UN CAMBIO EN EL CONCEPTO SOBRE CÓMO ABORDAR LOS CASOS DE DÉFICIT DE ATENCIÓN E HIPERACTIVIDAD

Rosina Uriarte
Cuando los padres conocemos el diagnóstico de TDA-H (trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad) en uno de nuestros hijos, hay varios tipos de reacciones. Algunos padres se sorprenden y no comprenden que su hijo pueda sufrir semejante trastorno, éstos son los afortunados que no ven un problema claro en su hijo. Digo que son “afortunados” porque está claro que el trastorno no es grave y normalmente abarca solamente al área del aprendizaje. O quizá sí vean a un niño muy movido o por el contrario, demasiado parado, pero no le hayan dado demasiada importancia pues no supone un condicionante en la vida del niño ni de su familia.
Hay otro grupo de padres que sabemos que nuestro hijo tiene un problema desde el día que nace o poco después. Somos los padres que sufrimos una tortura diaria a través del sufrimiento de nuestro hijo y también del nuestro propio. Pues este trastorno puede desestructurar la vida de toda la familia. Y cuando en estas condiciones, llega el diagnóstico, nos parece que llega tarde y que muchas veces se queda bien corto.
Cuando algo nos afecta tanto, y sobre todo cuando atañe directamente a un hijo, los padres nos movemos de forma casi frenética: acudimos a especialistas, asociaciones, leemos libros, buscamos información en internet…
Al cabo de un tiempo, toda esta información se repite una y otra vez. Una vez que lees un buen libro o artículo sobre el TDA-H te das cuenta de que todos los libros y artículos siguientes se parecen. Salvando pocas excepciones, de las que voy a hablar más adelante, las versiones sobre el TDA-H que recibimos los padres son siempre la misma. Es lo que llamo la “versión oficial” pues es la única aceptada por los profesionales de la salud y educación que son los encargados de tratar este trastorno.
Lo que nos ofrecen son soluciones a los síntomas que muestran nuestros niños. Nos aseguran que el problema no es curable por lo que debemos entrenarnos y entrenar al niño a convivir de la manera más llevadera posible con este trastorno. El problema no puede curarse puesto que la raíz del problema no se toca, que es una inmadurez y mal funcionamiento del sistema nervioso. Es el cerebro el encargado de regular la atención que presta un niño en clase, también el encargado de regular sus emociones, su actividad motora, etc.
La medicación supone una solución temporal pues sí incide en las áreas cerebrales activándolas y haciendo que funcionen mejor. Pero no soluciona el problema ya que su efecto es transitorio.
El trabajo cognitivo y conductual, con el que también se trata a los niños con TDA-H, tampoco se propone curarles pues solamente trabaja los síntomas y no el problema. Así se entrena al niño a prestar atención, a controlar sus impulsos y su conducta… se le entrena a hacer todo lo que su sistema nervioso inmaduro le impide hacer. Si un niño tiene problemas con la lectura, se le dan clases particulares y se le hace leer más que los demás niños. Sin tener en cuenta que es precisamente esto lo que él no puede hacer.
Nuestros hijos no son vagos, no. Son auténticos héroes que sobreviven haciendo un gran sobreesfuerzo en el aula para obtener siempre peores resultados que sus compañeros. Y encima después, se les da más de lo mismo en horas extra que pueden suponer un auténtico suplicio… La motivación y la autoestima se ven dañadas lógicamente, y con este panorama es difícil que el niño avance realmente.
Cada día es menos difícil encontrar alternativas a esta situación, por suerte para tantos padres que las hemos buscado. No es aún fácil pues la palabra “alternativas” no está bien vista por parte de los profesionales y de las asociaciones. Enseguida se nos dice que son terapias “no avaladas científicamente”, “sin base científica”, “sobre las que no se ha estudiado o publicado”, “que van a arruinarnos económicamente” o “que sus terapeutas son todos unos charlatanes sin preparación”. También nos aseguran que “sus beneficios no están probados”. Pues bien, después de 11 años de investigar estas alternativas y de experimentar con ellas personalmente como madre, he de decir que solamente la primera afirmación es cierta. No están avaladas ni aceptadas, ésta es la realidad. Todo lo demás no es cierto. Sólo puedo hablar de las terapias que conozco, pero de éstas he de decir que tienen todas una base científica, se han estudiado y se han publicado artículos y libros sobre las mismas, no han supuesto ningún descalabro económico familiar en nuestro caso y desde luego, los terapeutas que he tenido la suerte y el honor de conocer, son excelentes profesionales. Y en cuanto a los beneficios… los hemos comprobado en persona.
¿Por qué no están estas terapias aceptadas? Ésta es una pregunta que me he planteado un millón de veces, aún no he encontrado la respuesta y no puedo imaginarme cuál pueda ser pues ninguna de las posibles respuestas tiene sentido para mí. Se habla de varias razones e intereses por los cuales no se aceptan ni se aceptarán en mucho tiempo. No voy a entrar en este tema polémico. Pero sí diré que como madre no puedo esperar a que las posibles soluciones al problema de mi hijo se avalen científicamente. Simplemente no disponemos de este tiempo…
Frente a la opción de trabajar los síntomas del problema, las terapias alternativas que buscan una organización neurológica, pretenden estimular, activar y hacer madurar las zonas cerebrales implicadas en el déficit de atención y la hiperactividad. Buscan que estas zonas cerebrales funcionen adecuadamente para que así desaparezcan los síntomas (problemas en la atención, dificultades de aprendizaje, excesiva actividad motora, comportamientos no aceptables, estados emocionales preocupantes, etc) y también así desaparezca el problema en sí. Los beneficios no son transitorios, sino definitivos.
Estas terapias no tienen por qué excluir el trabajo cognitivo-conductual o la medicación cuando ésta sea necesaria. Lo bueno sería complementar ambas formas de trabajar con los niños para que éstos obtengan los beneficios de las dos. Pero la organización neurológica se hace esencial y vital si lo que buscamos es solucionar el problema de raíz y para toda la vida.
¿Y si logramos con éxito eliminar los síntomas y por lo tanto, solucionar el problema?
¿Acaso a esto no se le llama “curación”? ¿Por qué nos da tanto miedo esta palabra? Puede que sorprenda, pero al igual que el término “alternativas” no es bien aceptado en ciertos entornos (léase asociaciones de padres de niños con TDA-H, foros sobre el TDA-H, profesionales que trabajan con el TDA-H), no es tampoco bienvenida la afirmación de que este trastorno se puede curar.
Quienes nos atrevemos a insinuarlo recibimos todo tipo de ataques verbales que nos acusan de ser “unos ilusos”, de “jugar con los sentimientos y esperanzas de otros padres”, “de querer vender una terapia milagro”, o de “mentir” simplemente…
Puedo asegurar que cuando una madre ha sufrido durante largos años, lo último que quisiera hacer en esta vida es jugar con el sufrimiento y la esperanza de otras madres como ella. Los que tenemos experiencia con la organización neurológica, sabemos que no existen las terapias “milagro”, que no hay nada de magia en el trabajo diario y constante durante años… No existe ninguna terapia que sea milagrosa, y por esto hemos buscado y buscado y hemos probado con varias hasta obtener de todas ellas los beneficios que nos podían ofrecer.
Pienso y siento que los padres no deberíamos pararnos nunca. La meta debería estar en la solución del problema. No tendríamos que tirar la toalla hasta llegar a ella. Y como no quiero pecar de “ilusa” diré que no soy quién para asegurar que siempre se pueda llegar a esta meta. Pero sí que es importante luchar para acercarse a ella lo más posible.
El trabajo siempre aporta beneficios si está bien encaminado. Para elegir qué hacer con nuestros hijos, lo más importante es estar bien informados.
Informarnos y seguir informándonos siempre.
Los padres debemos buscar nada menos que la solución, esto es: la curación, sí. Debemos ser ambiciosos por el bien de nuestros hijos. La experiencia me ha demostrado que tenemos derecho a serlo.

CONCRETANDO UN POCO MÁS…

Los niños con TDA-H tienen habitualmente problemas en muchas áreas: la atención, la lectoescritura, la destreza manual, la relación con compañeros y adultos, el comportamiento, las tareas cotidianas en el hogar, las rutinas, el control de sus emociones e impulsos…
Es importante valorar todas las áreas para saber cuáles son las necesidades más apremiantes en cada caso. Pero hay que recordar que el objetivo no es trabajar estas áreas directamente, por lo tanto, hay que buscar la causa de los síntomas que vemos y trabajarla donde está realmente.
La causa es una sola y es siempre la misma: una inmadurez cerebral que hace que el sistema nervioso del niño no funcione adecuadamente. Es posible evaluar y tratar esta inmadurez a través de la manera que tiene el sistema nervioso de manifestar su estado de desarrollo. Así se puede evaluar y trabajar:
– el movimiento global del cuerpo, posibles dificultades motoras
– debe estudiarse si el desarrollo motor ha sido el adecuado desde el nacimiento, si el niño ha avanzado por todas las etapas necesarias sin haberse saltado ninguna
– la posible presencia de reflejos primitivos que debían haberse integrado en los primeros meses de vida
– reflejos posturales que no se han desarrollado
– un tono muscular inadecuado, que es una señal de alerta y está muy relacionado con la atención
– la lateralización, que debería estar bien definida hacia los seis años (el niño debe ser totalmente diestro o totalmente zurdo)
– es necesario evaluar el funcionamiento de la visión, lo cual supone mucho más que la agudeza visual, pues el niño no tiene que ser capaz de ver claro simplemente, sino de utilizar sus ojos de forma conjunta y cómoda para poder leer y escribir, y el cerebro debe ser capaz de interpretar y procesar bien la información
– lo mismo ocurre con el sistema auditivo, que juega un importante papel en la atención y el rendimiento escolar. No basta con saber si un niño oye o no, hay mucho más que puede estar influyendo en sus dificultades y se puede tratar
– la integración sensorial, cómo llega la información que nos aportan los sentidos, si llega y si es bien procesada e interpretada por el sistema nervioso, el cual debe dar a la misma una respuesta en forma de movimiento, comportamiento, reacciones emocionales. Normalmente, cuando las respuestas del niño a lo que ocurre a su alrededor no son las adecuadas, al igual que cómo funciona en sus actividades diarias, debemos sospechar que los estímulos del entorno no están llegando de forma cómoda a su sistema nervioso y que éste no está realizando bien su trabajo
Para más información, consultar este blog utilizando el índice de temas.

Nota: debo añadir LA ALIMENTACIÓN y la posible falta de nutrientes, intolerancias o alergias a determinados alimentos, como un aspecto a tener también en cuenta en la evaluación y el tratamiento del TDA-H.

Hablo principalmente de la organización neurológica por ser la forma de actuación que mejor conozco. Pero no descarto otras posibles vías de tratamiento de este trastorno. Junto a los cambios en la alimentación o la posible ingesta de complementos alimenticios, la homeopatía también puede ser muy beneficiosa.
A los padres nos conviene informarnos de esto como una parte importante del tratamiento junto a la organización neurológica.

TMR (terapia de movimiento rítmico). TESTIMONIO


Publicado en Movimiento Rítmico y Reflejos Primitivos
Testimonio de una madre sobre su experiencia al aplicar la Terapia de Movimiento Rítmico (TMR) en su hijo adolescente. 

*Nota: ahora, la TMR se llama BRMT (Blomberg Rhythmic Movement Training).

“Tener un bebé es la mayor ilusión que pueda existir en la vida, sobre todo cuando es un hijo deseado. Pero esta ilusión puede enseguida dar paso al agotamiento y la desesperación cuando convives con el bebé y éste no para de llorar, apenas duerme y no te permite relajarte ni un sólo minuto del día.
Si con el paso del tiempo este bebé va creciendo para convertirse en un niño al que le cuesta controlar sus emociones, con arranques de agresividad, con una actitud desafiante y que no avanza en sus aprendizajes en el colegio, a la desesperación y el agotamiento van añadiéndose otras sensaciones como la soledad y la falta de comprensión y solidaridad de familiares, amigos y de los profesionales de la salud y la educación.
Esta es nuestra historia. Hasta que a los cuatro años y medio nuestro hijo fue derivado a psiquiatría infantil por la impotencia del pediatra ante la situación extrema que estábamos viviendo.
Fue por entonces como, casi de casualidad, conocimos a alguien que nos abrió las puertas al mundo de las terapias alternativas. Examinó a nuestro hijo por medio de juegos y nos explicó con claridad lo que le ocurría y cómo ayudarle. Fue una auténtica bendición y nos agarramos a cada una de sus palabras como a un clavo ardiendo…
A lo largo de nueve años seguimos varios métodos de organización neurofuncional. Todos ellos basados en ejercicios motores sencillos, combinados con estimulación táctil.
Realizamos una terapia visual y una reeducación auditiva que dieron a nuestro hijo un gran empujón en su rendimiento escolar. Trabajamos también su lateralización.
Desde casi el primer momento notamos cambios. Esta persona que nos asesoró nos habló también de la importancia de trabajar la conducta del niño, para lo cual nos dio sencillas pautas. Que no por sencillas, fueron fáciles de aplicar, pero esto supuso también una gran ayuda.
A lo largo de los años fuimos conociendo nuevas terapias o técnicas de trabajo para solucionar o paliar las necesidades de nuestro hijo. Así logramos, a través del trabajo constante y diario, un cambio importante en su estado emocional y en el control del mismo, en su conducta y en su rendimiento escolar.
Este trabajo constante puede parecer muy sacrificado, pero no lo hemos vivido así, sino como un momento de dedicación exclusiva a nuestro hijo que hemos disfrutado y nos ha aportado sólo beneficios en todos los sentidos.
Llegamos a sentirnos muy satisfechos, contentos de verle llevar una vida feliz, con amigos y con una buena convivencia familiar. Para nosotros estos eran logros muy importantes.
Pero tenía 13 años, y aunque habíamos conseguido a base de mucho esfuerzo que fuese pasando de un curso a otro, su capacidad de atención no era aún la adecuada y seguía mostrando dificultades.
Le costaba mucho comprender conceptos matemáticos y aplicarlos a diferentes situaciones. Lo mismo le ocurría con el inglés por ejemplo, lo que aprendía un día no le servía para el siguiente ni para un ejercicio que cambiara de planteamiento. Le era difícil recordar, aplicar y generalizar lo que aprendía con esfuerzo. Olvidaba sus deberes o los días que tenía exámenes por lo que no los preparaba. No entregaba sus trabajos y cuando lo hacía no eran de la calidad esperada en cuanto a la presentación y al contenido. Sin embargo, siempre tuvo buena memoria para las asignaturas como las ciencias sociales o naturales, y demostraba claramente ser un chico inteligente y creativo.
Veíamos que seguía habiendo trabajo por hacer, teníamos que seguir intentándolo y apareció la TMR.
Hace de esto casi dos años y en aquel entonces yo no conocía apenas nada de esta terapia ni a nadie que la aplicara. Así que decidí acudir a los cursos para aprender a aplicarla yo misma en mi hijo.
En estos cursos, el doctor Harald Blomberg me impresionó y me convenció absolutamente de que la terapia de movimiento rítmico y reflejos primitivos podía ser la solución a los problemas que aún veíamos en nuestro hijo.
Me puse a trabajar con él casi de inmediato, pero no me atrevía a hacerme ilusiones, siempre me ha dado miedo ser ingenua, ver los resultados que tanto deseo ver, no ser objetiva…
A los cinco meses empezamos a notar cambios en su actitud en casa, parecía ser más limpio y cuidadoso, más paciente y razonable. Ya no rompía las cosas como antes, y parecía mucho más habilidoso con sus manos. Su profesora me decía que le veía adoptar una postura diferente en clase, no sólo en su actitud, sino incluso físicamente. Parecía estar menos aburrido y más a gusto en clase, y la miraba a la cara.
A los siete meses estos cambios se hicieron patentes, la profesora me comentaba que había empezado a participar en las actividades y a hacer preguntas cuando no entendía lo que se explicaba (algo que jamás había hecho antes).
A los diez meses, después de 20 minutos diarios de TMR, dejamos ya definitivamente el tratamiento pues nuestro hijo funcionaba de forma totalmente autónoma en clase y en casa con los deberes. Después de tener siete suspensos en la primera evaluación de 2º de ESO y matemáticas de 1º, aprobó todas las asignaturas en junio.
Ahora estudia todas las tardes y pide a su padre que le ayude con las matemáticas, a las cuales dedica un buen rato casi a diario. Vemos cómo comprende lo que se le explica, lo recuerda al día siguiente y es capaz de aplicarlo en diferentes ejercicios. Sigue teniendo muy buena memoria y está muy motivado a estudiar pues ahora se ve capaz. Ha cambiado el concepto que tiene de sí mismo e incluso ha cambiado en su forma de vestir y su actitud en muchos aspectos.
No creo que estos cambios sean fruto de la casualidad, o de la madurez que “ya le tocaba”… Esta es una edad en la que precisamente muchos de sus compañeros están suspendiendo por primera vez y teniendo problemas de comportamiento en casa o en el colegio. Se quejan otros padres de lo duro que es este curso, pero para nosotros está resultando el más fácil de todos.”

PREVENCIÓN DEL FRACASO ESCOLAR DESDE LA EDUCACIÓN INFANTIL con la organización neurológica.

Prevenir el fracaso escolar no solamente es posible en muchos casos, sino un deber y una responsabilidad de los adultos que trabajamos y cuidamos de los niños en sus primeros años de vida. La organización neurológica o neurodesarrollo se ocupa de ello.

Rosina Uriarte

El fracaso escolar preocupa seriamente tanto a padres como a educadores. Es algo que concierne a toda la sociedad dado el elevado porcentaje de estudiantes que lo sufren. Un fracaso que no debemos atribuir exclusivamente a estos chicos y chicas, pues en la mayoría de los casos no son “culpables” de la situación, sino sus víctimas.

Cuando se habla de fracaso escolar, casi siempre evocamos la imagen de alumnos de la ESO o de los cursos superiores de Primaria. Según las estadísticas, el fracaso escolar comienza en muchos casos a vislumbrarse hacia los ocho años, en tercero de primaria. Sin embargo, es en la educación secundaria cuando se hace más evidente. Entonces los requisitos académicos se endurecen y el esfuerzo ha de ser mayor. Y todo esto unido a la difícil y delicada etapa de la adolescencia.

Pero pocas veces se hace referencia a los niños de Educación Infantil con respecto al fracaso escolar. ¿Es acaso porque no existe tal fracaso a esta edad? Esto es lo que mayoritariamente se asume, pero no hay nada más lejos de la realidad… Los objetivos mínimos establecidos en Educación Infantil no son ambiciosos, cualquier niño puede alcanzarlos, y superarlos, con toda facilidad… pero no siempre es así… Y el número de niños que no alcanzan estos objetivos, o lo hacen con dificultad, se asemeja bastante al tanto por ciento de fracaso escolar que reflejan las estadísticas.

Si los educadores que trabajamos con niños menores de seis años vemos que casi una cuarta parte de los alumnos no sigue el ritmo del resto… lo lógico es actuar para atajar por todos los medios esta situación y que estos niños no crezcan para engrosar las filas de los “fracasados escolares”. Pero a pesar de que se trabaja en Infantil con niños con retrasos madurativos, problemas de lenguaje, etc., sigue habiendo un tanto por ciento de niños a los cuales se les deja “que maduren” con la triste y callada convicción de que “ya se ocuparán” sus tutores de primaria de trabajar con ellos en sus dificultades. La pena es el precioso tiempo que se desperdicia mientras se espera a que madure un niño… un niño con dificultades…

Todos hemos oído o leído que los seis primeros años son vitales para formar las bases de la inteligencia y las habilidades del niño. Son los años principales del desarrollo infantil, en los que el cerebro es más plástico y en los que se crean la mayor cantidad de conexiones y circuitos neuronales, las “herramientas” con las que habremos de arreglárnoslas durante toda nuestra vida futura. Por esto, invertir en una buena Educación Infantil y en el desarrollo del niño en estas edades, es como invertir en buenos materiales de construcción y la edificación de los pilares y vigas maestras de un gran y hermoso edificio.

La etapa de la Educación Infantil es una etapa difícil para hablar de diagnósticos y tratamientos. Muchos problemas no son diagnosticados a esta edad, como son los asociados al déficit de atención con hiperactividad, por ejemplo. Y no es porque los síntomas no sean evidentes, como ya se ha expuesto. Pero es lógico que se tienda a “esperar” a ver qué ocurre y cómo evoluciona el niño. Y en casos afortunados, estos síntomas en el niño no se transforman en un problema académico o de comportamiento. Es muy natural que los padres y profesores prefieran “esperar” a que estos problemas se desarrollen de forma evidente, para empezar a actuar sobre ellos. Sin embargo, cuando un niño muestra una dificultad, existe un motivo para ésta, y que este motivo desaparezca no es lo común pues normalmente se debe a fallos en la base del desarrollo del niño.

Por esto, “esperar” en estas edades tempranas supone perder el momento adecuado para actuar. Supone una mayor dificultad en la solución de estos fallos en el desarrollo, un trabajo más costoso y unos resultados más pobres…

Pero si bien el concepto de “tratamiento” nos puede parecer excesivo en niños pequeños cuando aún el problema académico no es claro, no debemos temer el término “prevención”.

La prevención a edades tempranas podría ser una de las claves para solventar el problema del fracaso escolar a edades más tardías.

Lo dice el refrán: “mejor prevenir que curar”. Una lección que están aplicando ya varios colegios en nuestro país con todos sus alumnos de Educación Infantil. Aún faltan datos estadísticos sobre los resultados objetivos de la aplicación de técnicas de prevención del fracaso escolar a través de ejercicios que desarrollan el sistema nervioso y ayudan al niño a madurar en todas sus áreas (física, cognitiva, sensorial, emocional, social). Pero confiamos en que pronto los habrá y un mayor número de centros se unan en esta iniciativa.

Queda patente que la mayoría de las dificultades académicas están causadas directamente por una inmadurez neurológica o, lo que es lo mismo, los fallos en el desarrollo que mencionábamos con anterioridad. Éstos fallos pueden manifestarse en la forma de una lateralidad mal establecida (cuando el niño no es totalmente diestro o zurdo, con lo cual su cerebro no está bien organizado y sus hemisferios cerebrales compiten en lugar de colaborar); en un sistema ocular que no funciona adecuada o cómodamente para las tareas que requieren de la lectura y la escritura; un sistema auditivo que no consigue procesar los sonidos claramente para poder reproducirlos en un correcto lenguaje hablado o prestar la adecuada atención en clase; reflejos primitivos que se han quedado retenidos y no han madurado de la forma deseada; una integración sensorial deficiente que hace que el niño interprete los estímulos que le rodean de una forma equivocada, mostrando unas reacciones y un rendimiento que no son los adecuados para su edad y la situación dada.

El desarrollo en el niño se produce de manera natural gracias a todos los estímulos que recibe de su entorno y con cada movimiento y acción que realiza. El movimiento es la principal fuente de información y desarrollo, junto con el tacto, el oído y la vista. Es primordial tener esto en cuenta para dar al niño las oportunidades que necesita de moverse a estas edades, y de experimentar con todo lo que le rodea.

Además, pueden aplicarse métodos de desarrollo neuromotor o de organización neurológica, que consisten en ejercicios motores principalmente, realizados de forma lúdica, pero continuada, constante y repetida, para su mayor efectividad. La repetición y la constancia son esenciales para la creación de nuevos circuitos neuronales, por lo que estos programas deben ser diarios. Unos veinte minutos podrían bastar para la realización de estos ejercicios en un aula de Educación Infantil. No deben suponer un sustituto a la psicomotricidad tradicional, pero serían desde luego un complemento ideal.

Cualquiera de los métodos de organización neurológica que se utilizan para tratar a niños con problemas del desarrollo, podrían utilizarse en su forma más básica y lúdica, para prevenir estos problemas en un grupo de alumnos en el aula. Y no solamente en Educación Infantil. Pues, aunque es éste el momento ideal para la prevención, estos programas también pueden realizarse, y de hecho se están aplicando, con niños de cursos superiores. En ambos casos, con el mismo objetivo: evitar el fracaso escolar.

Más información:

PSICOMOTRICIDAD Y DESARROLLO NEUROMOTOR

EL SISTEMA NERVIOSO EN LA BASE DEL COMPORTAMIENTO Y RENDIMIENTO DEL NIÑO.

LA LATERALIDAD: ¿DIESTRO O ZURDO?

REFLEJOS, APRENDIZAJE Y COMPORTAMIENTO

FUNCIONAMIENTO OCULAR: LA VISIÓN EN EL APRENDIZAJE

INCIDENCIA DE LA AUDICIÓN EN LA ESCUELA Y EN LA CONDUCTA

CENTROS QUE REALIZAN TERAPIAS DE ESTIMULACIÓN CEREBRAL Y ORGANIZACIÓN NEUROLÓGICA

estimulación cerebral y organización neurológica

*Nota de la autora: esta entrada fue escrita en 2008, desde entonces han surgido gran cantidad de nuevos profesionales y centros de estimulación cerebral y organización neurológica.

Terapias de estimulación cerebral” es el término que utilizo para referirme a aquellos tratamientos de organización neurológica que pretenden solucionar o paliar problemas del desarrollo por medio de ejercicios que estimulan directamente determinadas zonas cerebrales o buscan una madurez general del sistema nervioso.

Quiero dejar claro que solamente mencionaré las terapias que conozco personalmente y con las cuales he experimentado. No me dedico a la realización de ninguna de estas terapias de forma profesional ni pertenezco a ninguno de los centros que citaré a continuación.

Es muy posible que existan más centros de los que incluyo en esta entrada, pido disculpas y que por favor se me informe de ellos pues quisiera incluirlos para lograr una lista lo más completa posible.

Todos estos centros utilizan una o varias de las terapias de las que hablo en mis blogs: Organización Neurológica de Doman, Fonoaudiología y Reorganización Neurofuncional de Padovan, Teoría de la Integración Sensorial, Terapia de Movimiento Rítmico y Reflejos Primitivos (TMR), Programas para la Correcta Lateralización, Entrenamiento en Integración Auditiva del método Berard, Audio-Psico-Fonología del método Tomatis, Terapia Visual desde la Optometría Comportamental.

Como ya he dicho, muchos de estos centros combinan más de una de estas terapias. Para conocer mejor el trabajo que se realiza en cada uno de ellos deberéis informaros en los propios centros.

INSTITUTO MÉDICO DEL DESARROLLO INFANTIL
Drs. Jorge Ferré Veciana, Víctor Casaprima Sagués, Jorge Catalán Balaguer y José Mombiela Sanz
Vía Augusta nº 9, Pral. 1ª 08006 Barcelona
Tel. 93.415.73.09 93.415.73.11 – Extensión 4Fax. 93.415.73.11

VEGAKIDS Instituto de Desarrollo Infantil y Centro Berard de Reeducación Auditiva
Víctor Estalayo y Mª del Rosario Vega
Escalona, 107 – 5C Madrid 28024
915184443

– AVANZA ASESORES DE ESTIMULACIÓN (esta empresa ya no existe)
C/ Playa Samil Nº15 Local 1, Collado Villalba (Madrid)
Teléfono: 91 286 38 50
[email protected]

INPA Instituto de Neuropsicología y Psicopedagogía Aplicadas
Plaza Peña Horcajo, número 11, portal B, 3º B28035 Madrid
Teléfono/Fax: 34 91 738 48 56 

NEOCORTEX Centro de Organización Neurológica
Cª. Boadilla del Monte s/nUrb. Jardin de la Ermita, Bloq.3 Loc.128220 Majadahonda (Madrid)
Tel.: 902-157-596
[email protected]

– Fundación NEURONEST Estimulación Neuronal
Calle Erudito Orellana, 17 bajo. 46008.Valencia.
Teléfono 963 823 281.
http://www.neuronest.es/

INSTITUTOS FAY Institutos Fay para la Estimulación Multisensorial.
Dirección: Fuente del rey 32 28023 Aravaca (Madrid)
Tel.: 91 740-0203 Fax.: 91 740-0204

MONTSERRAT DIAZ ROSELL Centro Integral San Lorenzo
Paseo de Miguel de Unamuno nº 8
San Lorenzo del Escorial, Madrid
91 896 96 77
[email protected]

C.L.E.R.N. CENTRO DE LOGOPEDIA, ESTIMULACIÓN Y REEDUCACIÓN NEUROSENSORIAL
C/ Numancia 24-bajo
30510 Yecla (Murcia)
Teléfono/Fax: 968 79 28 20
[email protected]

PSINDRA CENTRO DE PSICOLOGÍA
Cristobalina Muñoz (área de neuropsicología)
C/Alfonso XI nº 5 -1 º B- CP 11201 Algeciras – Cádiz
Tel / Fax :856 22 18 66 – Móvil: 649 46 55 97
[email protected]

AYTONA Centro de Formación y Tratamiento de Terapia Ocupacional
C/ Sierra de Gador nº15-B.
MADRID 28031
Tlf.: 917 773 293

LOGROS TERAPIA OCUPACIONAL INFANTIL Calle granadilla 11, ,local bajo
Majadahonda Madrid
Tlf: 679088616.

CLÍNICA DE TERAPIA OCUPACIONAL PEDIÁTRICA BEAUDRY-BELLEFEUILLE
C/ Marqués de Santa Cruz 7, 1º E
33007 Oviedo
Tfno. (34) 609 750 962
[email protected]

KULUNKA Asociación para la atención a niños con alteraciones del desarrollo.
C/ Pintor Ortiz de Urbina nº 3 oficina 12,
Vitoria-Gasteiz
Tfno. 688 694 745
[email protected]

CENTRO CEI BARCELONA
Ronda General Mitre 67 local
08017 Barcelona
93 205 51 6
[email protected]

CENTRO CEI VALENCIA: Benimaclet 15-4
46120 Alboraia
666 807 088
96 338 74 58
[email protected]

SET SENTITS Centre de Desenvolupament Infantil
C/Anselm Clavé, 17 3er pis
084002 GRANOLLERS
626 414 365
mailto:[email protected]

CLÍNICA REHABILITEC
Clínica de Rehabilitación Integral
C/ La Marina 29. Los Abrigos
Granadilla de Abona
Tenerife
922 749649
[email protected]

S.T.O.I. Servicio de Terapia Ocupacional Infantil
Alberto León Collado

Centro Empresiarial “Las Bodegas” Crta, SanlucarCalle Añada, Nº16

Tel. (34) 956 92 46 99
Móvil. (34) 663 86 86 08
Email: [email protected]

11408 Jerez de la Frontera
Centro de Desarrollo Infantil MOLOKAI
Urb. Nueva Doña Casilda, Local Bajo 3
Algeciras

S.T.O.I. Campo de Gibraltar

CLÍNICA DE DESARROLLO INFANTIL DEL SUR
Calle Torre de los Picos, 9
18008 Granada
Tel: 653 877 300‎

CEARC Centro de Análisis y Restauración Corporal
Doctor Jesús Valverde Reyes
Dalia, 2.A. Bajo Sur Izq.
39010 Santander (Cantabria)
Teléfonos:
6294901 11/942337038
[email protected]

CLAVÉ PSICOPEDAGOGS‎
C/ Clavé 16
08201 Sabadell (Barcelona)
937 457 294

INDEVA Instituto para el Desarrollo y Estimulación de la Visión y Audición
C/ Vírgen de Luján, 16 – 4ºC
Sevilla 41011
Tlf: 954 28 18 54
[email protected]

– AITZIBER GOÑI OLASAGASTI
Centro de Fisioterapia SOKOA
Donostia Kalea, 25 Sokoa,
20280 Hondarribia
Tfno. / Fax: 943 644 657 ‎

CENTRO INTEGRAL DEL DESARROLLO Plaza Argenta 3 – Entrepl. 4
439700 Castro Urdiales (Cantabria)
Tel 627562157
[email protected]

INFORMACIÓN SOBRE LA BRMT (antiguamente llamada Terapia de Movimiento Rítmico y Reflejos Primitivos): Eva Rodríguez:
[email protected] (exclusivamente para el tema de los cursos)
y
[email protected]
Tel.: 691477866

CENTROS DE OPTOMETRÍA QUE REALIZAN LA TERAPIA VISUAL en la página de SIODEC

CENTROS DE ENTRENAMIENTO EN INTEGRACIÓN AUDITIVA DEL MÉTODO BERARD

CENTROS DE AUDIO-PSICO-FONOLOGÍA DEL MÉTODO TOMATIS

 

ESTIMULACIÓN TEMPRANA Y ESTIMULACIÓN TERAPÉUTICA

Estimulación temprana

Existe confusión entre la “estimulación temprana” y la “estimulación terapéutica“. En ocasiones se utilizan como sinónimos, pero veamos cómo realmente son dos términos que pueden implicar importantes diferencias.

El término “estimulación” es un término muy amplio que hace referencia a cualquier actividad que realicemos con el fin de brindar nuevas experiencias y así incidir en el desarrollo cerebral.
 

Cuando se habla de “estimulación”, normalmente se hace refiriéndose a la “estimulación temprana”. Ésta se denomina “temprana” por el momento en el que se aplica, nunca porque se pretenda que un niño logre llegar a donde no le corresponde por su edad o su estado de madurez.

Cada día somos más conscientes de que el desarrollo del cerebro del niño no depende solamente de su genética y que este desarrollo no viene dado con el nacimiento. Sino que se produce gracias a cada experiencia brindada al bebé por su entorno. Para que las neuronas con las que nace el bebé se activen y funcionen son necesarios gran cantidad y calidad de estímulos de todo tipo (sonoros, visuales, táctiles, olfativos, gustativos y de movimiento). La mayoría de las nuevas conexiones y circuitos neuronales se forman en los tres primeros años de vida. De aquí que la estimulación sea “temprana”, su período de aplicación se extiende hasta los seis años.

Ésta es una de las razones por las que se realiza la estimulación temprana, para aprovechar el momento adecuado en el que es posible incidir en el desarrollo cerebral de nuestros hijos. Pretendemos enriquecer el entorno y las experiencias para lograr un mayor y mejor desarrollo del potencial innato del niño.

La estimulación temprana puede utilizarse también como prevención. Es vital realizarla en casos de riesgo como son los bebés prematuros o niños que hayan sufrido alguna lesión durante el embarazo o el parto. En estos casos se pretende incidir en el desarrollo de forma que se eviten posibles problemas futuros.

Pero la estimulación también puede ser terapéutica, y no necesariamente ha de ser siempre “temprana”. Esto quiere decir que podemos estimular el sistema nervioso (cerebro) buscando solucionar problemas muy diversos, y que es posible hacerlo en niños más mayores o en adultos.

Para que una estimulación sea efectiva debe ser siempre repetitiva. Ha de realizarse un número determinado de veces, a diario preferiblemente, y a lo largo de un tiempo recomendado para lograr los efectos buscados. Por supuesto que los ejercicios que se realicen estarán enfocados y diseñados para solucionar los problemas concretos de cada persona.

Existen diferentes métodos con sus propias técnicas para la estimulación cerebral. Pero todos ellos comparten una base común que consiste en buscar la estimulación del sistema nervioso a través de las únicas vías posibles: los sentidos.

Al igual que la naturaleza impone que sean los estímulos sensoriales el medio por el cual se desarrolla y crece el cerebro, así podremos también incidir en el desarrollo del cerebro por medio de estímulos adecuados e intensivos que logren una madurez que por sí sola no se ha dado. En los métodos de reorganización neurológica los estímulos son principalmente de movimiento, pero también son importantes los estímulos táctiles, auditivos y visuales.

Se habla mucho de la plasticidad cerebral de los niños pequeños, así ocurre que la estimulación es mucho más efectiva y requiere menos esfuerzo en tiempo e intensidad cuanto menor es la edad. Sin embargo, es posible seguir estimulando nuestro sistema nervioso toda la vida, y muchas de las técnicas de estimulación cerebral se practican con adultos.

Nuestro comportamiento, nuestra capacidad de atención, cómo nos movemos y cómo nos relacionamos con nuestro entorno dependen directamente de nuestro sistema nervioso y de su estado de equilibrio y madurez. Cuando este estado no es el adecuado pueden surgir numerosos síntomas que lo reflejan.

Los métodos tradicionales tratan y trabajan estos síntomas. Si un niño tiene problemas de comportamiento trabajan su conducta entrenando al niño en nuevas habilidades para el control de la misma. Si los problemas son atencionales, el niño recibirá un entrenamiento para mejorar su atención. Si surgen dificultades en la relación con los demás, la psicoterapia se ocupará de ayudarle… Y si tiene una motricidad fina o gruesa pobre, se trabajará la misma por medio de ejercicios motrices. Estos métodos son importantes y suponen avances en las habilidades del niño, pero trabajan solamente los síntomas, que pueden ser muy numerosos, y el trabajo lento y costoso. Trabajan y observan al paciente “desde fuera”, enfocándose en las manifestaciones del problema, sin buscar ni tratar las raíces del mismo.

Aunque las manifestaciones sean muchas y variadas, el problema puede ser único: una inmadurez o lesión en el sistema nervioso (salvo en los casos en los que los síntomas se deban a trastornos psicológicos o creados por tensiones provenientes del entorno del niño). Ocurre muy a menudo que da la sensación de que todos los problemas se juntan en un solo niño… y nos preguntamos cómo es posible… no nos damos cuenta de que no se trata de diferentes problemas, sino de uno sólo con diferentes síntomas.

La novedad que aportan los métodos de reorganización neurológica o neurofuncional, lo que podemos más cómodamente denominar como “estimulación cerebral”, es el trabajar el problema causante de los síntomas. Trabajar “desde dentro” para que las manifestaciones exteriores cambien y se acerquen lo más posible a las deseadas.

De esta forma, si un niño sufre problemas de atención, en lugar de trabajar con ejercicios que entrenen su capacidad de atender por medio de fichas por ejemplo, lo que se hace son ejercicios (principalmente motrices), que estimulan directamente las zonas cerebrales encargadas de regular el estado de alerta en la persona, y por lo tanto su capacidad de atención. Realizando estos ejercicios de forma intensiva y diaria, se logra una activación y maduración de estas zonas cerebrales y por lo tanto, una mejora externa que se manifiesta en una atención adecuada por parte del niño. Los síntomas cambian sin trabajar sobre ellos directamente puesto que se ha solucionado el problema en su raíz.

Otro ejemplo serían los problemas de tono muscular, que normalmente se reflejan en una mala psicomotricidad que afecta a los movimientos y habilidades del niño, incluida la escritura. Desde el concepto tradicional se trabajarían las manos para darles fuerza y se harían ejercicios de psicomotricidad para incrementar las habilidades motoras del niño en general. Sin embargo, si consideramos que es el cerebro quien regula el tono muscular, podemos intentar estimularlo de forma adecuada para que los síntomas de torpeza motriz desaparezcan. Así dejaríamos de trabajar dedos, brazos, piernas… para realizar unos ejercicios muy concretos que hiciesen madurar las zonas del sistema nervioso central que controlan el tono muscular.

Tratando el problema desaparecen o se alivian los síntomas, por ello es un trabajo en conjunto que puede suponer la solución o paliación de varios síntomas a la vez.

Todos estos métodos pueden combinarse con técnicas de trabajo cognitivo-conductual desde la psicopedagogía, con complementos y regímenes alimenticios, homeopatía, osteopatía, etc. para un tratamiento combinado, multidisciplinar y efectivo en todas las áreas. Considerando al paciente como una unidad y buscando una mejoría integral y completa.

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MUDEZ SELECTIVA: ¡EL SILENCIO NO ESCOGIDO!

Mudez selectivaEste artículo está basado en la información contenida en el libro “Reflejos, aprendizaje y comportamiento” de Sally Goddard.

El término “mudez selectiva” que antes se denominaba “mudez optativa” supone un rechazo voluntario a hablar en ciertas circunstancias o entornos. DSM IV (1995) da la siguiente descripción:

“El rasgo esencial de la mudez selectiva es el fracaso persistente a hablar en situaciones sociales específicas (ej. En la escuela con los compañeros) donde se espera la comunicación oral; mientras en otras situaciones se habla…
Otros rasgos asociados pueden incluir: timidez excesiva, miedo al ridículo social, aislamiento y reclusión social, poca independencia, rasgos compulsivos, rabietas u otros comportamientos de control o de oposición, especialmente en casa.”
 
Sally Goddard pone como ejemplo este caso:
 
“Carolina quería hablar mucho, pero le parecía una tarea imposible. “¿Crees que algún día hablará? Era la pregunta que les hacían con frecuencia a su madre y sus profesores, a lo que respondían “No hay ninguna razón por la que no lo haga. Tiene todo lo necesario. Cuando era pequeña hablaba”.
 
A algunas personas les parecía difícil de creer. Creían que sus padres se deberían estar engañando y que la niña nunca había hablado. Pero sí que había hablado. Ella podía recordar exactamente las veces que le había dicho cosas a su mamá. “¡Mira la luna!” dijo un día, asombrada por la repentina belleza de ésta en el cielo diurno. Entonces tendría unos 6 años, perdida en su miseria, pero todavía respondía a la belleza que venía desprevenidamente de los cielos. Se podía acordar de otros momentos en los que había intentado decir cosas, pero se había sentido atrapada en la red negra de su infelicidad, incapaz de soltar una palabra. Es muy difícil de explicar cómo su miedo retenía sus cuerdas vocales. Era como si unas manos invisibles estuvieran presionando sobre la garganta estrangulándola hasta dejarla sin vida. Un lugar tan pequeño para que pasara el aire y tan poco sitio para que la fuerza misteriosa de la vida pudiera existir. Esta parte de su cuerpo parecía tan vulnerable, tan expuesta, que debería ser protegida a toda costa, incluso al precio del silencio. Parecía que estaba salvando aire para el mismísimo proceso de vida. No había aire que sobrara para el habla eventual, así pues el habla tenía que desaparecer. Nadie se daba cuenta de que este era uno de los miedos detrás del silencio, esta sensación de respiración oprimida que parecía asfixiarla y amenazaba con la extinción de la poca vida que le quedaba. Este era un sentimiento real cuando era una niña pequeña, pero no fue hasta que casi era mayor que encontró la soltura para describirlo. Lo mismo ocurrió con muchos otros sentimientos ahora que era mayor. Podía encontrar una manera de describir las cosas que le habían ocasionado grandes dudas y miedos en su pequeña mente. Ahora tenía las palabras para describir cómo había sido, por eso, sentía que era tan importante escribir un libro para explicarlo. Como su profesora le había dicho, estaba en posición de ayudar a otros. La experiencia real, hábilmente expresada, era más valiosa que una tonelada de suposiciones hechas por expertos bienintencionados. Lo más doloroso era la creencia común apoyada por los estudiantes de psiquiatría, si estaba muda no podías comprender. Pero, ¿cómo sabían que mucha gente silenciada no tenía la cabeza llena de un lenguaje expresivo maravilloso que no podían utilizar, simplemente porque nadie había encontrado la llave de su confianza?”
 

Goddard continúa en su texto dando una posible explicación de el porqué y el cómo ocurre el mutismo selectivo. Ella ha investigado en profundidad los reflejos primitivos y los efectos de éstos cuando no han madurado y no se han integrado de forma adecuada a lo largo del desarrollo del niño. Relaciona el mutismo selectivo con la presencia de dos reflejos concretamente.

El hecho de que dos de estos reflejos primitivos se mantengan activos después de los primeros meses de vida (el reflejo de parálisis por miedo (RPM) y el reflejo de Moro) pueden hacer que la persona tendrá un umbral de miedo y de estrés muy bajo. Ésta sería una persona hipersensible a nivel de los sentidos, especialmente en el tacto y la audición, pero también podría ser en lo visual, el olfato o y posiblemente también el gusto.
 
Muchas personas compensan y sobrellevan estas hipersensibilidades en muchas situaciones, pero esto será siempre a costa de que las respuestas que deberían ser reflejas e instintivas se hagan de forma absolutamente consciente (generadas desde el córtex), lo cual produce un gran cansancio.
 
En situaciones en las cuales la persona se sienta más segura y confiada el control consciente superará las dificultades y las respuestas y reacciones serán racionales y efectivas.
 
Sin embargo, en las situaciones en las cuales exista mayor inseguridad y se active el reflejo de Moro, habrá una respuesta instintiva (no racional) y exagerada. En los momentos en los que los reflejos de miedo paralizador o de retirada sean protagonistas, a la persona le resultará imposible responder. Así explica Goddard cómo la mudez optativa/selectiva puede ser el resultado de esto último.
 
 

“REFLEJOS PRIMITIVOS NO INTEGRADOS”

TMR: TERAPIA DE MOVIMIENTOS RÍTMICOS

TMR: TERAPIA DE MOVIMIENTOS RÍTMICOS para la inhibición de reflejos primitivos.

 
Rosina Uriarte
 
Harald Blomberg, médico sueco, es el creador de esta terapia de movimientos rítmicos que está demostrando ser un gran éxito especialmente en casos de TDA-H (trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad), también esquizofrenia, parálisis cerebral y otros trastornos.
 
Es una terapia fácil de llevar a cabo y habitualmente resulta agradable para la mayoría de los pacientes. Se trata de la realización repetitiva de movimientos rítmicos que implican todo el cuerpo. Se llevan a cabo sobre el suelo y se basan principalmente en la imitación de los movimientos propios realizados por los bebés de forma natural durante su crecimiento y desarrollo. Bastarán de 10 a 15 minutos diarios para comenzar a notar los beneficios en pocas semanas. Sin embargo, reconstruir el cerebro de esta manera lleva tiempo por lo que la terapia deberá llevarse a cabo de forma contínua y diaria durante normalmente un año para resolver los problemas de atención y las dificultades de aprendizaje.
 
Estos movimientos suponen una insistente estimulación de varios sentidos y órganos del cuerpo. Esta estimulación hace que madure el sistema nervioso, al igual que madura y se desarrolla el cerebro del bebé que los realiza de manera espontánea. Esto consigue que la atención y la concentración aumenten y la impulsividad y la hiperactividad disminuyan. También logran un mejor tono muscular, junto con una mejoría en la postura, la respiración y la resistencia. Todo esto, a su vez, influye positivamente en la capacidad de atención.

Harald Blomberg es doctor en medicina y especialista en psiquiatría. Tiene más de quince años de experiencia y ha ayudado a muchos niños y adultos con problemas locomotores, TDA-H, problemas de aprendizaje y autismo. Podéis encontrar más información sobre esta terapia en su página web y en Reflejos Primitivos y TMR.
 

*TMR se llama ahora BRMT (Blomberg Rhythmic Movement Training)

¿Y LOS “NO HIPERACTIVOS”?

Niña hipoactiva

La hipoactividad de los no hiperactivos

Hablamos a menudo de los niños hiperactivos cuando pensamos en la falta de atención y los problemas de relación social y de comportamiento… pero hay otros muchos niños, y en especial niñas, que no muestran hiperactividad y sufren también de todos los demás problemas asociados a ella.
Recordemos que el movimiento excesivo es solamente un síntoma entre otros de un problema de inmadurez del sistema nervioso, que generalmente deriva en una dificultad a la hora de integrar la gran cantidad de estímulos sensoriales que nos bombardean constantemente.
Estos niños no hiperactivos, pero con problemas de integración sensorial, pueden verse abrumados por la estimulación vestibular, entre otras, siendo hipersensibles a sus efectos. Mostrándose como niños miedosos, patosos, a los que no les gustan los columpios o los toboganes, que se marean con facilidad y tienden a la hipoactividad.
No debemos olvidarnos de ellos, porque al no tener una movilidad llamativa muchas veces pasan desapercibidos. Normalmente no damos tanta importancia al hecho de que un niño, y sobre todo una niña, sea muy “tranquilo”, o miedoso y no corra o se desenvuelva en su entorno con la misma facilidad que otros compañeros. Es importante estar alerta pues a menudo no se ven los problemas en estos casos hasta que no comienza el fracaso escolar. Es entonces cuando empieza a percibirse algo más que “tranquilidad”, normalmente en forma de falta de atención, problemas de relación y de personalidad o autoestima.
Estos niños también se beneficiarán de las terapias de estimulación vestibular mencionadas en mi anterior entrada: “El sistema vestibular y la hiperactividad”.

EL SISTEMA VESTIBULAR Y LA HIPERACTIVIDAD

Estimulación vestibular

Cuando el sistema vestibular no funciona como es debido pueden surgir problemas en el rendimiento escolar y el comportamiento de los niños.

El sistema vestibular es el que nos enseña a mantener constantemente el equilibrio y a regular nuestra postura. Todas las sensaciones que tenemos pasan a través del mecanismo vestibular, por lo que todos los demás sentidos: lo que oímos, lo que vemos, lo que sentimos… se percibirán de una forma cómoda y tendrán significado solamente si el sistema vestibular funciona como es debido.
Cuando esto no es así surgen problemas en el rendimiento escolar y el comportamiento de los niños.

Los estímulos vestibulares pueden resultar tranquilizantes o alarmantes. Un movimiento suave, un balanceo o un mecimiento, pueden provocar el sueño. Un estímulo más vigoroso como el de una montaña rusa puede tener un efecto de excitación.

Los niños con problemas para integrar la información sensorial pueden tener respuestas hiper o hipo a los estímulos vestibulares diarios. Esto puede hacer que se muestren como exageradamente miedosos o afectados por el movimiento o, todo lo contrario, que esta estimulación no les llegue con la suficiente claridad por lo que necesitan más de lo que sus actividades diarias les ofrecen. Estos son los niños que no paran quietos, que saltan, corren y escalan o se revuelcan y giran por el suelo a todas horas.

El estado más maduro del sistema nervioso en cuanto al movimiento es la capacidad de mantenerse totalmente quieto y el equilibrio perfecto es el no movimiento. Los niños que tienen dificultad para estar quietos, a menudo tienen un control inmaduro sobre el equilibrio. Estos niños con frecuencia se concentrarán mejor en clase, si se les permite levantarse durante unos minutos. El movimiento es como un alimento para su cerebro que necesitan y buscan constantemente.

Se ha comprobado que si se les permite a los niños hiperactivos dar vueltas durante 30 segundos en ambas direcciones (para evitar mareos, debe cambiarse de dirección al cabo de pocas vueltas), éstos muestran un aumento en su atención de hasta 30 minutos después del ejercicio (Sally Goddard en “Reflejos, aprendizaje y comportamiento“). Esto sugiere una vez más que estos niños hiperactivos necesitan la estimulación vestibular para poner su cerebro “en marcha”. Es una actividad sencilla y a la vez divertida que puede merecer la pena llevar a cabo. Es muy importante que se den unas poquitas vueltas en cada dirección cada vez, y la misma cantidad en un sentido que en el otro, para evitar el mareo y que la estimulación de ambos hemisferios cerebrales sea la misma.

Estimulación vestibular

“ESTIMULACIÓN VESTIBULAR. LA ESTIMULACIÓN DEL MOVIMIENTO”