UN ESTUDIO PONE DE MANIFIESTO LA RELACIÓN DIRECTA ENTRE EL DÉFICIT DE ATENCIÓN A EDADES MUY TEMPRANAS Y EL FRACASO ESCOLAR DE LOS ADOLESCENTES

Déficit de atención

A continuación publico el resumen de un estudio que viene a demostrar lo que los maestros de educación infantil venimos constatando desde siempre en nuestro día a día: que los trastornos de atención muchas veces se ven claramente ya en esta etapa escolar.

Se sigue insistiendo en que el déficit de atención y la hiperactividad no pueden o no deben diagnosticarse antes de los cinco o seis años. Siempre he sospechado, y pido perdón si me equivoco, que la única razón para esto es porque no existen soluciones médicas para este trastorno ya que no se les medica hasta esta edad. Pero la realidad es que algunos niños distan mucho del grupo de sus compañeros en cuanto a su capacidad de atención, y lo que queda claro es que cuando algo se sale de la norma de forma evidente, es una razón para estar alerta.

La edad de la educación infantil, de 0 a 6 años, es una etapa delicada pues desde aquí no podemos predecir el futuro con certeza y asegurar que un niño vaya a tener necesariamente problemas o no. Es por esto que resulta perfectamente justificable que muchos padres esperen a ver si realmente existen estos problemas en el futuro escolar del niño una vez que está ya en primaria. Sin embargo, la edad de la educación infantil es a su vez el mejor momento para actuar y prevenir o luchar contra todo tipo de trastornos del desarrollo y del aprendizaje.

Es en este momento cuando el sistema nervioso central (cerebro) del niño es más plástico. Es cuando podemos actuar y lograr mejores resultados en menos tiempo. Cada año que pasa supondrá más trabajo, un trabajo más intensivo y más largo todos los días y también a lo largo del tiempo hasta lograr los resultados buscados. Y los resultados probablemente nunca lleguen a ser igual de buenos que si nos hubiésemos puesto manos a la obra años antes. Es por esto que es necesario que tomemos conciencia de la importancia de diagnosticar, o al menos alertar, para prevenir posibles dificultades de aprendizaje futuros. Es cuestión de ir adoptando una mayor cultura de la prevención. Si lo consiguiéramos no tendríamos que lamentar tantos casos de fracaso escolar en nuestros adolescentes.

Este artículo es un paso más hacia este cambio tan necesario. Confiemos en que muy pronto estos estudios se materialicen en medidas preventivas y terapéuticas para evitar y erradicar muchos trastornos del aprendizaje.

Rosina Uriarte

Resumen [texto completo en inglés]. 

Científicos de la Universidad de California-Davis han constatado que existe una relación directa entre los problemas de atención de niños en edad preescolar y el bajo rendimiento académico de éstos en la adolescencia, independientemente del cociente intelectual (CI) que tengan los pequeños.

Los resultados de la investigación, que han sido publicados en la revista “Pediatrics” señalan que la incapacidad de los niños más pequeños para estar atentos cuando empiezan a estudiar en la escuela es el elemento que más condicionará sus resultados académicos al final del instituto.

Para la presente investigación se analizaron datos de 693 niños, que en primer lugar fueron estudiados a los cinco-seis años de edad y posteriormente a los 17-18 años. En las primeras pruebas se analizaron los problemas de comportamiento de dichos niños y también su cociente intelectual, mientras que en la segunda se comprobó el rendimiento académico de los adolescentes en matemáticas y lectura.

Así, los investigadores descubrieron que la falta de atención en párvulos era el único comportamiento a partir del cual se podían predecir de manera consistente los futuros resultados en lectura y matemáticas de los individuos estudiados.

Los científicos de la UC Davis utilizaron los datos de 693 de estos niños, y se centraron en tres categorías de comportamiento, según las puntuaciones proporcionadas por sus profesores: comportamientos interiorizados (como la ansiedad o la depresión); comportamientos de exteriorización (como jugar algún papel o romper las normas); y problemas de atención, que incluían el nerviosismo y la incapacidad para centrarse en una actividad concreta.

También fueron tenidos en cuenta otros factores, como el CI de los niños o el hecho de que algunos de ellos presentaran algún trastorno psiquiátrico, con el fin de establecer de la manera más fiable posible las relaciones de todos estos factores con los resultados académicos en el futuro.

Al identificar el déficit de atención en preescolar como el problema de comportamiento que más afecta al rendimiento académico incluso años más tarde, el estudio ayudará a decidir el enfoque y la dirección de la atención a estos niños.

Para acceder al texto completo consulte las características de suscripción de la fuente original: pediatrics.aappublications.org/

CÓMO FUNCIONA LA TERAPIA DE MOVIMIENTO RÍTMICO (TMR). Ahora BRMT (Blomberg Rhythmic Movement Training)

Terapia de movimiento rítmico

El cuerpo es una herramienta que utilizamos para percibir la información y para actuar y responder a la misma. Pero el aprendizaje sucede siempre en el cerebro. Y el movimiento está en la raíz de todo aprendizaje.
Cuando surgen dificultades no suele ser por falta de inteligencia, sino porque no se han desarrollado las herramientas necesarias para realizar el trabajo del aprendizaje.
Cuando vemos estos problemas, estamos mirando solamente la punta del iceberg, sin tener en cuenta todo el volumen que hay bajo el agua y que supone la base a lo que vemos. Las habilidades necesarias para el aprendizaje se sustentan también sobre una base mucho más amplia que no vemos, pero que debe ser muy sólida para que el funcionamiento del niño sea el adecuado.
El cerebro se desarrolla ya desde el feto a través del movimiento del mismo y de la madre.
El cerebro del bebé está inmaduro, pero preparado para un crecimiento vertiginoso. El desarrollo cerebral del bebé en su primer año de vida sentará las bases de todo su desarrollo posterior. Pero el proceso de maduración del cerebro no ocurre por sí solo, sino que necesita de los estímulos, sobre todo de los que provienen de las experiencias con el equilibrio, el tacto y el movimiento en general. Esto lo obtiene el niño al ser tocado y mecido por sus padres y por sus propios movimientos rítmicos. Los reflejos primitivos hacen que el bebé realice estos movimientos rítmicos en una secuencia y un orden establecidos de forma innata.
A través de la estimulación sensorial y del movimiento principalmente, las zonas más básicas y primitivas del cerebro (las que reciben esta estimulación de forma más directa) se activan y se van desarrollando. A su vez van estimulando y conectándose con otras zonas más evolucionadas. Para que el cerebro esté maduro, no sólo es necesario que todas las zonas estén estimuladas y activas, sino que estén interconectadas unas con otras, funcionando de forma conjunta. Si falla esta interconexión y la correcta activación de todas las zonas cerebrales, pueden surgir problemas tanto físicos como cognitivos, de aprendizaje, emocionales o de relación.

Cuando la estimulación no ha sido la correcta y el bebé no ha realizado los movimientos espontáneos que necesita para su desarrollo (por problemas en el embarazo, parto, por no haber pasado suficiente tiempo en el suelo, por abuso de sillitas, taca-tás o de vestiditos en las niñas que impiden el gateo…) y no ha cumplido adecuadamente todas las etapas de su desarrollo durante el primer año de vida, pueden producirse bloqueos en el desarrollo con los consecuentes problemas antes mencionados. Si las partes inferiores del cerebro no han madurado, las partes superiores encargadas de funciones esenciales para el aprendizaje no lo harán. Y no podemos pretender llegar a estas zonas sin haber pasado antes por las inferiores remediando sus disfunciones para poder así hacer que maduren todas las demás áreas. Para esto es necesario utilizar técnicas de estimulación específicas.

De esta forma, cuando el desarrollo del niño es lento, podemos acelerarlo a través de la estimulación que suponen los movimientos rítmicos. Una estimulación de las partes más básicas y primitivas del cerebro que al activarse y estimularse activarán a su vez zonas más evolucionadas y necesarias para el aprendizaje y el control emocional y del comportamiento.

Para subsanar las carencias o déficits en el desarrollo realizaremos movimientos parecidos a los que hace el bebé de forma natural. Éste es el objetivo de los movimientos rítmicos que componen la TMR (terapia de movimiento rítmico y reflejos primitivos) y que imitan los movimientos de balanceo repetitivos con los que experimentan y evolucionan los bebés en su primer año de vida.
Así, los movimientos que en el bebé son espontáneos se convierten en terapéuticos en el niño mayor y el adulto. Buscando la manera de estimular las conexiones neuronales entre las distintas partes del cerebro. Una vez que se consigue esto, se notarán beneficios en la capacidad de atención, en la impulsividad y la hiperactividad, en el lenguaje o la lectoescritura y todas las tareas académicas en general. Mejorará el tono muscular, la postura, el equilibrio y la coordinación. Además se llegará a un mayor madurez y control emocionales.
Los ejercicios deberán hacerse todos los días durante un año más o menos.
Podemos plantearnos la TMR como un programa de ejercicio físico, como una “gimnasia para el cerebro” que no va encaminada a fortalecer ningún músculo o zona del cuerpo en concreto, sino a activar nuestras neuronas. La ventaja frente a la gimnasia es que ésta funciona mientras la realizamos, por ejemplo: nuestros abdominales se fortalecen cuando hacemos los ejercicios correctos. Pero estos músculos vuelen a su estado de flacidez anterior al abandonar la realización de los ejercicios. Con el cerebro esto NO ocurre. Los avances que conseguimos en su maduración no se pierden al terminar la terapia. El desarrollo cerebral no va hacia atrás, salvo por una enfermedad degenerativa o un accidente o lesión cerebral.

Más información en la página oficial del método:

BLOMBERG RHYTHMIC MOVEMENT TRAINING

“Terapia de movimiento rítmico. Movimientos que curan” por el doctor Harald Blomberg

Reflejos primitivos. BRMT, movimientos rítmicos

“POR FIN HEMOS ENCONTRADO TRATAMIENTOS QUE NOS ESTÁN SOLUCIONANDO PROBLEMAS REALES”

Elannn, del foro Siguiendo la dieta libre de gluten y caseína, ha escrito este testimonio para este blog. Muchas gracias, Elannn.
Soy madre de una niña de 8 años que ha tenido problemas en el colegio practicamente desde que empezó a los 3 años. Sus problemas de atención, su negación a realizar las tareas escolares, su poca capacidad para involucrarse en lo que tenía que hacer, su inmadurez con respecto a los otros niños, nos hicieron empezar un peregrinaje por psicólogos, psiquiatras, neurólogos… que solo nos daban diversas etiquetas sobre lo que podía tener mi hija y ninguna solución.
Hace unos meses y a través de internet empecé a leer sobre diferentes terapias alternativas y a ver testimonios de padres que hablaban de los logros que habían conseguido con sus hijos. Empecé a investigar todo ese tema hasta encontrar tratamientos que podían encajar con los problemas de mi hija. Tengo que decir que al principio no tenía mucha fe, ya estaba acostumbrada a ir a buenísimos profesionales y a salir de alli igual que estaba.
Lo primero que empezamos fueron los tratamientos biológicos, la dieta sin gluten ni caseina, con buenísimos resultados. Fue duro al principio pero veíamos avances y eso nos motivó a seguir adelante. Acabamos con los problemas de atención de mi hija en 2 meses gracias a la dieta. Para mi la dieta fue el principio del cambio, empezó a interesarse por hacer cosas, a motivarse, a estar en el mundo. Perdió su diagnóstico inicial de Trastorno por Déficit de Atención sin Hiperactividad. Aun seguimos con la dieta, pero yo veía que mi hija tenía mas problemas sin resolver.
Por fin, después de muchos meses de estar leyendo acerca de la TMR, nos decidimos a llevarla a Eva Rodriguez hace 1 mes y medio. En principio solo pensaba que era un tema interesante y que le podía venir bien a mi hija, pero no me esperaba los resultados que estamos teniendo tan rápidamente. Se le notó el efecto casi desde el primer momento. 2 días despues de empezar los ejercicios ya traía trabajos del cole con una calidad inesperada. Su rendimiento escolar ha ido subiendo progresivamente desde entonces. Hace 2 meses estábamos discutiendo en el colegio si la niña pasaría o no pasaría de curso, ahora eso ya no está en discusión, va a pasar de curso y además con buenas notas, los resultados de sus exámenes ahora mismo no bajan de Notable.
La mejora que ha tenido mi hija en este tiempo en la escritura parece un milagro, ha pasado en un mes y medio de tener la letra de un niño que está aprendiendo a escribir y no ser capaz de seguir un dictado a escribir con buena letra, poder seguir un dictado y copiar textos enteros sin dificultad. Se le nota también en los dibujos, ha empezado a colorear sin dejarse nada en blanco, sin salirse de los dibujos, a dibujar cosas que se parecen a lo que quiere dibujar y a disfrutar con ello y esto era algo sin superar que arrastrábamos desde Educación Infantil. Para mi la TMR está haciendo un milagro con la motricidad fina de mi hija.
La logopeda de mi hija que hace 2 meses hablaba de una posible dislexia, ahora dice que no hay dislexia, que debe ser solo un leve problema de orientación espacial quizá producido por la lateralidad cruzada pero que no me preocupe porque se está corrigiendo solo… ¿cómo se va a estar corrigiendo solo si llevaba 8 años ahí? a mi no me cabe duda de que está siendo cosa de la TMR.
Llevamos poco tiempo con la TMR y se que nos queda aun mucho camino por delante, pero estamos viendo tanto avance con esto que por primera vez en muchos años, siento que realmente estamos haciendo algo. No nos vamos a parar aqui, ya tenemos programado iniciar la Terapia Visual y la Reeducación Auditiva. Después de pasarnos años desgastándonos en las consultas de los psicólogos sin llegar a nada, por fin hemos encontrado tratamientos que nos están solucionando problemas reales. Tengo mucha curiosidad por ver en qué se queda el diagnóstico de mi hija cuando terminemos con todo lo que estamos haciendo.

REFLEJOS PRIMITIVOS Y DIFICULTADES DE APRENDIZAJE

Los reflejos primitivos son una manifestación del grado de desarrollo alcanzado por un niño. El neurodesarrollo se ocupa de observarlos y trabajar por lograr la maduración necesaria para alcanzar un óptimo funcionamiento en el aprendizaje escolar y la conducta.

Rosina Uriarte

Los reflejos primitivos son movimientos automáticos estereotipados con los que nacen los niños. Tienen el objetivo de hacer que se desarrolle adecuadamente el feto en el útero, ayudarle a atravesar el canal del parto en el nacimiento y a sobrevivir y adaptarse a su nuevo entorno una vez que ha nacido.

Los reflejos primitivos son evaluados por el neonatólogo tras el parto y es deseable que estén todos presentes como garantía de que el bebé está neurológicamente en condiciones óptimas.

Estos reflejos dejan de estar activos en el primer año de vida dando paso a patrones más evolucionados del desarrollo. De hecho, tienen el cometido de hacer que el niño pase de un estadio del desarrollo al siguiente inhibiéndose una vez completada su labor. Cuando no es así, la presencia de estos reflejos será indicio de que existe una inmadurez del sistema nervioso central y afectarán al desarrollo y funcionamiento del niño en muchas y diferentes áreas.

Es muy probable que un gran porcentaje de niños con retrasos en su desarrollo y dificultades de aprendizaje sigan teniendo alguno, o varios, de los reflejos primarios aún activos. Estos impiden que maduren los reflejos posturales necesarios para poder mantener el equilibrio y una postura correcta en cada momento (los reflejos posturales existen de por vida y nos permiten movernos automáticamente). Los reflejos primitivos no inhibidos provocarán en el niño inquietud motora, malas posturas y cambios en la misma constantes al tener que mantenerse sentado en el aula, lo que llevará a los adultos a catalogarlo como “hiperactivo”. Esta misma falta de control postural derivará posiblemente en problemas en su capacidad de atención y en el rendimiento escolar a todos los niveles.

Si existen reflejos primitivos residuales puede saberse tras una evaluación y puede tratarse con un programa de estimulación e inhibición de reflejos. Debemos estar atentos a señales de que existan reflejos primitivos activos para poder actuar cuanto antes.

Veamos algunos de los reflejos primitivos más importantes y cómo puede influir en el niño el que sigan activos…

El reflejo de Moro es el que hace que repentinamente el bebé abra sus brazos mientras inhala aire y después se abrace llorando ante un movimiento, un ruido o cualquier otro
estímulo inesperado.

Su función es la de alertar y pedir ayuda ante una situación de peligro y facilita al niño el respirar tras el nacimiento.

Conforme van madurando los sistemas sensoriales en el niño, el reflejo de Moro debe ir debilitándose. Si este reflejo sigue presente después de los cuatro meses de edad, más o menos, puede llevar a que el niño muestre una reacción de sobresalto desmedida y hará de él un niño siempre en estado de alerta, hipersensible en alguno o todos los sentidos y por ello mostrándose miedoso y retraído o por el contrario, hiperactivo y agresivo.

Puede tratarse de un niño muy sensible a la luz y a estímulos visuales, que le asustan. Que perciba de una forma ampliada los sonidos, lo cual no le permita relajarse en un entorno ruidoso. Que interprete el tacto o el dolor de una forma distorsionada con reacciones desmedidas o totalmente ausentes…Podría ser muy impresionable ante el movimiento y no atreverse con los columpios del parque…

La hipersensibilidad sensorial puede derivar en problemas visuales y auditivos que incidan en la capacidad de atención y el rendimiento del niño en la escuela. La hipersensorialidad también puede afectar seriamente la relación del niño con sus iguales y su comportamiento debido a que la forma que tiene de interpretar lo que le rodea y de reaccionar ante ello es inadecuada.

El estrés es un reconocido enemigo del sistema inmunitario por lo que el niño puede mostrar infecciones frecuentes y alergias o intolerancias alimentarias.

Otro de los reflejos que más puede afectar al funcionamiento del niño con su presencia es el reflejo tónico asimétrico cervical (RTAC). Éste hace que el bebé, estando tumbado boca arriba, extienda el brazo y la pierna del lado hacia el que gira su cabeza. El brazo y la pierna del lado contrario se mantienen flexionados. También se denomina a este reflejo “de espadachín” porque la postura del niño lo recuerda.

Antes del nacimiento hace que el bebé esté en constante movimiento y es causante de las “pataditas”. Desarrolla en el feto su tono muscular y su sentido del equilibrio. Ayuda al bebé a nacer y el parto, a su vez, hace que se refuerce este reflejo y su evolución sea la correcta (existe riesgo de que no sea así en casos de cesárea o parto asistido por fórceps).

Este reflejo aumenta el tono muscular del recién nacido a través del movimiento que provoca en éste, y le impide mantener la cabeza hacia el colchón cuando está acostado boca abajo haciendo que gire la cabeza hacia un lado y pueda siempre respirar fácilmente.

Ofrece las primeras experiencias del bebé en su coordinación óculo-manual puesto que el niño mira la mano que extiende.

El RTAC hace que el cuerpo actúe en sus dos mitades simétricas, activa un lado del cuerpo o activa el otro. Esta es la razón principal por la que este reflejo debe madurar e inhibirse a los seis meses, pues el cuerpo del niño y su cerebro deben empezar a funcionar conjuntamente como una unidad. Mientras el RTAC esté activo, las dos mitades del cuerpo actuarán por separado, como si existiese una línea divisoria invisible entre ambas.

Un RTAC activo impedirá, por ejemplo, que el niño se arrastre y gatee en patrón cruzado (el brazo derecho se mueve a la vez que la pierna izquierda y viceversa), perdiéndose así la oportunidad que ofrecen estos dos ejercicios de desarrollar la comunicación entre ambos hemisferios, que tan necesaria resulta posteriormente, entre otras cosas, para poder leer y escribir con eficacia.

Dificultará en el niño el cruce de la línea media de su cuerpo, por lo que no podrá coger y manipular objetos con una mano y pasárselos a la otra. A la larga incidirá en una mala lateralización impidiendo que el niño se desarrolle como totalmente diestro o totalmente zurdo. Un hecho que de nuevo, incidirá en la lectoescritura y en cómo concibe y se mueve el niño en el espacio que le rodea. Éste puede mostrarse torpe y patoso tanto en el movimiento como en sus tareas escolares.

Los movimientos oculares también se verán afectados por la imposibilidad de cruzar la línea media y no habrá un ojo dominante que dirija estos movimientos para que el seguimiento de un objeto móvil o la lectura de una línea escrita se realicen con fluidez.

En el aula, al niño con RTAC activo le costará mucho esfuerzo escribir pues cada vez que gire su cabeza hacia el lado derecho, si es diestro, su brazo derecho tenderá a extenderse y su mano a abrirse, con lo que es posible que el lápiz se le caiga una y otra vez de la mano. Para evitarlo tendrá que realizar un esfuerzo adicional, agarrando incorrectamente el lápiz o realizando una presión excesiva al escribir. Esto supondrá un trabajo de escritura que no llegará a automatizar y que requerirá gran parte de su energía y atención, por lo que no podrá centrarse en la comprensión de lo que escribe o en la calidad de una redacción.

Para compensar este reflejo, es probable que gire la hoja 90º cuando escribe, de esta forma puede hacerlo con el brazo más extendido y además, evita tener que cruzar la línea media corporal al escribir.

El RTAC afecta de varias maneras las destrezas para leer y escribir, hasta el punto de poder afirmarse que este reflejo prácticamente nunca está integrado en los niños que padecen dislexia.

El reflejo tónico simétrico cervical (RTSC) puede tener también serias consecuencias en el aprendizaje del niño. Este reflejo aparece sobre los seis meses de vida, por lo que no es exactamente un reflejo primitivo. Tampoco es un reflejo postural pues dura tan sólo unos pocos meses antes de inhibirse. Hace que el niño se ponga sobre sus cuatro apoyos de manos y rodillas tras haberse arrastrado. Cuando la cabeza se flexiona, los brazos también lo hacen y las piernas se extienden. Por el contrario, al extender la cabeza hacia atrás, los brazos se estiran y las piernas se doblan. Así el niño realiza el característico balanceo hacia delante y atrás antes de soltarse a gatear. Este reflejo tiene el objetivo de preparar al niño para el gateo y desaparece cuando éste se hace presente.

Cuando el niño se salta la etapa del gateo, es muy probable que este reflejo siga presente. Y cuando lo está y no se llega a integrar, al niño le resultará muy difícil gatear. En lugar de hacerlo en patrón cruzado, como sería de desear, es posible que culee, que se desplace sobre manos y pies en lugar de apoyar sus rodillas, o que pase de estar sentado a ponerse de pie directamente.

El RTSC tiene una gran incidencia en el desarrollo visual, por lo que los niños con este reflejo activo suelen sufrir de un deficiente sistema visual con una pobre visión binocular, y problemas para enfocar a diferentes distancias. Esto dificultará las tareas de lectoescritura.

Serán además, niños torpes, con problemas para coordinar sus movimientos y el trabajo conjunto del ojo y la mano.

El RTSC está presente en un gran porcentaje de niños con dificultades de aprendizaje y déficit de atención con o sin hiperactividad.

De nuevo la falta de control postural será evidente en la manera en que el niño se sienta en clase. El niño con RTSC activo es aquel que se “tumba” en la silla estirando las piernas, o se tumba sobre el libro, engancha las piernas alrededor de las patas de la silla, se pone de rodillas sobre la misma o sentado sobre sus piernas dobladas… También puede trabajar de pie… Si este reflejo sigue presente junto al RTAC, como suele ser frecuente, entonces tenemos más posibilidades de que a este niño se le diagnostique una hiperactividad.

De los reflejos primarios que quedan aún por mencionar, describiré tan sólo uno más por las repercusiones que puede tener en el comportamiento del niño dentro del aula. Se trata del reflejo espinal de Galant.

Cuando el bebé está tumbado boca abajo y estimulamos con el tacto la parte baja de su espalda, la cadera del lado estimulado girará hacia ese mismo lado. Esta reacción deberá darse en ambos lados de la espalda hasta los dos años de edad.

Entre otras, su función principal es desarrollar el sentido vestibular y ayudar al niño a pasar por el canal del parto, pero si se mantiene activo después de los dos años, cualquier roce en la zona lumbar hará que el niño gire su cadera en esa dirección.

Puede provocar problemas en el control de esfínteres e impedirá que el niño pueda permanecer sentado quieto en una silla durante mucho rato. El mismo contacto con la silla puede activar el reflejo dándonos la impresión de que el niño es hiperactivo por no parar quieto en clase. Es el niño que “baila” constantemente sentado en la silla.

La ropa en la cintura como pantalones o cinturones pueden llegar a ser motivo de irritación. Y la concentración y atención se verán afectadas por esta situación de constante molestia en el niño.

Provoca torpeza en la parte inferior del cuerpo y problemas de espalda.

Para más información sobre Reflejos Primitivos:

“Reflejos, aprendizaje y comportamiento” Sally Goddard
Editorial Vida Kinesiología

Y en rosinauriarte.com



 

MI HIJO NO ES UN PROBLEMA, TIENE UN PROBLEMA

"Mi hijo no es un problema, tiene un problema" de María Docavo Alberti

“MI HIJO NO ES UN PROBLEMA, TIENE UN PROBLEMA. Gimnasia cerebral para niños con problemas de aprendizaje”
Guía para padres y educadores
MARÍA DOCAVO ALBERTI
Editado por CEPE
“El movimiento es la puerta del aprendizaje” (Paul Denisson)
En este libro, la autora nos explica cómo por medio de los sentidos y los movimientos rítmicos que hacen los bebés se crean conexiones neuronales entre las diferentes partes del cerebro. Señala que si ocurre que no se llegan a realizar estos movimientos, no habrá suficientes conexiones neuronales, lo cual derivará en problemas de aprendizaje, de comportamiento, en las habilidades motoras gruesas o finas, la visión, el oído o el lenguaje de los niños.
Desde que nacen, incluso mucho antes, se programa el cerebro con la información que necesitará para el desarrollo óptimo de todas sus capacidades. Es por esto que los primeros años de vida tienen una gran importancia. Los niños que no hayan recibido una adecuada estimulación en su niñez más temprana, podrán tener mayores dificultades en su aprendizaje más adelante (en el plano emocional, psíquico y físico).
La sociedad en la que vivimos hoy en día (con problemas de tiempo y espacio) obstaculiza y limita sin querer el crecimiento natural del niño, pues impide el movimiento de los bebés con cochecitos, sillitas, taca-tacas, parquecitos…,  dejándoles durante mucho tiempo inmovilizados en lugar de permitirles estar en el suelo donde puedan moverse libremente.
“Mediante ejercicios de movimientos rítmicos y de gimnasia cerebral se estimula el cerebelo, el núcleo vestibular (encargado del equilibrio) y los centros del habla, teniendo efectos importantes para la lectura y la escritura, produciendo relajación y equilibrio emocional y obteniendo mejores resultados.”
Por fin un libro en el que se habla de los movimientos rítmicos (menciono a menudo la TMR o Terapia de Movimiento Rítmico en este blog), junto a los reflejos primitivos. Explica cómo funciona el cerebro, la evolución de los niños y cómo aprenden. Además de los movimientos rítmicos propone ejercicios de gimnasia cerebral y el cuidado de la alimentación como posibles soluciones a los problemas de aprendizaje.
Se trata de una guía sencilla y directa. Esencial y muy útil para padres y para educadores.

LOS TRES PILARES DEL APRENDIZAJE

Al considerar los problemas de aprendizaje debemos tener presentes tres áreas fundamentales: la visión, la audición y el desarrollo motor.
Éstos son los tres pilares sobre los que se basa la atención en el aula y las habilidades necesarias para poder leer, escribir, y realizar todas las tareas escolares.
Por esta razón, para una terapia completa, debemos revisar estas tres áreas en el niño y descartar problemas en las mismas o solucionarlos cuando están ahí.
– Para la visión necesitamos un buen optometrista comportamental (también llamado “optometrista del desarrollo”).
Todos los niños pasan por pruebas de agudeza visual por parte del pediatra o un oftalmólogo, quienes se ocupan de mirar que el ojo está sano y la agudeza visual es buena. Pero tras esta evaluación, es necesario ver cómo utiliza el niño los dos ojos de forma conjunta, si es capaz de realizar los movimientos oculares necesarios para leer y escribir y si su cerebro interpreta bien la información y consigue que las dos imágenes de los dos ojos se fundan en una sola y los ojos puedan converger cómodamente en un punto para poder leer y escribir… entre otras muchas cosas más… Todo esto lo evalúa y lo trata el optometrista comportamental.
– En el caso de la audición pasa algo parecido.
El otorrinolaringólogo o el pediatra miden si el niño “oye” o no… les preocupa que pueda haber una sordera. Pero no suelen considerar distorsiones a la hora de escuchar, si el niño percibe bien todas las frecuencias para poder hablar, leer y escribir con comodidad (el oído tiene mucho que hacer aquí también aunque nos sorprenda). Esto es esencial para poder prestar atención en el colegio, y unas distorsiones en la audición (sobre todo si hay hiperaudición en alguna de las frecuencias) pueden afectar seriamente no sólo la atención sino también el comportamiento dada su importante incidencia en nuestro estado de ánimo.
Para examinar y tratar estos problemas, es necesario acudir a un reeducador auditivo de los métodos Berard o Tomatis.
– En cuanto al desarrollo motriz… éste marca el nivel de desarrollo y madurez general del cerebro del niño. Y determinará directamente sus habilidades en todos los campos.
Por esto hay que evaluar si es correcto o si han quedado lagunas en el mismo que debamos trabajar. Hay varios métodos que llevan a cabo la necesaria “organización neurológica” a través de actividades de movimiento. Algunos de estos métodos son Doman, Padovan, Integración Sensorial y TMR (terapia de movimiento rítmico y reflejos primitivos).
Otras opciones interesantes para determinar el estado de desarrollo del niño pueden ser evaluar los reflejos primitivos que hayan podido quedar sin madurar (esto también lo hace la TMR) y el nivel de lateralización del niño. Pues si éste no está bien lateralizado (no es totalmente diestro o totalmente zurdo) cuando llega a primaria, puede tener serios problemas en la lectoescritura. Una deficiente lateralización, al igual que la presencia de reflejos primitivos, son signos de una desorganización e inmadurez cerebrales.
No debemos olvidar ninguna de las “tres patas de la banqueta” del aprendizaje (tal como nos ilustra María Jesús López), si nos dejamos alguna de estas patas, la banqueta se tambaleará siempre.

“TANTA INTELIGENCIA, TAN POCO RENDIMIENTO” ¿Podría ser la visión la clave para desbloquear su aprendizaje?

Tanta inteligencia, tan poco rendimiento

El título de este libro dice mucho de su contenido.

Son muchos los niños cuyo rendimiento escolar no corresponde con su evidente inteligencia. Y es que la mayoría de los niños que fracasan en la escuela son inteligentes. La visión podría ser la clave para desbloquear su aprendizaje.

Gracias a la optometrista comportamental Pilar Vergara, por fin contamos con una guía que nos explica todos los problemas que pueden surgir por un sistema visual inmaduro.
Nos enseña a diferenciar entre vista (agudeza visual, esto es: ver con claridad) y visión (la capacidad para comprender lo que vemos, lo cual implica captar la información visual, procesarla y obtener un significado de la misma).
Y aporta datos impactantes como que “La visión es un complejo proceso que involucra más de 20 habilidades y más del 65% de las conexiones cerebrales. Cerca del 80% de lo que el niño percibe, comprende, y recuerda depende de la eficacia del sistema visual.”
O los siguientes:

“El 73% de los niños con problemas de aprendizaje tienen problemas visuales.”

“Los exámenes visuales del colegio sólo detectan el 5% de los problemas visuales.”
“La vía visual consume 1/3 parte del gasto energético total de nuestro cerebro (en un sistema que funcione adecuadamente, cuando esto no es así consume más).”
“De los 3 millones de los nervios del cerebro, 2 millones son de los ojos.”
“Cada ojo manda al cerebro 1 billón de mensajes durante cada segundo.”
“SOMOS SERES VISUALES. Así lo ha demostrado al neurociencia: el 80% de nuestro cerebro funciona de una u otra forma relacionado con la visión.”
Con esta obra queda bien clara la influencia de la visión en el aprendizaje escolar y en sus problemas. Describe los síntomas de éstos y los fundamentos de la terapia visual enfocada a su solución. También incluye casos reales y juegos y actividades que pueden realizarse como prevención.
Libro esencial donde los haya en las bibliotecas de profesores y maestros, pedagogos, logopedas, psicólogos y todos aquellos que trabajen en el ámbito del rendimiento escolar infantil, incluidos también los padres de niños con dificultades académicas.

* Puedes adquirir este libro a través de la página web Pilar Vergara

“JORGE NO LEE COMO LOS DEMÁS. PROBLEMAS VISUALES EN EL APRENDIZAJE DE LA LECTURA.”

“LA INTEGRACIÓN SENSORIAL EN LOS NIÑOS. DESAFÍOS SENSORIALES OCULTOS”

La integración sensorial en los niños. Desafíos sensoriales ocultos.

“La integración sensorial en los niños. Desafíos sensoriales ocultos”.
Por Jean Ayres.
Edición revisada y actualizada por Pediatric Therapy Network.
TEA Ediciones.
Éste es el que considero uno de los mejores libros que he tenido jamás entres mis manos. No sólo tiene todas las ventajas del libro original de A. Jean Ayres “La integración sensorial y el niño”, sino que además goza de un nuevo formato más cómodo y atractivo. De un contenido más visual con fotografías y esquemas, con ejemplos y consejos que hacen que su lectura sea mucho más fácil y clarificadora.
Pienso que es un libro necesario para todos los padres de niños con dificultades en su rendimiento escolar, su funcionamiento diario, su comportamiento o su relación. Y de obligada lectura para todos los profesionales de la salud o la educación que tengan relación alguna con el mundo infantil.

La integración sensorial es un proceso continuamente presente en todos nosotros y es de vital importancia para poder desarrollarse y funcionar como seres humanos eficientes en todos los ámbitos. Por esto es tan importante tener conocimiento del funcionamiento básico de la integración sensorial y del por qué pequeñas disfunciones en la misma es lo que vemos en la forma de tantos y tantos problemas, caprichos, manías, miedos o torpezas y dificultades en los niños.

TMR (terapia de movimiento rítmico). TESTIMONIO


Publicado en Movimiento Rítmico y Reflejos Primitivos
Testimonio de una madre sobre su experiencia al aplicar la Terapia de Movimiento Rítmico (TMR) en su hijo adolescente. 

*Nota: ahora, la TMR se llama BRMT (Blomberg Rhythmic Movement Training).

“Tener un bebé es la mayor ilusión que pueda existir en la vida, sobre todo cuando es un hijo deseado. Pero esta ilusión puede enseguida dar paso al agotamiento y la desesperación cuando convives con el bebé y éste no para de llorar, apenas duerme y no te permite relajarte ni un sólo minuto del día.
Si con el paso del tiempo este bebé va creciendo para convertirse en un niño al que le cuesta controlar sus emociones, con arranques de agresividad, con una actitud desafiante y que no avanza en sus aprendizajes en el colegio, a la desesperación y el agotamiento van añadiéndose otras sensaciones como la soledad y la falta de comprensión y solidaridad de familiares, amigos y de los profesionales de la salud y la educación.
Esta es nuestra historia. Hasta que a los cuatro años y medio nuestro hijo fue derivado a psiquiatría infantil por la impotencia del pediatra ante la situación extrema que estábamos viviendo.
Fue por entonces como, casi de casualidad, conocimos a alguien que nos abrió las puertas al mundo de las terapias alternativas. Examinó a nuestro hijo por medio de juegos y nos explicó con claridad lo que le ocurría y cómo ayudarle. Fue una auténtica bendición y nos agarramos a cada una de sus palabras como a un clavo ardiendo…
A lo largo de nueve años seguimos varios métodos de organización neurofuncional. Todos ellos basados en ejercicios motores sencillos, combinados con estimulación táctil.
Realizamos una terapia visual y una reeducación auditiva que dieron a nuestro hijo un gran empujón en su rendimiento escolar. Trabajamos también su lateralización.
Desde casi el primer momento notamos cambios. Esta persona que nos asesoró nos habló también de la importancia de trabajar la conducta del niño, para lo cual nos dio sencillas pautas. Que no por sencillas, fueron fáciles de aplicar, pero esto supuso también una gran ayuda.
A lo largo de los años fuimos conociendo nuevas terapias o técnicas de trabajo para solucionar o paliar las necesidades de nuestro hijo. Así logramos, a través del trabajo constante y diario, un cambio importante en su estado emocional y en el control del mismo, en su conducta y en su rendimiento escolar.
Este trabajo constante puede parecer muy sacrificado, pero no lo hemos vivido así, sino como un momento de dedicación exclusiva a nuestro hijo que hemos disfrutado y nos ha aportado sólo beneficios en todos los sentidos.
Llegamos a sentirnos muy satisfechos, contentos de verle llevar una vida feliz, con amigos y con una buena convivencia familiar. Para nosotros estos eran logros muy importantes.
Pero tenía 13 años, y aunque habíamos conseguido a base de mucho esfuerzo que fuese pasando de un curso a otro, su capacidad de atención no era aún la adecuada y seguía mostrando dificultades.
Le costaba mucho comprender conceptos matemáticos y aplicarlos a diferentes situaciones. Lo mismo le ocurría con el inglés por ejemplo, lo que aprendía un día no le servía para el siguiente ni para un ejercicio que cambiara de planteamiento. Le era difícil recordar, aplicar y generalizar lo que aprendía con esfuerzo. Olvidaba sus deberes o los días que tenía exámenes por lo que no los preparaba. No entregaba sus trabajos y cuando lo hacía no eran de la calidad esperada en cuanto a la presentación y al contenido. Sin embargo, siempre tuvo buena memoria para las asignaturas como las ciencias sociales o naturales, y demostraba claramente ser un chico inteligente y creativo.
Veíamos que seguía habiendo trabajo por hacer, teníamos que seguir intentándolo y apareció la TMR.
Hace de esto casi dos años y en aquel entonces yo no conocía apenas nada de esta terapia ni a nadie que la aplicara. Así que decidí acudir a los cursos para aprender a aplicarla yo misma en mi hijo.
En estos cursos, el doctor Harald Blomberg me impresionó y me convenció absolutamente de que la terapia de movimiento rítmico y reflejos primitivos podía ser la solución a los problemas que aún veíamos en nuestro hijo.
Me puse a trabajar con él casi de inmediato, pero no me atrevía a hacerme ilusiones, siempre me ha dado miedo ser ingenua, ver los resultados que tanto deseo ver, no ser objetiva…
A los cinco meses empezamos a notar cambios en su actitud en casa, parecía ser más limpio y cuidadoso, más paciente y razonable. Ya no rompía las cosas como antes, y parecía mucho más habilidoso con sus manos. Su profesora me decía que le veía adoptar una postura diferente en clase, no sólo en su actitud, sino incluso físicamente. Parecía estar menos aburrido y más a gusto en clase, y la miraba a la cara.
A los siete meses estos cambios se hicieron patentes, la profesora me comentaba que había empezado a participar en las actividades y a hacer preguntas cuando no entendía lo que se explicaba (algo que jamás había hecho antes).
A los diez meses, después de 20 minutos diarios de TMR, dejamos ya definitivamente el tratamiento pues nuestro hijo funcionaba de forma totalmente autónoma en clase y en casa con los deberes. Después de tener siete suspensos en la primera evaluación de 2º de ESO y matemáticas de 1º, aprobó todas las asignaturas en junio.
Ahora estudia todas las tardes y pide a su padre que le ayude con las matemáticas, a las cuales dedica un buen rato casi a diario. Vemos cómo comprende lo que se le explica, lo recuerda al día siguiente y es capaz de aplicarlo en diferentes ejercicios. Sigue teniendo muy buena memoria y está muy motivado a estudiar pues ahora se ve capaz. Ha cambiado el concepto que tiene de sí mismo e incluso ha cambiado en su forma de vestir y su actitud en muchos aspectos.
No creo que estos cambios sean fruto de la casualidad, o de la madurez que “ya le tocaba”… Esta es una edad en la que precisamente muchos de sus compañeros están suspendiendo por primera vez y teniendo problemas de comportamiento en casa o en el colegio. Se quejan otros padres de lo duro que es este curso, pero para nosotros está resultando el más fácil de todos.”

PREVENCIÓN DEL FRACASO ESCOLAR DESDE LA EDUCACIÓN INFANTIL con la organización neurológica.

Prevenir el fracaso escolar no solamente es posible en muchos casos, sino un deber y una responsabilidad de los adultos que trabajamos y cuidamos de los niños en sus primeros años de vida. La organización neurológica o neurodesarrollo se ocupa de ello.

Rosina Uriarte

El fracaso escolar preocupa seriamente tanto a padres como a educadores. Es algo que concierne a toda la sociedad dado el elevado porcentaje de estudiantes que lo sufren. Un fracaso que no debemos atribuir exclusivamente a estos chicos y chicas, pues en la mayoría de los casos no son “culpables” de la situación, sino sus víctimas.

Cuando se habla de fracaso escolar, casi siempre evocamos la imagen de alumnos de la ESO o de los cursos superiores de Primaria. Según las estadísticas, el fracaso escolar comienza en muchos casos a vislumbrarse hacia los ocho años, en tercero de primaria. Sin embargo, es en la educación secundaria cuando se hace más evidente. Entonces los requisitos académicos se endurecen y el esfuerzo ha de ser mayor. Y todo esto unido a la difícil y delicada etapa de la adolescencia.

Pero pocas veces se hace referencia a los niños de Educación Infantil con respecto al fracaso escolar. ¿Es acaso porque no existe tal fracaso a esta edad? Esto es lo que mayoritariamente se asume, pero no hay nada más lejos de la realidad… Los objetivos mínimos establecidos en Educación Infantil no son ambiciosos, cualquier niño puede alcanzarlos, y superarlos, con toda facilidad… pero no siempre es así… Y el número de niños que no alcanzan estos objetivos, o lo hacen con dificultad, se asemeja bastante al tanto por ciento de fracaso escolar que reflejan las estadísticas.

Si los educadores que trabajamos con niños menores de seis años vemos que casi una cuarta parte de los alumnos no sigue el ritmo del resto… lo lógico es actuar para atajar por todos los medios esta situación y que estos niños no crezcan para engrosar las filas de los “fracasados escolares”. Pero a pesar de que se trabaja en Infantil con niños con retrasos madurativos, problemas de lenguaje, etc., sigue habiendo un tanto por ciento de niños a los cuales se les deja “que maduren” con la triste y callada convicción de que “ya se ocuparán” sus tutores de primaria de trabajar con ellos en sus dificultades. La pena es el precioso tiempo que se desperdicia mientras se espera a que madure un niño… un niño con dificultades…

Todos hemos oído o leído que los seis primeros años son vitales para formar las bases de la inteligencia y las habilidades del niño. Son los años principales del desarrollo infantil, en los que el cerebro es más plástico y en los que se crean la mayor cantidad de conexiones y circuitos neuronales, las “herramientas” con las que habremos de arreglárnoslas durante toda nuestra vida futura. Por esto, invertir en una buena Educación Infantil y en el desarrollo del niño en estas edades, es como invertir en buenos materiales de construcción y la edificación de los pilares y vigas maestras de un gran y hermoso edificio.

La etapa de la Educación Infantil es una etapa difícil para hablar de diagnósticos y tratamientos. Muchos problemas no son diagnosticados a esta edad, como son los asociados al déficit de atención con hiperactividad, por ejemplo. Y no es porque los síntomas no sean evidentes, como ya se ha expuesto. Pero es lógico que se tienda a “esperar” a ver qué ocurre y cómo evoluciona el niño. Y en casos afortunados, estos síntomas en el niño no se transforman en un problema académico o de comportamiento. Es muy natural que los padres y profesores prefieran “esperar” a que estos problemas se desarrollen de forma evidente, para empezar a actuar sobre ellos. Sin embargo, cuando un niño muestra una dificultad, existe un motivo para ésta, y que este motivo desaparezca no es lo común pues normalmente se debe a fallos en la base del desarrollo del niño.

Por esto, “esperar” en estas edades tempranas supone perder el momento adecuado para actuar. Supone una mayor dificultad en la solución de estos fallos en el desarrollo, un trabajo más costoso y unos resultados más pobres…

Pero si bien el concepto de “tratamiento” nos puede parecer excesivo en niños pequeños cuando aún el problema académico no es claro, no debemos temer el término “prevención”.

La prevención a edades tempranas podría ser una de las claves para solventar el problema del fracaso escolar a edades más tardías.

Lo dice el refrán: “mejor prevenir que curar”. Una lección que están aplicando ya varios colegios en nuestro país con todos sus alumnos de Educación Infantil. Aún faltan datos estadísticos sobre los resultados objetivos de la aplicación de técnicas de prevención del fracaso escolar a través de ejercicios que desarrollan el sistema nervioso y ayudan al niño a madurar en todas sus áreas (física, cognitiva, sensorial, emocional, social). Pero confiamos en que pronto los habrá y un mayor número de centros se unan en esta iniciativa.

Queda patente que la mayoría de las dificultades académicas están causadas directamente por una inmadurez neurológica o, lo que es lo mismo, los fallos en el desarrollo que mencionábamos con anterioridad. Éstos fallos pueden manifestarse en la forma de una lateralidad mal establecida (cuando el niño no es totalmente diestro o zurdo, con lo cual su cerebro no está bien organizado y sus hemisferios cerebrales compiten en lugar de colaborar); en un sistema ocular que no funciona adecuada o cómodamente para las tareas que requieren de la lectura y la escritura; un sistema auditivo que no consigue procesar los sonidos claramente para poder reproducirlos en un correcto lenguaje hablado o prestar la adecuada atención en clase; reflejos primitivos que se han quedado retenidos y no han madurado de la forma deseada; una integración sensorial deficiente que hace que el niño interprete los estímulos que le rodean de una forma equivocada, mostrando unas reacciones y un rendimiento que no son los adecuados para su edad y la situación dada.

El desarrollo en el niño se produce de manera natural gracias a todos los estímulos que recibe de su entorno y con cada movimiento y acción que realiza. El movimiento es la principal fuente de información y desarrollo, junto con el tacto, el oído y la vista. Es primordial tener esto en cuenta para dar al niño las oportunidades que necesita de moverse a estas edades, y de experimentar con todo lo que le rodea.

Además, pueden aplicarse métodos de desarrollo neuromotor o de organización neurológica, que consisten en ejercicios motores principalmente, realizados de forma lúdica, pero continuada, constante y repetida, para su mayor efectividad. La repetición y la constancia son esenciales para la creación de nuevos circuitos neuronales, por lo que estos programas deben ser diarios. Unos veinte minutos podrían bastar para la realización de estos ejercicios en un aula de Educación Infantil. No deben suponer un sustituto a la psicomotricidad tradicional, pero serían desde luego un complemento ideal.

Cualquiera de los métodos de organización neurológica que se utilizan para tratar a niños con problemas del desarrollo, podrían utilizarse en su forma más básica y lúdica, para prevenir estos problemas en un grupo de alumnos en el aula. Y no solamente en Educación Infantil. Pues, aunque es éste el momento ideal para la prevención, estos programas también pueden realizarse, y de hecho se están aplicando, con niños de cursos superiores. En ambos casos, con el mismo objetivo: evitar el fracaso escolar.

Más información:

PSICOMOTRICIDAD Y DESARROLLO NEUROMOTOR

EL SISTEMA NERVIOSO EN LA BASE DEL COMPORTAMIENTO Y RENDIMIENTO DEL NIÑO.

LA LATERALIDAD: ¿DIESTRO O ZURDO?

REFLEJOS, APRENDIZAJE Y COMPORTAMIENTO

FUNCIONAMIENTO OCULAR: LA VISIÓN EN EL APRENDIZAJE

INCIDENCIA DE LA AUDICIÓN EN LA ESCUELA Y EN LA CONDUCTA