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LA LATERALIDAD: ¿DIESTRO O ZURDO?

Para lograr una mayor eficacia con un mínimo de esfuerzo en todo lo que hacemos, es preciso tener una lateralidad bien establecida.

Por Rosina Uriarte

¿Por qué somos diestros o zurdos? Parece que los expertos no lo tienen aún del todo claro, en lo que sí están de acuerdo es en que es algo que se ve condicionado por nuestros genes, por lo que tendríamos más posibilidades de ser zurdos si existiesen antecedentes familiares. En realidad, no nacemos diestros o zurdos, si no que nos vamos convirtiendo en tales en nuestra primera infancia, influidos por esa tendencia genética y por el entorno en el que crecemos.

La lateralidad se refleja en el hecho de que uno de los lados de nuestro cuerpo predomina sobre el otro en la realización de la mayoría de las actividades, en especial aquellas que requieren fuerza o habilidad. Para lograr una mayor eficacia con un mínimo de esfuerzo en todo lo que hacemos, es preciso tener una lateralidad bien establecida. Lo ideal es que nuestro lado dominante sea siempre el mismo para todas las actividades: en las que interviene la mano, el pie, el ojo, el oído…

Hasta los tres años aproximadamente, lo habitual es que el niño experimente con ambos lados de su cuerpo. Así le veremos utilizar indistintamente una mano u otra en su juego diario. Por este motivo, no sería apropiado iniciarle en deportes o actividades en las que el niño deba utilizar un utensilio (como la raqueta o el lapicero, por ejemplo) y en caso de hacerlo, no debemos insistir para que utilice una mano determinada. Es conveniente que apoyemos al niño en su desarrollo lateral, pero solamente debemos intervenir para ayudarle a definirse en uno u otro sentido una vez que esté clara su inclinación natural. Pretender influir en un modelo contrario al que muestra el niño de forma espontánea puede acarrear consecuencias graves en el desarrollo y ejercicio de habilidades y destrezas futuras, y muy concretamente en su rendimiento escolar.

Un niño al que se le ha forzado a utilizar la mano contraria a su lado dominante, o que no acaba de definirse como diestro o zurdo hacia los 4 ó 5 años, es un niño con un sistema nervioso desorganizado. Su cerebro ha de estar organizado para que él pueda organizarse a su vez en el espacio en el que se mueve y sobre el papel en su trabajo escolar.
La lateralidad es la función que hace posible que nos orientemos en el espacio y en el tiempo, y por tanto, nos permite entender y manejar los códigos escritos (letras y números). Sin unas coordenadas bien establecidas, no podríamos orientar los símbolos cuyo significado depende de la forma que tienen y el lugar que ocupan en el espacio y el tiempo, así podrían surgir confusiones entre “23” y “32” ó “SE” y “ES”, por ejemplo.
El Sistema Nervioso necesita funcionar como un sistema jerárquico en el que cada parte tiene su cometido y en el que todas las partes trabajan juntas aportando cada una su función para obtener resultados eficaces con un mínimo esfuerzo. Esto es necesario para que el Sistema Nervioso pueda procesar todos los estímulos que le llegan de forma constante. En todo momento estamos recibiendo una gran cantidad de información de nuestros sistemas sensoriales y usamos esta información para regular nuestro comportamiento e interactuar con el mundo.
El cerebro está formado por dos hemisferios simétricos. Cada uno de ellos tiene funciones para las cuales está más especializado, pero ambos participan en todas estas funciones, trabajando conjuntamente en todas y cada una de nuestras interpretaciones y respuestas.
El hemisferio izquierdo, llamado también “simbólico” o “lógico”, es el controlador del lenguaje y del procesamiento secuencial de la información.
El hemisferio derecho, llamado “visual”, “postural” u “holístico”, se encarga de procesar la información córporo-espacial, trabaja con imágenes visuales y controla las funciones holísticas (relativas al todo, que lo considera todo a la vez).
Cómo interpretan la información cada uno de los hemisferios.
Al hemisferio izquierdo se le considera el hemisferio “dominante” por su capacidad de análisis y su control sobre el lenguaje oral y escrito. El derecho queda, por tanto, como “subdominante” por ser más intuitivo, altruista y cooperacional. Simplificando las cosas, podríamos denominar al primero como el hemisferio “científico” y al segundo como el “creativo”. R. W. Sperry menciona dos modos de pensar: el verbal y el no verbal, representados por el hemisferio izquierdo y el derecho respectivamente. No debemos perder de vista, sin embargo, el hecho de que ambos trabajan a la vez y que cada hemisferio por separado empobrece enormemente sus funciones.
El proceso de aprendizaje necesita esta organización jerárquica y la organización está relacionada y determinada por el proceso de desarrollo en el niño. Por tanto, es algo que podemos desarrollar mejor o peor.
Antes de distribuir las funciones entre los dos hemisferios es muy importante conseguir la conexión interhemisférica. Para que un hemisferio sea el director de una función, debe estar informado de la actividad del otro hemisferio. Es por esto que es muy importante haber desarrollado las vías de conexión entre ambos hemisferios. El cuerpo calloso es el haz de fibras nerviosas que comunica un hemisferio cerebral con el otro para que ambos lados del cerebro trabajen de forma conjunta y complementaria.
Para el correcto desarrollo del Cuerpo Calloso es necesaria la realización continuada de movimientos con patrón contralateral como es el gateo (contralateral porque el niño mueve la pierna izquierda a la vez que mueve el brazo derecho y viceversa). En este tipo de ejercicios el niño utiliza ambos lados del cuerpo en un patrón cruzado que hace que se activen constantemente ambos hemisferios y el Cuerpo Calloso que los comunica. Así comprendemos el papel tan importante que tiene el desarrollo y fases del mismo, como el gateo, en la maduración de esta estructura cerebral, que será imprescindible para realizar actividades complejas como la lectoescritura, entre otras.
La lateralidad se empieza a definir entre los tres y los cinco años y se desarrolla desde los cinco hasta los diez o doce años.
A los cinco o seis años, cuando comienza el aprendizaje de la lectura y la escritura, el niño necesita contar con unas coordenadas bien definidas y estables y un punto de partida para poder organizar la información sobre el papel, para no confundir “la” con “al”, las unidades y las decenas o los conceptos anterior y posterior, añadir o quitar, etc. Cuando fallan estas coordenadas, se produce una tendencia al desorden.
El objetivo de la dominancia lateral es dirigir el sistema desde una referencia clara. Una lateraliadad mal establecida es el caso del niño ambidiestro: esto es como un coche con dos volantes y dos conductores… lleva al caos. Los dos hemisferios compiten o cooperan, el objetivo es que lleguen a colaborar.

*En esta prueba hay que decir los colores sin leer la palabra (que corresponde a un color diferente). Para realizar esta prueba, debemos inhibir la lectura que realiza el hemisferio izquierdo para decir el color de la palabra. El hemisferio izquierdo analiza las letras y lee, el derecho ve el conjunto, la imagen y distingue el color. Éste es un ejemplo de cómo compiten ambos hemisferios y cómo especialmente el hemisferio dominante (el izquierdo, el que interpreta las letras) intenta imponerse sobre la labor del hemisferio subdominante (el derecho, cuyo cometido es en este caso, reconocer el color). En los niños con problemas de lateralidad, en los que las dominancias no están claras, ambos hemisferios compiten en lugar de colaborar, por lo que, con esta prueba podemos hacernos una idea del esfuerzo que han de realizar estos niños para poder llevar a cabo actividades que son mucho más sencillas para la mayoría de sus compañeros.

EL ODREN NO IPMOTRA
SGEUN UN ETSDUIO DE UNA UIVENRSDIAD IGNLSEA, NO IPMOTRA EL ODREN EN EL QUE LAS LTEARS ETSAN ERSCIATS, LA UICNA CSOA IPORMTNATE ES QUE LA PMRIREA Y LA UTLIMA LTERA ESETN ECSRITAS EN LA PSIOCION COCRRTEA. EL RSTEO PEUDEN ETSAR TTAOLMNTEE MAL Y AUN A SI PORDAS LERELO SIN POBRLEAMS. ETSO ES PQUORE NO LEMEOS CADA LTERA POR SI MSIMA, SNIO LA PAALBRA EN UN TDOO.

* En este texto vemos una prueba de cómo colaboran los dos hemisferios a la hora de leer en el caso de un buen lector sin problemas de lateralidad y con un Cuerpo Calloso bien desarrollado (recordemos que es éste el que realiza el trasvase de información de un hemisferio al otro). En la lectura de estas palabras desordenadas, el hemisferio izquierdo interpreta las letras y lee propiamente dicho, pero el derecho reconoce las palabras como un todo, como una imagen, por lo que impide que el desorden en las letras entorpezca la lectura

Niños de riesgo lateral:
A los cinco años, en el último curso de Educación Infantil, es muy importante conocer la tendencia lateral del niño para ayudarle a desarrollarla planamente.
De entre todos los signos de riesgo, pueden destacarse por su especial frecuencia y relevancia los siguientes:

– Los niños de cuatro o cinco años que no acaban de definir una mano dominante y cambian frecuentemente de mano los cubiertos, los lápices y las tijeras.
– Los que tienen problemas de atención, inquietud y conducta hiperactiva cuando trabajan sobre papel.
– Los que presentan problemas de lenguaje y de fonación, fundamentalmente, inversiones de sonidos y sílabas al hablar.
– Los que tienen una grafía inmadura (dibujos pobres, poco elaborados o desorganizados).
– Los que ordenan las cosas al revés, de derecha a izquierda (no siendo claramente zurdos).
– Los que tienen dominancias oculares mixtas, sin definir (no está claro cuál de los dos ojos es el dominante).
– Los que escriben su nombre completamente al revés, en espejo, de derecha a izquierda, invirtiendo la grafía de las letras y los números.
– O los niños que tienen un cruce lateral muy claro con dominancias de ojo o de oído distintas a las de la mano.

El riesgo es aún mayor si, además de los signos mencionados, confluye alguno de los siguientes factores:
– Partos traumáticos, en los que fue necesario utilizar fórceps, ventosa, etc.
– Asimetría craneal o facial (los dos lados del cráneo o de la cara no son simétricos), que dificultan el desarrollo de un lado del cerebro o la función de un ojo o de un oído.
– Problemas visuales, tanto si han sido tratados como si no.
– Niños con problemas de tono muscular, especialmente flácidos o muy tensos durante la primera infancia.
– Otitis persistentes que han afectado un oído más que el otro.
– Alteraciones de la psicomotricidad de base: el niño que no ha gateado, que ha utilizado andadores o el gateo colocando las piernas de forma incorrecta.
– Claras asimetrías observadas desde pequeños, como por ejemplo, el niño que parece que arrastra una pierna al andar o que siempre se coloca con la cabeza girada hacia un lado cuando mira al frente.
– El niño al que han corregido la utilización de la mano y no le han permitido utilizar la mano más espontánea.
– Los niños que han empezado a escribir prematuramente y se han acostumbrado a utilizar una mano que no es la dominante. Puede influir el hecho de que los más pequeños trabajan en mesas redondas, cara a cara. Es relativamente frecuente el caso de diestros que empiezan a escribir con la izquierda porque copian en espejo a su profesor o al compañero que tienen delante.
– Accidentes físicos, como fracturas o grandes quemaduras que afectan un lado del cuerpo, así como algunas alteraciones o disfunciones cerebrales.
– O impactos emocionales negativos intensos vividos alrededor de los tres o los cuatro años: separaciones familiares traumáticas, el nacimiento de un hermano, el cambio a una escuela a la que le costó adaptarse, etc. Los factores emocionales, también juegan un papel muy importante en todas las funciones derivadas de la actividad del Cuerpo Calloso y la construcción de la lateralidad.

En todos los casos de problemas en la lateralidad, se produce una situación de estrés. El niño se encuentra sometido a un nivel de sobreexigencia que provoca bloqueos de la función del Cuerpo Calloso. Éste no puede trasvasar la gran cantidad de información que supone leer o escribir con el hemisferio subdominante y no consigue distribuir ordenadamente la información entre un hemisferio y el otro.

*Todo niño que se salga del ritmo de la mayoría de los compañeros debe preocuparnos SIEMPRE.
Bibliografía:
– “El Desarrollo Neurofuncional del Niño y sus Trastornos”
Jorge Ferré Veciana y Elisa Aribau Montón
Ed. Lebón
– “El Desarrollo de la Lateralidad Infantil. Niño Diestro – Niño Zurdo”
Instituto Médico del Desarrollo Infantil
Ed. Lebón

ESTIMULACIÓN TEMPRANA. Actividades, materiales y consejos prácticos para llevarla a cabo.

Pasando bits de matemáticas en la Estimulación Temprana

ESTIMULACIÓN TEMPRANA
por Rosina Uriarte, 2007
 

Centro Bilingüe de Estimulación Temprana BRISBANE

QUÉ SE ENTIENDE POR ESTIMULACIÓN TEMPRANA

Es todo acto, palabra, objeto o acción que despierta interés en el niño y lo promueve a alguna acción.

Por aprendizaje temprano se entiende hoy el desarrollo pleno y equilibrado de todas las capacidades del niño, mediante una estimulación adecuada.

Es la utilización de todos los medios disponibles con el fin de maximizar el potencial genético con el que nacemos cada uno y llegar a una madurez física, mental y emocional.

Para que el desarrollo del niño sea lo más completo y equilibrado posible, la estimulación debe ser multisensorial. Esto incluye estímulos visuales, auditivos, olfativos, gustativos, táctiles y kinestésicos (movimiento).

Cualquier actividad que pueda interesar al pequeño, con la que pueda disfrutar, será positiva en este sentido. Desde correr hasta mirar las ilustraciones de un libro. Lo importante es que al niño se le propongan estas tareas con entusiasmo y convicción por parte del educador del bien que le pueden causar. Si existen dudas o hastío, al niño le faltará motivación y el éxito de la empresa estará en serio peligro de malograrse.

Los estímulos y experiencias del niño generarán las conexiones cerebrales que configurarán su personalidad, la manera de razonar y analizar su entorno, sus aptitudes intelectuales, sus valores morales, sus referencias emocionales y sus habilidades físicas.

Educar a un niño significa fomentar el establecimiento del mayor número posible de conexiones entre las neuronas de su cerebro, rodearle de afecto y aportarle un modelo adecuado que imitar.

CÓMO SE DESARROLLA EL CEREBRO

Tan sólo utilizamos del 10 al 15 % de nuestro potencial. Y lo que llegamos a utilizar del potencial es nuestra capacidad.

G. DOMAN: “No es cierto que sólo utilicemos una décima parte de nuestro cerebro. No vivimos los suficiente para utilizar una milésima parte de la capacidad de nuestro cerebro.”

Nuestro código genético marca el número de neuronas que va a haber en el cerebro y, probablemente, la facilidad o dificultad con la que pueden desarrollar prolongaciones para conectarse entre sí. Pero es la educación la que determinará que esas prolongaciones se formen o no gracias a los estímulos adecuados.

El objetivo general consiste en fomentar la constitución de todas las conexiones que el niño puede desarrollar en todas las áreas de su cerebro.

Algunos niños nacen con una gran facilidad para desarrollar prolongaciones neuronales, ya sea en un área cerebral concreta o en varias de ellas, por lo que establecen circuitos neuronales más fácilmente que otros niños ante la misma intensidad de estímulos. Pero incluso esos niños (superdotados) no desarrollarán circuitos neuronales si la educación no aporta los estímulos que inciten a ello… Y este estímulo educativo no aparece espontáneamente ni por azar.

Dr. KOVAKS: “Más importante que el número de células nobles del cerebro (neuronas), es la cantidad de conexiones que establecen entre sí, puesto que son la base de las funciones cerebrales”.

El cerebro no madura por sí solo, gracias a una programación heredada, ésta es inexistente. Por el contrario, el cerebro del bebé necesita de la participación de aquellos que le rodean para poder recorrer paso a paso los sucesivos niveles de la maduración neurológica.

El cerebro humano crece con el uso constante y este crecimiento es prácticamente completo cuando el niño cumple seis años de edad. A esta edad el cerebro del niño pesa ya el 80% del peso de un cerebro adulto.

G. DOMAN: “El cerebro humano es el único recipiente que tiene la característica de que cuanto más se le mete, más capacidad tiene. Los seres humanos somos inteligentes porque usamos nuestros cerebros”.

El crecimiento y desarrollo del cerebro son en realidad producto de su uso. Cuanto más se utilizan las vías sensoriales y las vías motoras del cerebro, en un tiempo determinado, mayor será el crecimiento físico del cerebro. Como nos recuerda Glenn Doman, el cerebro crece con el uso exactamente en la misma forma que los músculos crecen con el uso.

CUÁNDO APLICAR LA ESTIMULACIÓN TEMPRANA

La etapa de la Educación Infantil (desde el nacimiento hasta los 6 años), debe considerarse como extraordinariamente importante, puesto que es a través de esta época que el niño toma conciencia de sí mismo, del mundo que le rodea, y a la vez adquiere el dominio de una serie de áreas que van a configurar su madurez global, tanto intelectual como afectiva.

Así se expresan los expertos:
G. DOMAN: “El cerebro crece a una velocidad impresionante desde la concepción hasta el nacimiento; a una velocidad tremenda desde el nacimiento hasta los treinta meses; a una alta velocidad desde los treinta meses hasta los seis años y muy lentamente de ahí en adelante. Después de los seis años de edad el crecimiento del cerebro es menor en cada año de vida siguientes.”
F. KOVACS: “…va a ser casi imposible que se constituyan aquellas conexiones no establecidas hasta esa edad (siete años). A partir de entonces, las nuevas habilidades y conocimientos se adquieren usando de nuevas maneras las conexiones ya existentes.”
G. DOMAN: “Los niños aprenden más, en cuanto a volumen de datos, antes de cumplir los tres años que lo que aprenderán en el resto de sus vidas. Los niños podrían estar aprendiendo en sus seis primeros años de vida tres veces más de lo que aprenderán en el resto de sus vidas. La palabra “aprendizaje” no es sinónimo de “educación”. La educación comienza a los seis años; el aprendizaje comienza al nacer.”
V. ESTALAYO: “Nadie quiere ni puede aprender tanto ni tan bien como un niño menor de tres años. El niño pequeño es el mejor discípulo posible por dos razones: porque en los primeros años se tienen más ganas de aprender que nunca y, en segundo lugar, por su gran facilidad, rapidez y precisión para grabar en su memoria la información básica.”

 

¿EXISTEN RIESGOS EN SU APLICACIÓN?

A muchos os asaltarán dudas sobre todo lo dicho hasta ahora, pues hablar del cerebro y de su desarrollo nos produce ciertos reparos y nos infunde respeto. Todos queremos que nuestros hijos tengan un desarrollo cerebral normal, y no nos planteamos el hecho de poder influir o tomar parte en dicho desarrollo.

Pero, cuando hablamos de desarrollo cerebral, de conexiones neuronales, etc. , hablamos del niño en su conjunto, de sus capacidades, de sus habilidades, de sus posibilidades de aprendizaje, de su madurez general… Y eso sí que nos interesa a los padres.

Al hablar de Estimulación o Educación Temprana, muchos autores evitan utilizar el término “precoz”, que antes se utilizaba con frecuencia. Saben que puede crear confusión en quien lo lee o oye pues es receptor de la idea de que se está forzando al niño a seguir un ritmo acelerado que en realidad no corresponde a su momento de madurez. Esto no es así. El vocablo “precoz”, al igual que “temprana”, hace referencia a la edad en la que conviene aplicar dicha estimulación o educación para que sea efectiva.

En ningún momento se pretende que el niño realice tareas que no sean adecuadas a su edad y a su nivel de madurez. Es por ello que se insiste mucho en que el educador sea buen conocedor de las posibilidades del niño, del potencial que se puede trabajar en cada etapa.

El objetivo es sacar el máximo provecho a este potencial. Esto se lleva a cabo por medio de estímulos que de otra manera el niño no recibiría. Estímulos que de ninguna manera han de crear en él el menor malestar, ansiedad o frustración. Todo lo contrario, la educación debe buscar alimentar la autoestima del niño, ayudándole a que se conozca a sí mismo, confíe en sus habilidades y sepa dónde están sus límites. La educación ha de ser en todos y cada uno de los aspectos, positiva.

A menudo se ataca directamente a la Estimulación Temprana planteando otra duda o miedo que reflejan aquéllos que no la conocen y no están bien informados. “¿No será peligrosa tanta estimulación?” “¡La sobrestimulación debe ser muy perjudicial!”

Pues, ¡por supuesto que sería perjudicial! Pero, para sobreestimular a un niño tendríamos que obligarle a hacer algo que él no quiere, y eso no es una tarea fácil a esta tierna edad. Un niño de primaria tiene que pasar muchas horas sentado, sin hablar, escuchando y trabajando aunque no quiera. Tiene la presión de tener que saberse la lección y obedecer al educador en todo momento.

Un niño de Infantil (Preeescolar) no podría adaptarse a esa situación, por eso es la educación la que intenta adaptarse a sus necesidades.

Recordemos que el objetivo de la Estimulación Temprana es aprovechar el potencial del niño, no obligarle a que aprenda nada.

Las actividades serán cortas y muy variadas. Siempre que se pueda se les dará forma de juego. Si se muestra entusiasmo y se utiliza la imaginación para presentar una actividad, los niños se animan enseguida a tomar parte.

Nunca se examinará a un niño de lo aprendido, ni se le forzará a hacer lo que no quiera, si la actividad es lo suficientemente atractiva, el niño acabará sumándose a ella.

G. DOMAN: “Nadie puede obligar a un niño de dos años a hacer nada. Lo único que debe hacer usted para enseñar cualquier cosa a su niño pequeño es organizarse de tal modo que le cause placer. Y eso no significa jugar. Los niños no quieren jugar, lo que quieren es aprender.”

G. DOMAN: “Los niños prefieren aprender a hacer cualquier otra cosa. Los niños pequeños piensan que el aprendizaje es una habilidad necesaria para sobrevivir. Los niños pequeños piensan que todo el aprendizaje es un juego. Cuanto más jóvenes son, más convencidos están de que el aprender es un gozo. Cuanto más jóvenes son, más fácilmente aprenden cualquier cosa.”

Los niños piensan que el regalo más precioso en el mundo es la atención incansable de un adulto, y especialmente la de su madre o padre.

G. DOMAN: “A su niño no le importa en lo más mínimo su desarrollo cerebral ni su excelencia física; lo que le importa es estar con usted. Le encanta compartir la vida con usted.”

¿SE TRATA DE CREAR GENIOS?

Cómo ya hemos dicho, no se le va a “tomar la lección” al niño en ningún momento, no se trata de que aprenda cosas de memoria o de que repita un movimiento hasta la perfección.

No se trata de hacer que su cerebro se desarrolle de una manera anormal o de que lo convirtamos en “superdotado”.

Se trata de jugar con él.

Se trata de ofrecerle información que normalmente no recibiría de su entorno. Información que más tarde le resultará familiar y le ayudará en su aprendizaje.

Se trata de optimizar sus destrezas.

Se trata de elevar su autoestima a través de su propia superación.

Se trata de cultivar su curiosidad, para que nunca pierda el interés por aprender cosas nuevas.

G. DOMAN: “La curiosidad intensa es una característica que comparten los verdaderos científicos, los genios y todos los niños pequeños.”

V. ESTALAYO Y R. VEGA: “La creatividad no es un don congénito, exclusivo de unos pocos, es un talento propio de todos los niños, que no perderán, si los padres y los educadores estimulan al niño debidamente y le dan una oportunidad constante de manifestarlo y potenciarlo”.

En definitiva, se trata de que aproveche al máximo sus posibilidades y entre “con buen pie” en la Escuela Primaria. Uno de los objetivos de la Estimulación Temprana es evitar el fracaso escolar.

Si nos preocupamos de darles a nuestros hijos la mejor nutrición para su cuerpo, ¿por qué dejar que su cerebro se alimente con “lo que encuentre por ahí”?

LA METODOLOGÍA

* Los tres puntos principales en los que se basa la metodología de Educación Temprana:
– no hay desarrollo si no hay estímulo
– el estímulo crece con la repetición
– el desarrollo óptimo se consigue con estímulos óptimos

Esto quiere decir que para que exista un desarrollo ha de haber forzosamente un estímulo. Éste será siempre un estimulo adecuado al desarrollo que pretendemos lograr y al estadio de madurez en el que se encuentra el niño. Sin embargo, esto sólo no es suficiente, el estímulo habrá de repetirse un determinado número de veces para que sea efectivo.

Los estímulos serán variados para que el desarrollo sea equilibrado. Habrán de comprender la utilización y por lo tanto, estimulación, de todas las vías sensoriales. Se alternarán ejercicios motrices con actividades que impliquen el sentido de la visión, el oído, el olfato, el gusto y el tacto.

ACTIVIDADES, MATERIALES Y CONSEJOS PRÁCTICOS

* CONOCIMIENTOS ENCICLOPÉDICOS

G. DOMAN: “Es más fácil enseñar a un niño de un año a tener unos conocimientos enciclopédicos que enseñárselo a un niño de siete años.”

G. DOMAN: “La capacidad de almacenar datos concretos es inversamente proporcional a la edad.”

Los bits de inteligencia o Tarjetas de información visual son unidades de información que son presentadas a los niños de una forma adecuada. Los bits son estímulos. El material gráfico es un estímulo visual, pero en la práctica, va siempre acompañado de un estímulo auditivo, que consiste en enunciar en voz alta lo que representa.

Un bit de inteligencia es un bit de información. Su realización concreta se encuentra en la utilización de una ilustración o dibujo muy preciso o una fotografía de buena calidad, que presente una serie de características muy importantes: debe ser preciso, concreto, claro, grande y novedoso.

Podemos contar con viejas revistas, calendarios, catálogos o libros que no nos importe cortar para la realización de los bits.

Si reservamos una carpeta donde guardar fotos grandes y bonitas que vayamos recortando de las revistas, pronto nos daremos cuenta de que contamos con unas cuantas que pertenecen a un mismo tema y con las que podemos crear una categoría de bits.

Las imágenes se pueden pegar sobre cartulina blanca (tamaño DIN-A 4 más o menos) y utilizarlas dentro de fundas de plástico para no estropearlas con el uso. También se pueden colocar en hojas de álbum autoadhesivas, que además son reutilizables.

Los bits se agrupan en categorías que hacen referencia a un tema, y suelen componer un grupo de 10 imágenes o bits.

Los bits se pasarán a los niños durante un segundo cada uno. Cada colección de 10 bits se pasarán de 10 a 15 veces.

En realidad, se trata de utilizar el método que utilizan los publicistas cuando nos muestran los mismos anuncios todos los días. Muchas veces creemos que no les prestamos atención y vemos que los niños muestran poco interés con anuncios que no son de juguetes. Sin embargo, todos conocemos los anuncios de la televisión cuando estamos habituados a verla, aunque sólo sea un ratito al día. Y los niños, no sólo conocen los anuncios, ¡sino que se los saben de memoria!

Es importante tener bien presente que estos métodos no pretenden enseñar directamente, sino estimular las áreas cerebrales de la vista y el oído, y que ningún bit constituye un estímulo tan importante que haya que recibirlo obligatoriamente.

* Existen Bits de Inteligencia publicados por las editoriales Edelvives, EDEBE, Bruño, Everest y SM.

También se puede estimular a un niño con conocimientos enciclopédicos enseñándole las ilustraciones de un libro. Ver un libro con él será una actividad de la que ambos disfrutarán.

Ha de recordarse la necesidad de que el estímulo sea repetido para que sea efectivo.

Cualquier tema que nos apasione debe ser explotado en la manera de lo posible en este sentido. Podemos sacar provecho de muchos libros que están acumulando polvo en las estanterías de nuestra casa. Los niños se acostumbran a comer a la mesa con un cuadro de Matisse lo mismo que lo harían con la foto de un futbolista famoso. A los niños se les recuerda “el nombre del invitado” y con eso basta. Si además les contamos alguna anécdota les encantará. Al “invitado” lo cambiaremos cada 5 ó 10 días (lo ideal es verlo unas 15 veces, más o menos), o cuando veamos que los niños pierden ya el interés.

Hay otros momentos del día que podemos aprovechar para enseñarle algo repetidamente a nuestros hijos. En realidad no es necesario que sea un grupo de 10 imágenes, con una cada vez también vale. Si les enseñamos un cuadro famoso cada 5 días, habrán visto muchos al cabo del año. Pueden colocarse varias imágenes en diferentes lugares de la casa.

Otra posibilidad es la realización de bits de inteligencia por ordenador. Se sacan imágenes de Internet y se guardan en un fichero de diapositivas de Power Point, las cuales podemos pasar manualmente una por segundo o programarlas secuenciándolas cada segundo.

Internet nos ofrece una gran variedad de fotos e imágenes que podemos también imprimir para hacer bits sobre cartulina o en hojas de álbum autoadhesivas.

Ver documentales con los niños y comentar cualquier programa que se vea con ellos es también otra manera de realizar una estimulación positiva.

Llevar a un niño a un museo o a una exposición podrá parecer algo arriesgado, pero lo disfrutará si sabemos planificarnos de modo que acudamos sólo a las salas donde se expongan obras u objetos que nos interesen especialmente o que puedan atraer su atención.

Si nos gusta la naturaleza, es una buena idea dar con el niño paseos didácticos en los que vayamos diciéndole los nombres de los diferentes árboles, por ejemplo.

Los paseos en los que vamos hablando con el niño y comentando las cosas que vemos, son siempre una estimulación positiva. Hablar con el niño no es solamente un estímulo auditivo, sino un elemento indispensable de unión entre un padre/madre y su hijo que no debemos olvidar. Demasiadas veces, por las prisas, o porque estamos inmersos en nuestros propios pensamientos o preocupaciones, nos olvidamos de hablar con nuestros hijos.

* LECTURA

La lectura es el instrumento más importante en el proceso de enseñanza-aprendizaje para el niño desde que empieza la escuela primaria. La manera en la que normalmente se presentan las asignaturas es por medio del lenguaje escrito, si un niño tiene dificultades con la lectura, tendrá dificultades en prácticamente todas las asignaturas y durante toda su vida escolar.

G. DOMAN: “Los niños muy pequeños pueden aprender y aprenden a leer palabras, frases y párrafos exactamente del mismo modo que aprenden a comprender las palabras, las frases y los párrafos del lenguaje hablado.”

El proceso de aprendizaje del mensaje por los ojos también es neurofisiológico. Es exactamente el mismo proceso por el que se aprende el mensaje por el oído. Tanto la vía visual como la vía auditiva transcurren a través del cerebro, donde ambos mensajes son interpretados por un mismo proceso cerebral.

G. DOMAN: “Aunque el mundo en general cree que los niños menores de cinco años no son capaces de leer porque sus vías visuales están demasiado inmaduras y porque no tienen suficientemente desarrollado su cerebro, existen centenares de niños de dos, tres y cuatro años que están leyendo.”

G. DOMAN: “Es más fácil enseñar a leer a un niño de un año que enseñar a leer a un niño de siete años. Precisamente por este motivo, una tercera parte de nuestros niños de siete a diecisiete años no están aprendiendo a leer en la escuela. Sencillamente, es demasiado tarde.”

F. KOVACS: “El aprendizaje de la lectura requiere un trabajo coordinado de varias áreas cerebrales; la que ve unos símbolos, la que interpreta que son letras, la que oye un sonido, la que descifra su significado, la que es capaz de organizar la dicción de la palabra que se lee, etcétera. Para que esas áreas puedan trabajar coordinadamente es necesario que funcionen las conexiones cerebrales que las unen. Por eso no suele ser posible enseñar a leer a los niños antes de aproximadamente los veinticuatro meses. A los dos años hay un grado de mielinización suficiente para que el niño pueda empezar a leer. Por tanto, desde el punto de vista científico, el aprendizaje de la lectura debe comenzar hacia esa edad.”

También en este caso existen tres requisitos: el mensaje debe ser grande, claro y repetido.

Doman, junto con otros autores, proponen la fabricación de carteles de palabras, éstas serán muy sencillas al principio, y en relación con el medio en el que se desenvuelve el niño. Más tarde se le mostrarían palabras más complejas y se terminará con frases (primero de dos palabras y luego se van añadiendo más). Los carteles se pasan frente a los niños con la misma técnica que los bits de inteligencia.

No se le debe enseñar primero el alfabeto, el niño se convertiría en un lector lento que se fija en las letras y no en las palabras.

Se pueden preparar carteles de las partes de la casa y de las cosas que hay en ella. Se colocan en cada cosa y se dejan una temporada mientras se hacen “paseos” por la casa leyendo y corriendo a tocar o a encontrar una palabra u objeto.

Para aquellos que consideren los carteles como un trabajo excesivo para su escaso tiempo libre, es bueno saber que muchos niños aprenden a leer solos cuando sus padres acostumbran a leerles cuentos por las noches. Éstos habrán de ser cuentos sencillos con poco texto y letras impresas a gran tamaño. Si los padres siguen la lectura con el dedo, algunos niños se habitúan a seguir el movimiento de dicho dedo y acaban leyéndolo por sí mismos si se les ha repetido un suficiente número de veces el mismo cuento.

Como dice Doman, el niño se acostumbra a oír la palabra mientras la ve al mismo tiempo y para él no supone un sobreesfuerzo añadido.

No se debe presionar al niño metiéndole la lectura a la fuerza. No hay que empeñarse en enseñarle al niño a leer, pero tampoco se debe tener miedo a fracasar.

* UN SEGUNDO IDIOMA

G. DOMAN: “De los 0 a los 4 años es el período óptimo en el que el cerebro está estructuralmente destinado y su potencial organizativo preparado para la adquisición de lenguajes. Es lo que los profesionales llaman la “ventana temporal”. Una vez pasada esta edad se “cierra” la ventana y el aprendizaje de los diferentes lenguajes va a estar sometido a grandes esfuerzos (salvo por inmersión en el medio lingüístico concreto).”

V. ESTALAYO Y R. VEGA: ” Los primeros meses y los primeros años de la vida del niño, son decisivos para el logro de una buena maduración auditiva. La razón es que, entonces, se registran los sonidos en el cerebro, tal cual son; posteriormente, en cambio, se perciben de forma imperfecta y, por consiguiente, se reproducen mal. ¿Quién es capaz, por ejemplo, de aprender una lengua extranjera con tal perfección, que nadie sospeche siquiera que no es su lengua materna? Sólo el niño pequeño.”

Cuando la 2ª lengua se adquiere a la vez que la 1ª el cerebro mantiene los dos sistemas diferentes y los utilizará por separado.

Todos los idiomas utilizan las mismas frecuencias bajas, varían de 125 a 250 Hz. Sin embargo, las frecuencias más altas difieren mucho de unos idiomas a otros. El inglés, por ejemplo, utiliza gran cantidad de sonidos agudos, que van desde los 2.000 a los 12.000 Hz. El castellano utiliza frecuencias de 1.000 a 3.000 Hz.

Nuestros oídos, al estar constantemente escuchándonos a nosotros mismos y a las personas que nos rodean, están más acostumbrados a las frecuencias de nuestra lengua materna. La realidad es que somos “sordos” ante las frecuencias utilizadas en otros idiomas. Y esto se explicaría porque las células cerebrales que reciben las frecuencias extranjeras no han desarrollado tantas conexiones como lo han hecho las que reciben las frecuencias que nos son familiares.

TOMATIS: “Por el hecho de no poder oír las frecuencias extranjeras, no podemos pronunciarlas correctamente. Y lo que es peor, no podemos memorizarlas con facilidad.”

El niño tiene la percepción de gama de frecuencias más abierta que un adulto. El profesor ideal para enseñar inglés a un niño pequeño es el profesor nativo, pues le hablará con los sonidos que el niño es aún capaz de percibir y reproducir. Más adelante, bastará con que sea un buen profesor, una vez que el oído del niño ya crecido o adulto deja de distinguir determinadas frecuencias, lo mismo dará que el profesor sea nativo o no, siempre que su conocimiento del idioma sea adecuado. Lo conveniente es que los niños aprendan la pronunciación correcta desde el principio, pues es algo que les quedará para su futuro aprendizaje del idioma, y es algo imposible de conseguir una vez que se alcanza determinada edad.

Para el aprendizaje de los idiomas también se puede utilizar la técnica de los bits de inteligencia, mediante la preparación de lo que en inglés se llaman flashcards. Son carteles de información visual, igual que los bits, pero no tratan temas alejados del entorno del pequeño (conocimientos enciclopédicos), sino todo lo contrario: se tata de enseñarle al niño palabras muy sencillas que sean a la vez significativas por su relación afectiva con ellas (palabras de la familia, de la casa, juguetes, etc.). Estas imágenes también irán acompañadas por carteles de palabras y se pasarán frente al niño una cada segundo durante 10 veces.

La estimulación con el segundo idioma incluirá además, canciones, poemas, cuentos, vídeos, juegos, etc.

En casa la mejor manera de introducir un segundo idioma es hablándole al niño en el mismo. Pero esto resulta fácil solamente a aquellas personas que tienen ese segundo idioma del niño como lengua materna y les sale con fluidez y naturalidad. La mayoría de las madres y padres necesitan por encima de todo comunicarse con sus hijos de forma plena y satisfactoria, y esto sólo es posible utilizando el lenguaje con el que nos sentimos emocionalmente identificados. Hay, sin embargo, muchas cosas que se pueden hacer, siempre de modo lúdico y en determinados momentos del día.

Que mamá o papá cambien de idioma durante un ratito todos los días no tiene por qué suponer un problema, aún así, si los niños protestan es mejor no hacerles mucho caso y seguir adelante pues acabarán por acostumbrarse a ello.

Los paseos por la casa nombrando cosas en otro idioma, adivinando dónde están las que se mencionan o corriendo a tocarlas… pueden resultar actividades divertidas. También se pueden colocar carteles con el nombre de las cosas de la casa para que el niño se habitúe a ver palabras en el otro idioma.

Sobre todo cuando se trata de inglés, el hecho de que el niño pueda reconocer las palabras escritas a la vez que las oye pronunciadas es de vital importancia debido a la difícil ortografía del idioma, el recordar cómo se escriben las palabras le ayudará en su futuro aprendizaje de la lengua.

* MATEMÁTICAS

¿Por qué enseñar las matemáticas antes de los 4 años?

Porque hay que recordar que es precisamente el período entre los 0 y los 4 años la etapa durante la cual el cerebro está estructuralmente preparado para la adquisición de lenguajes. Se trata de “la ventana temporal”. Cuando se “cierra” la ventana el aprendizaje de los diferentes lenguajes, incluido el matemático, será mucho más difícil.

G. DOMAN: “Esperar a que los niños vayan al colegio para comenzar a enseñarles matemáticas, es equivalente a no hablar a un niño hasta que vaya a la escuela. Es bueno enseñar matemáticas de esta manera y a esta edad porque les resulta enormemente divertido.”

F. KOVACS: “La edad óptima para iniciar el aprendizaje de las matemáticas es entorno a los 24 meses.”

Enseñar matemáticas en primer lugar va a facilitarles la adquisición de nuevos lenguajes y les va a hacer más fácil la comprensión de las relaciones entre los diferentes elementos del lenguaje: el razonamiento abstracto.

Las matemáticas se aprenden en estimulación temprana con carteles en los que se representan cantidades con puntitos de color rojo. Se van viendo las cantidades del 1 al 100 y después se van sumando y restando pequeñas cantidades. La técnica utilizada es la misma que para los bits de inteligencia.

Una vez que los niños controlan las cantidades de puntos, se pasará a hacer lo mismo con los dígitos.

(Existen bits de matemáticas editados por la editorial Edelvives.)

En casa podemos jugar con las matemáticas en cualquier momento y con cualquier objeto que estemos utilizando: en la cocina con los alimentos y utensilios, mientras cocinamos o ponemos la mesa…, mientras se juega con juguetes, etc. Lo importante es que el niño llegue a comprender la noción de cantidad y el hecho de que ésta varía al añadir o quitar. Para ello se deben utilizar siempre objetos reales y no abstracciones (contaremos alubias, canicas, o cualquier otra cosa).

Debemos aprovechar las ocasiones en las que podamos contar con el niño, aunque nos parezca aún demasiado pequeño. Debemos recordar que no debemos insistir en la cifra en sí, o sea, la grafía del número, sino que necesitamos manipular siempre objetos tangentes.

* MÚSICA

La música ha sido descubierta últimamente como un buen medio para fomentar el desarrollo integral del niño. Padres, pedagogos y psicólogos han comprobado que a través de la música se pueden estimular: el lenguaje (oral y corporal), la atención, la concentración, la coordinación motora (fina y gruesa), el seguimiento de instrucciones, las habilidades para sintetizar y analizar, y la creatividad. Además, se potencia y se desarrolla la expresión de emociones y sentimientos.

Debido a que los niños perciben y se expresan de una forma conjunta, la educación auditiva se realizará con otras actividades y de múltiples maneras: a través del movimiento, la percusión corporal, los gestos, la expresión vocal, los dibujos, los colores…

Los audiomotores son movimientos repetitivos que acompañan a una pieza musical que es escuchada al mismo tiempo. Si hacemos que el niño se mueva, evitaremos que se distraiga y trabajaremos su sentido del ritmo.

Todo ritmo supone un orden en el espacio y en el tiempo. Dado que la música es la sucesión ordenada de notas musicales en el espacio y en el tiempo, también existe el ritmo musical.

No puede afirmarse rotundamente, pero si un niño se aficiona a escuchar y a aprender música desde pequeño, hay muchas posibilidades de que además de desarrollar mejor sus facultades superiores (memoria, atención, concentración, etc.), y por tanto, llegue a ser más inteligente, también se haga mucho más ordenado y metódico.

La educación del ritmo es de vital importancia por su repercusión en el desarrollo del concepto de tiempo en el niño.

Los fragmentos u obras musicales han de ser cortos (de dos a tres minutos); nunca debe cansar ni aburrir. Los compositores han de hacerse familiares a los pequeños: lo que hacía Mozart de pequeño, de qué color tenía los cabellos Vivaldi, cómo vestían en la época de Bach, …

Se les puede mostrar a los niños una imagen del compositor autor de la pieza que vayamos a escuchar. Se les dice el nombre y algunos datos biográficos (si disponemos de algo anecdótico lo mencionaremos para llamar la atención y el interés de los pequeños).

Mientras decimos el nombre del compositor podemos mostrar un cartel con el nombre escrito en él. De esta manera trabajamos también la lectura. Seguidamente se les dirá el nombre de la pieza musical y se les puede mostrar un cartel con el mismo. (Los carteles con los nombres serán iguales a los bits de lectura. Las imágenes de los compositores serán de gran tamaño y en color si es posible; se pueden fabricar pegando sobre cartulina una imagen sacada de Internet, o bien utilizar fascículos sobre grandes compositores con ilustraciones adecuadas).

La música nos brinda muchas oportunidades de estimulación con nuestros hijos. Cuando decimos “música”, no debe entenderse música clásica exclusivamente. Es válida todo tipo de música, incluida la música pop, si nos parece adecuada. Cuando nosotros escuchamos algo, no debemos olvidarnos de informar de ello a nuestros hijos si están presentes.

Podemos contarles algo interesante o enseñarles una imagen o fotografía del cantante o autor si disponemos de ella o tenemos acceso a Internet.

Si lo que pretendemos es una estimulación más seria, pondremos una audición repetida un número de veces que nos parezca conveniente (10 más o menos), en una situación que nos sea propicia y en la que los niños estén más dispuestos a escucharla. Un buen momento es el de acostarse o levantarse, también se puede aprovechar el baño o las comidas. Los viajes en coche son una buena opción, sobre todo si son habituales.

Lo ideal en cuanto a la estimulación musical es que el niño aprenda a tocar un instrumento, sin embargo, esto no siempre resulta posible por numerosas razones. Es bueno que acostumbremos al niño a distinguir los sonidos de los diferentes instrumentos dentro de las piezas musicales que escuchamos con él.

* EL OLFATO

Es éste uno de los sentidos al que menos atención se presta normalmente. Pero también es susceptible de estimular. No tenemos costumbre de comentar los olores con los que nos encontramos a diario, es sin embargo, una excelente manera de desarrollar esta sensibilidad en nuestros hijos.

Podemos jugar con ellos en la cocina a adivinar olores, o utilizar frasquitos de esencias o aceites perfumados de los que se utilizan en los quemadores (los hay de olor a limón, mandarina, fresa, etc.).

(La editorial SM ha editado libros que contienen olores y que encantan a los niños.)

* EL GUSTO

Con el gusto ocurre otro tanto que con el olfato. Pocas veces hablamos de los sabores con nuestros hijos.

Un juego divertido es probar pequeñas porciones de alimentos con los ojos cerrados y adivinar de qué se trata.

Cocinar y degustar a la vez también puede resultar muy didáctico y lúdico.

* ESTIMULACIÓN TÁCTIL

El tacto es uno de los sentidos más importantes en lo que a efectividad de la estimulación se refiere. Es, además, un sentido que nos permite muy diversas formas de actuación.

Para comprender su importancia, debemos tener en cuenta que es la primera y principal estimulación de la que se nutre el cerebro del bebé recién nacido. Todos hemos oído decir que el contacto y el afecto que se muestran al bebé le son tan necesarios como el alimento para que sobreviva. Este afecto sólo podrá transmitirse a través del tacto, y es de esta misma manera como se establece la primera comunicación con el pequeño.

Por estas razones, no debemos dudar jamás en coger a nuestro bebé en brazos. Un bebé recién nacido no comprende aún que sus acciones tienen unas consecuencias, así que le será imposible coger “mañas” como dice la gente. A un bebé hay que cogerle siempre que podamos o queramos hacerlo, respetando sus horas de sueño y tomas.

Cuando el bebé vaya creciendo y pidiendo (a veces “exigiendo”) que le cojamos, deberemos empezar a poner unos límites, pero esto no quiere decir que no debamos cogerle más, pues sus necesidades de contacto con los padres siguen estando ahí.

La estimulación táctil puede ir desde una sesión diaria de cosquillas, hasta los masajes hechos con diferentes texturas. Podemos masajear el cuerpo de nuestros hijos con las manos simplemente o utilizando aceites, polvos de talco, esponjas, cepillos muy suaves (de los que se venden para peinar a los bebés), toallas lavadas sin suavizante…

El baño es un buen momento para el contacto con el pequeño. Y, haciendo caso omiso de las recomendaciones de psicólogos y educadores, el meterse en la cama con el niño durante 5 ó 10 minutos es una experiencia muy gratificante para padres y niños, y siempre que el niño sepa que se trata sólo de un ratito no tendrá por qué “acostumbrarse mal” (debemos dejar claro al niño que cada uno ha de dormir en su propia cama).

* PSICOMOTRICIDAD (DESARROLLO NEUROMOTOR)

Dentro de los aprendizajes tempranos, la psicomotricidad ocupa un lugar prioritario.
El niño, hasta los cinco años, se encuentra en un período evolutivo básicamente perceptivomotor, que organiza su mundo a través de sus percepciones subjetivas, siendo su propio cuerpo el canal más fácil para la adquisición del conocimiento.

El objetivo de la psicomotricidad (mejor denominada “desarrollo neuromotor” para diferenciarla del concepto tradicional de “psicomotricidad”) es conseguir una correcta organización neurológica: un problema funcional deriva en un problema educativo. Con las actividades de psicomotricidad ayudamos al Sistema Nervioso a madurar correctamente, a formar y consolidar circuitos neuronales.

G. DOMAN: “Estamos totalmente convencidos de que todo niño, en el momento de nacer, posee una inteligencia potencial superior a la que jamás utilizó Leonardo da Vinci. Esa inteligencia potencial, presente en el nacimiento, incluye y de hecho empieza, con la función física.”

También según Glenn Doman, el tiempo que requiere un niño para aprender una nueva función, el grado de dificultad que encuentre, la determinación que tenga que demostrar y el nivel de destreza que logre, serán delineados por el nivel físico que haya alcanzado durante sus primeros seis años de vida: promedio, inferior al promedio o superior al promedio.

Un elevado número de fracasos escolares tienen como origen la falta de estimulación psicomotriz en los primeros años de vida.

M. GARCÍA VELA: “Cuantas más oportunidades damos a un niño para que se mueva, más favorecemos el desarrollo global de su inteligencia y más bases sólidas ponemos para futuros aprendizajes. Por otro lado, cuando el niño consigue habilidades en el movimiento, experimenta sensaciones de dominio, de autoestima, etc. Y favorece su equilibrio emocional. También tiene repercusiones positivas en su capacidad para concentrarse en los deberes y para relacionarse con los demás”.

Los primeros años son cruciales para conseguir el desarrollo motriz. El rendimiento va mejorando de forma progresiva, pero después de los 5 ó 6 años no aparecen habilidades corporales nuevas.

En psicomotricidad existen muchos ejercicios que se pueden hacer que favorezcan el desarrollo de los pequeños. Pero están los llamados “patrones básicos”, que serían los más importantes en este sentido. La marcha (tanto andar como correr); los ejercicios vestibulares (que trabajan el sentido del equilibrio) como los saltos, las volteretas y las croquetas; el arrastre y el gateo.

La marcha, pero sobre todo el arrastre y el gateo, tienen una importancia destacada por su realización en patrón de “esquema cruzado”, es decir, que mientras se efectúan dichos ejercicios, se están utilizando ambas partes del cuerpo contralateralmente: cuando se mueve la pierna izquierda, se mueve el brazo derecho y viceversa. Esto supone el desarrollo de los dos hemisferios y de las conexiones que se establecen entre ambos.

El gateo es un momento evolutivo muy importante, pues supone una adquisición de autonomía frente a los padres y una oportunidad de descubrir y experimentar el entorno que el niño no había tenido hasta entonces. Cuando comience a andar estará mucho más preocupado por mantener el equilibrio y será más dependiente de los adultos, dejará a su vez durante algún tiempo de explorar el medio en favor del disfrute y perfeccionamiento de su nuevo logro.

Mientras dura la fase del gateo, el niño aprenderá a calcular distancias en el espacio y se acostumbrará a observar objetos a una distancia de unos 30 cm., que será casualmente la distancia de enfoque que utilizará más tarde para sus labores de lectoescritura.

G. DOMAN: “Existe una relación muy estrecha entre ser capaz de arrastrarse, de gatear y de converger con la visión en un punto próximo.”

M.T. ALDRETE: “El 95% de niños que no gatean tienen problemas de lectoescritura. El 5% restante lo suple trabajando la manualidad. El gateo es un ejercicio preventivo para la lectura.”

Debemos dejar a nuestros pequeños gatear, sin temor a que se ensucien. Debemos dejarles correr siempre que esto sea posible y no reñirles por ello. Debemos dejar que se encaramen y suban a todas partes, siempre que no corran peligro. Debemos dejar que lo toquen e investiguen todo, controlando que no puedan hacerse daño. Cada vez que decimos a un niño : “No toques” “No corras” “No te subas ahí” “No te tires por el suelo” “Mira que te pones hecho un cochino” etc. … si se lo decimos sin un verdadero motivo de evitar lo que consideramos un peligro o una acción totalmente inapropiada a las circunstancias, estaremos limitando el desarrollo del pequeño y por lo tanto, su inteligencia. Estaremos cortando el desarrollo de su autodominio motriz, lo cual no sólo afectará a su destreza motora, sino también a su personalidad y autoestima. También estaremos cortando su curiosidad y ganas de saber, lo cual afectará a su actitud ante el aprendizaje futuro. Muchas veces, los padres enseñamos a nuestros hijos a “no ser inteligentes”.

La psicomotricidad puede aplicarse a cualquier edad, aunque es más efectiva cuanto más pequeño es el niño. A los 6 años tendrá que recorrer una distancia mucho mayor gateando para que se produzca el beneficio buscado. Estos ejercicios ayudan a madurar neurológicamente a cualquier niño y no tienen efectos secundarios, por lo que todos podríamos apuntarnos a sesiones familiares de gateo. Los adultos probablemente precisen de rodilleras (se venden en las tiendas de deporte), y de ilusión y ganas. Con un poco de imaginación se pueden realizar carreras, circuitos por los que habrá que pasar bajo sillas o sobre obstáculos… Es importante que nos involucremos con lo que propongamos a nuestros hijos, si les dejamos solos y se lo ordenamos, no obtendremos ningún éxito. Es preciso motivarles, y lo que más les motiva en el mundo es nuestra compañía.

CONCLUSIONES

Más importante que la estimulación tempana que realicemos con nuestros hijos, es que hablemos con ellos y no perdamos el contacto físico.

Se debe considerar la estimulación temprana como un regalo que les hacemos a nuestros hijos. Es un complemento a todos los cuidados que les brindamos. Pero, no por tener ese carácter complementario es poco importante, es el mejor regalo que les podemos dar después de haber llenado sus necesidades físicas y afectivas.

Con la estimulación temprana no se persigue la creación de genios, sino de niños más completos, más seguros de sí mismos y más felices. Porque somos felices cuando podemos disfrutar de la vida. Y disfrutar de la vida significa disfrutar observando la naturaleza, disfrutar observando un cuadro en una exposición, disfrutar leyendo un buen libro o el periódico, disfrutar de una buena conversación, … Cuantos más conocimientos e intereses tiene una persona, más disfruta de la adquisición de nuevos aprendizajes y conocimientos, y más fácil le resulta adquirirlos. Y cuanto más fácil nos resultan las cosas, más ambiciosos somos a la hora de enfrentarnos a los retos puesto que nos sentimos más capacitados. Y cuanto más capaces nos vemos, más felices somos en la vida.

Para quien quiera más información:

-“Cómo multiplicar la inteligencia de su bebé”
Glenn Doman y Janet Doman
Ed. Edaf

-“Cómo dar conocimientos enciclopédicos a su bebé”
Glenn Doman
Ed. Diana
 
-“Cómo enseñar a su bebé a ser físicamente excelente”
Glenn Doman
Ed. Diana
 
-“Cómo enseñar a leer a su bebé”
Glenn Doman y Janet Doman
Ed. Edaf
 
-“Cómo enseñar matemáticas a su bebé”
Glenn Doman y Janet Doman
Ed. Diana
 
-“Hijos mejores”
Dr. Francisco Kovacs
Ed. Martínez Roca
 
-“El método de los bits de inteligencia”
Víctor Estalayo y Rosario Vega
Ed. Edelvives
 
Libro de Estimulación Temprana por Rosina Uriarte

“Manual de Estimulación Temprana” por Rosina Uriarte. Pídelo haciendo clic aquí.