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PREVENCIÓN DEL FRACASO ESCOLAR DESDE LA EDUCACIÓN INFANTIL con la organización neurológica.

Prevenir el fracaso escolar no solamente es posible en muchos casos, sino un deber y una responsabilidad de los adultos que trabajamos y cuidamos de los niños en sus primeros años de vida. La organización neurológica o neurodesarrollo se ocupa de ello.

Rosina Uriarte

El fracaso escolar preocupa seriamente tanto a padres como a educadores. Es algo que concierne a toda la sociedad dado el elevado porcentaje de estudiantes que lo sufren. Un fracaso que no debemos atribuir exclusivamente a estos chicos y chicas, pues en la mayoría de los casos no son “culpables” de la situación, sino sus víctimas.

Cuando se habla de fracaso escolar, casi siempre evocamos la imagen de alumnos de la ESO o de los cursos superiores de Primaria. Según las estadísticas, el fracaso escolar comienza en muchos casos a vislumbrarse hacia los ocho años, en tercero de primaria. Sin embargo, es en la educación secundaria cuando se hace más evidente. Entonces los requisitos académicos se endurecen y el esfuerzo ha de ser mayor. Y todo esto unido a la difícil y delicada etapa de la adolescencia.

Pero pocas veces se hace referencia a los niños de Educación Infantil con respecto al fracaso escolar. ¿Es acaso porque no existe tal fracaso a esta edad? Esto es lo que mayoritariamente se asume, pero no hay nada más lejos de la realidad… Los objetivos mínimos establecidos en Educación Infantil no son ambiciosos, cualquier niño puede alcanzarlos, y superarlos, con toda facilidad… pero no siempre es así… Y el número de niños que no alcanzan estos objetivos, o lo hacen con dificultad, se asemeja bastante al tanto por ciento de fracaso escolar que reflejan las estadísticas.

Si los educadores que trabajamos con niños menores de seis años vemos que casi una cuarta parte de los alumnos no sigue el ritmo del resto… lo lógico es actuar para atajar por todos los medios esta situación y que estos niños no crezcan para engrosar las filas de los “fracasados escolares”. Pero a pesar de que se trabaja en Infantil con niños con retrasos madurativos, problemas de lenguaje, etc., sigue habiendo un tanto por ciento de niños a los cuales se les deja “que maduren” con la triste y callada convicción de que “ya se ocuparán” sus tutores de primaria de trabajar con ellos en sus dificultades. La pena es el precioso tiempo que se desperdicia mientras se espera a que madure un niño… un niño con dificultades…

Todos hemos oído o leído que los seis primeros años son vitales para formar las bases de la inteligencia y las habilidades del niño. Son los años principales del desarrollo infantil, en los que el cerebro es más plástico y en los que se crean la mayor cantidad de conexiones y circuitos neuronales, las “herramientas” con las que habremos de arreglárnoslas durante toda nuestra vida futura. Por esto, invertir en una buena Educación Infantil y en el desarrollo del niño en estas edades, es como invertir en buenos materiales de construcción y la edificación de los pilares y vigas maestras de un gran y hermoso edificio.

La etapa de la Educación Infantil es una etapa difícil para hablar de diagnósticos y tratamientos. Muchos problemas no son diagnosticados a esta edad, como son los asociados al déficit de atención con hiperactividad, por ejemplo. Y no es porque los síntomas no sean evidentes, como ya se ha expuesto. Pero es lógico que se tienda a “esperar” a ver qué ocurre y cómo evoluciona el niño. Y en casos afortunados, estos síntomas en el niño no se transforman en un problema académico o de comportamiento. Es muy natural que los padres y profesores prefieran “esperar” a que estos problemas se desarrollen de forma evidente, para empezar a actuar sobre ellos. Sin embargo, cuando un niño muestra una dificultad, existe un motivo para ésta, y que este motivo desaparezca no es lo común pues normalmente se debe a fallos en la base del desarrollo del niño.

Por esto, “esperar” en estas edades tempranas supone perder el momento adecuado para actuar. Supone una mayor dificultad en la solución de estos fallos en el desarrollo, un trabajo más costoso y unos resultados más pobres…

Pero si bien el concepto de “tratamiento” nos puede parecer excesivo en niños pequeños cuando aún el problema académico no es claro, no debemos temer el término “prevención”.

La prevención a edades tempranas podría ser una de las claves para solventar el problema del fracaso escolar a edades más tardías.

Lo dice el refrán: “mejor prevenir que curar”. Una lección que están aplicando ya varios colegios en nuestro país con todos sus alumnos de Educación Infantil. Aún faltan datos estadísticos sobre los resultados objetivos de la aplicación de técnicas de prevención del fracaso escolar a través de ejercicios que desarrollan el sistema nervioso y ayudan al niño a madurar en todas sus áreas (física, cognitiva, sensorial, emocional, social). Pero confiamos en que pronto los habrá y un mayor número de centros se unan en esta iniciativa.

Queda patente que la mayoría de las dificultades académicas están causadas directamente por una inmadurez neurológica o, lo que es lo mismo, los fallos en el desarrollo que mencionábamos con anterioridad. Éstos fallos pueden manifestarse en la forma de una lateralidad mal establecida (cuando el niño no es totalmente diestro o zurdo, con lo cual su cerebro no está bien organizado y sus hemisferios cerebrales compiten en lugar de colaborar); en un sistema ocular que no funciona adecuada o cómodamente para las tareas que requieren de la lectura y la escritura; un sistema auditivo que no consigue procesar los sonidos claramente para poder reproducirlos en un correcto lenguaje hablado o prestar la adecuada atención en clase; reflejos primitivos que se han quedado retenidos y no han madurado de la forma deseada; una integración sensorial deficiente que hace que el niño interprete los estímulos que le rodean de una forma equivocada, mostrando unas reacciones y un rendimiento que no son los adecuados para su edad y la situación dada.

El desarrollo en el niño se produce de manera natural gracias a todos los estímulos que recibe de su entorno y con cada movimiento y acción que realiza. El movimiento es la principal fuente de información y desarrollo, junto con el tacto, el oído y la vista. Es primordial tener esto en cuenta para dar al niño las oportunidades que necesita de moverse a estas edades, y de experimentar con todo lo que le rodea.

Además, pueden aplicarse métodos de desarrollo neuromotor o de organización neurológica, que consisten en ejercicios motores principalmente, realizados de forma lúdica, pero continuada, constante y repetida, para su mayor efectividad. La repetición y la constancia son esenciales para la creación de nuevos circuitos neuronales, por lo que estos programas deben ser diarios. Unos veinte minutos podrían bastar para la realización de estos ejercicios en un aula de Educación Infantil. No deben suponer un sustituto a la psicomotricidad tradicional, pero serían desde luego un complemento ideal.

Cualquiera de los métodos de organización neurológica que se utilizan para tratar a niños con problemas del desarrollo, podrían utilizarse en su forma más básica y lúdica, para prevenir estos problemas en un grupo de alumnos en el aula. Y no solamente en Educación Infantil. Pues, aunque es éste el momento ideal para la prevención, estos programas también pueden realizarse, y de hecho se están aplicando, con niños de cursos superiores. En ambos casos, con el mismo objetivo: evitar el fracaso escolar.

Más información:

PSICOMOTRICIDAD Y DESARROLLO NEUROMOTOR

EL SISTEMA NERVIOSO EN LA BASE DEL COMPORTAMIENTO Y RENDIMIENTO DEL NIÑO.

LA LATERALIDAD: ¿DIESTRO O ZURDO?

REFLEJOS, APRENDIZAJE Y COMPORTAMIENTO

FUNCIONAMIENTO OCULAR: LA VISIÓN EN EL APRENDIZAJE

INCIDENCIA DE LA AUDICIÓN EN LA ESCUELA Y EN LA CONDUCTA

TÉCNICAS DE GLENN DOMAN

Perfil del desarrollo de los Institutos para el Logro del Potencial Humano

Del blog de María Fernanda, artrogriposismulcongenita“, quiero resaltar una entrada en la que se describe parte del método Doman de organización neurológica.

Técnicas de Glenn Doman.

 
Éste no es el programa completo, hay muchas otras áreas que se trabajan como puede verse en la tabla del Perfil del Desarrollo (arriba).
 
Es importante tener en cuenta que un niño con una lesión neurológica o un problema del desarrollo debe ser guiado por un profesional del método que diseñe un programa específico acorde a sus necesidades concretas. Este programa se diseña tras evaluar al niño en todas las áreas del desarrollo y ver en qué nivel se encuentra en cada una de ellas. Es a partir de este nivel que se deberá trabajar intensamente para lograr pasar al siguiente y así sucesivamente.
 
Dejo un enlace a esta entrada para que quienes estén interesados puedan conocer el método Doman como terapia (y no sólo quedarse con lo más conocido: los bits de inteligencia o el programa de matemáticas y lectura). Como método terapéutico es muy completo y busca la estimulación y maduración de todas las áreas principales del desarrollo infantil.
 

“TÉCNICAS DE GLENN DOMAN”

 

 

Psicomotricidad y desarrollo neuromotor”

“Arrastre y gateo: la importante etapa del suelo”

“El desarrollo motriz alcanzado determina el desarrollo emocional, social y cognitivo”

EL SISTEMA NERVIOSO EN LA BASE DEL COMPORTAMIENTO Y RENDIMIENTO DE LOS NIÑOS. Enfoque desde la teoría de la Integración Sensorial.

Niño desbordado sensorialmente

¿En qué estado se encuentra el sistema nervioso de nuestros niños? Esto no lo podemos observar directamente porque no podemos “ver” el sistema nervioso y su funcionamiento.

Pero podemos observar el comportamiento y el rendimiento académico de nuestros hijos y alumnos, y tener en cuenta que son precisamente las expresiones visibles de su sistema nervioso invisible.

Lo que observemos del estado nervioso de los niños a través de su comportamiento y de su rendimiento, son indicaciones de cómo recibe el niño la información sensorial que lo bombardea a diario, de cómo la procesa y de cómo responde a la misma. Éste es el trabajo que realiza el sistema nervioso por medio de la Integración Sensorial. Cuando el niño no “funciona” adecuadamente en sus tareas diarias cotidianas, del colegio, o en su relación con los demás, es muy probable que exista un Trastorno del Procesamiento Sensorial (TPS).

En muchas ocasiones son los trastornos en el procesamiento sensorial los causantes de los problemas de aprendizaje y de comportamiento. Y en la mayoría de los problemas no causados por una mala integración sensorial, ésta se haya presente en mayor o menor medida.

Los niños con problemas de aprendizaje son muchas veces diagnosticados con retraso madurativo. Y si bien es cierto que cada niño tiene su propio ritmo de desarrollo, también lo es que la mayoría de los que se quedan rezagados en el mismo no superan nunca del todo sus dificultades. En el mejor de los casos logran encontrar el modo de compensar estas dificultades o lo hacen con un sobreesfuerzo mayor que sus compañeros, pero en esta situación pueden surgir nuevos problemas que se van añadiendo al original.

“Es muy peligroso pensar que un niño llegará a superar su problema a medida que vaya creciendo, pues esta actitud evita que se busque ayuda profesional a la edad en la que ésta sería más benéfica.” (Jean Ayres, “La integración sensorial y el niño”).

Otro diagnóstico muy común es el de déficit de atención con o sin hiperactividad. De nuevo debemos tener en cuenta que la capacidad de atender de un niño o el grado de su actividad son el producto del nivel de organización de su cerebro. Para el niño con una disfunción integrativa sensorial el control de su atención y de su conducta o sus emociones, puede ser una tarea simplemente imposible. Existen a su alrededor demasiadas cosas que lo confunden, lo distraen, lo sobreexcitan y lo llevan a comportamientos y situaciones que él mismo no desea.

El autocontrol, junto con la autoestima y la confianza en uno mismo no se desarrollan adecuadamente en el niño con dificultades en su integración sensorial. Y un cerebro que no puede organizar y controlar sus sensaciones, tampoco será capaz de organizar letras o números para realizar con éxito las tareas escolares.

“La lectura, la escritura y el cálculo… requieren de que el cerebro procese sensaciones muy detalladas y de que se ocupe en respuestas motoras y mentales precisas…

Lo más cruel que un maestro puede decirle a un niño incapacitado para el aprendizaje es: “¡podrías hacerlo si tan sólo lo intentaras!” ¿Cómo va a leer, si ni siquiera conecta lo que ve con lo que oye? ¿Cómo va a escribir su nombre, si tiene que concentrarse en mantenerse sobre la silla? Las habilidades sonsoriomotoras son las verdaderamente básicas y los problemas de aprendizaje continuarán hasta que las escuelas presten atención a su desarrollo.” (Jean Ayres, “La integración sensorial y el niño”).

Los que convivimos y trabajamos con el niño solamente observamos el resultado final de este problema: que el niño no quiere trabajar, que cuando lo hace los resultados son malos, que su aprendizaje no se da al mismo nivel que sus compañeros, que su comportamiento es inadecuado, que su actividad es excesiva o insuficiente, que es torpe en sus movimientos, que no se relaciona bien con los demás niños o que tiene muchas “manías”…

“Los padres generalmente no se dan cuenta de que los problemas de aprendizaje y de comportamiento de su hijo son el resultado de desórdenes neurológicos que el niño no puede controlar; piensan que hace las cosas intencionadamente y reaccionan de manera que le hacen la vida aún más difícil de lo que ya es…” (Jean Ayres, “La integración sensorial y el niño”).

Es también un error creer que un trabajo enfocado exclusivamente desde el punto de vista pedagógico o psicológico puede solucionar estos problemas. No debemos plantearnos “entrenar” al niño para hacer las cosas que su cerebro no puede hacer. A menudo la escuela exige demasiado a estos niños, sin comprender realmente sus necesidades y sus posibilidades de trabajar con éxito.

La buena noticia es que está científicamente demostrado que los estímulos del ambiente influyen en las estructuras cerebrales y en su funcionamiento, por lo que podemos actuar ayudando al niño a superar sus problemas de integración sensorial y por lo tanto, dándole las herramientas que le permitan funcionar mejor en todas las áreas en las que se desenvuelve.

La terapia de la Integración Sensorial es completamente natural, pues utiliza los mismos medios que la propia naturaleza en la estimulación y maduración del sistema nervioso. Se basa principalmente en estímulos provenientes del movimiento que ayudan al niño a organizarse y que además, suelen divertir al niño pues son sensaciones que el niño busca por necesitarlas realmente.

“La terapia de la integración sensorial tiene un enfoque integral, comprende todo el cuerpo, todos los sentidos y todo el cerebro.

La idea central de esta terapia es proporcionar y controlar la entrada sensorial… de manera que el niño, espontáneamente, forme respuestas adaptativas que integren esas sensaciones.” (Jean Ayres, “La integración sensorial y el niño”).

Cuanto antes acudamos a un especialista en integración sensorial, más fácil resultará solucionar o mitigar las dificultades del niño con TPS. El terapeuta propondrá una terapia y también una “dieta sensorial” para que apliquemos con el niño en el hogar y en el aula.

Normalmente basta con tener en cuenta cómo se siente el niño y porqué reacciona como lo hace, para cambiar cosas en su entorno que hagan que la convivencia y su rendimiento mejoren.

“Integración sensorial. Cómo convivir con la distorsión”

“Disfunción en la integración sensorial. Como una radio mal sintonizada con el volumen mal regulado”

¿Y LOS “NO HIPERACTIVOS”?

Niña hipoactiva

La hipoactividad de los no hiperactivos

Hablamos a menudo de los niños hiperactivos cuando pensamos en la falta de atención y los problemas de relación social y de comportamiento… pero hay otros muchos niños, y en especial niñas, que no muestran hiperactividad y sufren también de todos los demás problemas asociados a ella.
Recordemos que el movimiento excesivo es solamente un síntoma entre otros de un problema de inmadurez del sistema nervioso, que generalmente deriva en una dificultad a la hora de integrar la gran cantidad de estímulos sensoriales que nos bombardean constantemente.
Estos niños no hiperactivos, pero con problemas de integración sensorial, pueden verse abrumados por la estimulación vestibular, entre otras, siendo hipersensibles a sus efectos. Mostrándose como niños miedosos, patosos, a los que no les gustan los columpios o los toboganes, que se marean con facilidad y tienden a la hipoactividad.
No debemos olvidarnos de ellos, porque al no tener una movilidad llamativa muchas veces pasan desapercibidos. Normalmente no damos tanta importancia al hecho de que un niño, y sobre todo una niña, sea muy “tranquilo”, o miedoso y no corra o se desenvuelva en su entorno con la misma facilidad que otros compañeros. Es importante estar alerta pues a menudo no se ven los problemas en estos casos hasta que no comienza el fracaso escolar. Es entonces cuando empieza a percibirse algo más que “tranquilidad”, normalmente en forma de falta de atención, problemas de relación y de personalidad o autoestima.
Estos niños también se beneficiarán de las terapias de estimulación vestibular mencionadas en mi anterior entrada: “El sistema vestibular y la hiperactividad”.

EL SISTEMA VESTIBULAR Y LA HIPERACTIVIDAD

Estimulación vestibular

Cuando el sistema vestibular no funciona como es debido pueden surgir problemas en el rendimiento escolar y el comportamiento de los niños.

El sistema vestibular es el que nos enseña a mantener constantemente el equilibrio y a regular nuestra postura. Todas las sensaciones que tenemos pasan a través del mecanismo vestibular, por lo que todos los demás sentidos: lo que oímos, lo que vemos, lo que sentimos… se percibirán de una forma cómoda y tendrán significado solamente si el sistema vestibular funciona como es debido.
Cuando esto no es así surgen problemas en el rendimiento escolar y el comportamiento de los niños.

Los estímulos vestibulares pueden resultar tranquilizantes o alarmantes. Un movimiento suave, un balanceo o un mecimiento, pueden provocar el sueño. Un estímulo más vigoroso como el de una montaña rusa puede tener un efecto de excitación.

Los niños con problemas para integrar la información sensorial pueden tener respuestas hiper o hipo a los estímulos vestibulares diarios. Esto puede hacer que se muestren como exageradamente miedosos o afectados por el movimiento o, todo lo contrario, que esta estimulación no les llegue con la suficiente claridad por lo que necesitan más de lo que sus actividades diarias les ofrecen. Estos son los niños que no paran quietos, que saltan, corren y escalan o se revuelcan y giran por el suelo a todas horas.

El estado más maduro del sistema nervioso en cuanto al movimiento es la capacidad de mantenerse totalmente quieto y el equilibrio perfecto es el no movimiento. Los niños que tienen dificultad para estar quietos, a menudo tienen un control inmaduro sobre el equilibrio. Estos niños con frecuencia se concentrarán mejor en clase, si se les permite levantarse durante unos minutos. El movimiento es como un alimento para su cerebro que necesitan y buscan constantemente.

Se ha comprobado que si se les permite a los niños hiperactivos dar vueltas durante 30 segundos en ambas direcciones (para evitar mareos, debe cambiarse de dirección al cabo de pocas vueltas), éstos muestran un aumento en su atención de hasta 30 minutos después del ejercicio (Sally Goddard en “Reflejos, aprendizaje y comportamiento“). Esto sugiere una vez más que estos niños hiperactivos necesitan la estimulación vestibular para poner su cerebro “en marcha”. Es una actividad sencilla y a la vez divertida que puede merecer la pena llevar a cabo. Es muy importante que se den unas poquitas vueltas en cada dirección cada vez, y la misma cantidad en un sentido que en el otro, para evitar el mareo y que la estimulación de ambos hemisferios cerebrales sea la misma.

Estimulación vestibular

“ESTIMULACIÓN VESTIBULAR. LA ESTIMULACIÓN DEL MOVIMIENTO”

EL GATEO Y LA LECTURA

Bebé gateandoEl gateo es una etapa del desarrollo importante para la lectura pues durante esta etapa se produce gran parte del desarrollo del sistema visual.

Glenn Doman, tratando a sus pacientes con parálisis cerebral, había cosechado ya grandes éxitos en la mejoría de muchos de éstos en todos las áreas del ser humano.
Sin embargo, había un grupo de estos niños que le tenía totalmente desconcertado, eran niños capaces de ver, de hablar, de oír y escuchar… eran niños muy brillantes en muchos casos, pero eran incapaces de aprender a leer.
“Hemos visto que estos niños tienen únicamente dos cosas en común: no saben leer ni andar a gatas. Cuando estos niños consiguen gatear durante algún tiempo, también su forma de leer mejora. Ahora, ¿cuántas veces tiene que suceder esto, y lo hemos visto miles de veces, antes de convencernos de esta correlación entre la capacidad de andar a gatas y de leer? Y cuándo nos convenzamos de esta correlación entre la capacidad de andar a gatas y de leer, ¿cuánto se necesita hasta que comencemos a preguntarnos si, en algún lugar del mundo hay personas que, por una razón o por otra, social o cultural, religiosa, no han tenido la posibilidad, de pequeños, de poder tirarse al suelo?
En otras palabras, que no hayan tenido nunca la posibilidad de arrastrarse o de gatear. Si existe tal civismo, y si existe un pueblo así, ¿se encuentra en grado de leer?”
A raíz de esta pregunta, Doman y sus colaboradores recorrieron el mundo conviviendo con pueblos primitivos como los Xingu de Brasil, los Bosquimanos del Kalahari, los esquimales de Alaska, los Navajos de Arizona… También observaron el comportamiento de niños de Samoa, rusos, franceses…

Descubrieron que ningún niño xingu, por ejemplo, ha tenido nunca la oportunidad de arrastrarse por el suelo o de gatear. La razón es que el terreno en los lugares donde habitan es una amenaza para la seguridad, e incluso la vida, de los pequeños. Los niños son llevados sobre las caderas o las espaldas de sus madres.

Raimundo Veras, discípulo de Doman y fundador de los Institutos Veras en Brasil, dice lo siguiente: “En todos los pueblos primitivos que hemos visitado, los niños no pueden andar a gatas y ninguno de ellos puede fijar sus ojos en un objeto más cerca que el largo de su brazo. Todos son présbites. Creemos que cuando un niño camina a gatas su vista de cerca se desarrolla.”

“Si el suelo o terreno lleva a los niños a gatear, entonces existen buenas probabilidades de que aquella cultura tenga un lenguaje escrito; si los niños no pueden andar a gatas es muy dudoso que su cultura tenga un lenguaje escrito.”

“Para que un pueblo pueda escribir o leer tiene que haber desarrollado la capacidad de focalizar sobre los objetos situados a unos 30 ó 40 centímetros de su rostro.”

Glenn Doman: “Si me muestra el suelo de una cultura, puedo decirle si esa cultura tiene un lenguaje escrito o no.”

“LA IMPORTANCIA DEL GATEO”

“EL GATEO LE PREPARA PARA LEER Y ESCRIBIR”

TDA-H. MEDICACIÓN. ALTERNATIVAS. INDIGNACIÓN…

Niño con TDAH

TDAH y medicación es un binomio que me frustra porque excluye otras alternativas que pueden ser muy beneficiosas para nuestros hijos.

Hoy acabo de llevarme otro de mis “berrinches” al toparme con la versión oficial, y únicamente aceptada, de la medicina y las asociaciones, al menos en lo que al TDA-H se refiere…

TDA-H son las siglas que nombran el trastorno por déficit de atención, que puede aparecer junto con la hiperactividad. Ésta, la hiperactividad, es el síntoma más llamativo del trastorno por lo que comúnmente da nombre a este síndrome, cuando en realidad es tan sólo un síntoma más entre otros muchos. La falta de atención también lo es, pero es quizá el que más preocupa por sus consecuencias de fracaso escolar, y además, es siempre una constante en este tipo de niños, mientras que la hiperactividad puede estar presente o no. Los síntomas son manifestaciones del verdadero problema de fondo: una inmadurez del sistema nervioso.

Existen muchísimas asociaciones de padres de niños hiperactivos. Las que yo conozco siguen fielmente la senda trazada por la medicina “oficial” sin salirse ni un pasito… ¿A qué nos lleva esto? A perder la ilusión de que puedan ayudarnos realmente… con el tiempo te das cuenta de que es siempre más de lo mismo… que lo que te puedan aportar ya lo puedes leer tú mismo en miles de páginas en internet o en cientos de libros editados sobre el tema… Que el único consuelo que sacas es el de desahogarte con otros padres en situaciones parecidas a la tuya y el de ver que siempre hay quien está mucho peor… Pero este “consuelo de tontos” y las técnicas recomendadas para aprender a convivir con el problema no satisfacen más que transitoriamente… ¡Porque lo que queremos los padres es solucionar el problema, no aprender a lidiar con él a diario! ¡Porque lo que queremos es curar a nuestros hijos! … o al menos hacer que se acerquen lo más posible a esa curación…

Hoy creí de nuevo que se me daría la oportunidad de hablar a otros padres de niños hiperactivos sobre las alternativas a la medicación y la psicoterapia… Pero me equivoqué de nuevo… “¿Alternativas?” “No…, nosotros, desde la asociación, nos tomamos muy en serio la hiperactividad y no podemos informar a los padres de nada que no esté debidamente contrastado.”

¿Debidamente contrastado? Para cuando estas terapias alternativas lo estén, nuestros niños hiperactivos serán ancianos desgraciados y deprimidos… ¿Debidamente contrastado? Hoy por hoy, lo que está muy contrastado es esto: los efectos de los psicoestimulantes, derivados de las anfetaminas, que se recetan indiscriminadamente a estos niños. Para más información:

Metilfenidato (estimulante del Sistema Nervioso Central), es la composición principal de la mayoría de las marcas comercializadas.
Ritalín
Rubifén
Concerta(Desde que escribí esto se han comercializado dos medicaciones nuevas a base de compuestos distintos al metilfenidato, Strattera e Intuniv, que no son psicoestimulantes).

Desde mi punto de vista, desde mis más hondas creencias y desde mi experiencia personal, puedo decir que SÍ EXISTEN ALTERNATIVAS. Que además, no tienen los efectos secundarios negativos de las pastillas, y que por ello merece la pena intentarlas. Que son efectivas en la mayoría de los casos… Y que los padres tenemos derecho a que se nos informe de todo esto. Que nosotros también nos tomamos la hiperactividad muy en serio… más en serio que nadie… y que tenemos derecho a elegir…

NEURODESARROLLO INFANTIL Y REEDUCACIÓN PSICOMOTRIZ: Instituto Médico del Desarrollo Infantil y Vegakids

REEDUCACIÓN AUDITIVA: Método Berard y Vegakids

INTEGRACIÓN SENSORIAL – ESTIMULACIÓN TÁCTIL Y VESTIBULAR: Clínica Ocupacional Terapéutica Isabelle Beaudry

REEDUCACIÓN OCULAR: Optometría comportamental

HOMEOPATÍA: Instituto Médico del Desarrollo Infantil

TMR (TERAPIA DE MOVIMIENTOS RÍTMICOS): Harald Blomberg y Eva María Rodríguez

Varias de estas terapias tienen como objetivo incidir en el sistema nervioso haciendo que madure y desaparezcan los síntomas de forma definitiva.

Estas son alternativas que yo conozco, si sabes de alguna otra, házmelo saber, y si quieres más información, escríbeme.

Saludos amigo lector. Gracias por estar ahí.
Rosina Uriarte (2007)

Dos libros diferentes:
– “La otra cara de la hiperactividad” del Dr. Jorge Ferré Veciana y la Dra. María del Mar Ferré Rodríguez. Ediciones Lebón.
– “El déficit de atención sin fármacos” de Gladys Veracoechea Troconis. Editorial Psimática

*NOTA: cuando escribí este artículo no conocía aún el método PADOVAN. Aconsejo a quien pueda interesarle el tema que se informe aquí.


“El TDAH y los tratamientos que no tienen base científica”

 

JORGE NO LEE COMO LOS DEMÁS. Dificultades visuales en el aprendizaje de la lectura.

Jorge es un niño que no lee como los demás y esto no se debe a una cuestión de inteligencia, sino a dificultades visuales que normalmente no son evaluadas ni tratadas en los niños.

Una tarde cualquiera en la consulta de Carlos…
– Madre de Jorge: “Buenas tardes.” Niño lee
– Carlos: “Hola, buenas tardes. ¿Así que este chavalote es Jorge? Estás muy alto, ¿no estabas tú en segundo de primaria?”
– Jorge: “Sí.”
– C: “Pues seguro que eres el más alto de tu clase.”
– J: “Casi, Andrés me gana.”
– C: “¿Te gusta el cole?”
– J: “No mucho… Me cuesta leer, es muy difícil y la profe me riñe porque lo hago muy despacio y me equivoco siempre.”
– M: “Leo con él todas las tardes, pero acabamos los dos agotados después de leer tan sólo unas pocas líneas. Conoce bien las letras, pero no acaba de soltarse a leer y cada vez va más atrasado en clase. La profesora está preocupada y nosotros también. Hace poco le llevé a un oftalmólogo y nos dijo que el niño ve estupendamente. Pero una amiga me aconsejó que viniéramos para que le echaras un vistazo.”
– C: “Habéis hecho bien, vamos a echar ese vistazo. Siéntate aquí Jorge, y dime qué letras ves allí iluminadas en la pared…”
– J: “M”
– J: “B”
– J: “S”
– …
– C: “Muy bien, ésta ha sido fácil. Las letras han aparecido una por una. Vamos a ver qué pasa cuando salen todas juntas…”
– J: “M, B, …(silencio)”
– M: “No lo entiendo, él las conoce perfectamente, ¿por qué no las dice?”
– C: “Jorge no tiene problemas de agudeza visual, ve perfectamente y conoce las letras por eso las dijo todas cuando aparecieron por separado. Lo que pasa es que sus ojos no trabajan bien realizando los movimientos sacádicos, que son las fijaciones a saltos de izquierda a derecha que son necesarias para la lectura. Le cuesta hacer estos saltos de una letra a otra, a la segunda letra se ha cansado ya del esfuerzo y no ha podido seguir. Vamos a seguir haciendo más cosas a ver qué tal…”
– C: “Jorge, mira la punta de este bolígrafo mientras yo lo muevo delante de tu cara. No dejes nunca de mirarlo, ¿vale?”
– J: “Vale.”
– C: “Lo estás haciendo muy bien, este boli se mueve mucho. No dejes de mirarlo y dime, ¿cómo te llamas?”
– J: “Jorge”
– C: “Bien, ¿y cuántos años tienes?”
– J: “Ahhh… (deja de mirar el bolígrafo para contestar)… Siete”
– M: “Jorge, ¡has dejado de mirar el bolígrafo!”
– C: “Sí, es capaz de realizar movimientos horizontales, verticales, diagonales y circulares con los ojos siguiendo un punto móvil, pero esto le supone tal esfuerzo y concentración que no puede contestar a preguntas sencillas a la vez. Por esto no podrá entender lo que está leyendo. Aunque adquiera la mecánica de la lectura, no podrá comprender el texto.”
– M: “¡Es increíble! Ahora queda claro porque le cuesta tanto leer…! Una cosa más, antes de que se me olvide… él a veces dice que las letras se mueven cuando lee.”
– C: “Sí, por lo que veo, Jorge tiene una pequeña foria. Es algo así como un estrabismo, pero no se nota exteriormente. El cerebro debe ser capaz de fundir con comodidad las dos imágenes de los dos ojos y crear una sola. Jorge lo hace, pero con mucho esfuerzo, por lo que se cansa, y cuando esto ocurre deja de ver una sola imagen y las letras se mueven.”
– M: “¿Y qué podemos hacer?”
– C: “No te preocupes, os voy a dar unos sencillos ejercicios. Es como una gimnasia ocular. En unos pocos meses Jorge estará como nuevo y listo para leer. Os daré cita para dentro de dos meses y entonces decidiremos si hay que seguir o lo dejamos ya ahí.”
– M: “Muchísimas gracias, hasta entonces.”
– C: “Adiós. Y no te olvides de hacer los ejercicios todos los días.. ¿eh, campeón?”
– J: “No me olvidaré, lo prometo.”
Optometrista evalúa visión en un niño Esta conversación es real, aunque los diálogos no han sido reproducidos de forma exacta. Jorge tiene otro nombre, pero es un niño real, que después de dos meses sólo necesitó otro mes más de reeducación ocular para ponerse a la altura de sus compañeros de clase en cuanto a lectura se refiere. Al cabo de dos años volvieron a ver a Carlos pues las letras de nuevo se movían cuando él se sentía cansado o algo débil. Volvieron al programa de ejercicios durante otros dos meses y fue dado de alta definitivamente.

Carlos también es un personaje real, y ése es su verdadero nombre. Es optometrista y muy bueno, por cierto.

El oftalmólogo es un médico que se ocupa de la salud ocular y del órgano del ojo en sí. Nos dirá si los ojos de nuestros hijos son sanos, o si sufren de miopía, etc. El optometrista, en cambio, es el profesional que se dedica al estudio del funcionamiento del ojo. Es esencial que los ojos funcionen de forma adecuada y cómoda para que los niños puedan leer sin realizar un esfuerzo añadido y con resultados considerados óptimos. Esto no es lo habitual en los niños que muestran problemas de inmadurez en su sistema nervioso, por lo que se hace necesaria la visita al optometrista en todos los casos de niños con dificultades, sobre todo los que las acusan en las tareas escolares.

Éste es mi pequeño homenaje a Carlos Pereda y a todos los optometristas infantiles, cuya labor es aún desconocida para la mayoría y tan necesaria para tantos niños.
Si quieres más información, entra aquí.

“REQUISITOS PARA INICIAR EL APRENDIZAJE DE LA LECTURA CON ÉXITO”

LA LATERALIDAD: ¿DIESTRO O ZURDO?

Para lograr una mayor eficacia con un mínimo de esfuerzo en todo lo que hacemos, es preciso tener una lateralidad bien establecida.

Por Rosina Uriarte

¿Por qué somos diestros o zurdos? Parece que los expertos no lo tienen aún del todo claro, en lo que sí están de acuerdo es en que es algo que se ve condicionado por nuestros genes, por lo que tendríamos más posibilidades de ser zurdos si existiesen antecedentes familiares. En realidad, no nacemos diestros o zurdos, si no que nos vamos convirtiendo en tales en nuestra primera infancia, influidos por esa tendencia genética y por el entorno en el que crecemos.

La lateralidad se refleja en el hecho de que uno de los lados de nuestro cuerpo predomina sobre el otro en la realización de la mayoría de las actividades, en especial aquellas que requieren fuerza o habilidad. Para lograr una mayor eficacia con un mínimo de esfuerzo en todo lo que hacemos, es preciso tener una lateralidad bien establecida. Lo ideal es que nuestro lado dominante sea siempre el mismo para todas las actividades: en las que interviene la mano, el pie, el ojo, el oído…

Hasta los tres años aproximadamente, lo habitual es que el niño experimente con ambos lados de su cuerpo. Así le veremos utilizar indistintamente una mano u otra en su juego diario. Por este motivo, no sería apropiado iniciarle en deportes o actividades en las que el niño deba utilizar un utensilio (como la raqueta o el lapicero, por ejemplo) y en caso de hacerlo, no debemos insistir para que utilice una mano determinada. Es conveniente que apoyemos al niño en su desarrollo lateral, pero solamente debemos intervenir para ayudarle a definirse en uno u otro sentido una vez que esté clara su inclinación natural. Pretender influir en un modelo contrario al que muestra el niño de forma espontánea puede acarrear consecuencias graves en el desarrollo y ejercicio de habilidades y destrezas futuras, y muy concretamente en su rendimiento escolar.

Un niño al que se le ha forzado a utilizar la mano contraria a su lado dominante, o que no acaba de definirse como diestro o zurdo hacia los 4 ó 5 años, es un niño con un sistema nervioso desorganizado. Su cerebro ha de estar organizado para que él pueda organizarse a su vez en el espacio en el que se mueve y sobre el papel en su trabajo escolar.
La lateralidad es la función que hace posible que nos orientemos en el espacio y en el tiempo, y por tanto, nos permite entender y manejar los códigos escritos (letras y números). Sin unas coordenadas bien establecidas, no podríamos orientar los símbolos cuyo significado depende de la forma que tienen y el lugar que ocupan en el espacio y el tiempo, así podrían surgir confusiones entre “23” y “32” ó “SE” y “ES”, por ejemplo.
El Sistema Nervioso necesita funcionar como un sistema jerárquico en el que cada parte tiene su cometido y en el que todas las partes trabajan juntas aportando cada una su función para obtener resultados eficaces con un mínimo esfuerzo. Esto es necesario para que el Sistema Nervioso pueda procesar todos los estímulos que le llegan de forma constante. En todo momento estamos recibiendo una gran cantidad de información de nuestros sistemas sensoriales y usamos esta información para regular nuestro comportamiento e interactuar con el mundo.
El cerebro está formado por dos hemisferios simétricos. Cada uno de ellos tiene funciones para las cuales está más especializado, pero ambos participan en todas estas funciones, trabajando conjuntamente en todas y cada una de nuestras interpretaciones y respuestas.
El hemisferio izquierdo, llamado también “simbólico” o “lógico”, es el controlador del lenguaje y del procesamiento secuencial de la información.
El hemisferio derecho, llamado “visual”, “postural” u “holístico”, se encarga de procesar la información córporo-espacial, trabaja con imágenes visuales y controla las funciones holísticas (relativas al todo, que lo considera todo a la vez).
Cómo interpretan la información cada uno de los hemisferios.
Al hemisferio izquierdo se le considera el hemisferio “dominante” por su capacidad de análisis y su control sobre el lenguaje oral y escrito. El derecho queda, por tanto, como “subdominante” por ser más intuitivo, altruista y cooperacional. Simplificando las cosas, podríamos denominar al primero como el hemisferio “científico” y al segundo como el “creativo”. R. W. Sperry menciona dos modos de pensar: el verbal y el no verbal, representados por el hemisferio izquierdo y el derecho respectivamente. No debemos perder de vista, sin embargo, el hecho de que ambos trabajan a la vez y que cada hemisferio por separado empobrece enormemente sus funciones.
El proceso de aprendizaje necesita esta organización jerárquica y la organización está relacionada y determinada por el proceso de desarrollo en el niño. Por tanto, es algo que podemos desarrollar mejor o peor.
Antes de distribuir las funciones entre los dos hemisferios es muy importante conseguir la conexión interhemisférica. Para que un hemisferio sea el director de una función, debe estar informado de la actividad del otro hemisferio. Es por esto que es muy importante haber desarrollado las vías de conexión entre ambos hemisferios. El cuerpo calloso es el haz de fibras nerviosas que comunica un hemisferio cerebral con el otro para que ambos lados del cerebro trabajen de forma conjunta y complementaria.
Para el correcto desarrollo del Cuerpo Calloso es necesaria la realización continuada de movimientos con patrón contralateral como es el gateo (contralateral porque el niño mueve la pierna izquierda a la vez que mueve el brazo derecho y viceversa). En este tipo de ejercicios el niño utiliza ambos lados del cuerpo en un patrón cruzado que hace que se activen constantemente ambos hemisferios y el Cuerpo Calloso que los comunica. Así comprendemos el papel tan importante que tiene el desarrollo y fases del mismo, como el gateo, en la maduración de esta estructura cerebral, que será imprescindible para realizar actividades complejas como la lectoescritura, entre otras.
La lateralidad se empieza a definir entre los tres y los cinco años y se desarrolla desde los cinco hasta los diez o doce años.
A los cinco o seis años, cuando comienza el aprendizaje de la lectura y la escritura, el niño necesita contar con unas coordenadas bien definidas y estables y un punto de partida para poder organizar la información sobre el papel, para no confundir “la” con “al”, las unidades y las decenas o los conceptos anterior y posterior, añadir o quitar, etc. Cuando fallan estas coordenadas, se produce una tendencia al desorden.
El objetivo de la dominancia lateral es dirigir el sistema desde una referencia clara. Una lateraliadad mal establecida es el caso del niño ambidiestro: esto es como un coche con dos volantes y dos conductores… lleva al caos. Los dos hemisferios compiten o cooperan, el objetivo es que lleguen a colaborar.

*En esta prueba hay que decir los colores sin leer la palabra (que corresponde a un color diferente). Para realizar esta prueba, debemos inhibir la lectura que realiza el hemisferio izquierdo para decir el color de la palabra. El hemisferio izquierdo analiza las letras y lee, el derecho ve el conjunto, la imagen y distingue el color. Éste es un ejemplo de cómo compiten ambos hemisferios y cómo especialmente el hemisferio dominante (el izquierdo, el que interpreta las letras) intenta imponerse sobre la labor del hemisferio subdominante (el derecho, cuyo cometido es en este caso, reconocer el color). En los niños con problemas de lateralidad, en los que las dominancias no están claras, ambos hemisferios compiten en lugar de colaborar, por lo que, con esta prueba podemos hacernos una idea del esfuerzo que han de realizar estos niños para poder llevar a cabo actividades que son mucho más sencillas para la mayoría de sus compañeros.

EL ODREN NO IPMOTRA
SGEUN UN ETSDUIO DE UNA UIVENRSDIAD IGNLSEA, NO IPMOTRA EL ODREN EN EL QUE LAS LTEARS ETSAN ERSCIATS, LA UICNA CSOA IPORMTNATE ES QUE LA PMRIREA Y LA UTLIMA LTERA ESETN ECSRITAS EN LA PSIOCION COCRRTEA. EL RSTEO PEUDEN ETSAR TTAOLMNTEE MAL Y AUN A SI PORDAS LERELO SIN POBRLEAMS. ETSO ES PQUORE NO LEMEOS CADA LTERA POR SI MSIMA, SNIO LA PAALBRA EN UN TDOO.

* En este texto vemos una prueba de cómo colaboran los dos hemisferios a la hora de leer en el caso de un buen lector sin problemas de lateralidad y con un Cuerpo Calloso bien desarrollado (recordemos que es éste el que realiza el trasvase de información de un hemisferio al otro). En la lectura de estas palabras desordenadas, el hemisferio izquierdo interpreta las letras y lee propiamente dicho, pero el derecho reconoce las palabras como un todo, como una imagen, por lo que impide que el desorden en las letras entorpezca la lectura

Niños de riesgo lateral:
A los cinco años, en el último curso de Educación Infantil, es muy importante conocer la tendencia lateral del niño para ayudarle a desarrollarla planamente.
De entre todos los signos de riesgo, pueden destacarse por su especial frecuencia y relevancia los siguientes:

– Los niños de cuatro o cinco años que no acaban de definir una mano dominante y cambian frecuentemente de mano los cubiertos, los lápices y las tijeras.
– Los que tienen problemas de atención, inquietud y conducta hiperactiva cuando trabajan sobre papel.
– Los que presentan problemas de lenguaje y de fonación, fundamentalmente, inversiones de sonidos y sílabas al hablar.
– Los que tienen una grafía inmadura (dibujos pobres, poco elaborados o desorganizados).
– Los que ordenan las cosas al revés, de derecha a izquierda (no siendo claramente zurdos).
– Los que tienen dominancias oculares mixtas, sin definir (no está claro cuál de los dos ojos es el dominante).
– Los que escriben su nombre completamente al revés, en espejo, de derecha a izquierda, invirtiendo la grafía de las letras y los números.
– O los niños que tienen un cruce lateral muy claro con dominancias de ojo o de oído distintas a las de la mano.

El riesgo es aún mayor si, además de los signos mencionados, confluye alguno de los siguientes factores:
– Partos traumáticos, en los que fue necesario utilizar fórceps, ventosa, etc.
– Asimetría craneal o facial (los dos lados del cráneo o de la cara no son simétricos), que dificultan el desarrollo de un lado del cerebro o la función de un ojo o de un oído.
– Problemas visuales, tanto si han sido tratados como si no.
– Niños con problemas de tono muscular, especialmente flácidos o muy tensos durante la primera infancia.
– Otitis persistentes que han afectado un oído más que el otro.
– Alteraciones de la psicomotricidad de base: el niño que no ha gateado, que ha utilizado andadores o el gateo colocando las piernas de forma incorrecta.
– Claras asimetrías observadas desde pequeños, como por ejemplo, el niño que parece que arrastra una pierna al andar o que siempre se coloca con la cabeza girada hacia un lado cuando mira al frente.
– El niño al que han corregido la utilización de la mano y no le han permitido utilizar la mano más espontánea.
– Los niños que han empezado a escribir prematuramente y se han acostumbrado a utilizar una mano que no es la dominante. Puede influir el hecho de que los más pequeños trabajan en mesas redondas, cara a cara. Es relativamente frecuente el caso de diestros que empiezan a escribir con la izquierda porque copian en espejo a su profesor o al compañero que tienen delante.
– Accidentes físicos, como fracturas o grandes quemaduras que afectan un lado del cuerpo, así como algunas alteraciones o disfunciones cerebrales.
– O impactos emocionales negativos intensos vividos alrededor de los tres o los cuatro años: separaciones familiares traumáticas, el nacimiento de un hermano, el cambio a una escuela a la que le costó adaptarse, etc. Los factores emocionales, también juegan un papel muy importante en todas las funciones derivadas de la actividad del Cuerpo Calloso y la construcción de la lateralidad.

En todos los casos de problemas en la lateralidad, se produce una situación de estrés. El niño se encuentra sometido a un nivel de sobreexigencia que provoca bloqueos de la función del Cuerpo Calloso. Éste no puede trasvasar la gran cantidad de información que supone leer o escribir con el hemisferio subdominante y no consigue distribuir ordenadamente la información entre un hemisferio y el otro.

*Todo niño que se salga del ritmo de la mayoría de los compañeros debe preocuparnos SIEMPRE.
Bibliografía:
– “El Desarrollo Neurofuncional del Niño y sus Trastornos”
Jorge Ferré Veciana y Elisa Aribau Montón
Ed. Lebón
– “El Desarrollo de la Lateralidad Infantil. Niño Diestro – Niño Zurdo”
Instituto Médico del Desarrollo Infantil
Ed. Lebón