezoso, torpe, chapucero, bruto, cabezón, maniático, terco, tímido…). Recuerda que los niños hacen las cosas lo mejor que pueden o como han aprendido a hacerlas, y que se comportan como pueden, como saben también. Utilizan los recursos que tienen (los que han ido adquiriendo gracias a su maduración y a sus experiencias, también gracias a lo que les hemos transmitido los demás sobre ellos).

Los calificativos negativos hacen mucho daño y marcan irremediablemente la autoestima y el autoconcepto de los niños. Por favor no le digas nunca algo negativo a tu hijo de él mismo utilizando palabras que lo califiquen.

🤍Observa todo esto: tu enfoque, tus emociones, tus pensamientos y tus palabras. Y hazlo de una manera sincera y sin críticas hacia ti misma. Las críticas son destructivas y sólo nos llevan a la infelicidad. Somos humanas y estamos en un proceso de aprendizaje. Nuestros hijos nos dan el mayor aprendizaje en la vida y estamos aquí para aprender con ellos y de ellos.

🤍No utilices la crítica contra ti misma y jamás lo hagas contra tu hijo. Puedes criticar su comportamiento y dejarle claro que no es aceptable, que no es bueno comportarse así, pero jamás le digas que él no es bueno, jamás le critiques a él como persona pues esto sería fatal para su autoconcepto y su autoestima.

🤍Los niños no tienen un concepto de cómo son cuando son pequeños, este autoconcepto de sí mismos llega con la información que les transmitimos los adultos y sus compañeros. En general, gracias a las experiencias que viven y a la información que les damos de ellos mismos a través de nuestras palabras, de nuestros gestos, nuestras actitudes y de nuestras propias creencias con respecto a ellos. Ellos van percibiendo todo esto y creando una imagen de sí mismos, de cómo son, su propio autoconcepto.

Ten muchísimo cuidado con lo que transmites a tu hijo, lo que le transmites de él. Porque esto será con lo que construya la imagen que tenga de sí mismo. Y lo que los adultos le comuniquemos a temprana edad sobre cómo es será lo que él crea para el resto de su vida.

Un niño que percibe que no satisface a sus padres o profesores (por los motivos que sean), es muy difícil que se guste a sí mismo, crezca en la seguridad y confianza de una buena autoestima. Sin embargo, si se siente amado y valorado sin condiciones, su autoimagen será positiva y esto hará que pueda avanzar sin obstáculos en su desarrollo.

🤍No olvides agradecer todo lo bueno de tu hijo y agradéceselo a él, que sepa que estás muy orgullosa de él, que lo aceptas tal cual es.

🤍Es importante conocer cómo se produce el desarrollo infantil y cómo el grado de desarrollo cerebral determina el comportamiento y el aprendizaje en el niño (incluso más que sus experiencias, pues reaccionará ante lo que le ocurra según la maduración que haya alcanzado y las circunstancias le afectarán de una manera u otra acorde a esa maduración).

Conociendo el desarrollo del niño podremos comprenderle mejor. Podremos intentar meternos en su piel, ponernos en su lugar. Comprendiendo qué necesita, dónde están sus carencias para compensar con lo que falta y así lograr una mayor maduración.

Acércate sin miedo al neurodesarrollo. Tener estos conocimientos te dará mucha tranquilidad, hará que conozcas mejor a tu hijo, las necesidades que pueda tener y cómo satisfacerlas.

🤍Si tu hijo tiene un diagnóstico, ten por seguro que es solamente una “etiqueta” con la cual clasificamos al niño. Es una estructuración creada para intentar comprender qué ocurre, pero que en realidad sólo nos habla de los síntomas, de lo que ya vemos, no de lo que ocurre de verdad. No nos dice nada de la causa. Si no consideramos la causa, nunca podremos solucionar un problema, podremos tapar los síntomas, pero éstos se manifestarán por otro lado.

Por esto, lo importante no es el diagnóstico que le hayan dado a tu niño, sino cómo es él y qué necesidades tiene realmente.

Tu hijo es el mismo el día antes y el día después de que le den un diagnóstico. Sin embargo, éste puede marcarle de por vida. No permitas que los demás (o incluso tú misma) tengan otro nombre presente al ver a tu hijo, otro nombre que no sea el suyo propio.

🤍Respeta al niño, no le presiones pues la presión es fuente de todo tipo de dificultades y sólo agrava los problemas. El cerebro tiene dos objetivos: el primero es sobrevivir y el segundo, desarrollarse y aprender. Si está ocupado en el primero porque hay estrés, el segundo objetivo quedará anulado o postpuesto. Un niño no puede aprender bajo presión.

🤍Los niños, cuando son pequeños, funcionan utilizando frecuentemente determinadas ondas cerebrales como las que utilizamos nosotros antes de dormir. Unas ondas cerebrales que hacen que nuestros pensamientos queden grabados en nuestro subconsciente, por ello es tan importante para nosotros aprovechar los momentos de antes del sueño, cuando estamos muy relajados, para pensar en cosas positivas con respecto a nuestros hijos.

Los niños pequeños funcionan en estas ondas cerebrales todo el día, no solamente en momentos previos al sueño y es por esto por lo que en estos primeros años se programa su mente, se programa su cerebro, las creencias se graban “a fuego”.

Estos son los años en los que el niño aprende del mundo y aprende de sí mismo y sobre sí mismo, son unos años cruciales en los cuales tenemos de cuidar la información que transmitimos al niño sobre quién es, cómo es.

En estos primeros años y más adelante también, podemos utilizar esos momentos previos al sueño para inculcar creencias positivas y decirles cuánto valen.

Aprovecha estos momentos de antes de dormir para decirle a tu hijo todas las cosas buenas que tiene, todo lo positivo que hay en él y todas las capacidades que tiene para mejorar.

Hazle ver lo maravilloso que es y cuánto le quieres…

Mamá, no te quedes con lo negativo, no te quedes con los problemas. Recuerda que, si lo haces, ésta será tu realidad pues no verás otra cosa. No podrás ver otra cosa. Igual que cuando tienes el enfoque en algo y no haces más que verlo por todas partes, lo mismo ocurre con los problemas, con las dificultades y con los miedos.

El miedo manipula nuestros sentidos y nos hace ver las cosas desde su prisma, nos impide avanzar, nos impide tomar acción. Y salir de nuestra “zona de confort” nos impide movernos para mejorar las cosas y para ver que hay otras cosas mejores detrás del miedo.

Cuida de tus emociones, cuida de tus pensamientos, cuida de tus palabras, y cuida muchísimo tu foco y tu mirada.  

Cuida los ojos con que miras a tu hijo.

MIMANDO LAS ESTRELLAS✨ Programa de formación online en neurodesarrollo infantil

Cómo transformar tu vida usando tu mente subconsciente

Aquí estamos de nuevo, en el programa de formación online en neurodesarrollo MIMANDO LAS ESTRELLAS✨, y con nuestra experta invitada de este mes: Amparo López.

Amparo nos habla de cómo podemos servirnos de nuestra mente subconsciente y de las frecuencias cerebrales que utilizamos o que utilizan nuestros niños para instaurar creencias positivas sobre uno mismo que perduren en el tiempo.

Amparo cuenta cómo inició su camino profesional como madre en la búsqueda de soluciones para ayudar a su hijo. En esta búsqueda descubrió técnicas poderosas de transformación personal.

Una de las claves de las que nos habla son las creencias poderosas o limitantes que podamos tener sobre nosotros mismos. Y que también crean, muy tempranamente, nuestros niños sobre sí mismos.

Asegura que liberarnos de las creencias que nos limitan utilizando el potencial de nuestra mente nos llevará a lograr el equilibrio emocional y la felicidad.

Algo que, indiscutiblemente, queremos todos para nuestros niños. Y está en nuestras manos ayudarles a evitar las creencias negativas para instaurar otras positivas que perduren en ellos a lo largo de su vida.

Más información sobre Amparo López, y su contacto, en su web: amparo-lopez.com

Y te gustaría tener más información sobre el programa de formación en neurodesarrollo MIMANDO LAS ESTRELLAS✨, sólo haz clic en el nombre.

Si te apetece, agenda una sesión por zoom conmigo y te cuento todos los detalles😃:

Creciendo en la confianza. Cómo inculcar creencias positivas en nuestros hijos.

Cómo inculcar creencias positivas en nuestros hijos
En UNA INFANCIA PARA TODA LA VIDA tenemos el honor de contar en esta ocasión con Amparo López. Amparo es terapeuta, coach, hipnoterapeuta y profesora de técnicas de transformación y crecimiento personal, y hoy nos habla de un tema esencial para todos aquellos que somos padres o lo vayamos a ser.
Como padres, lo primero que queremos para nuestros niños es que sean felices, y para ello buscamos que crezcan en la confianza. En esta interesantísima charla, Amparo nos cuenta cómo podemos los padres inculcar creencias positivas en nuestros hijos de modo que crean en sí mismos y se sientan capaces.
Como hipnóloga, Amparo nos habla de la gran capacidad de incorporar creencias que tienen los niños pequeños al funcionar especialmente con determinadas ondas cerebrales.
Coincide este período, los primeros 7 años de vida, con la etapa de mayor palsticidad cerebral, etapa en la cual, los niños crean programas y patrones de funcionamiento con todo lo que aprenden y con todo lo que les rodea.
La responsabilidad de los padres es muy grande y debemos ser conscientes de ello.
Amparo nos da consejos preciosos sobre cómo podemos enfrentarnos a esta responsabilidad, aumentando la autoestima de nuestros hijos y dándoles una maravillosa herramienta que los haga sentir capaces y valiosos a lo largo de su vida.
Datos de Amparo Lopez:
667022534
Puedes ponerte en contacto conmigo (Rosina Uriarte) si buscas asesoramiento, orientación o consejos sobre cualquier tema relacionado con el desarrollo de tu hijo/a:
Te espero 💗

ALTERACIONES DEL DESARROLLO INFANTIL: UN ENFOQUE DIFERENTE, UNA NUEVA ESPERANZA

 
Alteraciones del desarrollo infantil: un enfoque diferente, una nueva esperanza: el neurodesarrollo.
 
Fatima Amezkua, responsable de comunicación de la Asociación Laztana, enero 2016
 
Los seres humanos nacemos muy inmaduros y altamente dependientes de los cuidados de nuestros progenitores no solo para crecer sino para seguir desarrollándonos. Los tres primeros años de vida, pero sobretodo el periodo gestacional y el primer año de vida, son fundamentales para el correcto desarrollo motor, sensorial y neuronal que sentará las bases para el posterior desarrollo emocional y cognitivo de la persona. Es por esta razón que las niñas y niños pequeños y las mujeres embarazadas son los más sensibles y vulnerables al impacto de distintos factores externos que pueden perturbar el normal desarrollo infantil.
 
Las sociedades modernas conllevan unos modos de vida y consumo que implican altos niveles de estrés en la vida cotidiana así como una constante exposición a miles de sustancias químicas combinadas, metales pesados, contaminación atmosférica, ondas electromagnéticas, etc. Nunca antes los seres humanos habíamos estado expuestos a tantas sustancias químicas, presentes incluso en los alimentos que ingerimos, y a tantas radiaciones de las que desconocemos sus efectos a largo plazo. Somos cobayas de una experimentación a escala mundial en la que, obviando el principio de precaución, se espera a que los efectos negativos de una sustancia se demuestren claramente dañinos para proceder a limitar su uso. Y, lo que es peor, nadie regula la influencia sobre las personas de la combinación de dos o más de estas sustancias potencialmente tóxicas cuando diariamente convivimos con cientos de ellas. La doctora en Medicina Ambiental, Pilar Muñoz Calero, ha estudiado ampliamente la influencia de estas sustancias en el ser humano y las patologías en las que incide entre las que se incluyen alergias, intolerancias y muchas alteraciones del desarrollo infantil.
Algunos de los factores que pueden perturbar el correcto desarrollo infantil incluyen: factores ambientales como exposición a sustancias tóxicas -vía placenta o por contacto directo- o a radiaciones electromagnéticas; problemas durante el periodo gestacional y/o el parto como altos niveles de estrés durante el embarazo, nacimientos prematuros o partos por cesárea; carencias afectivas y falta de estimulación sensorial como las sufridas en su primera etapa de vida por muchos niños y niñas adoptados; hospitalizaciones prolongadas; largas jornadas en guarderías desde muy bebes; uso abusivo de sillitas y andadores que limitan el libre movimiento del bebe tan necesario para su desarrollo motor, etc.  Diversos estudios como los dirigidos por la investigadora Marieta Fernández Cabrera[1] de la Universidad de Granada, así como otros muchos centros de investigación a nivel internacional, han demostrado que los niños y niñas que han vivido alguna de estas circunstancias tienen mayores probabilidades que el resto de la población de sufrir algún tipo de alteración del desarrollo infantil y/o del sistema inmunológico.
Por todo ello, no es extraño encontrar en nuestro entorno cada vez más niños y niñas que sufren alergias, intolerancias alimentarias, déficit de atención con o sin hiperactividad (TDA/H), trastornos del lenguaje, problemas de integración sensorial, autismo o trastornos del espectro autista (TEA), etc. Si bien es cierto que dificultades del aprendizaje de diverso tipo, alergias o enfermedades como el autismo siempre han existido, llama la atención el incremento que algunos diagnósticos asociados a estos problemas han experimentado en las dos últimas décadas. Por ejemplo, según la revista Neurología[2]estudios epidemiológicos recientes informan que en 1985 se registraban 5 casos de autismo por 10.000, mientras que nuevas estimaciones reportan  1 caso por cada 100 niños y adolescentes en 2008 –algo evolutivamente imposible si su origen es solo genético y que tampoco se explica solo por una mejor detección de casos- y en el caso del TDA/H ha pasado de diagnosticarse al 2% de la población infantil a alcanzar niveles del 15% en algunos países como EEUU.
 
Este tipo de trastornos inciden de forma significativa en la vida familiar, escolar y social de muchos niños y, cuando afectan a capacidades atencionales, cognitivas o relacionales, son a veces difíciles de detectar hasta que los pequeños cursan Educación Primaria. Muchos escolares con TDA/H, lateralidad cruzada, trastornos del lenguaje, TEA u otras alteraciones del desarrollo son incomprendidos y el sistema educativo no siempre está preparado para ofrecerles la ayuda que necesitan.
 
Muchas veces la única respuesta que reciben del sistema sanitario y educativo es medicación farmacológica tal vez complementada con asistencia psicológica mediante terapia conductual y cognitiva  que -aunque puede resultar positiva- no logra cambios suficientemente profundos y duraderos pues no corrige la causa del trastorno sino que más bien ayudan a controlar algunos de los síntomas que produce.
 
Sin embargo, hoy día existe una diversidad de métodos terapéuticos que trabajan estos problemas desde su origen dando una segunda oportunidad al cerebro para que logre su correcto desarrollo. Están basados en ejercicios de estimulación cerebral para la reorganización neurofuncional junto a la mejora del estado del sistema inmunológico acompañada de una alimentación sana, preferiblemente ecológica. Estos métodos están avalados por profesionales de todo el mundo y por miles de familias que los han utilizado obteniendo mayores garantías de éxito sin efectos secundarios para la salud. No se trata de terapias milagrosas diseñadas por el gurú de turno, sino que están basadas en principios científicos, estudios contrastados y años de trabajo. En la práctica la reorganización neurofuncional se logra a través de en una serie de ejercicios de estimulación cerebral personalizados que padres y madres deben realizar diariamente en casa con sus hijos y que se complementan con sesiones de terapia presencial y revisiones por parte de las y los profesionales correspondientes: neurólogo, optometrista comportamental, especialista en reeducación auditiva, especialista en integración de reflejos primitivos, etc.
 
Dos son las claves que hacen que estos métodos terapéuticos funcionen. Por un lado, la plasticidad cerebral que, si bien se ha demostrado que es una capacidad que mantenemos a lo largo de toda la vida, ésta es mucho mayor durante la infancia. La segunda clave es constancia y repetición pues es así como nuestro cerebro aprende y se desarrolla. Repitiendo de forma sistemática y durante el tiempo necesario el tipo de estímulo que cada niño o niña necesite se logra que el cerebro desarrolle esa área que había quedado bloqueada o que mejore la conexión neuronal entre áreas del cerebro que deberían comunicarse con fluidez.
 
Ante la falta de información sobre las causas y posibilidades de tratamiento de estas alteraciones del desarrollo, nace en julio de 2013 Laztana –Asociación para el desarrollo y la estimulación infantil- con el objetivo de difundir y facilitar a las familias el acceso a métodos terapéuticos libres de medicación que trabajan por lograr una maduración neurológica adecuada y un estado biológico en las mejores condiciones por medios naturales y efectivos. Cualquier persona interesada puede informarse y contactarnos a través de nuestra página Web:http://www.asociacionlaztana.org/, en facebook:https://www.facebook.com/asociacionlaztana  o en el email:[email protected].


[1]             Marieta Fernández Cabrera es Doctora en Ciencias Químicas de la Universidad de Granada y coordinadora en Granada del Proyecto INMA, INfancia y Medioambiente. http://www.proyectoinma.org
[2]             Revista Neurología, Vol. 27, Num. 7, sep 2012, editorial Elsevier. Publicación científica de la Sociedad Española de Neurología.

PREVENCIÓN DEL FRACASO ESCOLAR DESDE LA EDUCACIÓN INFANTIL con la organización neurológica.

Prevenir el fracaso escolar no solamente es posible en muchos casos, sino un deber y una responsabilidad de los adultos que trabajamos y cuidamos de los niños en sus primeros años de vida. La organización neurológica o neurodesarrollo se ocupa de ello.

Rosina Uriarte

El fracaso escolar preocupa seriamente tanto a padres como a educadores. Es algo que concierne a toda la sociedad dado el elevado porcentaje de estudiantes que lo sufren. Un fracaso que no debemos atribuir exclusivamente a estos chicos y chicas, pues en la mayoría de los casos no son “culpables” de la situación, sino sus víctimas.

Cuando se habla de fracaso escolar, casi siempre evocamos la imagen de alumnos de la ESO o de los cursos superiores de Primaria. Según las estadísticas, el fracaso escolar comienza en muchos casos a vislumbrarse hacia los ocho años, en tercero de primaria. Sin embargo, es en la educación secundaria cuando se hace más evidente. Entonces los requisitos académicos se endurecen y el esfuerzo ha de ser mayor. Y todo esto unido a la difícil y delicada etapa de la adolescencia.

Pero pocas veces se hace referencia a los niños de Educación Infantil con respecto al fracaso escolar. ¿Es acaso porque no existe tal fracaso a esta edad? Esto es lo que mayoritariamente se asume, pero no hay nada más lejos de la realidad… Los objetivos mínimos establecidos en Educación Infantil no son ambiciosos, cualquier niño puede alcanzarlos, y superarlos, con toda facilidad… pero no siempre es así… Y el número de niños que no alcanzan estos objetivos, o lo hacen con dificultad, se asemeja bastante al tanto por ciento de fracaso escolar que reflejan las estadísticas.

Si los educadores que trabajamos con niños menores de seis años vemos que casi una cuarta parte de los alumnos no sigue el ritmo del resto… lo lógico es actuar para atajar por todos los medios esta situación y que estos niños no crezcan para engrosar las filas de los “fracasados escolares”. Pero a pesar de que se trabaja en Infantil con niños con retrasos madurativos, problemas de lenguaje, etc., sigue habiendo un tanto por ciento de niños a los cuales se les deja “que maduren” con la triste y callada convicción de que “ya se ocuparán” sus tutores de primaria de trabajar con ellos en sus dificultades. La pena es el precioso tiempo que se desperdicia mientras se espera a que madure un niño… un niño con dificultades…

Todos hemos oído o leído que los seis primeros años son vitales para formar las bases de la inteligencia y las habilidades del niño. Son los años principales del desarrollo infantil, en los que el cerebro es más plástico y en los que se crean la mayor cantidad de conexiones y circuitos neuronales, las “herramientas” con las que habremos de arreglárnoslas durante toda nuestra vida futura. Por esto, invertir en una buena Educación Infantil y en el desarrollo del niño en estas edades, es como invertir en buenos materiales de construcción y la edificación de los pilares y vigas maestras de un gran y hermoso edificio.

La etapa de la Educación Infantil es una etapa difícil para hablar de diagnósticos y tratamientos. Muchos problemas no son diagnosticados a esta edad, como son los asociados al déficit de atención con hiperactividad, por ejemplo. Y no es porque los síntomas no sean evidentes, como ya se ha expuesto. Pero es lógico que se tienda a “esperar” a ver qué ocurre y cómo evoluciona el niño. Y en casos afortunados, estos síntomas en el niño no se transforman en un problema académico o de comportamiento. Es muy natural que los padres y profesores prefieran “esperar” a que estos problemas se desarrollen de forma evidente, para empezar a actuar sobre ellos. Sin embargo, cuando un niño muestra una dificultad, existe un motivo para ésta, y que este motivo desaparezca no es lo común pues normalmente se debe a fallos en la base del desarrollo del niño.

Por esto, “esperar” en estas edades tempranas supone perder el momento adecuado para actuar. Supone una mayor dificultad en la solución de estos fallos en el desarrollo, un trabajo más costoso y unos resultados más pobres…

Pero si bien el concepto de “tratamiento” nos puede parecer excesivo en niños pequeños cuando aún el problema académico no es claro, no debemos temer el término “prevención”.

La prevención a edades tempranas podría ser una de las claves para solventar el problema del fracaso escolar a edades más tardías.

Lo dice el refrán: “mejor prevenir que curar”. Una lección que están aplicando ya varios colegios en nuestro país con todos sus alumnos de Educación Infantil. Aún faltan datos estadísticos sobre los resultados objetivos de la aplicación de técnicas de prevención del fracaso escolar a través de ejercicios que desarrollan el sistema nervioso y ayudan al niño a madurar en todas sus áreas (física, cognitiva, sensorial, emocional, social). Pero confiamos en que pronto los habrá y un mayor número de centros se unan en esta iniciativa.

Queda patente que la mayoría de las dificultades académicas están causadas directamente por una inmadurez neurológica o, lo que es lo mismo, los fallos en el desarrollo que mencionábamos con anterioridad. Éstos fallos pueden manifestarse en la forma de una lateralidad mal establecida (cuando el niño no es totalmente diestro o zurdo, con lo cual su cerebro no está bien organizado y sus hemisferios cerebrales compiten en lugar de colaborar); en un sistema ocular que no funciona adecuada o cómodamente para las tareas que requieren de la lectura y la escritura; un sistema auditivo que no consigue procesar los sonidos claramente para poder reproducirlos en un correcto lenguaje hablado o prestar la adecuada atención en clase; reflejos primitivos que se han quedado retenidos y no han madurado de la forma deseada; una integración sensorial deficiente que hace que el niño interprete los estímulos que le rodean de una forma equivocada, mostrando unas reacciones y un rendimiento que no son los adecuados para su edad y la situación dada.

El desarrollo en el niño se produce de manera natural gracias a todos los estímulos que recibe de su entorno y con cada movimiento y acción que realiza. El movimiento es la principal fuente de información y desarrollo, junto con el tacto, el oído y la vista. Es primordial tener esto en cuenta para dar al niño las oportunidades que necesita de moverse a estas edades, y de experimentar con todo lo que le rodea.

Además, pueden aplicarse métodos de desarrollo neuromotor o de organización neurológica, que consisten en ejercicios motores principalmente, realizados de forma lúdica, pero continuada, constante y repetida, para su mayor efectividad. La repetición y la constancia son esenciales para la creación de nuevos circuitos neuronales, por lo que estos programas deben ser diarios. Unos veinte minutos podrían bastar para la realización de estos ejercicios en un aula de Educación Infantil. No deben suponer un sustituto a la psicomotricidad tradicional, pero serían desde luego un complemento ideal.

Cualquiera de los métodos de organización neurológica que se utilizan para tratar a niños con problemas del desarrollo, podrían utilizarse en su forma más básica y lúdica, para prevenir estos problemas en un grupo de alumnos en el aula. Y no solamente en Educación Infantil. Pues, aunque es éste el momento ideal para la prevención, estos programas también pueden realizarse, y de hecho se están aplicando, con niños de cursos superiores. En ambos casos, con el mismo objetivo: evitar el fracaso escolar.

Más información:

PSICOMOTRICIDAD Y DESARROLLO NEUROMOTOR

EL SISTEMA NERVIOSO EN LA BASE DEL COMPORTAMIENTO Y RENDIMIENTO DEL NIÑO.

LA LATERALIDAD: ¿DIESTRO O ZURDO?

REFLEJOS, APRENDIZAJE Y COMPORTAMIENTO

FUNCIONAMIENTO OCULAR: LA VISIÓN EN EL APRENDIZAJE

INCIDENCIA DE LA AUDICIÓN EN LA ESCUELA Y EN LA CONDUCTA