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PREVENCIÓN DEL FRACASO ESCOLAR DESDE LA EDUCACIÓN INFANTIL con la organización neurológica.

Prevenir el fracaso escolar no solamente es posible en muchos casos, sino un deber y una responsabilidad de los adultos que trabajamos y cuidamos de los niños en sus primeros años de vida. La organización neurológica o neurodesarrollo se ocupa de ello.

Rosina Uriarte

El fracaso escolar preocupa seriamente tanto a padres como a educadores. Es algo que concierne a toda la sociedad dado el elevado porcentaje de estudiantes que lo sufren. Un fracaso que no debemos atribuir exclusivamente a estos chicos y chicas, pues en la mayoría de los casos no son «culpables» de la situación, sino sus víctimas.

Cuando se habla de fracaso escolar, casi siempre evocamos la imagen de alumnos de la ESO o de los cursos superiores de Primaria. Según las estadísticas, el fracaso escolar comienza en muchos casos a vislumbrarse hacia los ocho años, en tercero de primaria. Sin embargo, es en la educación secundaria cuando se hace más evidente. Entonces los requisitos académicos se endurecen y el esfuerzo ha de ser mayor. Y todo esto unido a la difícil y delicada etapa de la adolescencia.

Pero pocas veces se hace referencia a los niños de Educación Infantil con respecto al fracaso escolar. ¿Es acaso porque no existe tal fracaso a esta edad? Esto es lo que mayoritariamente se asume, pero no hay nada más lejos de la realidad… Los objetivos mínimos establecidos en Educación Infantil no son ambiciosos, cualquier niño puede alcanzarlos, y superarlos, con toda facilidad… pero no siempre es así… Y el número de niños que no alcanzan estos objetivos, o lo hacen con dificultad, se asemeja bastante al tanto por ciento de fracaso escolar que reflejan las estadísticas.

Si los educadores que trabajamos con niños menores de seis años vemos que casi una cuarta parte de los alumnos no sigue el ritmo del resto… lo lógico es actuar para atajar por todos los medios esta situación y que estos niños no crezcan para engrosar las filas de los «fracasados escolares». Pero a pesar de que se trabaja en Infantil con niños con retrasos madurativos, problemas de lenguaje, etc., sigue habiendo un tanto por ciento de niños a los cuales se les deja «que maduren» con la triste y callada convicción de que «ya se ocuparán» sus tutores de primaria de trabajar con ellos en sus dificultades. La pena es el precioso tiempo que se desperdicia mientras se espera a que madure un niño… un niño con dificultades…

Todos hemos oído o leído que los seis primeros años son vitales para formar las bases de la inteligencia y las habilidades del niño. Son los años principales del desarrollo infantil, en los que el cerebro es más plástico y en los que se crean la mayor cantidad de conexiones y circuitos neuronales, las «herramientas» con las que habremos de arreglárnoslas durante toda nuestra vida futura. Por esto, invertir en una buena Educación Infantil y en el desarrollo del niño en estas edades, es como invertir en buenos materiales de construcción y la edificación de los pilares y vigas maestras de un gran y hermoso edificio.

La etapa de la Educación Infantil es una etapa difícil para hablar de diagnósticos y tratamientos. Muchos problemas no son diagnosticados a esta edad, como son los asociados al déficit de atención con hiperactividad, por ejemplo. Y no es porque los síntomas no sean evidentes, como ya se ha expuesto. Pero es lógico que se tienda a «esperar» a ver qué ocurre y cómo evoluciona el niño. Y en casos afortunados, estos síntomas en el niño no se transforman en un problema académico o de comportamiento. Es muy natural que los padres y profesores prefieran «esperar» a que estos problemas se desarrollen de forma evidente, para empezar a actuar sobre ellos. Sin embargo, cuando un niño muestra una dificultad, existe un motivo para ésta, y que este motivo desaparezca no es lo común pues normalmente se debe a fallos en la base del desarrollo del niño.

Por esto, «esperar» en estas edades tempranas supone perder el momento adecuado para actuar. Supone una mayor dificultad en la solución de estos fallos en el desarrollo, un trabajo más costoso y unos resultados más pobres…

Pero si bien el concepto de «tratamiento» nos puede parecer excesivo en niños pequeños cuando aún el problema académico no es claro, no debemos temer el término «prevención».

La prevención a edades tempranas podría ser una de las claves para solventar el problema del fracaso escolar a edades más tardías.

Lo dice el refrán: «mejor prevenir que curar». Una lección que están aplicando ya varios colegios en nuestro país con todos sus alumnos de Educación Infantil. Aún faltan datos estadísticos sobre los resultados objetivos de la aplicación de técnicas de prevención del fracaso escolar a través de ejercicios que desarrollan el sistema nervioso y ayudan al niño a madurar en todas sus áreas (física, cognitiva, sensorial, emocional, social). Pero confiamos en que pronto los habrá y un mayor número de centros se unan en esta iniciativa.

Queda patente que la mayoría de las dificultades académicas están causadas directamente por una inmadurez neurológica o, lo que es lo mismo, los fallos en el desarrollo que mencionábamos con anterioridad. Éstos fallos pueden manifestarse en la forma de una lateralidad mal establecida (cuando el niño no es totalmente diestro o zurdo, con lo cual su cerebro no está bien organizado y sus hemisferios cerebrales compiten en lugar de colaborar); en un sistema ocular que no funciona adecuada o cómodamente para las tareas que requieren de la lectura y la escritura; un sistema auditivo que no consigue procesar los sonidos claramente para poder reproducirlos en un correcto lenguaje hablado o prestar la adecuada atención en clase; reflejos primitivos que se han quedado retenidos y no han madurado de la forma deseada; una integración sensorial deficiente que hace que el niño interprete los estímulos que le rodean de una forma equivocada, mostrando unas reacciones y un rendimiento que no son los adecuados para su edad y la situación dada.

El desarrollo en el niño se produce de manera natural gracias a todos los estímulos que recibe de su entorno y con cada movimiento y acción que realiza. El movimiento es la principal fuente de información y desarrollo, junto con el tacto, el oído y la vista. Es primordial tener esto en cuenta para dar al niño las oportunidades que necesita de moverse a estas edades, y de experimentar con todo lo que le rodea.

Además, pueden aplicarse métodos de desarrollo neuromotor o de organización neurológica, que consisten en ejercicios motores principalmente, realizados de forma lúdica, pero continuada, constante y repetida, para su mayor efectividad. La repetición y la constancia son esenciales para la creación de nuevos circuitos neuronales, por lo que estos programas deben ser diarios. Unos veinte minutos podrían bastar para la realización de estos ejercicios en un aula de Educación Infantil. No deben suponer un sustituto a la psicomotricidad tradicional, pero serían desde luego un complemento ideal.

Cualquiera de los métodos de organización neurológica que se utilizan para tratar a niños con problemas del desarrollo, podrían utilizarse en su forma más básica y lúdica, para prevenir estos problemas en un grupo de alumnos en el aula. Y no solamente en Educación Infantil. Pues, aunque es éste el momento ideal para la prevención, estos programas también pueden realizarse, y de hecho se están aplicando, con niños de cursos superiores. En ambos casos, con el mismo objetivo: evitar el fracaso escolar.

Más información:

PSICOMOTRICIDAD Y DESARROLLO NEUROMOTOR

EL SISTEMA NERVIOSO EN LA BASE DEL COMPORTAMIENTO Y RENDIMIENTO DEL NIÑO.

LA LATERALIDAD: ¿DIESTRO O ZURDO?

REFLEJOS, APRENDIZAJE Y COMPORTAMIENTO

FUNCIONAMIENTO OCULAR: LA VISIÓN EN EL APRENDIZAJE

INCIDENCIA DE LA AUDICIÓN EN LA ESCUELA Y EN LA CONDUCTA

ESTIMULACIÓN TEMPRANA Y ESTIMULACIÓN TERAPÉUTICA

Estimulación temprana

Existe confusión entre la «estimulación temprana» y la «estimulación terapéutica«. En ocasiones se utilizan como sinónimos, pero veamos cómo realmente son dos términos que pueden implicar importantes diferencias.

El término “estimulación” es un término muy amplio que hace referencia a cualquier actividad que realicemos con el fin de brindar nuevas experiencias y así incidir en el desarrollo cerebral.
 

Cuando se habla de “estimulación”, normalmente se hace refiriéndose a la “estimulación temprana”. Ésta se denomina “temprana” por el momento en el que se aplica, nunca porque se pretenda que un niño logre llegar a donde no le corresponde por su edad o su estado de madurez.

Cada día somos más conscientes de que el desarrollo del cerebro del niño no depende solamente de su genética y que este desarrollo no viene dado con el nacimiento. Sino que se produce gracias a cada experiencia brindada al bebé por su entorno. Para que las neuronas con las que nace el bebé se activen y funcionen son necesarios gran cantidad y calidad de estímulos de todo tipo (sonoros, visuales, táctiles, olfativos, gustativos y de movimiento). La mayoría de las nuevas conexiones y circuitos neuronales se forman en los tres primeros años de vida. De aquí que la estimulación sea “temprana”, su período de aplicación se extiende hasta los seis años.

Ésta es una de las razones por las que se realiza la estimulación temprana, para aprovechar el momento adecuado en el que es posible incidir en el desarrollo cerebral de nuestros hijos. Pretendemos enriquecer el entorno y las experiencias para lograr un mayor y mejor desarrollo del potencial innato del niño.

La estimulación temprana puede utilizarse también como prevención. Es vital realizarla en casos de riesgo como son los bebés prematuros o niños que hayan sufrido alguna lesión durante el embarazo o el parto. En estos casos se pretende incidir en el desarrollo de forma que se eviten posibles problemas futuros.

Pero la estimulación también puede ser terapéutica, y no necesariamente ha de ser siempre “temprana”. Esto quiere decir que podemos estimular el sistema nervioso (cerebro) buscando solucionar problemas muy diversos, y que es posible hacerlo en niños más mayores o en adultos.

Para que una estimulación sea efectiva debe ser siempre repetitiva. Ha de realizarse un número determinado de veces, a diario preferiblemente, y a lo largo de un tiempo recomendado para lograr los efectos buscados. Por supuesto que los ejercicios que se realicen estarán enfocados y diseñados para solucionar los problemas concretos de cada persona.

Existen diferentes métodos con sus propias técnicas para la estimulación cerebral. Pero todos ellos comparten una base común que consiste en buscar la estimulación del sistema nervioso a través de las únicas vías posibles: los sentidos.

Al igual que la naturaleza impone que sean los estímulos sensoriales el medio por el cual se desarrolla y crece el cerebro, así podremos también incidir en el desarrollo del cerebro por medio de estímulos adecuados e intensivos que logren una madurez que por sí sola no se ha dado. En los métodos de reorganización neurológica los estímulos son principalmente de movimiento, pero también son importantes los estímulos táctiles, auditivos y visuales.

Se habla mucho de la plasticidad cerebral de los niños pequeños, así ocurre que la estimulación es mucho más efectiva y requiere menos esfuerzo en tiempo e intensidad cuanto menor es la edad. Sin embargo, es posible seguir estimulando nuestro sistema nervioso toda la vida, y muchas de las técnicas de estimulación cerebral se practican con adultos.

Nuestro comportamiento, nuestra capacidad de atención, cómo nos movemos y cómo nos relacionamos con nuestro entorno dependen directamente de nuestro sistema nervioso y de su estado de equilibrio y madurez. Cuando este estado no es el adecuado pueden surgir numerosos síntomas que lo reflejan.

Los métodos tradicionales tratan y trabajan estos síntomas. Si un niño tiene problemas de comportamiento trabajan su conducta entrenando al niño en nuevas habilidades para el control de la misma. Si los problemas son atencionales, el niño recibirá un entrenamiento para mejorar su atención. Si surgen dificultades en la relación con los demás, la psicoterapia se ocupará de ayudarle… Y si tiene una motricidad fina o gruesa pobre, se trabajará la misma por medio de ejercicios motrices. Estos métodos son importantes y suponen avances en las habilidades del niño, pero trabajan solamente los síntomas, que pueden ser muy numerosos, y el trabajo lento y costoso. Trabajan y observan al paciente “desde fuera”, enfocándose en las manifestaciones del problema, sin buscar ni tratar las raíces del mismo.

Aunque las manifestaciones sean muchas y variadas, el problema puede ser único: una inmadurez o lesión en el sistema nervioso (salvo en los casos en los que los síntomas se deban a trastornos psicológicos o creados por tensiones provenientes del entorno del niño). Ocurre muy a menudo que da la sensación de que todos los problemas se juntan en un solo niño… y nos preguntamos cómo es posible… no nos damos cuenta de que no se trata de diferentes problemas, sino de uno sólo con diferentes síntomas.

La novedad que aportan los métodos de reorganización neurológica o neurofuncional, lo que podemos más cómodamente denominar como “estimulación cerebral”, es el trabajar el problema causante de los síntomas. Trabajar “desde dentro” para que las manifestaciones exteriores cambien y se acerquen lo más posible a las deseadas.

De esta forma, si un niño sufre problemas de atención, en lugar de trabajar con ejercicios que entrenen su capacidad de atender por medio de fichas por ejemplo, lo que se hace son ejercicios (principalmente motrices), que estimulan directamente las zonas cerebrales encargadas de regular el estado de alerta en la persona, y por lo tanto su capacidad de atención. Realizando estos ejercicios de forma intensiva y diaria, se logra una activación y maduración de estas zonas cerebrales y por lo tanto, una mejora externa que se manifiesta en una atención adecuada por parte del niño. Los síntomas cambian sin trabajar sobre ellos directamente puesto que se ha solucionado el problema en su raíz.

Otro ejemplo serían los problemas de tono muscular, que normalmente se reflejan en una mala psicomotricidad que afecta a los movimientos y habilidades del niño, incluida la escritura. Desde el concepto tradicional se trabajarían las manos para darles fuerza y se harían ejercicios de psicomotricidad para incrementar las habilidades motoras del niño en general. Sin embargo, si consideramos que es el cerebro quien regula el tono muscular, podemos intentar estimularlo de forma adecuada para que los síntomas de torpeza motriz desaparezcan. Así dejaríamos de trabajar dedos, brazos, piernas… para realizar unos ejercicios muy concretos que hiciesen madurar las zonas del sistema nervioso central que controlan el tono muscular.

Tratando el problema desaparecen o se alivian los síntomas, por ello es un trabajo en conjunto que puede suponer la solución o paliación de varios síntomas a la vez.

Todos estos métodos pueden combinarse con técnicas de trabajo cognitivo-conductual desde la psicopedagogía, con complementos y regímenes alimenticios, homeopatía, osteopatía, etc. para un tratamiento combinado, multidisciplinar y efectivo en todas las áreas. Considerando al paciente como una unidad y buscando una mejoría integral y completa.

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EL MÉTODO BERARD DE REEDUCACIÓN AUDITIVA

Reeducación auditiva Publicado en Vivir para Crecer

Rosina Uriarte
 
Guy Berard, médico cirujano y otorrinolaringólogo francés, inventó hace ya más de cuarenta años la terapia de reeducación auditiva que lleva su nombre.
 
Se trata de de un método que, mediante la escucha de música adaptada, tiene el objetivo de mejorar la calidad de nuestra audición.
 
Pero va mucho más allá de lo que pueda parecer en esta simple explicación, pues está demostrado que la forma en la que oímos determina nuestro estado de ánimo, nuestro comportamiento y otros factores de importancia como la capacidad de atención…
 
A pesar de ser una terapia aún no contrastada por la medicina y, por lo general, desconocida por parte de la mayoría de los profesionales de la otorrinolaringología, existen numerosos estudios y publicaciones que avalan los beneficios de esta técnica. Son cientos los reeducadores auditivos que la aplican en el mundo entero y muchas las asociaciones de pacientes tratados por este método que dan fe de sus resultados positivos.
 
En base a su experiencia con pacientes a lo largo de los años, Berard llegó a varias conclusiones: que muchos de los estudiantes con pobre rendimiento escolar tienen deficiencias en su calidad auditiva; que la mayoría de los niños autistas sufren de una hiperaudición que en muchos casos puede llegar a ser dolorosa; que la casi totalidad de los niños y adultos depresivos muestran un patrón común en su audiograma… Estas conclusiones dan una idea de la importancia del efecto de la audición en nuestro comportamiento y en cómo nos sentimos, nos relacionamos y funcionamos en nuestras tareas diarias.
 
El doctor Berard hizo muchos más descubrimientos e ideó la terapia de reeducación auditiva, que al igual que si de una gimnasia para el oído se tratara, soluciona o mejora muchos de los problemas mencionados.
 
Estas mejoras las han experimentado a lo largo de varias décadas, miles de niños hiperactivos, con déficit de atención, problemas de lenguaje, autistas, personas depresivas, mayores con pérdida gradual de agudeza auditiva… incluso estudiantes de idiomas, músicos y cantantes…
 
El tratamiento es sencillo y se realiza en diez días, con dos sesiones diarias de media hora cada una. Durante estas sesiones el paciente escucha una música cuyas frecuencias han sido filtradas para adaptarse a sus necesidades concretas.
 
Para determinar los objetivos a conseguir con el tratamiento se ha de llevar a cabo una audiometría que refleje cuáles son las condiciones exactas de la audición del paciente y cuáles las posibilidades de mejora con la reeducación. Al quinto día de terapia se volverá a realizar una audiometría para observar los cambios y la conveniencia de readaptar la modulación de la música para una mayor eficacia del tratamiento. Una tercera audiometría se hará al final del décimo día para comprobar los resultados. Pero éstos no serán definitivos, puesto que el efecto de la reeducación seguirá produciendo cambios a lo largo de los siguientes sies meses, después de los cuales se realizará la última de las pruebas auditivas.
 
La edad mínima en la que puede aplicarse la reeducación auditiva son los tres años, aunque Berard aconseja que se espere hasta los cuatro o cinco. En cuanto a la edad máxima, no hay límite, y es un tratamiento del que podríamos beneficiarnos todos

 

Dr. Guy Berard

 

«NO SIEMPRE OÍR BIEN 👂 SIGNIFICA LO QUE CREES»

HIPERSENSIBILIDAD. Disfunción sensorial que afecta al comportamiento y el aprendizaje infantil.

Hipersensibilidad

 
La hipersensibilidad, también llamada «hipersensorialidad», es un efecto de la mala integración sensorial, de la cual ya hablé en «INTEGRACIÓN SENSORIAL. CÓMO CONVIVIR CON LA DISTORSIÓN«. Ahora quería tan sólo transcribir un pequeño párrafo de un interesante libro de Sally Goddard, titulado «Reflejos, aprendizaje y comportamiento».
 
Menciona tan sólo los sentidos de la vista y el oído porque habla de su importancia para el aprendizaje, pues son éstos los dos sentidos más decisivos para el funcionamiento del niño dentro del aula. Pero una hipersensibilidad o hiposensibilidad de otros sentidos, como el vestibular o el táctil, por ejemplo, podrían afectar también muy directamente a la capacidad de atención y el rendimiento académico.
 
Sally Goddard dice lo siguiente:
 
La hipersensibilidad visual y auditiva son tanto una discapacidad para el aprendizaje como lo es la pérdida de una de estas áreas, en algunos casos, tanto hiper como hipo pueden coexistir en un niño.
Cuando el sistema está sobrecargado, el niño puede entrar en una reacción de «shock», es decir, el sistema nervioso desconecta cualquier sensación y deja de responder frente a estímulos. Esto podría interpretarse como ser hiposensible, cuando de hecho es una reacción extrema del estado de sensibilidad excesiva.
 
Es posible que muchos padres y educadores identifiquéis en estas palabras al niño que se tapa los oídos frecuentemente ante los ruidos y la música y sin embargo, parece no escuchar y «estar en su mundo», sobre todo en ambientes concurridos como reuniones familiares o el colegio. Crea desconcierto pues nos damos cuenta de que los ruidos le molestan y sin embargo, en otras ocasiones se comporta como si fuese sordo…
 
Si quieres ayudar a un niño de estas características, pónte en contacto conmigo y buscaremos los modos de hacerlo: info@rosinauriarte.com 

Rosina Uriarte en rosinauriarte.com

 
 

«INTEGRACIÓN SENSORIAL. CÓMO CONVIVIR CON LA DISTORSIÓN»

INCIDENCIA DE LA AUDICIÓN EN LA ESCUELA Y EN LA CONDUCTA

En este artículo los autores explican la importancia de poseer una buena capacidad auditiva para lograr resultados ópitmos en el rendimiento escolar y cómo, además de afectar al aprendizaje, una deficiente audición puede además determinar el estado de ánimo y el comportamiento de nuestros hijos y alumnos.

Es fácil comprender que existen muchos y variados problemas visuales sin referirnos a la ceguera, y que por ello observamos a los niños e intentamos ayudarlos por medio de lentes y otros mecanismos como pudiera ser tapar un ojo… Sin embargo, nos cuesta aceptar que, lógicamente, existen también muchas y muy variadas formas de oír y de escuchar y que, por desgracia, no se hace nada para ayudar a los niños con deficiencias en este sentido a no ser que padezcan de una sordera…

Víctor Estalayo y Rosario Vega son los discípulos directos de Guy Bérard en España. Bérard es un otorrinolaringólogo francés que ha estudiado estos aspectos de la audición durante más de 40 años y ha creado un tratamiento que se está extendiendo poco a poco por todo el mundo, incluído nuestro país. Las estadísticas hablan de la necesidad de realizar pruebas auditivas a niños con fracaso escolar y problemas emocionales o de conducta. Estas estadísticas también nos muestran el elevado grado de efectividad de la Reeducación Audtiva en estos casos.
Rosina Uriarte

INCIDENCIA DE LA AUDICIÓN EN LA ESCUELA Y EN LA CONDUCTA

Por VÍCTOR ESTALAYO, director del Instituto de Desarrollo Infantil y Reeducación Auditiva VEGAKIDS, y ROSARIO VEGA, presidenta.
"Reeducación auditiva para el éxito escolar y el bienestar emocional" de Guy Berard
La mayoría ignora que, en el oído, las anomalías son muy numerosas sin tener en cuenta los fallos en la agudeza auditiva.
Dos individuos con idéntica agudeza auditiva pueden oir y escuchar de forma muy diferente. La calidad del procesamiento de los estímulos acústicos se refiere a cómo oímos, cómo escuchamos y cómo interpretamos lo que oímos.
En su obra «Reeducación auditiva para el éxito escolar y el bienestar emocional» el doctor Guy Bérard divulga los hallazgos de investigaciones clínicas que ha realizado en este campo durante varias décadas.

Posibles fallos en el procesamiento auditivo

1. Falta de uniformidad en los umbrales
Lo más común es que algunos o muchos umbrales sean diferentes entre sí. La uniformidad total se expresa en un audiograma recto que es muy poco frecuente; casi siempre hay altibajos. Cuando son numerosos, dificultan mucho el procesamiento de lo que se oye.
Los picos producen distorsiones. Si corresponden a las frecuencias más importantes para el lenguaje, afectan a la actividad escolar, a la comprensión, a la atención y hasta a la estabilidad emocional.

2. Fallos en la discriminación
Muchos no aprecian si un sonido es más agudo o más grave que otro. El fallo puede ser parcial o total. A veces un oído puede discriminar bien el otro, mal. Con más frecuencia son ambos los que fallan. El fallo puede estar en los graves, en los agudos o en toda la gama de sonidos.
El habla consiste en la emisión de fonemas que tienen su puesto en una escala de sonidos. Por ejemplo, los sonidos sordos como /p/, /t/, /k/, son más graves que los sonoros /b/, /d/, /g/. La incapacidad y aún una ligera dificultad para distinguir a unos de otros complican el seguimiento de las explicaciones orales. Exigen mucho esfuerzo de atención para deducir del contexto su valor real. Considerando lo que pasaría si uno tuviera que esforzarse por distinguir, por ejemplo, pata de bata, pelo de velo, tía de día, tuna de duna, cana de gana o coma de goma, no lograríamos hacernos más que una pálida idea de lo que supondría pasarse una hora escuchando centenares o millares de palabras salpicadas de fonemas sordos y sonoros sin poder diferenciarlos.
La dificultad aumenta cuando se trata de discriminar los extraños fonemas de la segunda lengua que se estudia. Al menos siete de la docena larga de fonemas vocálicos de la lengua inglesa y no menos de quince de sus fonemas consonánticos carecen de correspondencia en nuestra lengua. Para poder percibirlos con exactitud, es necesario oírlos muchas veces a edad temprana.
Si nos se discriminan bien, no será posible distinguir auditivamente, fit (en forma) de feet (pies), show (espectáculo) de chow (comida), pen (pluma) de pan (cazuela), cut (corte) de cat (gato) o de cot (catre o cuna), cash (dinero contante) de catch (captura), as (como) de ass (asno), chip (astilla) de cheap (barato), fan (abanico) de fun (diversión) yotras numerosísimas palabras que, oralmente, se distinguen sólo por un fonema.
Las consecuencias de la falta de una correcta discriminación auditiva afectan igualmente a la apreciación musical. Un fallo general en esta función reduce drásticamente la gama de sonidos que se perciben, elimina el concepto mismo de melodía en el caso de quien lo padece, impide notar el cambio de tonalidad y seguir el sonido individual de los instrumentos de la orquesta sobre todo cuando tocan simultáneamente.

3. Mala lateralización
La eficiencia del procesamiento auditivo se pone a prueba de modo especial cuando se trata de llevar al cerebro la información oral suministrada por los profesores durante un período de tiempo prolongado. Es necesario llevar la información al hemisferio cerebral dominante por la vía auditiva propia, que es la más corta y la más rápida. Es lo que ocurre en un individuo bien lateralizado.
Pero hay quien no queda bien lateralizado auditivamente y procesa unas frecuencias de sonido por la izquierda y otras por la derecha. Si no se procesan todos los fonemas por la misma autopista de información, los que van por la ruta más larga tardarán más en llegar creando conjuntos de fonemas desordenados. Para su comprensión, el cerebro del oyente necesita reordenarlos. Esta operación exige un trabajo extraordinario. Si la presión de las ondas sonoras producidas por el conjunto de fonemas /l/ /a/ /s/ llega al área auditiva del cerebro en otro orden, como /s/ /a/ /l/, en lugar de las, se oiría sal, por ejemplo. Pero esa clase de trabajo no se puede realizar cómodamente si es contínuo y mucho más complejo.
La falta de una buena lateralización auditiva es responsable de dislalias y dislexias y, además, puede causar tartamudez. En general, complica de tal manera la escucha activa, la comprensión y la atención, que explica por sí sola los fallos en estas áreas.

4. Tiempo de respuesta prolongado
La lentitud en el procesamiento de la información acústica es una anomalía improtante que bastaría por sí sola para dar cuenta de un pobre rendimiento escolar. Es el resultado de fallos como falta de uniformidad en los umbrales de percepción, pobre discriminación y una lateralidad auditiva imperfecta. Si se dan otdas estas anomalías en un mismo niño, será muy lento y estará abocado al fracaso en la actividad escolar.

5. Audición dolorosa
Los ruidos muy intensos, de 130 dB en adelante, producen dolor. Entre 90 y 120 dB causan malestar y, si es se prolongan, son insoportables. Pero algunas personas sienten malestar y hasta dolor al oír ruidos suaves, generalmente agudos.
La audición muy sensible es típica de muchos lesionados cerebrales y general en los autistas. Ruidos que los demás filtramos sin esfuerzo y nos resultan casi imperceptibles son para ellos peores que el torno del dentista. Se tapan los oídos con frecuencia, chillan y, a veces, se golpean. Se vuelven solitarios, huyen de los lugares ruidosos o de los encuentros con grupos de personas y llegan a aislarse hasta el punto de suprimir la comunicación oral. Parece que el autismo guarda una estrecha relación con esta clase de alteración de la percepción auditiva.

Incidencia de la calidad auditiva en el rendimiento escolar

Siendo la escucha la actividad intelectual más común en las aulas, requiere una excelente calidad auditiva para poderla realizar bien día tras día durante largas horas. Es fácil comprender que un estudiante afectado por alguna de las anomalías auditivas señaladas necesitará esforzarse mucho para seguir las lecciones. Según el grado de los fallos que tenga, sólo podrá prestar atención durante media hora, un cuarto de hora o menos aún antes de rendirse a la fatiga y a la incapacidad de seguir comprendiendo lo que está oyendo.

Nosotros mismos hemos podido verificar la hipótesis del doctor Bérard que formulamos así:

«La incidencia de la calidad auditiva en el rendimiento escolar es tan grande, que, en general, es posible identificar a los estudiantes más aventajados y más retrasados mediante unas simples pruebas auditivas.»

Para ello, llevamos a cabo una investigación en el I.E.S. Gaspar Melchor de Jovellanos de Fuenlabrada (Madrid) y en el Colegio Pablo Neruda de la misma ciudad examinando a 195 estudiantes.
Se realizaron tres pruebas: la de selectividad o discriminación, la de lateralidad y la audiometría teniendo en cuenta, además del audiograma resultante, el tiempo de respuesta, el grado de seguridad en las respuestas y la capacidad de atención.

De las pruebas se desprendía que, en general,
– los sujetos gozaban de una magnífica agudeza auditiva,
– que la audición es, en efecto, una función compleja,
– que las anomalías posibles por lo que se refiere a la calidad del procesamiento de los mensajes orales son numerosas y que
– un porcentaje significativo de los sujetos examinados presenta una o varias anomalías, que podrían tener una icidencia negativa en el rendimiento escolar.
Al cotejar la lista de los sujetos que presentaban anomalías en la calidad auditiva con los expedientes académicos, el resultado fue éste:


Los que tienen una agudeza normal pero también una mala calidad auditiva no reciben ayuda alguna. Su número es seguramente mayor que el de los escolares que usan gafas, pero no hay audífonos que puedan corregir su anomalía, que ni siquiera es sospechada por sus padres ni por los educadores. Para poder seguir la lección oral sin quedarse atrás, descodificando lo que perciben en desorden y comprendiendo la información que reciben, necesitan hacer un esfuerzo sobrehumano. Pero no podrán prolongarlo mucho; pronto les atacará la fatiga, sentirán frustración y echarán en falta la energía necesaria. Los educadores notarán que no les siguen o que no se enteran de casi nada; dudarán de su inteligencia mientras su conducta sea adecuada y, luego, echarán la culpa de su pobre rendimiento a su mal comportamiento. Éste se irá deteriorando poco a poco en la medida de su desánimo o de su incapacidad para prestar atención y para quedarse inactivo. Se moverá, hablará, hará travesuras y distraerá a los demás. A esas alturas nadie se explica qué le pasa y nadie consigue corregirle ni ayudarle.

Solución: Reeducación Auditiva

El doctor Bérard ensayó un programa de reeducación auditiva mediante el uso de un modulador de frecuencias que le permitía dar una especie de gimnasia cerebral y mejorar la calidad auditiva.
Hasta 1982 había tratado a 1850 pacientes que presentaban anomalías en la calidad auditiva y serios problemas de aprendizaje. Los resultados golbales fueron muy positivos en 1410 de ellos, es decir, en el 76,2 % de los casos; además había obtenido mejorías parciales notables en los restantes 440 estudiantes.
En sólo diez días que dura el tratamiento es frecuente comprobar que se han operado importantes cambios en el audiograma, que no rara vez se reflejan positivamente en diversos aspectos de la inteligencia y de la conducta: mayor deseo de aprender, más facilidad, mejor comportamiento, lenguaje más abundante, reproducción más exacta de algunos fonemas, más capacidad para prestar atención y menos dificultades para el aprendizaje. Una familia nos comunicó así los resultados observados en un niño:

«Aumento de generación espontánea de lenguaje, mayor comprensión lingüística, integración social mayor, comprensión y aprendizaje de textos pequeños (en Conocimiento del Medio e Inglés), buena memorización (tablas de multiplicar y oraciones en catequesis), razonaminto más ágil (mejor y más rápida resolución de los problemas).
Como podéis observar, en esots dos meses ha progresado bastante y cada vez se aproxima más a lo que sería razonable para su edad.
Estamos muy contentos con su evolución. También él está muy contento y participa como cualquier otro en las relaciones sociales.
No he contactado con vosotros antes para el tema que os comenté sobre clases de apoyo, ya que de momento lleva bien el curso.»

«El método Berard de reeducación auditiva»