Prevenir el fracaso escolar no solamente es posible en muchos casos, sino un deber y una responsabilidad de los adultos que trabajamos y cuidamos de los niños en sus primeros años de vida. La organización neurológica o neurodesarrollo se ocupa de ello.
Rosina Uriarte
El fracaso escolar preocupa seriamente tanto a padres como a educadores. Es algo que concierne a toda la sociedad dado el elevado porcentaje de estudiantes que lo sufren. Un fracaso que no debemos atribuir exclusivamente a estos chicos y chicas, pues en la mayoría de los casos no son “culpables” de la situación, sino sus víctimas.
Cuando se habla de fracaso escolar, casi siempre evocamos la imagen de alumnos de la ESO o de los cursos superiores de Primaria. Según las estadísticas, el fracaso escolar comienza en muchos casos a vislumbrarse hacia los ocho años, en tercero de primaria. Sin embargo, es en la educación secundaria cuando se hace más evidente. Entonces los requisitos académicos se endurecen y el esfuerzo ha de ser mayor. Y todo esto unido a la difícil y delicada etapa de la adolescencia.
Pero pocas veces se hace referencia a los niños de Educación Infantil con respecto al fracaso escolar. ¿Es acaso porque no existe tal fracaso a esta edad? Esto es lo que mayoritariamente se asume, pero no hay nada más lejos de la realidad… Los objetivos mínimos establecidos en Educación Infantil no son ambiciosos, cualquier niño puede alcanzarlos, y superarlos, con toda facilidad… pero no siempre es así… Y el número de niños que no alcanzan estos objetivos, o lo hacen con dificultad, se asemeja bastante al tanto por ciento de fracaso escolar que reflejan las estadísticas.
Si los educadores que trabajamos con niños menores de seis años vemos que casi una cuarta parte de los alumnos no sigue el ritmo del resto… lo lógico es actuar para atajar por todos los medios esta situación y que estos niños no crezcan para engrosar las filas de los “fracasados escolares”. Pero a pesar de que se trabaja en Infantil con niños con retrasos madurativos, problemas de lenguaje, etc., sigue habiendo un tanto por ciento de niños a los cuales se les deja “que maduren” con la triste y callada convicción de que “ya se ocuparán” sus tutores de primaria de trabajar con ellos en sus dificultades. La pena es el precioso tiempo que se desperdicia mientras se espera a que madure un niño… un niño con dificultades…
Todos hemos oído o leído que los seis primeros años son vitales para formar las bases de la inteligencia y las habilidades del niño. Son los años principales del desarrollo infantil, en los que el cerebro es más plástico y en los que se crean la mayor cantidad de conexiones y circuitos neuronales, las “herramientas” con las que habremos de arreglárnoslas durante toda nuestra vida futura. Por esto, invertir en una buena Educación Infantil y en el desarrollo del niño en estas edades, es como invertir en buenos materiales de construcción y la edificación de los pilares y vigas maestras de un gran y hermoso edificio.
La etapa de la Educación Infantil es una etapa difícil para hablar de diagnósticos y tratamientos. Muchos problemas no son diagnosticados a esta edad, como son los asociados al déficit de atención con hiperactividad, por ejemplo. Y no es porque los síntomas no sean evidentes, como ya se ha expuesto. Pero es lógico que se tienda a “esperar” a ver qué ocurre y cómo evoluciona el niño. Y en casos afortunados, estos síntomas en el niño no se transforman en un problema académico o de comportamiento. Es muy natural que los padres y profesores prefieran “esperar” a que estos problemas se desarrollen de forma evidente, para empezar a actuar sobre ellos. Sin embargo, cuando un niño muestra una dificultad, existe un motivo para ésta, y que este motivo desaparezca no es lo común pues normalmente se debe a fallos en la base del desarrollo del niño.
Por esto, “esperar” en estas edades tempranas supone perder el momento adecuado para actuar. Supone una mayor dificultad en la solución de estos fallos en el desarrollo, un trabajo más costoso y unos resultados más pobres…
Pero si bien el concepto de “tratamiento” nos puede parecer excesivo en niños pequeños cuando aún el problema académico no es claro, no debemos temer el término “prevención”.
La prevención a edades tempranas podría ser una de las claves para solventar el problema del fracaso escolar a edades más tardías.
Lo dice el refrán: “mejor prevenir que curar”. Una lección que están aplicando ya varios colegios en nuestro país con todos sus alumnos de Educación Infantil. Aún faltan datos estadísticos sobre los resultados objetivos de la aplicación de técnicas de prevención del fracaso escolar a través de ejercicios que desarrollan el sistema nervioso y ayudan al niño a madurar en todas sus áreas (física, cognitiva, sensorial, emocional, social). Pero confiamos en que pronto los habrá y un mayor número de centros se unan en esta iniciativa.
Queda patente que la mayoría de las dificultades académicas están causadas directamente por una inmadurez neurológica o, lo que es lo mismo, los fallos en el desarrollo que mencionábamos con anterioridad. Éstos fallos pueden manifestarse en la forma de una lateralidad mal establecida (cuando el niño no es totalmente diestro o zurdo, con lo cual su cerebro no está bien organizado y sus hemisferios cerebrales compiten en lugar de colaborar); en un sistema ocular que no funciona adecuada o cómodamente para las tareas que requieren de la lectura y la escritura; un sistema auditivo que no consigue procesar los sonidos claramente para poder reproducirlos en un correcto lenguaje hablado o prestar la adecuada atención en clase; reflejos primitivos que se han quedado retenidos y no han madurado de la forma deseada; una integración sensorial deficiente que hace que el niño interprete los estímulos que le rodean de una forma equivocada, mostrando unas reacciones y un rendimiento que no son los adecuados para su edad y la situación dada.
El desarrollo en el niño se produce de manera natural gracias a todos los estímulos que recibe de su entorno y con cada movimiento y acción que realiza. El movimiento es la principal fuente de información y desarrollo, junto con el tacto, el oído y la vista. Es primordial tener esto en cuenta para dar al niño las oportunidades que necesita de moverse a estas edades, y de experimentar con todo lo que le rodea.
Además, pueden aplicarse métodos de desarrollo neuromotor o de organización neurológica, que consisten en ejercicios motores principalmente, realizados de forma lúdica, pero continuada, constante y repetida, para su mayor efectividad. La repetición y la constancia son esenciales para la creación de nuevos circuitos neuronales, por lo que estos programas deben ser diarios. Unos veinte minutos podrían bastar para la realización de estos ejercicios en un aula de Educación Infantil. No deben suponer un sustituto a la psicomotricidad tradicional, pero serían desde luego un complemento ideal.
Cualquiera de los métodos de organización neurológica que se utilizan para tratar a niños con problemas del desarrollo, podrían utilizarse en su forma más básica y lúdica, para prevenir estos problemas en un grupo de alumnos en el aula. Y no solamente en Educación Infantil. Pues, aunque es éste el momento ideal para la prevención, estos programas también pueden realizarse, y de hecho se están aplicando, con niños de cursos superiores. En ambos casos, con el mismo objetivo: evitar el fracaso escolar.
Más información:
PSICOMOTRICIDAD Y DESARROLLO NEUROMOTOR
EL SISTEMA NERVIOSO EN LA BASE DEL COMPORTAMIENTO Y RENDIMIENTO DEL NIÑO.
LA LATERALIDAD: ¿DIESTRO O ZURDO?
REFLEJOS, APRENDIZAJE Y COMPORTAMIENTO
Hola Rosa, acabo de conocer tu blog que me ha recomendado Mara del foro de Isis. Allí planteaba una duda sobre mi hijo, y precisamente este artículo hace que me la replantee de nuevo. Toda la información que llevo leyendo en tu blog me está abriendo muchos interrogantes.
Si me permites quiero comentarte por encima nuestro caso. Nosotros observamos desde que nuestro hijo inició la Educación Infantil -este año cursa 3º de Infantil- que tiene dificultades de atención “le cuesta concentrarse, se distrae contínuamente…” son siempre los comentarios de su tutora en cada trimestre (y no sólo le pasa en las actividades en el cole, sino también en casa comiendo o para vestirse) El tema está en que la solución que nos da cada vez que hablamos con ella siempre es la misma: esperar a que madure. Es cierto que es de los más pequeños de clase -cumplió 5 años en diciembre- y que hay una diferencia abismal con otros compañeros en cuanto a madurez. Y lo que me angustia en estos momentos es si no estaré perdiendo un tiempo precioso “esperando”. Estoy muy perdida en qué pasos debo dar, por un lado me gustaría que mi hijo fuera evaluado (no podemos contar con la orientadora del centro pues está enferma (?) o que al menos nos dieran unas pautas de cómo trabajar con un niño inteligente pero que no se centra y le angustia el poder equivocarse. Quizás no sea un déficit de atención o que simplemente sea un niño inatento o tal vez como dice su profesora sea simplemente cuestión de inmadurez, pero quiero saberlo cuanto antes mejor para poder ofrecerle la atención que merece. Por dónde empiezo, a qué profesional sería el primero al que me tendría que dirigir?
Gracias por tu atención y tu trabajo. Ana
Hola Ana,
sólo puedo decirte una cosa de la que estoy convencida: que un niño no se centre no tiene absolutamente nada que ver con su edad. La disculpa de la “inmadurez” vale cuando el niño no llega donde están la mayoría porque son unos meses mayores (lo cual ya en 3º de infantil no debe notarse demasiado, esto se nota más en 1º y en 2º), pero no es disculpa para que no se centre. Los niños de dos años se centran perfectamente cuando no hay problemas, lo mismo con los niños de un año. Siempre que les pidamos que mantengan la atención en lo que es posible para un niño de su edad.
El problema que tenemos en educación infantil es que los niños son pequeños y no vemos los problemas claramente. Nos da miedo meternos en tratamientos, lo cual es lógico. Y tendemos a esperar a que los problemas sean evidentes. Esto es lógico. Pero sí se pierde tiempo, el tiempo más precioso de todos.
Creo que es importante plantearse la prevención si nos da miedo hablar de tratamiento.
Ten en cuenta que muchos de estos tratamientos de los que hablo en mis blogs (siempre terapias alternativas) pueden plantearse como un juego o un rato agradable cuando el problema no es grave y queremos prevenir cuando sospechamos pueda haber problemas futuros. No tiene por qué suponer un agobio para el niño ni la familia, sino un momento agradable.
Yo te diría que te guiaras por tu instinto y te plantees si realmente estás preocupada o no. Si lo estás es porque pasa algo, si no es así, déjalo estar por el momento.
Pero date cuenta de que cuando hablamos de déficit de atención, se hace esperar a los padres porque en educación infantil este problema NO se trata por no estar diagnosticado. Y no se diagnostica porque no se puede tratar hasta los cinco o seis años (primaria). Y cuando digo “tratar” me refiero a la opción “oficial” que es la medicación.
La mayoría de los padres suelen pasar de oir el conesjo de “espera a que madure” directamente a la recomendación de medicar a sus hijos.
Pero yo no puedo decirte qué debes hacer. ES una decisión personal vuestra.
Si queréis probar con una terapia alternativa, puedes escribirme un email privado diciéndome de dónde eres pues hay varias opciones.
Tienes mi dirección de correo electrónico junto a mi perfil en el blog.
Saludos y suerte, ojalá sólo fuera cuestión de madurez.
Rosina
Hola Ana,
Yo también soy madre de un niño de 5 años com problemas de atención. En el caso de mi hijo detrás de su falta de atención , que es tan sólo un sintoma que puede tener muchísimas causas, hay indefinición lateral, reflejos retenidos, movimientos oculares deficientes, escasa propiocepción…
Y te puedo asegurar que aparentemente es “normal”, hasta habla y se expresa bastante mejor que muchos de sus compañeros.
A mí lo que hizo que saltaran mis alarmas era su descoordinación en los movimientos físicos: su forma de correr, se manchaba mucho al comer, muy mala grafía….
Hace 5 meses que empezamos a trabajar con TMR y ahora integración sensorial. Su coordinación ha mejorado mucho y también su grafía, la atención un poco, pero esto tendrá que esperar algunos meses mas de trabajo.
Si tienes dudas no esperes, el tiempo es oro, es muy arriesgado esperar a que “madure” por sí solo, porque si hasta ahora ho ha alcanzado el nivel de madurez que correspondería a su edad es probable que sea por algún motivo.
Anímo y un abrazo muy fuerte.
Carmen
Gracias por tu aportación, Carmen. Como siempre tu apoyo es inestimable. Creo que son los testimonios de otras madres lo que realmente más mueve y ayuda a otros padres.
Ya sabes lo contenta que estoy de que tu niño vaya mejorando, aunque aún veas muchas cosas por hacer.
Mucho ánimo y un abrazo,
Rosina
Gracias por vuestro interés y vuestras aportaciones.
Yo no veo que sea tanto problema de centrarse, es como si se dispersara con juegos que se le ocurren o con algo que en ese momento se encuentra… No sé como explicarlo: si se pone a hacer un pasatiempo o un juego donde haya que buscar diferencias le presta atención y lo saca sin problemas, pero si la actividad no le motiva,ponerse el pijama, colorear un dibujo… se le ocurren cien mil cosas que hacer antes de terminar lo que tiene entre manos.
Hemos hablado con él, y de momento la profesora me dice que percibe que pone más empeño en realizar sus trabajos, para luego enseñarnos lo bien que lo está haciendo.
Sigo con mis dudas, pero tampoco quiero etiquetarle. Yo también me considero despistada, y recuerdo a una monja que me regañaba porque me distraía con una mosca que pasara…y bueno, saqué bien todos mis estudios. Así que no sé qué hacer. Sigo detrás de una cita con la orientadora del centro.
De todos modos, Rosina, agradezco que me dejes consultarte personalmente. Estaremos en contacto.
Sigo con mucho interés todo los artículos que pones en tu blog. Gracias
Hola Ana,
espero pronto pueda decirte algún profesional lo que le ocurre a tu hijo. Para así buscar juntos la solución.
Puedes contactarme cuando quieras.
Saludos,
Rosina