¿Cuántos niños hay con déficit de atención? Pues cada día son más… Cada día son más los niños con ese diagnóstico: TDA (trastorno por déficit de atención) o TDAH (cuando existe hiperactividad).
Y no son solamente estos niños los que tienen problemas para prestar y mantener su atención, sino que prácticamente todos los niños con algún diagnóstico tienen también déficit de atención.
Al fin y al cabo, los diagnósticos son “nombres” que hacen referencia a síntomas que observamos en los niños. Hacen referencia normalmente al que se considera el síntoma principal. Pero no a todos los síntomas que coexisten junto al que resulta más llamativo.
La realidad detrás de todos estos nombres es que casi siempre incluyen las dificultades de prestar atención. Y esto es así porque la atención requiere de que TODO esté en orden. Todo esté en orden en el desarrollo del niño, en la maduración alcanzada, en cómo se siente a nivel físico y emocional…
Detrás del diagnóstico hay una causa que está provocando los síntomas. En el caso del déficit de atención, también.
Cualquier cosa que le ocurra a un niño puede afectar su atención. Hay niños que no han completado su desarrollo, o bien su desarrollo se ha visto frenado por cualquier motivo, han tenido una gestación o nacimiento complicados, no han pasado por las etapas del desarrollo motriz del primer año de vida o han vivido dificultades de salud importantes…
Otros niños tienen una alta sensibilidad que puede hacer que el modo en el cual perciben los estímulos sensoriales dificulten su capacidad de prestar o de mantener la atención. Muchos no solamente perciben la información que entra por sus sentidos de forma magnificada, aumentada, como es el caso de los niños que se tapan los oídos porque les molestan los sonidos cotidianos. Hay otros niños que no manifiestan sus hipersensibilidades de esta manera, pero también lidian con ellas a diario, y no solamente a nivel auditivo pues esto puede ocurrir en cualquiera los sentidos. La atención también falla cuando los sentidos no envían al cerebro información clara y precisa, sino distorsionada. O cuando el niño no es capaz de inhibir unos estímulos, los más importantes para realizar la tarea que se haya propuesto, sino que recibe un bombardeo de información que no puede gestionar eficazmente.
Todo lo que preocupe a un niño, lo que le esté afectando a nivel emocional (por problemas en el hogar, en la escuela…), o incluso a nivel físico (si tiene un dolor de tripas, por ejemplo) es susceptible de afectar su atención.
Los niños con dificultades de aprendizaje sufren en el colegio. Demasiadas veces se les presiona para que aprendan al ritmo de sus compañeros. Se les hace leer delante de ellos o se les pide que respondan a preguntas que ellos pueden no conocer, o creer que no conocen…
Esta presión es muy dañina porque el estrés, literalmente, apaga nuestro córtex cerebral. El cerebro ahorra energía y la utiliza en lo que considera prioritario en cada situación de la vida. En situaciones de estrés o miedo (por un potencial peligro) el cerebro no se ocupa de aprender, ni de funcionar a nivel cognitivo. Si no que está ocupado de cuestiones más básicas, como luchar, huir o sobrevivir…
A los adultos nos ocurre también. Cuando estamos preocupados por algo, nuestra atención se ve claramente afectada (nuestro córtex no está funcionando a pleno rendimiento, digamos…). Todos hemos experimentado momentos de estrés en los que se nos olvidan las cosas, no recordamos lo que sabemos o no somos capaces de seguir una película o una conversación…
Si somos capaces de experimentar esto en nosotros mismos y reconocerlo, ¿por qué nos cuesta tanto reconocerlo en los niños que lo experimentan también?
No nos quedemos enfocados en el diagnóstico, en el síntoma. Busquemos la causa que lo está provocando. Busquemos la causa del déficit de atención en cada uno de los niños que lo padece.
Si logramos descubrir esta causa, podremos trabajarla directamente. Y cuando se trabaja una causa y se consigue hacer que desparezca, es cuando desaparecerán a su vez los síntomas que estaba creando.
Busquemos las causas del por qué tantos de nuestros niños tienen dificultades de atención, solo así podremos solucionar esas dificultades de raíz y para siempre.
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